sábado, 28 de marzo de 2015

EL FISCAL DE MARSELLA

El jueves 26 de marzo, el fiscal de Marsella, señor Brice Robins difundió, en rueda de prensa, orbi et orbe, el resultado de la investigación de una de las cajas negras del avión de Germanwings accidentado en los Alpes franceses que había tenido en vilo a la opinión pública desde que se produjera el accidente, significativamente, los ocho minutos de radical descenso sin respuesta al controlador aéreo. Las conclusiones (provisionales hasta que se produzca el análisis de la segunda caja negra) fueron inesperadas y terribles. Era difícil de imaginar que alguien, por su propia voluntad, sin amenaza externa alguna, al mando de un avión, fuera capaz de estrellar éste, en pleno vuelo, con 150 personas a bordo. Inaudito, increíble, absurdo e inesperado.


No es solo el contenido de la noticia lo que me llamó la atención, sino la forma como esta se produjo. En la radio oí a un señor explicar, en rueda de prensa, de manera clara, concisa y precisa, sin equívoco alguno y con frases sencillas lo que había ocurrido. Sin lugar a dudas y sin aventurar nada. Sentí ,al oírle, la escasamente familiar sensación de estar oyendo La Verdad; de que, por fin, había alguien empeñado en informarnos de lo que, de verdad, había ocurrido, por terrible, descabellado e impensable que fuera.                                     

                                                Brice Robins, Fiscal de Marsella


En una completa narración secuencial de los hechos, el fiscal señálo que: De acuerdo con el análisis de la caja “…el copiloto se negó a abrir la puerta de la cabina de pilotaje y accionó, de manera voluntaria el botón que ejecuta la pérdida de altitud, por una razón que hoy desconocemos, pero que se puede analizar como una de voluntad de destruir el avión”. Así: llano, claro y conciso. Sin lugar a dudas y especulaciones, pero informando de lo que ocurrió,  por tremendo que esto fuera.

En una reunión posterior con amigos y al hacer el comentario sobre el fiscal, mi amigo Ciro Cavero, publicista y hombre de mundo, comentó que también le había llamado la atención la misma circunstancia, y en el diario El País del sábado, encuentro con sorpresa, los artículos de Luz Sánchez-Mellado y  Manuel Rivas apuntando en la misma dirección. ¿En qué extraña situación vivimos que nos resulta novedosa la claridad sin ambages, la verdad sin artificio en una figura pública cuando comenta o da cuenta de una tragedia? ¿Será que en Francia los hombres públicos dicen la verdad?


No quiero extenderme demasiado repasando las actuaciones de nuestras autoridades cuando dieron cuenta del Yak 54, Metrovalencia, Prestige, 11-M, Ébola…por no hacer leña del árbol del pesimismo. Sólo recordar a nuestro Gran Timonel, ¡sí hombre!, el de “los hilillos de plastilina”. Cuando fue requerido a dar cuenta de las curiosas peripecias del Tesorero de su Partido declaró: “Nadie podrá probar  que  Bárcenas (y Galeote) no son inocentes”. ¿Se dan cuenta? ¿Qué significa eso? Nadie que quiera ser claro utilizaría una doble negación (nadie, no) en la misma frase. Eso sólo se hace si se quiere ser confuso de manera deliberada e inducir, así, al oyente al equívoco. ¿Y qué significa ese “podrá” en la frase? ¿Qué el tesorero es inocente o que nadie será capaz de reunir las pruebas para acusarle? Acostumbrados, como estamos, a estas triquiñuelas del lenguaje no es extraño que el relato del francés nos resulte tan llamativamente claro e informativo. Chapeau, señor fiscal.


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    Hilillos de plastilina y desiertos remotos

Aunque  como ejemplo de vileza y monumento a la confusión es difícil encontrar uno más escandaloso que el que protagonizó el señor Aznar. Tras el terrible atentado en Madrid del 15M se formó una Comisión Parlamentaria de Investigación ad hoc que tomó testimonio a quien fuera Presidente del Gobierno en el momento del atentado. El hombre que había tenido la responsabilidad máxima y que había sido cabeza de la Policía, Servicios Secretos y todas las agencias de información del Estado declaró, meses después que “los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas  ¿Desiertos no remotos? ¿Cuáles? ¿Marruecos quizás? ¿Y qué montañas? ¿El Atlas o las del País Vasco, ya que las de Irak, Irán y Afganistán quedan algo retiradas? Tras declaraciones así, no es de extrañar que cuando sale alguien a explicar lo inexplicable nos sintamos agradecidos de que se nos cuente la verdad, de manera simple y llana. Aunque sea en francés.



Román Rubio
Marzo 2015                                                                                          

viernes, 27 de marzo de 2015


EL GALLO Y EL BULLDOG                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

 En agosto de 1994, siendo Presidente de la República François Mitterrand, la Asamblea Nacional Francesa aprobó la conocida como Ley Toubon, tomando el nombre del Ministro de Cultura del gobierno galo del señor Balladur. El contenido de la ley era la defensa de la lengua francesa estableciendo la obligatoriedad de uso de la misma  en los ámbitos de organismos públicos, educativo y publicitario y creando, para su vigilancia, organismos como el Consejo Superior de lo Audiovisual o la Oficina de Verificación de Publicidad, siendo el objetivo de esta última, velar porque las inscripciones en la vía pública o medios de transporte fueran hechos en correcto y genuino francés.

El Senador Philippe Marini (UMP) formuló con posterioridad una proposición de ley que desarrollaba la Ley Toubon en el campo de la empresa; de manera significativa en la informática. El vocabulario empleado por los sistemas, incluso en los mensajes de error, debían aparecer en un correcto y ortodoxo francés.

La realidad es que estas iniciativas del gobierno galo han sido moderadamente exitosas si se tiene en cuenta que se interpuso contra ambas un recurso al Consejo Constitucional amparándose en el punto 11 de la declaración de los Derechos del Hombre referido a la libertad de expresión.

