sábado, 28 de marzo de 2015

EL FISCAL DE MARSELLA

El jueves 26 de marzo, el fiscal de Marsella, señor Brice Robins difundió, en rueda de prensa, orbi et orbe, el resultado de la investigación de una de las cajas negras del avión de Germanwings accidentado en los Alpes franceses que había tenido en vilo a la opinión pública desde que se produjera el accidente, significativamente, los ocho minutos de radical descenso sin respuesta al controlador aéreo. Las conclusiones (provisionales hasta que se produzca el análisis de la segunda caja negra) fueron inesperadas y terribles. Era difícil de imaginar que alguien, por su propia voluntad, sin amenaza externa alguna, al mando de un avión, fuera capaz de estrellar éste, en pleno vuelo, con 150 personas a bordo. Inaudito, increíble, absurdo e inesperado.


No es solo el contenido de la noticia lo que me llamó la atención, sino la forma como esta se produjo. En la radio oí a un señor explicar, en rueda de prensa, de manera clara, concisa y precisa, sin equívoco alguno y con frases sencillas lo que había ocurrido. Sin lugar a dudas y sin aventurar nada. Sentí ,al oírle, la escasamente familiar sensación de estar oyendo La Verdad; de que, por fin, había alguien empeñado en informarnos de lo que, de verdad, había ocurrido, por terrible, descabellado e impensable que fuera.                                     

                                                Brice Robins, Fiscal de Marsella


En una completa narración secuencial de los hechos, el fiscal señálo que: De acuerdo con el análisis de la caja “…el copiloto se negó a abrir la puerta de la cabina de pilotaje y accionó, de manera voluntaria el botón que ejecuta la pérdida de altitud, por una razón que hoy desconocemos, pero que se puede analizar como una de voluntad de destruir el avión”. Así: llano, claro y conciso. Sin lugar a dudas y especulaciones, pero informando de lo que ocurrió,  por tremendo que esto fuera.

En una reunión posterior con amigos y al hacer el comentario sobre el fiscal, mi amigo Ciro Cavero, publicista y hombre de mundo, comentó que también le había llamado la atención la misma circunstancia, y en el diario El País del sábado, encuentro con sorpresa, los artículos de Luz Sánchez-Mellado y  Manuel Rivas apuntando en la misma dirección. ¿En qué extraña situación vivimos que nos resulta novedosa la claridad sin ambages, la verdad sin artificio en una figura pública cuando comenta o da cuenta de una tragedia? ¿Será que en Francia los hombres públicos dicen la verdad?


No quiero extenderme demasiado repasando las actuaciones de nuestras autoridades cuando dieron cuenta del Yak 54, Metrovalencia, Prestige, 11-M, Ébola…por no hacer leña del árbol del pesimismo. Sólo recordar a nuestro Gran Timonel, ¡sí hombre!, el de “los hilillos de plastilina”. Cuando fue requerido a dar cuenta de las curiosas peripecias del Tesorero de su Partido declaró: “Nadie podrá probar  que  Bárcenas (y Galeote) no son inocentes”. ¿Se dan cuenta? ¿Qué significa eso? Nadie que quiera ser claro utilizaría una doble negación (nadie, no) en la misma frase. Eso sólo se hace si se quiere ser confuso de manera deliberada e inducir, así, al oyente al equívoco. ¿Y qué significa ese “podrá” en la frase? ¿Qué el tesorero es inocente o que nadie será capaz de reunir las pruebas para acusarle? Acostumbrados, como estamos, a estas triquiñuelas del lenguaje no es extraño que el relato del francés nos resulte tan llamativamente claro e informativo. Chapeau, señor fiscal.


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    Hilillos de plastilina y desiertos remotos

Aunque  como ejemplo de vileza y monumento a la confusión es difícil encontrar uno más escandaloso que el que protagonizó el señor Aznar. Tras el terrible atentado en Madrid del 15M se formó una Comisión Parlamentaria de Investigación ad hoc que tomó testimonio a quien fuera Presidente del Gobierno en el momento del atentado. El hombre que había tenido la responsabilidad máxima y que había sido cabeza de la Policía, Servicios Secretos y todas las agencias de información del Estado declaró, meses después que “los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas  ¿Desiertos no remotos? ¿Cuáles? ¿Marruecos quizás? ¿Y qué montañas? ¿El Atlas o las del País Vasco, ya que las de Irak, Irán y Afganistán quedan algo retiradas? Tras declaraciones así, no es de extrañar que cuando sale alguien a explicar lo inexplicable nos sintamos agradecidos de que se nos cuente la verdad, de manera simple y llana. Aunque sea en francés.



Román Rubio
Marzo 2015                                                                                          

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