miércoles, 22 de febrero de 2023

ROALD DAHL

 

ROALD DAHL



Empezaron reescribiendo los cuentos de Blancanieves, Caperucita y Cenicienta para que los malvados lobos no atacaran a las abuelitas, las niñas no fregaran las casas de las malvadas madrastras ni fueran liberadas por besos de príncipes y otras zarandajas. Había que “limpiar” ideológicamente esos malditos cuentos que imbuían en los seres humanos más jóvenes (antes llamados niños) esas actitudes machistas, homófobas, racistas, antropocentristas y demás. Continuaron cancelando a Hergé, misógino y primacista blanco por escribir pérfidas historias racistas como Tintín en el Congo, que tantas veces leí con mis hijos sin apercibirme de lo venenoso que era para ellos. A continuación reescribieron las ediciones escolares de Mark Twain, otro imperdonable racista que usaba la palabra nigger (en 1884) y se atrevió a hacer del Indio Joe el malo de la película. Pusieron el grito en el cielo y consiguieron reescribir los libros de Enid Blyton, escribiendo “Vamos” donde en el original decía “Vamos, Julián, nosotros llevaremos lo que pese más. Las chicas pueden llevar el resto” y suprimiendo fragmentos enteros que contrariaban a las nuevas Autoridades del Ministerio del Bien y del Mal.

Hoy le ha tocado el turno a Roald Dahl. Ya saben, el autor de tantos libros juveniles y  relatos que han hecho la delicia de los lectores adultos: entre ellos el de Cordero asado, ese en el que Mary Maloney usa la pierna de cordero congelada que se comen los policías para cargarse al marido y que ha inspirado a Hitchcok y Almodóvar.

Los libros juveniles de Dahl están siendo reescritos por la editorial Puffin Books en sus nuevas ediciones para eliminar la lengua que la nueva Unidad de Vigilancia de la Moral considera ofensiva. La palabra “gordo” o “gorda”, que en inglés es la misma (fat), ha sido eliminada, como lo ha sido también “ugly” (feo o fea), por lo que Augustus Gloop ha dejado de ser “gordo” para ser “enorme” (enormous), con lo que ha salido, según algunos, notablemente mejorado; y Mrs. Twit ha dejado de ser “fea y bestial” para pasar a ser solamente “bestial”, gracias a Dios.

En Las brujas, un párrafo que explica que las brujas están calvas debajo de sus pelucas ha sido reformulado como: “Hay muchas razones por las que las mujeres pueden usar pelucas y ciertamente no hay nada de malo en eso”. No habrá nada de malo, pero lo difícil es que puedan llevar pelucas o zapatos —estén calvas o no—, ya que la frase no tiene ni pies ni cabeza.

En ediciones anteriores de James y el melocotón gigante, el Ciempiés canta: La tía Esponja era terriblemente gorda/ y tremendamente flácida por eso” y “La tía Spiker era flaca como un alambre/ y seca como un hueso, solo que más seca”. En la nueva edición se dice: “La tía Sponge era una bruta vieja y desagradable/ Y merecía ser aplastada por la fruta” y “La tía Spiker era más o menos lo mismo / y merece su parte de culpa”, es decir, que tía Sponge pasa a ser bruta, vieja y desagradable, cuando antes solo era gorda y flácida. No sé qué mejoría ven algunos en el aspecto de la mujer, la verdad.

Y lo más inquietante de todo: En Matilda, la frase: “En el pasado (ella) fue a navegar con Joseph Conrad, fue a África con Ernest Hemingway y a India con Ruyard Kipling” ha sido sustituida por: “En el siglo XIX fue a las haciendas con Jane Austen, a Äfrica con Ernest Hemingway y a California con John Steinbeck”, con lo que el nuevo Clero de las Almas Puras no solo protege a los retoños de las maldades sino de las personas malas. Al parecer, a Kipling se le borra por racista e imperialista y a Conrad por misógino, ya que el marinero Marlow que andaba en busca de Kurtz remontando el río pronunció una frase ofensiva referida al sentido de la realidad “de las mujeres”. Por el contrario Jane Austen y Steinbeck pasan el examen de pureza ideológica con matrícula. Pero, ¿y Hemingway? ¿Por qué no se le suprime por mujeriego, bebedor, cazador y amante de los toros? Caprichos del Nuevo Evangelio.