Si el contenido de la Ley era la defensa de la lengua francesa, el verdadero objetivo era la protección de la misma de la depredación y devastadora hegemonía del inglés, cosa que los franceses no han llevado nada bien desde que, a mediados del siglo pasado, la lengua inglesa se impusiera en el mundo de manera inequívoca como lingua franca arrasando con todas las demás, confinándolas, a todas, al ámbito doméstico. ¡Tú habla tu lengua puertas adentro e inglés siempre que quieras salir, aún al país vecino! -parecen decir. Querían –los franceses- liberar sus calles de carteles de la pretendida agresión del cosmopolitanismo cutre anunciando los beneficios del fitness, wellness, body buiding y XTream training… los escaparates de las agencias de viaje de weekends en Europa, snowboarding, skateboarding y surfboarding en cualquier lugar del planeta y de los innecesarios hardware, software coworking, crowfunding y computing de cualquier lugar en donde se podían obtener productos o servicios de ordinateur, más sencillos como logiciel, matérial informatique, travaille cooperative, etc.

No estoy en disposición de juzgar el nivel de éxito de las medidas francesas ya que no vivo el día a día del país vecino, pero me atrevería a decir que ha sido moderado si no modesto, a pesar de ser Francia el país que más intensa y insistentemente se ha opuesto al dominio del inglés. Ahora bien ¿tienen razón en adoptar esa postura “antihegemónica”? ¿La intromisión del inglés en la lengua francesa es igual o superior a la influencia francesa en el inglés? Veamos algunos datos:
Según el consenso actual, el inglés “es una lengua germánica occidental originada en los dialectos anglofrisios traídos a Britania por los invasores germanos desde varias partes de lo que ahora es Alemania, sur de Dinamarca, y norte de los Países Bajos.”

Es también conocida y aceptada la influencia de la lengua vikinga (germánico septentrional), con su poco numerosa, pero de mucho uso, aportación léxica y su contribución a la simplificación sintáctica del antiguo anglosajón (Old English), y sobre todo, la enorme influencia del francés, sobre todo en términos semánticos, haciendo que el léxico del inglés sea en más de un 60 por ciento de origen francés.

En el año 1066, Guillermo el Conquistador, rey normando, invadió Inglaterra tras derrotar a los sajones en la batalla de Hastings, llevando la lengua francesa (normanda al principio, francesa después) y establece en el territorio un sistema feudad en el que los señores –normandos- hablan francés y los siervos –sajones- inglés; o anglosajón, como queramos llamarle. Y así continuó siendo durante trescientos años, hasta que en 1349 subiera al trono Enrique IV, primer monarca de habla inglesa en tres siglos.El lema de la monarquía británica es … Dieu et mon droit . Un poco afrancesado, a decir verdad. En cuanto a la inglesísima Orden de la Jarretera (The Most Noble Order of the Garter), la más noble y antigua orden británica de caballería tiene como lema honi soi qui mal y pense (vergüenza de aquel que de esto piense mal), lo que tampoco suena muy inglés, que digamos.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         



El legado francés en la lengua inglesa es formidable, en todos los ámbitos. En el gobierno y administración: government, royal, court, parliament, exile, noble, sir, madam…En la religión: religion, sermon, baptism, clergy, cardinal, vicar, crucifix, saintEn las leyes: justice, punishment, arrest, assault, fraud, adultery, prisonEn la guerra: army, peace, navy, battle, soldier, spy, lieutenant, sergeant…En la cultura: art, painting, sculpture, cathedral, palace, literature, romance, prose, story, chapter…grammar, noun, gender… y también en la comida, especialmente en la comida: si bien es cierto que a los animales les denominan con voces germánicas: sheep, pig, cow, a la carne que de ellos se obtiene le llaman mutton (solo en Gran Bretaña), pork y beef (del francés boeuf –buey-). Es como si los sajones (pueblo llano) se hubiesen dedicado a criar animales que ponían en la mesa de los señores normandos (nobles, ellos) transformados en carne con nomenclatura francesa. Bueno, tenían el chicken (pollo), que era carne, al fin y al cabo y que no tiene nada que ver con el poulet francés, aunque poultry (mucho más cerca del poulet) es la pollería.

En cuanto a las frutas: apricot, pear, peach, orange, lemon, fig… parece que sean todas de origen francés, excepto la manzana (apple)  y los frutos del bosque como las strawberries, blackberries (nada que ver con el smartphone, al igual que apple), raspberries y todas las berries que, de manera más o menos silvestre, crecen en el campo. Y las verduras: carrot, celery, courgette (zuchinni en EEUU), lettuce, pepper, cucumber, artichoke, cabbage, onion, spinach…provienen del mismo origen.

¿Tiene sentido, pues, el recelo del gallo ante los ladridos del bulldog cuándo ha sido él mismo quién le ha enseñado a ladrar?

Román Rubio
#roman_rubio

Marzo 2015                                                                           


martes, 24 de marzo de 2015

HOUSE OF CARDS

HOUSE OF CARDS es una novela de intriga política escrita en 1989 por el británico Michael Dobbs. La acción tiene lugar en la cúpula del Partido Conservador en el Londres post-Margaret Thatcher. En ese contexto, Francis Urquhart, Jefe del grupo parlamentario conservador en la Cámara de los Comunes, decepcionado por no haberle sido ofrecido un ministerio con relevancia, inicia unas maquiavélicas maniobras para hundir al Primer Ministro y a la cúpula de su partido  y poder, así, medrar. El autor, Michael Dobbs, había sido durante años el jefe del Gabinete de Margaret Thatcher, con lo que conocía a la perfección los entresijos del poder en el Reino Unido de la época. 

