jueves, 29 de octubre de 2015

CAZA MAYOR

CAZA MAYOR















Se refiere a la caza de animales grandes, mayores que el zorro, como el jabalí, la cabra montés, el muflón, el ciervo… y se lleva a cabo normalmente de dos maneras: al rececho y a la batida o montería. Se usa munición especial (de posta) o fusil, además de perros. Es decir, se va con todo; a veces, hasta con querida (como Juan Carlos). Y esto es lo que según Mas están haciendo con él y su partido: caza mayor.
Estoy de acuerdo. Van a por él y a por su partido. Ya tienen acorralado al gran patricio y mentor (señor Pujol) y a su camada: ¡total, por hacer patria trayendo unas bolsas de billetes de 500 euros desde Andorra, con lo bueno que dicen que es traer capital del extranjero! El estado español y otras instituciones nacionales han enviado a los Cazadores Reales acompañados de Zapadores y Granaderos a hacerse con  la bête de Gévaudan sin remilgo alguno, aunque ya se sabe lo difícil que es cobrarse estas piezas, que disponen de tantos escondites. Ahora bien, la cuestión no es que vayan a por el jabalí. La cuestión es que el jabalí había traspasado los límites de la reserva para comer los sembrados y atacar a las pastorcillas de la frontera, con lo que los motivos para la montería son absolutamente legítimos.



Era sabido por todos. En Cataluña y fuera de ella: nos lo había dicho Maragall. Mejor dicho: se lo había espetado a ellos (a CIU) a la cara en 2005, en una sesión del Parlamento de Cataluña a propósito del Carmel: “Vostés tenen un problema, i aquest problema es diu 3%” A lo que Mas respondió: “Vosté ha perdut completament els papers” y obligó al exalcalde de Barcelona y expresident de la Generalitat socialista a rectificar, a lo que Maragall (por motivos que se me escapan) y de mala gana, accedió.

¿De verdad creía Mas que con ese pasado de de financiación tramposa iban a dejar de echarle los perros? En absoluto. Lo que me duele como ciudadano, lo que debería dolernos como ciudadanos es que no le echaran los perros cuando hubieron los indicios, al igual que al gran patricio (¿o era batracio?). Ha sido necesario que pongan encima de la mesa el desafío de la República Catalana para que la Corte se avenga a preparar las batidas. ¿Quiere esto decir que si no se hubiese avivado el incendio independentista no se habría activado la caza? Pues probablemente, pero en política, si no estás limpio, alguien te la guarda.
El gran administrador de estos resortes fue Fouché (1759-1820). Nadie como el Ministro de la Policía de Francia en la época napoleónica en el manejo de los secretos escondiéndolos y sacándolos a su propia conveniencia. Jacobino primero, girondino después, colaborador de Robespierre, fue según palabras de este último el “cocinero” del golpe de Termidor que acabó con el revolucionario jacobino -El Incorruptible- en la guillotina de la Plaza de la Revolución (hoy de la Concorde). Como ministro de la Policía con Napoleón se hizo tan poderoso que era temido por el Emperador que lo odiaba y necesitaba con la misma fuerza.


Fouché lo sabe todo. Y se lo guarda para cuando sea necesario. Si quiere tumbar al PSOE saca del cajón a los GAL. No importa que los fondos reservados se hubieran empleado también en época de Fraga o Martín Villa. ¡Los saco y me cargo a los socialistas! De Monedero -de Podemos- se guardó la declaración de la renta en la que había declarado como ganancia empresarial lo que debía haber sido renta personal (lo que en las filas peperas no llega a ser ni siquiera pecadillo venial) por si acaso y de Errejón la nómina de la beca de la Universidad de Málaga, por si las moscas. Hasta que hizo falta. De los políticos alemanas se guarda las tesis doctorales y se pasa las noches cotejando las frases con párrafos de oscuras tesis de provincias, por si hay alguna coincidencia. Se dice que fue Fouché quien, estando en Washington, guardó cierto vestido de becaria sin llevar a la tintorería para hacer temblar las patas del Imperio Americano (del Emperador, más bien), cosa que consiguió aunque sin hacerle caer.