Me temo que será el siguiente; junto con las brujas de Macbeth y con la mismísima Lady Macbeth a la que sustituirán por el Payaso Fofó, que en gloria esté, acompañado por la Gallina Turuleta, ciudadanos fuera de toda sospecha


Román Rubio

Febrero 2023



 



jueves, 9 de febrero de 2023

EL SEXO DE LOS ÁNGELES

 

EL SEXO DE LOS ÁNGELES


Se dice que en el momento en que los otomanos tomaron Constantinopla los ciudadanos de Bizancio desatendieron la defensa de la ciudad por estar enfrascados en la importantísima discusión del sexo de los ángeles. ¿Se trataba de seres masculinos, femeninos o había de los dos sexos? Como tantas otras leyendas de la historia esto es falso. Es cierto, sin embargo, que el emperador Constantino XI reunió a la ciudadanía en Santa Sofía para la oración el día previo al asalto final e hizo sonar las campanas de las iglesias de la ciudad durante todo el día con el motivo de elevar la moral de los bizantinos. De poco sirvió: el 29 de mayo de 1493 el sultán otomano entró en la ciudad y la cabeza del Emperador fue separada del cuerpo por cortesía del turco en lo que los historiadores consideran que fue el final de la Edad Media.

La anécdota parece descabellada, pero tiene su fundamento: se trataba de una época en que los dogmas de la Iglesia estaban en continua discusión: la Santísima Trinidad, la Virginidad de María, la infalibilidad del Papa, la existencia y cualidad del limbo, el purgatorio o el infierno eran motivo de discusiones, cismas, excomuniones y hasta condenas a la hoguera. ¿Cómo no habría de serlo el sexo de los ángeles? Estos, según la tradición canónica se dividen en nueve clases perfectamente jerarquizadas: ángeles, serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles… Saber cuáles eran las relaciones entre ellos, cuántos eran, si se reproducían al modo usual o eran creados por Dios uno a uno o carecían de sexo no era cosa menor; podía convertirse en una cuestión de fe y, desde luego, fueron objeto de “discusiones bizantinas”, fueran estas o no en el momento de la invasión.

Hoy en día el debate ha aumentado un grado o dos. El sexo de los ángeles ya no parece relevante. Lo relevante es el sexo del mismo Dios. O al menos el género, que viene a ser lo mismo, pero en su parte lingüística.

La Iglesia de Inglaterra está enfrascada en la discusión de cómo referirse al Dios Creador, al tiempo que los Jinetes del Apocalipsis amenazan el Imperio. Hasta ahora se ha llamado Padre y el pronombre con el que se le designa es Él (He), lo que resulta ofensivo para los defensores del lenguaje inclusivo, que vienen a ser más o menos la mitad de un clero dividido a partes iguales en asuntos como el aborto y el matrimonio gay. Para dilucidar el contencioso, la Iglesia Anglicana ha creado una comisión conjunta que deberá estudiar el caso e intentará pronunciarse sobre la reforma del lenguaje en los actos eclesiásticos.

https://www.theguardian.com/world/2023/feb/07/church-of-england-to-consider-use-of-gender-neutral-terms-for-god

Lo curioso del asunto es que el consenso en que Dios es alguien (o algo) asexuado —que no encaja en las categorías masculino-femenino— es total; se trata exclusivamente de un asunto lingüístico. Las posibles opciones son: usar el femenino y llamar Ella (She) al Creador, lo que es inaceptable para todas las partes, o usar la forma Ello (It). Habría, también, que usar Parent en vez de Father o Mother, etc. Intenten reescribir todos los salmos esos que cantan en la iglesia con la nueva norma y verán que no es asunto sencillo.

Trasladémoslo a lo nuestro. Piensen en sustituir Elle (pronombre de gran aprecio en ciertos ministerios) por Él cada vez que se refieran a Dios y verán. Y si tienen por costumbre musitar una plegaria cada noche como les inculcó su mamá, vayan haciéndose a la idea de cómo quedará la oración por excelencia de los cristianos, la que dictó el mismísimo Jesucristo, según San Mateo. Olvídense del “Padre nuestro que estás en los cielos” y vayan pensando en Madre nuestra… lo cual no estaría mal si no fuera en contra de “lo inclusivo”, o en algo como Progenitor nuestro que estás en los cielos…

No se me ocurre ninguna fórmula para salvar al Credo de la hoguera inclusiva: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra…”, aunque siempre se podrá recurrir al Rosario, que, eso sí, queda a salvo del embrollo. Prueben y verán.

Y los bárbaros acechando con los cuchillos en la boca.

Román Rubio

Febrero 2023

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