Ian Richardson y Kevin Spacey                      


Tras un moderado éxito editorial, la BBC produjo una miniserie de cuatro capítulos con el mismo título. Protagonizada por Ian Richardson, en el papel de Urquhart, introduce ciertas novedades o cambios con respecto a la fuente: da más protagonismo al papel de la esposa del político –bastante irrelevante en la novela- y hace al protagonista hablar a menudo a la cámara, en tanto que en el libro, el personaje está narrado en tercera persona. El actor –Ian Richardson-, como tantos actores británicos, provenía del teatro clásico y se basó en sus interpretaciones de Ricardo III para caracterizar al manipulador político, corrompido como Hamlet o el mismo rey Ricardo por el poder y la ambición.

Nada de esto sería conocido por el público español a no ser porque la industria audiovisual americana decidió hacer una serie con el mismo nombre y el mismo -o similar- argumento. Kevin Spacey y Robin Wright interpretan los personajes de Frank Underwood y su esposa en una carrera loca y criminal hacia la Casa Blanca. He leído el libro original y los primeros capítulos de la estupenda serie americana. También un par de capítulos de la buenísima serie inglesa No se trata de comparar lo que son dos buenas (aunque diferentes) series: el Jefe del grupo parlamentario conservador en Westminster se convierte en el mismo cargo del Congreso de los EEUU, Downing Street deviene la Casa Blanca; Londres se transforma en Washington (que es, en realidad Baltimore, pero eso es otra historia) y los taxis negros se convierten en amarillos. Ya está el plato condimentado de manera que pueda ser digerido por el público estadounidense.

Lo perverso del asunto ya no es el hecho de que el público norteamericano sólo sea capaz de procesar material local, sino que, convertido en cultura mainstream,las gentes del resto del mundo (México, Indonesia, Nigeria o Estonia), acostumbradas a la estética americana, tampoco sean capaces de apreciar materiales producidos en Gran Bretaña, Francia España o Argentina, con la limitación de intercambio cultural que ello supone.

¿Son incapaces los norteamericanos de soportar historias que no tengan lugar en su propio país? Al parecer, así es. Bueno, en ocasiones pueden aceptan que la acción transcurra en otros lugares (Bourne), en la medida que el núcleo de la historia competa a personajes e instituciones propias. También muestran cierta indulgencia si el producto es británico y no lo evidencia demasiado –no es “too British”- y ha pasado por el filtro de Hollywood, como es el caso de Notting Hill (con Julia Roberts), Cuatro bodas y un funeral y las historias de 007, que dadas las características lúdico-aventureras del personaje, suele actuar en lugares exóticos, al igual que las de Harrison Ford en la saga de En Busca del Arca Perdida.

El producto europeo ha sido a menudo objeto del remake americano: la italiana Perfume de Mujer, con Vittorio Gassman, fue producida para América y el mundo con Al Pacino con el mismo título; Abre los ojos, de Amenábar se convirtió en Vanilla Sky en su versión americana, de la misma manera que la argentina Nueve Reinas se convirtiera en Criminal en su nueva versión. 




Han sido, sin embargo, las películas francesas, quizás, las más demandadas en Norteamérica, poniendo en evidencia, una vez más, esa especial relación de amor-odio que existe entre las dos grandes repúblicas, si no hermanas, primas, por razones históricas. Los norteamericanos, que consideran todo lo francés como el no va más del refinamiento, no dudan en hacer boicot a los productos galos ante cualquier plante de Francia, orgullosa y airada ante el Imperio, para volver a pagar al mes siguiente cantidades ridículas por cualquier producto con nombre francés o con la inscripción made in France en la etiqueta de cualquier cosa de lo que constituye la más importante industria francesa: el lujo.



Así, films franceses como La Cage Aux Folles se filman en América como The Birdcage, Banlieu 13 se convierte en Brick Mansions; Pour Elle, de Fred Cavayé deviene The Next Three Days (Cruzando el límite, en español), con Russell Crowe, la comedia Tres Solteros y un biberón, en la que tres amigos parisienses cuidan de un bebé, al parecer hijo biológico de uno de ellos, se adapta en Nueva York con el mismo argumento y título similar y hasta las aventuras de un pequeño salvaje –ser natural proveniente de la Amazonia- en la inhóspita gran ciudad (París), es adoptada por la industria americana usando Nueva York como escenario.
Bienvenidas sean, pues, las buenas versiones o remakes, como es el caso de House of Cards y muchas otras, prueba de la consistencia de las historias, aunque a algunos no nos disuadirán de acudir al producto original y disfrutar así, de paisajes, localismos, modos y maneras de otros pueblos del mundo; en el caso de Europa, tan cercanos y, en asuntos culturales (música, cine…), tan estancos.

Román Rubio

Marzo 2015 




jueves, 19 de marzo de 2015

GLADSTONE Y DISRAELI/ CASTELAR Y CÁNOVAS

GLADSTONE Y DISRAELI/ CASTELAR Y CÁNOVAS

Quizás ninguna otra ciudad en el mundo tenga una oferta museística igual a la de Londres, con lo que las posibilidades son múltiples y variadas. Ahora bien, para los amantes de la historia de la Gran Bretaña –y aquí incluyo las artes y las letras-, nada como la National Portrait Gallery para pasar una estupenda jornada poniendo cara a todos aquellos que forjaron un gran país.

La “Portrait” –como se la llama- está a la espalda de la mastodóntica National Gallery, en Trafalgar y tiene la entrada por St. Martin’s Pl, en un lateral. El museo, como su nombre indica, exhibe retratos y en él están todos –o casi- los que han sido en la historia del Reino Unido, obviamente en retrato al óleo, pero también en pastel, acuarela o incluso fotografía para los más modernos. Allí podemos conocer de cerca a la realeza  (Enrique VIII o Isabel I, entre otros), científicos como Darwin o Fleming, escritores como Shakespeare, Charles Dickens, Sir Walter Scott, Kipling, Robert L. Stevenson, Joyce y Lord Byron, exploradores y aventureros como Shackleton o Cook, arquitectos como Sir Christofer Wren, artistas como Hogart, Fracis Bacon, David Hockney o Lucian Freud,  ciudadanos británicos significados por otras razones como Florence Nightingale y, por supuesto, políticos. Entre estos sobresale ¿cómo no? el retrato de Churchill o el del Primer Ministro laborista Harold Wilson con su cara envuelta en volutas de humo e iluminada por el ascua de su pipa.