Hace unos días, Toni Blair reconoció cierta culpa por la situación de Irak y hasta ha pedido perdón. Se ha excusado porque, según él se vieron abocados a una decisión errónea “inducidos por informaciones falsas del servicio de inteligencia”. Es decir, culpando a otros y tratando de “error” lo que fue una abyecta mentira. Estamos esperando que Bush y aquella mosca cojonera que les acompañaba en las Azores y cuyo nombre he olvidado ¿se llamaba Mourinho, quizás?, pidan también disculpas. No crean que la iniciativa de Blair ha sido algo generoso y espontáneo impelido por la humildad y la culpa, no. La inminente publicación del Informe Chilcot, encargado en 2005 por el gobierno de Brown y de conclusiones presumiblemente demoledoras para el trío calavera han forzado al inglés a poner cara de bueno. ¡El muy miserable! Pero atención. La estrategia de echarle la culpa a los servicios de inteligencia, es decir, al MI6,  puede no dar buenos resultados. ¡No le toquen las pelotas a Fouché!

Román Rubio
#roman_rubio
Octubre 2015 

martes, 27 de octubre de 2015

JIHADISTAS

JIHADISTAS



La chica tiene 22 años. Es de Almonte (Huelva) y hace unos días fue detenida y arrestada en Barajas, vestida con su hiyab recién estrenada (había abandonado hacía poco su indumentaria gótica) y con un Corán en la mano. El delito… volar a Turquía en dónde, presumiblemente, la encontraría alguien que le habría de facilitar su desplazamiento a alguna zona de Siria o Irak controlada por las huestes de ISIS (Estado Islámico) en dónde la chica debería de unirse a algún guerrero luchador por un estado  regido por la sharía o Ley Islámica.

Es una barbaridad. El hecho de ver y escuchar a diario las noticias cocinadas por  –pongan ustedes el nombre- no debe de  ponernos una venda en los ojos y dejar de ver los atropellos. No simpatizo en absoluto con milicias ni militantes que tratan de imponer la ley islámica ni en aquel país ni en ningún otro. Las religiones para los domingos y para quien quiera: dejen en paz al estado, a su orden social y a su sistema educativo. Ocúpense de sus mezquitas y sus iglesias. Thank you very much. Pero el hecho de que se detenga y arreste a una ciudadana por el hecho de “viajar a Turquía” con el propósito de unirse después a algún hombre con quien ha mantenido una relación por Internet y la ha convencido a que se una a él en otro país del mundo abrazando otra religión no debería de ser, no es –y ya me pueden contar milongas- motivo de arresto y detención, por la sencilla razón de que no hay delito y por lo tanto, en un estado de derecho del que nunca deberíamos de renunciar, no puede haber privación de libertad.


Acepto que esta persona necesitaría que alguien le abriera los ojos y le hiciera ver el absurdo paso que -presuntamente- está a punto de dar. De acuerdo. (Ese mismo susurrador de caballos podía haberse dedicado a persuadir a los soldados americanos –y a Aznar, de paso- de lo criminal y absurdo de lo que iban a hacer cuando fueron a bombardear Irak, de la estéril carnicería y las perniciosas consecuencias de sus torpes y brutales acciones, pero eso es otra historia). De lo que nunca me podrán convencer es de que la decisión libremente adoptada de una joven para viajar a una parte del mundo y desposar, o unirse, a un hombre, cualquiera que sea su actividad o religión es constitutivo de delito. No lo es. Puede ser estúpido, irresponsable, poco inteligente y decisión lamentable pero no delito y por tanto, no susceptible de castigo. Lo demás es cuestión de birlibirloques de trileros y embaucadores. Aunque estuviese demostrado que la persona con quién estuviera comprometida fuera el mismísimo Abu Bakr al Baghdadi, ¿cuándo ha estado penado unirse a un criminal? Aunque se sospechara que la verdadera intención de la chica fuera adiestrarse para empuñar las armas, ¿cuándo ha estado penada la “intención” de hacer algo? Aún en ese caso, hasta que no lo hiciera, no se le podría inculpar delito alguno. No conozco códigos que castiguen la “intención” sino aquellos que hablan de “los más ocultos pensamientos” y éstos no son precisamente civiles. ¡Cuánto menos, el hecho de viajar a Estambul con su hiyab y su Corán!


