lunes, 6 de abril de 2015

RICARDO III Y CERVANTES

RICARDO III Y CERVANTES




Ricardo III , Rey de Inglaterra entre 1483 y 1485, y Cervantes (1547-1616) tienen pocas cosas en común. Ni siquiera vivieron la misma época, ya que Cervantes vivió un siglo más tarde que el inglés. Tampoco se dedicaron a lo mismo: uno fue rey de Inglaterra y el otro literato, autor de la que quizás sea la novela más famosa de la literatura universal, coetáneo de Shakespeare, que si no fue el biógrafo del rey Ricardo, sí que fue autor de la famosa tragedia “The Life and Death of King Richard III” basada en lo que podría haber sido su vida.

¿Qué podrían tener en común pues estos dos personajes? Bueno, ambos tomaron parte en una batalla. Cervantes combatió en Lepanto y como consecuencia perdió la movilidad en un brazo convirtiéndose en el manco de Lepanto. Y el otro…, el otro salió bastante peor parado. Murió en la batalla de Bosworth, enfrentado al conde de Richmond, futuro rey Enrique VII de Inglaterra, significando el fin de la guerra de las Dos Rosas, entre los York y los Lancaster, guerra de nobles que había desangrado Inglaterra y la sustitución de los Plantagenet por los Tudor que, estos sí, habrían de consolidar al país entre los grandes de Europa. Como decía, resultó muerto en una batalla en la que se había batido valientemente descabalgando a John Cheney, un famoso campeón en los torneos y matando al abanderado de Enrique, William Brandon. Él mismo resultó descabalgado y batiéndose valientemente supuestamente pronunció –o eso puso Shakespeare en su boca- “Mi reino por un caballo”. No debió conseguir el caballo pues según el análisis de los restos del monarca, su esqueleto presenta diez lesiones: cuatro heridas leves en la parte superior del cráneo, una lesión de puñal en la mejilla, un corte en la mandíbula, dos heridas fatales en la base del cráneo, un corte de cuchilla en las costillas, y una herida de puñal en la pelvis, ésta infligida seguramente tras la muerte del rey. Fue el tercer y último rey de Inglaterra muerto en combate, tras Harold Gonwinson y Ricardo I, Corazón de León.


Restos y funeral de Ricardo III

Y es que es el esqueleto, o el protagonismo del mismo el nexo que une a personajes tan dispares. Cervantes se sabe enterrado en el convento de las Trinitarias de Madrid y allí se ha encontrado un esqueleto, entre otros que “podría” ser del escritor. En Leicester, Inglaterra se encontró bajo un céntrico aparcamiento los huesos que se sabe a ciencia cierta que “son” los del Rey Ricardo. No sólo las lesiones probaban de manera inequívoca la muerte en combate del dueño del esqueleto. La prueba del ADN demostró la identidad del personaje tras una investigación genealógica matrilineal, desde Ana de York, la hermana mayor de Ricardo, hasta Joy Ibsen (nacida Brown), emigrante a Canadá tras la II Guerra Mundial y muerta en 2008, descendiente directa, vía materna, dieciséis generaciones después. Curiosamente, la prueba de ADN no ha sido consistente en la parte lineal de paternidad, lo que demuestra que … bueno, que el escalón sucesorio se vio en algún momento interrumpido por alguna infidelidad conyugal.

El malvado rey Ricardo, al que se le dio por fin pomposa sepultura en la catedral de Leicester el pasado jueves 26 de marzo de 2015, ha pasado a la historia por su maldad y falta de escrúpulos morales a la hora de ejercer el poder. Tras la muerte de su hermano Eduardo VI, en la que curiosamente no parece estar implicado, Ricardo, cojo y tullido por efecto de una escoliosis, mató, hizo matar o se sospecha que contribuyó a que desaparecieran todos aquellos que podían interponerse entre él y el trono: Los dos hijos de su hermano, de doce y nueve años, de los que Ricardo había sido nombrado Protector, fueron traídos a la Torre de Londres y nunca más se supo; su amigo el barón de Hastings fue decapitado, el hermano de la mujer del fallecido rey Enrique también fue ejecutado en compañía de otros acusados de conspiración…contra él.

Si la identificación de los restos del monarca es inapelable por la prueba del ADN, no ocurre lo mismo con la del insigne novelista de Alcalá. Por motivos que se me escapan, la prueba científica definitiva no se puede llevar a cabo, con lo que se tendrá que atender a rasgos morfológicos, históricos y antropológicos, ayudados, eso sí, por la estupenda descripción que Cervantes, en el prólogo de las Novelas Ejemplares, hace de sí mismo:

"Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies. Este digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso,... Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra."

Román Rubio
#roman_rubio

Marzo 2015 

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