Ocupando toda una pared de una de las salas salas más prominentes, dos retratos de gran tamaño, elaborados por John Everet Millais de manera ortodoxa, realista, academicista, de dos primeros ministros del Reino Unido de la época victoriana y que representan la cúspide de la rivalidad y el virtuosismo parlamentario : Gladstone y Disraeli



 William Gladstone                                                Benjamin Disraeli         
  
Allí, en la misma pared, frente a frente, a perpetuidad, están las dos figuras dominantes de la política del imperio en la época victoriana. Uno, William Gladstone (1809-1899) fue Primer Ministro en cuatro ocasiones entre 1868 y 1894 y Ministro de Su Majestad o líder de la oposición el resto del tiempo. El otro, Benjamín Disraeli (1804-1881) fue dos veces Primer Ministro, tres veces Ministro de Hacienda (Chancellor of the Exchequer) y líder de la oposición en las épocas en que gobernaba su oponente. Ambos provenían del Partido Conservador (Tory), pero Gladstone se pasó al Partido Liberal (Whig) convirtiéndose en su líder y ejerciendo en la práctica la alternancia en el poder propia del sistema bipartidista británico que aún perdura, aunque en el siglo XX fuera el Partido Laborista el que se encargara de materializar el relevo con los conservadores.
Aparte de sus orígenes conservadores nada más compartían dos personajes rivales dispares que no se tenían ninguna simpatía. Gladstone era torrencial, elocuente, evangélico, vehemente y predicador como orador. Disraeli era urbano, ocurrente, chispeante, culto y con un punto cautivador y cínico en su discurso.

Gladstone pertenecía a la clase media-alta y provenía de Eton y Oxford. Era por tanto un producto típico del “establishment”. Disraeli, por el contrario, provenía de una familia  judía sefardí de procedencia italiana. De hecho, él y sus hermanos fueron la primera generación de cristianos en su familia. Su padre los bautizó en el rito Anglicano a la edad de trece años. Para Disraeli, su oponente era “una extraordinaria mezcla de envidia, revanchismo, hipocresía y superstición”. Gladstone, que consideraba a su rival como la encarnación de Mefistófeles, acusó al Partido Conservador de degradación moral atribuyendo a su líder la responsabilidad. Infligió a Disraeli una sonora derrota parlamentaria siendo éste Ministro de Hacienda.

Si bien es cierto que Gladstone está enterrado en Westminster, junto a los grandes hombres de Inglaterra, también lo es que Disraeli consiguió la distinción de Conde de Beaconsfield o Lord Beaconsfield, siendo el único Primer Ministro en conseguir un título nobiliario en vida, y es que el hombre gozaba de la enorme simpatía de la Reina Victoria que siempre mostró por él su preferencia al tiempo que la hostilidad a su oponente. El afecto real se debía tanto a razones personales como políticas: Disraeli seguía el que parece ser el mantra de los conservadores en los siglos XIX y XX de interés por la política exterior imperial por encima de los asuntos internos, lo que parecía satisfacer a la Reina.

Disraeli tenía modales de dandi, gustos caros, estupendas contactos sociales (Rotschild o Napoleón III, que le adoraba por su gentileza y cultura) y una gran habilidad para acumular deudas. Afortunadamente, sus poderosos amigos le salvaron en alguna ocasión del acecho de los acreedores y la acción de la justicia… hasta que llegó al matrimonio. En 1939 se casó con Mary Ann Whyndham, doce años mayor que él, viuda y con una renta mensual de cuatro mil libras (una verdadera fortuna en la época) con lo que los problemas económicos estaban acabados y el hombre se pudo dedicar de lleno a la política y a la escritura, ya que además de su actividad política fue un novelista de cierto éxito (Vivian Grey, Sybil, Lothair…)

Como era previsible por razones de edad, Mary Ann murió antes que él dejándole viudo, lo que afectó profundamente al político, que había acompañado devotamente a su esposa durante los cuatro años de su enfermedad. Comoquiera que la Reina Victoria también quedara viuda de su querido Príncipe Alberto, a quien adoraba, la circunstancia hizo que la dos almas se unieran todavía más. Lo cierto es que la Reina y el político se convirtieron en queridos amigos y protagonizaban largas charlas, paseos por los jardines de palacio, intercambio de flores y piropos… Lytton Stratchey y André Maurois, biógrafos de la reina y el político han llegado a insinuar que la relación, tras la viudedad de ambos, trascendió la mera relación de amistad.

La Reina Victoria no asistió al entierro de Disraeli. Se encontraba en la isla de Wight. Además, no se lo permitía el protocolo real. Ningún monarca asistió jamás a las exequias de un Primer Ministro hasta que la Reina Isabel rompiera la tradición acudiendo al funeral de Churchill. Visitó la tumba de su amigo, eso sí, unos días después y ordenó una placa con la inscripción “A la querida y honrada memoria de Benjamin, conde de Beaconsfield, este monumento es dedicado por su agradecida soberana y amiga Victoria R.I.” La inscripción incluye las enigmáticas palabras bíblicas: “Los Reyes aman a quien habla con acierto”. “Kings love him that speaketh right” 

Como español, no he dejado de establecer paralelismos con nuestra historia y pienso en Emilio Castelar (1832-1899), Presidente de la República Española y también novelista (como Disraeli) y sus duelos parlamentarios con Cánovas (1828-1897). Claro, que el contexto político del país era diferente: aquí, además de los problemas “imperiales”, es decir –de Cuba y Filipinas, que es lo único que quedaba-, teníamos las guerras carlistas y al general Pavía entrando en el Congreso de los Diputados; después, el pronunciamiento de Martínez Campos, que trajo de nuevo la monarquía… En fin, ruido de sables.