Para más inri, leo que no es el único caso en territorio español, no. Hay 18 mujeres que han sido detenidas en España tras haber sido reclutadas por Internet, acusadas de terrorismo, y cuyo delito real ha sido la conversión al islam radical y la intención de viajar a territorio controlado por yihadistas para esposar alguno de ellos, procrear y formar una familia islámica de acuerdo con las estrictas directrices del Corán, lo que atenta contra las más elementales reglas de la ética social.

Terrorista es quien pone bombas en los mercados. Para ser terrorista hay que “ejecutar” actos criminales contra inocentes con el objeto de desestabilizar el orden social por medio del terror. Los que machacan estatuas de las épocas preislámicas son salvajes ignorantes que atentan contra el patrimonio cultural de la Humanidad  y merecen el castigo además de nuestro repudio, pero no son estrictamente terroristas, de la misma manera que quienes embalan y transportan las mismas estatuas al British Museum, al Louvre  o al Pergamo son depredadores culturales pero tampoco terroristas.

Quienes tienen ensoñaciones de enriquecimiento a costa de desviar caudales públicos a su bolsillo no son delincuentes. Roldán y la cúpula del PP sí lo son. También los de CDC. No porque hayan tenido la “intención” de hacerlo sino porque  lo han hecho y el juez no les pregunta si tenían tal o cual inclinación sino por lo que han trincado, ellos o sus amigos y patrocinadores; para su propio beneficio, el de su partido o el de su causa, me da igual. En cuanto al asunto de los viajes, por una vez que la chica quiere ir a Turquía a ver mundo la detienen y al expresidente de Extremadura José Antonio Monago, por ir a Canarias 16 veces en dos años nada. Y con dinero público. Ahora bien, la “intención” de los viajes parecía ser distinta, más mundana. Digamos, un pecadillo más venial.

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015 



domingo, 25 de octubre de 2015

EL CASO

EL CASO

Cualquier persona de mi generación sabe de qué hablo. El Caso es un semanario de sucesos que se editaba en España entre 1952 y 1997. Se trataba de una publicación periódica que recogía todo lo macabro, escabroso y criminal que ocurría en aquel país de botijos, panas antiguas, mujerucas con pañuelo negro, procesiones con mujeres descalzas y velas y santos a hombros, partidas de mus y truc con barajas roñosas, copa, café y Faria, señores irascibles con bigotito fino de ganador de guerra del brazo de señora con abrigo de pieles, seats seiscientos, “yo soy aquel negrito del África Tropical” y consultorio de Elena Francis. Tenía una tirada de 100.000 ejemplares que en momentos de alta intensidad mórbida como en el Caso de la mano Cortada o el Crimen de Jarabo podía llegar a distribuir la considerable tirada de 500.000,  toda una proeza en aquel país de poca cultura, mucha religión, superstición (si es que no es la misma cosa) y semianalfabetismo.





El semanario, conocido también como el “periódico de las porteras” se cebaba en los hechos  más escabrosos de la sociedad alimentando lo peor de cada cual, o más bien, por el contrario, actuaba, a modo de tragedia griega, de manera catártica en una población crédula, sumisa, empobrecida e ignorante permitiéndole comparar su miserable vida con el horror que había ahí afuera y que El Caso, cada semana, le mostraba.

Para aquellos seguidores de este blog que no vivieron aquella época y han visto la estupenda película “La isla mínima” les diré que el personaje del periodista que proporciona la información al policía de las andanzas de su compañero confiesa trabajar para el semanario, razón por la cual pide el trueque de las fotos de los cadáveres de las niñas al policía, material preciadísimo para la publicación y su público.

