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Muchas de las
personas que como yo, hacemos un blog o y nos exponemos en la Red tenemos la
poco edificante aunque inofensiva costumbre de mirar las estadísticas de
visitas a nuestro entorno de manera periódica. La exposición en la Red es una
cesión del copyright, no a una editorial sino a la generalidad; cuando marcas
“Editar” pierdes todo control sobre la difusión de tu obra. Aquí no hay
presentaciones de libro, charlas, contratos, precontratos ni nada de nada. Y,
debes de ser consciente de que, aunque tienes la opción de retirar una entrada
de tu blog en cualquier momento, desde el instante en que ha sido expuesto, ya
ha podido ser reenviado y guardado por otras personas, con lo que la pérdida
del control es efectiva. Tengo que confesar que la sensación al mirar las
estadísticas es ambigua. Por un lado, quien escribe opinión y artículos
informativos (tambié ficción) desea que los “posts”
sean leídos. Esto es halagador para el autor y alienta a seguir escribiendo, opinando. Por
otro lado, el autor es consciente de que corre el riesgo de que algún día, sin saber muy bien por qué, se encuentre, al mirar sus estadísticas, que su tema se ha convertido en
viral. Es como si su pequeño mundo, por arte de no se sabe bien qué, pudiera
mudarse, de un día para otro, en un fenómeno de masas. No sé si esta es una
sensación agradable o no –yo, por supuesto, y dado el contenido de mis artículos,
no la experimentaré- pero sí que intuyo que es inquietante y hasta aterradora.
Regla Martínez
Tejada, es una chica de Sanlúcar de Barrameda licenciada en Periodismo y con un
máster en Comunicación Corporativa, trabajo que ejerce como autónoma. Estaba
cabreada porque le habían subido la cuota de autónoma a casi 290 euros al mes y
escribió ese día en su blog una entrada titulada Cuánto tiene que ingresar un autónomo para ganar 938 euros al mes.
En el artículo, la autora se queja de manera indignada de cómo para poder ganar la cantidad señalada
tiene que facturar 2000 euros al mes, cosa que como yo y muchos considera
inaceptable.
En la entrada incluye
el cuadro proporcionado por su asesor fiscal y es tan claro, su petición tan
justa y la explicación tan sencilla y sincera que su página tuvo 1.2 millones
de visitas en tres días. Ni se sabe las que suma a día de hoy. Se había
convertido en un fenómeno viral. La gente, la República del pueblo, había
decidido per se, y sin la guía de
nadie, que el artículo de la chica de Sanlúcar era más interesante, noticiable,
actual o llámenle como quieran que aquello que los apóstoles de Prisa, Vocento,
Mediaset y otros prebostes del cuarto poder hubieran decidido que sería nuestra
píldora de actualidad del día.
Así se
difunden las noticias hoy en día, o más acertadamente, las corrientes de
opinión.
El otro caso
de furor en la red es el ya manido del color del vestido. El asunto es inane.
Una mujer lleva un vestido (de unos 70 euros) a una boda y otra persona sube a
la red la foto del mismo y pregunta al personal por el color, ya que en su
grupo no habían logrado ponerse de acuerdo al respecto.
No daré cifras
del asunto del vestido porque no las tengo a mano y considero, dado el interés
del tema, un ejercicio vacuo hacerlo, pero deben de ser fabulosas. El asunto
abrió telediarios y otros programas en todo el mundo, con lo que el número de
visitas en Internet ha debido estar en cifras de cientos de millones, lo cual
es absurdo.
El mundo se ha dividido –de manera fugaz, gracias a
Dios- entre los BBSs (Black and Blue) y los GWs (Gold and White), cuando en
realidad todo se debe a la iluminación. Al parecer, sobreexpuesto a la luz se
ve blanco y oro y con luz natural y, sobre todo, tenue de interior, azul y
negro.
Pero dentro de la irrelevancia del tema. ¿qué ha
hecho que un asunto tan trivial se convierta en viral? Según Zimmerman (no
confundir con Robert Zimmerman, de Minnesota, alias Bob Dylan), experto en
temas de contenido viral en Internet “…tiene
todas las cualidades de un éxito viral: es tonto, divide, es visual y
compartible”.
Ya ven: las grandezas y miserias de la República
Mundial de Internet. Rita estará agradecida de que el insulso color de un vestido haya acabado con su reinado en los espacios virtuales gracias al celebrado "caloret d´hivern".
Román Rubio
Marzo 2015
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