martes, 17 de marzo de 2015

CATALUÑA Y FLEET STREET

CATALUÑA Y FLEET STREET

Estrictamente hablando, Fleet Street es la calle londinense que transcurre paralela al Támesis por la parte norte y que une la City -desde San Pablo- a Westminster –Trafalgar Square, vía Strand-. Para los londinenses, sin embargo, el nombre de la calle es sinónimo de “prensa escrita”; decir en inglés “interesa a Fleet Street” significa que es interesante para la prensa, del mismo modo que “trabajo en la City” es sinónimo de “trabajo en finanzas”. La localización de la calle es estratégica, y quizás por ese motivo estaba situada allí la prensa hasta los años ochenta, en que se trasladó a oficinas más amplias en suelo más barato de zonas menos céntricas. Al lado oeste de la calle, el centro financiero de la City. Al otro lado, el centro político de Westminster, y en la misma calle, los tribunales superiores de justicia –Old Bailey- que tantas jugosas noticias del ámbito criminal producen para regocijo del siempre ávido público británico.

Recomiendo pues a cualquier visitante que recorra el lugar. Si lo hace en sentido oeste-este, es decir, desde Trafalgar a Saint Paul le llamará la atención, a mano derecha de la calle, una casa estilo Tudor de vigas de madera negras; un edificio medieval, de los pocos que se salvaron del gran incendio de la ciudad ocurrido en 1666. Una casa que perteneció a los Templarios en el siglo XII y que alojó después una taberna famosa, Prince’s Arms, mencionada varias veces en el diario de Samuel Pepys  -la más interesante crónica de la vida cotidiana del siglo XVII inglés- y dónde supuestamente, el Príncipe de Gales tenía su salón en el que podía dedicarse al ejercicio de privados solaces, alejados de palacio.

Pues bien, si la casa atrae la mirada por lo singular y anacrónica en el entorno, lo es más, para mí, su adorno. En la parte superior ondea de manera conspicua una enorme señera cuatribarrada. Cataluña ha instalado allí la delegación de la Generalitat en Londres para la promoción de la cultura, la lengua y los intereses económicos catalanes.
No es una zona de embajadas. Éstas se encuentran en Belgravia y Mayfair, zonas más tranquilas, de mansiones georgianas, retiradas del ajetreo de las calles comerciales del centro. El emplazamiento de la oficina catalana, sospecho que obedece a motivaciones propagandísticas más que prácticas, siendo la visibilidad la máxima prioridad.
                                                  Henry's Room








Fleet Street, 17



Debo reconocer que la prominente visión de una enorme bandera catalana, allí en Fleet Street, ignorada por todos los transeúntes  -como todas las banderas, en realidad-, excepto por los catalanes o españoles capaces de reconocerla me resultó asunto ridículo, algo triste y nada agradable. De la misma manera, ya me había sorprendido a mí mismo las pasadas Navidades buscando en el estante del supermercado cava valenciano y champagne francés evitando la compra del cava catalán. Así, sin reflexión previa, de manera visceral, sin aviso.

¿Qué ha pasado pues que ha hecho que personas como yo experimentemos ese súbito rechazo, ese cambio en nuestra relación sentimental con Cataluña? Efectivamente: el sentimiento de exclusión que sentimos por parte de los catalanes hacia quienes no pertenecemos a la tribu.
¡A ver! Soy consciente del sentimiento anticatalán que ha existido en amplísimos círculos de la ciudadanía. Por alguna razón que no llego a comprender, el mismo sonido de la lengua catalana resulta irritante para un gran sector del público hispano. De verdad, lo he experimentado. Estando en Irlanda en compañía de unas personas de León vi cómo les cambiaba la cara cuando vieron en el telediario local al entonces President –hoy villano- Jordi Pujol hablar en catalán subtitulado al inglés de un tema nacional que no viene al caso. “¿En qué va a hablar el President de la Generalitat de Cataluña sino en catalán?” Les recalqué a los necios “españoles” que no concebían que un President se dirigiera a cámaras y micros nacionales e internacionales en una lengua que no fuera el español.

Reconozco que esta actitud españolista, durante años, lustros y siglos deja huella y origina rencor, pero no todos hemos tenido esa actitud. Muchos, entre los que me cuento, que no somos catalanes, hemos expresado siempre una gran simpatía hacia Cataluña, hacia Barcelona y lo catalán. En la lejana época tardofranquista admirábamos la actitud de resistencia catalana y su reivindicación continua de autonomía, libertad y democracia. Después, hemos visto en aquél pueblo el antídoto equilibrante de las manifestaciones de rojigualdas y gritos de ¡España, España, España! que tanta desconfianza nos trae a algunos, por razones históricas obvias. Tras cada elección, a la vista de mayorías absolutas peligrosas, veíamos el resultado electoral de Cataluña y respirábamos con el alivio de quién piensa que no todo estaba perdido. Veíamos con agrado y un cierto orgullo el éxito del despegue internacional de Barcelona, ciudad cosmopolita, dónde los camareros parece que gritaban menos dando órdenes a la cocina.

Hasta que un día, sin saber porqué, nos vimos comprando cava de cualquier lugar y sintiéndonos  ridículos a la vista de los signos nacionales en Fleet Street. Los catalanes se habían envuelto, ellos también, con su bandera, dejando fuera, a la intemperie de las exhibiciones rojigualdas al personal, incluso a sus amigos. Jodidos patriotas, como todos.