Ha llovido mucho desde entonces en este país y además para bien. A pesar de que algunas aguas han continuado regando el jardín inmundo de la corrupción y la incompetencia, la mayor parte han contribuido a limpiar la atmósfera y regenerar las aguas subterráneas de la razón y la cultura. Y El Caso desapareció, aunque, como es obvio, no los hechos luctuosos, y ese submundo de crimen y sinrazón ahora tiene su eco y difusión en… el Telediario.

Sintonice usted un día cualquiera el Telediario de la 1 y se encontrarán con una exhaustiva crónica de sucesos como si de El Caso se tratara. Yo lo hice la otra noche mientras daba cuenta de mi frugal cena y me tragué una larga crónica del caso de Asunta, el terrible suceso de la niña gallega asesinada, presumiblemente, por sus padres. Tremendo. El tema del día era la discusión sobre una posible contaminación de la ropa de la niña con restos de semen en el laboratorio de la Guardia Civil. A continuación las últimas novedades del caso Marta del Castillo, la malograda chica andaluza cuyo cuerpo continúa desaparecido a pesar de los esfuerzos de las policías. Un determinado número de horas de grabación que darían luz a ciertos aspectos del caso no son aceptados por el tribunal por afectar a personas que no están enjuiciadas. Luego, las novedades, estas felices, de la detención del violador del cútex, noticia en la que se da cuenta del modus operandi del bellaco, con simulación de figuras virtuales incluida. Ahí es donde finalmente me planté, tomé el mando a distancia y sintonicé el programa del Wyoming, para regocijo de algún miembro de mi familia, devoto del madrileño, o de sus guionistas, vaya usted a saber.

La feliz detención del presunto asesino de la niña de Algete, el hombre que mató a su caballo a golpes, la penúltima víctima de algún participante en festejos taurinos, el cadáver colgado de un puente exhibido por los narcos mexicanos, la imagen del contenedor y ropas del antepenúltimo bebé encontrado vivo o muerto en algún lugar suburbio –generalmente pobre, o muy pobre- de Madrid o Melilla y, cómo no, el crimen diario de violencia doméstica, machista, familiar o como le quieran ustedes llamar.

A ver, considero que son –tal y como dicen en cada uno de estos tristes episodios- una lacra social. No hay violencia que más duela, que la que se produce dentro de la unidad familiar. Es el entorno en donde la protección es más difícil y la indefensión más desangelada y cruda. Y ha existido siempre. En todas partes. Quién se crea que es un fenómeno español y/o de ahora está muy equivocado. Sólo tiene que consultar las estadísticas

Los datos de 2003 son los únicos que he podido encontrar que representan el número de mujeres asesinadas. Los casos de agresiones machistas, de lo que he encontrado más información estadística, no los reproduzco aquí puesto que indican el número de denuncias, y no de casos, lo que hace que los números en los países nórdicos sean aún más abultados.

Esta es, pues, la situación. Hasta aquí, los datos. El hecho de que cada caso se publicite en todos y cada uno de los noticieros de cada una de las televisiones y cadenas de radio constituye el tratamiento de la información. ¿Es necesario que sea así? Más aún: ¿es conveniente que así sea? Se difunde igual en el resto de los países de nuestro entorno o es un fenómeno exclusivamente español? ¿Ayuda la difusión –de todos y cada uno de  los casos- realmente a la reducción del número de los mismos por medio de la concienciación? ¿o corre el peligro de convertirse en la tediosa noticia a la que por repetitiva y cotidiana deja de ser llamativa y la procesamos sin prestar atención mientras buscamos el mando y conectamos con la mordacidad, dinamismo y humor del Wyoming asistido por el buen hacer de Sandra Sabates?

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015 

miércoles, 21 de octubre de 2015

WWW. JORGE LUIS BORGES

WWW. JORGE LUIS BORGES

Que Jorge Luis Borges (1899-1986) era un erudito no es descubrir nada. Es más, para muchos, entre los que me incluyo, Borges es “El Erudito”. No conozco muy bien su trabajo como poeta del que, por cierto, el autor estaba muy orgulloso pero su faceta de  prosista, con sus famosos relatos, que leí en mi juventud como prácticamente todos (los que leíamos) de mi generación eran una continua exhibición de erudición presentando en  forma literaria exquisita  paradojas del tiempo y del espacio como en el Aleph, para regocijo de filósofos, exponiendo taxonomías fantásticas o sistemas arbitrarios de numeración para sorpresa de matemáticos o físicos, descubriendo rincones reales o imaginarios de la mitología germánica y escandinava, exponiendo las contradicciones de los universos infinitos como en la Biblioteca de Babel o determinados por reglas azarosas como en la Lotería de Babilonia o revelando la invención de países o planetas (mundos enteros) inexistentes con reglas no materialistas como en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, para delicia de elucubradores.



Como erudito y como escritor ha tenido una enorme influencia en otros escritores contemporáneos como Umberto Eco, Salman Rushdie, Cortázar, Orhan Pamur y otros muchos, además de filósofos como Sabater o Foucault.
Lo curioso de la erudición del bonaerense es que se trata de eso exactamente: de erudición pura. Borges no era un especialista en nada. Si bien su discurso –también el hablado, no sólo el escrito- estaba salpicado de un sinfín  de citas y referencias cultas, nunca escribió un ensayo largo y profundo sobre tema alguno ni una gran novela. No era pues el intelectual al uso impuesto por los departamentos universitarios de literatura. Ni siquiera fue un gran fabulador. O más bien, fue un gran fabulador de pequeñas, sorprendentes y, a menudo, recónditas historias. Lo cierto es que, como de él es bien sabido, su fuente de inspiración y libro de cabecera fue, además de la Espasa… la Enciclopedia Británica. Era tal su devoción a la Enciclopedia que creo recordar que él mismo se vanagloriaba de –exagerando, supongo- haberla leído entera. Ni me imagino que relación habría tenido Borges con Wikipedia, con la misma Británica edición on-line o con el mismísimo Google, de haber vivido unos años más. Lo cierto es que no tuvo oportunidad de conocer el fenómeno ya que murió en 1986 y el buscador nació en 1989, popularizándose años más tarde. De cualquier modo, la relación del fenómeno Internet con la tesis de algunos de sus relatos más famosos es intrigante y enormemente significativa.



En realidad Borges era el hombre Google aunque él no tuviera elementos para saberlo. Si tecleamos su nombre en el buscador  obtenemos 16 millones de resultados en 0.51 segundos; cada uno de esos resultados es una página –sitio, más bien- que se refiere de un modo u otro al autor o a su obra, lo cual es por sí mismo, inabarcable: aunque hubiera alguien capaz de explorar la enorme cantidad de información, en el proceso se generarían nuevas entradas, incluyendo esta, haciendo la tarea imposible en su enormidad. En dieciséis millones de entradas referidas al intelectual argentino encontramos la verdad sobre cualquier aspecto de su vida y obra, la refutación de la misma, pruebas que niegan la refutación, pruebas de la aseveración y pisos en venta en la avenida Jorge Luis Borges de Málaga. ¿No es esto lo más parecido al contenido de la Biblioteca de Babel que describe un universo quasi infinito conformado por todas las combinaciones posibles de un conjunto de signos de un alfabeto limitado? Al contener el “todo”, la biblioteca dejaba de ser útil.



En el Aleph, ese punto que contiene todos los puntos del universo, ese punto de hiperrealidad fantástica, no es ciertamente Google Earth, la aplicación Maps o el servicio de búsqueda del buscador  pero es lo que más se parece a la conjunción de los tres.

El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa(…)

En fin, señor Borges, que todo lo que vio usted en el misterioso Aleph del sótano de la vieja casa de la calle Garay de Buenos Aires, y mucho más, podría verlo hoy sin necesidad de recostarse en el suelo en cualquier tablet o smartphone; aunque, eso sí, de manera menos elegante y magistralmente poética. En realidad, lo que usted vio fue la World Wide Web y no fue capaz, en su distinción erudita, de nombrarla.