Román Rubio
#roman_rubio

Marzo, 2015 








sábado, 14 de marzo de 2015

SEÑORES LIBERALES

Se nos bombardea continuamente con la necesidad o conveniencia de la privatización de la Enseñanza y la Sanidad. Se nos dice que al pasarlas a manos privadas mejora la gestión y se convierten en baratas y eficaces, lo cual me parece en primer lugar un reconocimiento de la propia incompetencia del gestor. Es como decir” soy tan malo que cualquier gestor privado podría hacerlo mejor que yo”. En segundo lugar, nadie podrá convencerme jamás de que una actividad que deja beneficio al llevarse a cabo sea más barata y eficiente que la misma actividad hecha de manera pública para el uso público. La actividad privada genera plusvalías – término que uso de manera premeditada - y la pública beneficios sociales, eso sí; más difíciles de detectar.
Pero, aún en el caso improbable de una conveniencia de privatizar, ¿por qué hacerlo con la Enseñanza y la Sanidad en vez de intentar gestionarlas  con provecho y eficiencia?
¿No hemos quedado que son los dos grandes pilares del bienestar de una sociedad? Hagámoslas por tanto públicas, laicas, gratuitas y universales. Y si tantas ganas hay de privatizar cosas, les daré algunas ideas de instituciones que siendo menos vitales para la sociedad que las mencionadas no parecen estar en el catálogo de privatizaciones de nuestros liberales, a saber:





El Ejército.- Cuál es el sentido  práctico y eficiente de mantener un costoso, ocioso e inútil ejército? ¿De verdad creen que las posibilidades de ser atacados o invadidos varían por el hecho de tener o no un ejército?. Acudamos a una empresa de seguridad , no necesariamente española, y pidamos presupuesto para la defensa de Ceuta, Melilla (si es que creen que vale la pena) y Canarias así como el territorio peninsular en caso de ataque. Al fin y al cabo, si fracasaran en el desempeño de la defensa, con no pagarles… Además, si los otros países en conflicto recurrieran a este mismo sistema no atacarían pues tendrían que hacerlo a través de la misma corporación u otra de la competencia, lo que iría en contra de los intereses de la compañía o del índice bursátil. O a favor…, que no lo tengo claro, ¡que me lo expliquen los lumbreras de Harvard!

La Diplomacia.- Por favor, que alguien me convenza de la necesidad de un  sobrepagado, privilegiado Cuerpo Diplomático repartido por el mundo. Aparte de presentar un escrito de queja al gobierno de turno a propósito de un programa de televisión en el que se habla mal de alguna Comunidad Autónoma española - la valenciana, de manera significativa y comprensible-  o de algún deportista español al que han descubierto triptonita en el análisis de sangre, no conozco actividad diplomática alguna que no pueda ser cubierta por cualquier consultora especializada. Bueno sí, el agasajo al ocasional grupo de Coros y Danzas de visita por el remoto país con la tortilla de patatas y el rioja, pero no creo que estos pequeños saraos justifiquen el gasto. Son horteras e inútiles.          
¿Cuánto costaría una pequeña y estudiada red de oficinas consulares que cubriera las necesidades de España servida por personas que encima supieran hablar lenguas extranjeras más allá del “relaxing cup of café con leche?
Para todo lo demás, ya saben, videoconferencia, que es muy práctica y gratuita.



Reconozco que la idea de la inutilidad y despilfarro del servicio exterior, así como la anécdota del grupo de danza (si bien recuerdo) las he tomado de Fernando Schwartz, escritor, hombre de radio y televisión y ex diplomático. Lo explicaba de manera deliciosa en su libro  Educación y Descanso. Las Anécdotas de la Diplomacia que leí hace años. 

Las Prisiones.- 1.300 euros por preso y mes con talleres y penalización por cada preso que se escape. Ajustando presupuesto. ¡Hagan empresa señores! Si creen que estoy jugando a las hipérboles, no lo crean. Este sistema ya existe en Reino Unido. Desde que en 1992 se pusiera en funcionamiento la prisión de Wolds (privada), se han construido o dado en concesión 14 nuevas prisiones privadas en Inglaterra y Gales. Los barcos prisión HMS Maidstone, que funcionó en Irlanda del Norte y el HMP Weare en Dorset, ya no ejercen las funciones. Los EEUU también tienen cárceles privadas y en 2005 Israel dio en franquicia una prisión con el compromiso de pago de $50 por preso y día.
Los holandeses “importan” presos de Noruega. Como quiera que les sobran  plazas y personal y los noruegos tienen carencias, han decidido traer a 242 presos (revisable) del país escandinavo a un  centro holandés por una cierta cantidad.

La Judicatura.- ¿Qué sentido tiene mantener pública la Judicatura? ¡No, hombre, no! Aquí tienen el Código Civil, Penal y todo el conjunto de leyes del Reino de España. ¡Ah!, ¡y vamos a negociar plazos para los juicios!, que no se eternicen ni se les acumulen los asuntos sobre la mesa. ¡No me hagan como en el caso Fabra, en Castellón, que estuvo durante más de siete años en el cajón tras un desfile de jueces que pedían traslado, que cambio de empresa!
Pueden ustedes Contratar Licenciados en Derecho españoles o comunitarios y extranjeros que acrediten un buen nivel de lengua y conocimiento suficiente del marco legal español.

La Policía.- Subcontratemos la seguridad pública. Bueno, la verdad es que en este asunto nos está ayudando el gobierno actual atribuyendo funciones a los vigilantes de seguridad de empresas privadas que corresponden a la Policía. Pero no nos quedemos ahí, en la puerta. Entremos. Seguro que encontramos empresas que ofrecen servicios similares a precios más reducidos del coste de la Policía Nacional más Guardia Civil más Policías Locales y seguro que garantizarían más coordinación.
¿Que no existen empresas que puedan atender al tamaño de ese servicio? Pues manos a la obra.
No tenemos porqué parar aquí. Hagamos un esfuerzo de imaginación y verán las cosas que podríamos privatizar sin que cambiara de manera radical nuestro día a día, de modo que ¿por qué tiene que ser privatizado aquello que sí es esencial para nuestra sociedad? Y es que, a estos liberales se les ve el plumero.

¿Recuerdan cómo se ponían con la regularización de inmigrantes de la primera legislatura de Zapatero? Si, lo del efecto llamada. Unos liberales que ponen trabas al tránsito de las personas por las fronteras mientras defienden la libertad total de tránsito para los capitales y mercancías son liberales muy cutres. Ciudadanos de hojalata. Liberales de banderita y emisora de los obispos.

Román Rubio
Marzo 2015 

domingo, 8 de marzo de 2015

MITOS DEL TEBEO
Que los tiempos traen cambios, no es ninguna novedad y desde los 60 hasta aquí ha llovido mucho. En aquella década (la de los 60) se produjeron enormes impulsos en asuntos sociales como la igualdad de género y raza, se generalizó (más o menos) el consumo en una Europa que superaba los efectos de la Segunda Guerra Mundial, se divulgaron  nuevas música de consumo juvenil –el pop, rock, rock’n’roll, rythm and blues, jazz y otros-, nació el fenómeno hyppie en Estados Unidos, estalló el mayo del 68 en París y Londres se convertía en un escenario de conciertos y eventos para melenudos y minifalderas. Nunca se habían visto cambios sociales tan radicales ni quizás se han vuelto a ver después.  Sólo la nueva forma de comunicarnos que ha traído  la revolución digital podría tratarse de un cambio al mismo nivel.

Algunos, vivimos nuestra infancia en aquellos años, una infancia rural en un pueblo cualquiera de la España interior. Los niños de pueblo, como los de capital, adorábamos los tebeos. Para nosotros, los tebeos podían ser de dos clases: de guerra o de risa. Los primeros trataban de aventuras de alguno de los tres héroes históricos españoles: El Jabato, El Capitán Trueno y El Guerrero del Antifaz, además de unas estupendas aventuras de guerra: Hazañas Bélicas, muy valoradas por nosotros y enmarcadas en la contienda de la Segunda Guerra. Nada sobre la Guerra de España; era demasiado reciente y las heridas aún sangraban. Había otro héroe, éste actual (de la época): el engominado apuesto caballero español y detective Roberto Alcázar y su ayudante Pedrín, que decía cosas cómo: ¡Caramba!, ¡tragaos esas palabras, majaderos! y ¡toma del frasco, Carrasco! como expresión más atrevida, al tiempo que asestaba un puñetazo a la mandíbula del fornido falsificador de billetes de turno.


 Además de los de guerra y de risa, los niños de pueblo sabíamos que había otras clases de tebeos, ¡tampoco éramos tontos! Habíamos visto alguna vez a nuestras hermanas hojear una especie de cuadernos de historietas, como las nuestras, que se llamaban algo así como Colección Azucena…y por supuesto, conocíamos, y ocasionalmente leíamos, la existencia de los héroes americanos Flash Gordon, Superman, Spiderman o Capitán América así como las historias de Mickey Mouse o Pato Donald, aunque tengo la impresión de que , quizás como efecto de la distribución comercial, los héroes americanos dejaron más impronta en los niños de capital. También valorábamos la obra del gran Hergé. Como sus historias venían en formato de libro las usábamos de la Biblioteca Municipal. La de mi pueblo, como supongo que la de muchos otros, estaba razonablemente bien surtida y se abría a diario.
Los tebeos de risa –TBO, DDT, TIO VIVO, PULGARCITO…- gustaban a todos. Quizás no tanto como los de guerra, pero garantizaban unos ratos de inocente risa y buen humor, al tiempo que reproducían ciertos mitos de la época y el lugar y unos personajes que, por acción u omisión, presencia o ausencia marcaron época.

CARPANTA Y EL POLLO
Carpanta era un pobre. Ni más, ni menos. Supongo que ahora no sería aceptable escribir historietas jocosas de un entrañable pobre, hambriento, que vivía bajo el puente y pasaba el día recogiendo colillas y ¡sobre todo! soñando con un pollo. El pollo era, en la España del hambre el icono de los alimentos, el gran festín, el de los días de fiesta. Quienquiera que pudiera afrontar comerse un pollo…¡Ah, amigo!

Por alguna cruel broma del destino nunca lo conseguía. Se despertaba del sueño, ocurría un terremoto… en fin, no sé si llegó alguna vez a calmar el hambre pero yo no lo recuerdo. Que la frustración del personaje para calmar su hambre nos resultara divertida es algo difícil de entender, pero así era. Quizás ayudaba el incorregible optimismo del personaje.

ROMPETECHOS Y EL CACTUS


Rompetechos (dibujos de Ibáñez) es un enorme despistado y una inofensiva criatura, al estilo del Profesor Tornasol, aunque sus impericias pueden ocasionar algún desastre - siempre menor- pero, sobre todo, es miope. Tan miope, que confunde las tapas de alcantarilla con monedas de peseta. En la viñeta le vemos afeitando un cactus con gran aplicación y entusiasmo, como siempre, el chaval.






EL NAÚFRAGO Y EL PERDIDO EN EL DESIERTO

Estos eran personajes de viñeta única o historieta corta. Raro era el cuaderno cómico o tira en periódico que no incluyera los personajes del naufrago y/o del perdido en el desierto. El primero, en su pequeña isla con palmera, muchas veces incluía una botella con mensaje y a menudo una mujer en bikini. Una variante del naufrago de la isla era el de  la balsa hecha de troncos a la deriva y con una vela de fortuna elaborada con su propia camisa. El segundo (el del desierto) venía, indefectiblemente, con espejismo o cartel.




El millonario es gordo, con expresión satisfecha, vestido con un terno, a menudo con sombrero de copa e invariablemente fumando un puro que, a menudo, enciende con un billete del color del dinero; siempre verde. Es curioso que otra versión del rico y poderoso, el famoso Mr Burns, de los Simpson, es delgado y con gesto ladino. Sinceramente, creo que en mis tebeos de la España famélica nunca habríamos aceptado un rico delgado y que no fumase un buen puro o fuera desganado. Un millonetis vegetariano habría sido impensable en la época. Su mujer, si no joven y espectacular, era una señora de cierto volumen y estupendo abrigo de visón. El tipo de señora rica delgada, si no directamente anoréxica al que nos hemos acostumbrado después no cuadraba para nada con los tiempos. 

El preso, con su pijama de rayas y arrastrando su bola, como siempre. Y el anarquista, con su bomba.

EL INÚTIL

Es el más común de los personajes del tebeo. Mortadelo, ayudante de Filemón, (dibujos del gran Ibáñez) consigue que cada caso de investigación sea un desastre, lo que le obliga a huir disfrazado tras cada desaguisado a lugares como el desierto de Gobi o la Patagonia. Pepe Goteras y Otilio, como dice su propio eslogan “Chapuzas a Domicilio” se dedican a eso: a las chapuzas que suelen terminar en situaciones de verdadero desastre doméstico, urbano o ambos.

 


Y El botones Sacarino, un chipo algo torpe, ingenuo, juguetón y holgazán, con sus tribulaciones pone en aprietos al Director del periódico El Aullido Vespertino para el que ambos trabajan.
En el mundo del tebeo, los currantes no reparan, los agentes no informan, los ladrones no roban… bueno con la excepción de los miembros de la Familia Churumbel, gitanos ellos (irrealizable historieta hoy en día), en que afana hasta el bebé que habita a la espalda de la gitana. El trofeo más preciado o repetido de la curiosa familia es ¿cómo no?, el reloj, objeto de valor por excelencia en la patria pobre. Para desgracia de los Churumbel, hay un hijo adolescente que no roba y quiere estudiar y hacerse “hombre de provecho”



   







Aunque  para gandulazos, Pepón. En la historieta “Los señores de Alcorcón y el Holgazán de Pepón” el oficinista Arturo y su mujer tienen a Pepón, el hermano de ésta, viviendo en casa. Pepón no pega palo al agua y lleva una cómoda y sedentaria vida para desquicio de Arturo. Si alguna vez sale Pepón no es, desde luego a trabajar, sino a meterse en un lío en el que, a menudo, involucra a su sufridor cuñado.



EL PALETO




No podía faltar figura del paleto en los tebeos de la época. El paleto pueblerino aparecía en el cine, teatro, comedia radiada y televisiva en una época en la que el país vivía el éxodo de gentes de los pueblos a las grandes ciudades. Al español le encantaba reírse de los hábitos y lenguaje de estos pueblerinos que se vieron trasplantados a la vida y costumbres de unas ciudades que empezaban a descubrir el consumo moderado y abrirse al mundo.

“Igualico, igualico quel defunto de su agüelico” De esta manera terminaban invariablemente las  historietas de uno de los pocos personajes del entorno rural, las del mozo Agamenón: un joven brutote e inocentón a quién los esfuerzos culturizantes  de las fuerzas vivas del pueblo hacían poca mella. Agamenón, un joven palurdo y cabezota era impermeable a cualquier refinamiento cívico o cultural, aunque, eso sí, exhibía una simplicidad sin malicia y gran corazón, patrimonio del hombre rural en el imaginario de la época.
Si Agamenón continuaba viviendo en el pueblo, doña Filomena, la abuela de La Familia Ulises había venido a la ciudad a vivir en casa de su hija doña Sinforosa, casada con don Ulises Higueruelo y madre de tres hijos: Lolín, veinteañera y guapetona y los todavía niños Merceditas y Policarpito. Uno de los temas familiares recurrentes era la búsqueda de un marido de orden y fortuna para Lolín, empeño en el que la madre y la abuela ponían gran ahínco. El lenguaje pueblerino y los hábitos rurales de la abuela ponen el elemento cómico en las eventuras familiares.

LA MUJER
La madre, en el contexto familiar de la historieta tenía un papel convencional, aportando, por lo general, estabilidad y sentido común al relato. Tales son los casos de la mencionada Sinforosa, de la familia Ulises o la madre de Zipi y Zape. Cuando la mujer se convertía en protagonista… Esa es otra historia. Los personajes devenían histriónicos, exagerados, irreverentes y marginales, igual que los masculinos.
Las maduritas hermanas Leovigilda y Teovigilda (hermanas Gilda) son solteras y poco agraciadas. Una, Hermenegilda, es rechoncha, inocente y bonachona. Y busca su media naranja. La otra, Teovigilda, delgada y mandona, es más realista y cínica y trata, por todos los medios, de frustrar los planes amorosos de la hermana, lo cual consigue con cierta facilidad, dicho sea de paso. Represión sexual de la época a todo trapo.
Doña Urraca es un ejemplo raro de humor negro. Mala por necesidad, gustaba de empujar a ciegos a las alcantarillas y dar patadas a los perros, paraguazos a los gatos y otras maldades por el estilo. Le molestaba la felicidad en los niños o la felicidad en general. Era alcahueta y amante de sembrar cizaña. El mal la hacía sentir, si no feliz, al menos realizada. Desafortunadamente para ella, sus tramas solían salirle mal. El dibujante, Miguel Bernet, era republicano confeso y algunos quieren ver en el personaje la caricaturización de la dirigente carlista Maria Rosa Urraca Pastor, importante propagandista del Tradicionalismo español antirepublicano.

Ya sé que he dejado de mencionar a muchos. Para minimizar las carencias, citaré a Petra, criada para todo, Reporter Tribulete, El Abuelo Cebolleta, Don Pío, El Caco Bonifacio, Gordito Relleno (imposible hoy, como Carpanta o la Familia Churumbel, por razones de corrección política) y la estupenda 13 Rue del Percebe, del gran Ibáñez.

Román Rubio
Marzo 2015