En cuanto a Funes el Memorioso, ese desdichado incapaz de dormir, que recuerda de manera trágica todo, que no es capaz de olvidar:

Ireneo empezó por enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa registrados por la Naturalis historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los 22 idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una sola vez. Con evidente buena fe se maravilló de que tales casos maravillaran. Me dijo que antes de esa tarde lluviosa en que lo volteó el azulejo, él había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado. (Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su memoria de nombres propios; no me hizo caso.) 
Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho. 

¿No es, en realidad, una parábola de la inmensidad alimentada por miles de millones de ojos permanentemente abiertos en todo el mundo, que es capaz de almacenar de manera inquietantemente permanente el ordenador de Facebook, en California?

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015

viernes, 16 de octubre de 2015

¿QUIÉN MATÓ A KENNEDY?

¿QUIÉN MATÓ A KENNEDY?



¿Quién mató a Kennedy? ¿La Mafia? ¿La CIA? ¿Nixon el Marrullero? ¿Lyndon Johnson, con el objeto de llegar a la Presidencia? Para muchos, cualquiera menos el bueno de Oswald, que pasaba por allí. Queda descartado de la autoría, eso sí, Rubalcaba, que según Jiménez Losantos, Pedro J. Ramírez y sus palmeros (por cierto ¿qué ha sido del poderoso director de El Mundo?) fue responsable junto con ETA, los servicios secretos marroquíes, parte de la Cuerpo de Policía (en especial quienes filmaron al director con Exuperancia) y la masonería de la mayor masacre terrorista en suelo español. Tampoco parece que lo hicieran Paco Camps y Carlos Fabra, que ni hablan inglés. El segundo está en la cárcel y el primero desaparecido. Tan desaparecido como el Papa Ratzinguer o el cojo Manteca. ¡Sí hombre, sí, aquel chico al que le faltaba una pierna que vivió su momento de fama rompiendo el letrero del metro a muletazos en las protestas estudiantiles de 1987!

La Navaja de Ockham, principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimoniae) es un principio metodológico y filosófico atribuido al franciscano y filósofo escolástico Guillermo de Ockam según el cual: “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. Pues bien, parece que haya una fuerza contraria al principio formulado por el fraile que lleva a la población, o una parte de ella, a elaborar historias complicadas ante asuntos sencillos y evidentes. Se trata de la resistencia a aceptar la levedad (insoportable) del ser. A menudo, las cualidades colosales que se atribuyen al   mito fomenta oscuras historias en el ideario colectivo que no se resigna a que las circunstancias de la muerte (o de la vida) del icono sean  triviales, como la vida misma.



Elvis está vivo, con ochenta tacos a sus espaldas pero vivo; como también lo está Hitler. Bueno, ahora, la verdad es que cada día que pasa es más difícil mantener la quimera dado que de estarlo tendría ya 126 años, pero durante mi infancia, la plácida y anónima vida del Führer en algún lugar de Argentina o Brasil, incluso en algún lugar de la costa española, era algo aceptado por muchos. Michael Jackson, como todo el mundo sabe, en vez de morir huyó a México, en dónde no sé cuántos juran haberle visto. Si la tendencia es prolongar la vida de los mitos, en el caso de Paul MacCartney, ha sido al contrario. Durante mucho tiempo se le dio por muerto, lo cual, de haber sido cierto, habría sido una mala noticia para los cirujanos plásticos. Como prueba, se aportaba el hecho de que en la portada del Abbey Road iba descalzo (todo el mundo sabe que es prerrogativa de los muertos andar descalzos por anodinas calles de Londres), y la evidente e irrefutable prueba de que  algunas frases de sus canciones, escuchadas al revés (en serio) reproducían lúgubres mensajes… Parece que ni la entrevista con fotos de la revista LIFE en 1969 hizo cambiar de parecer a quienes preferían la macabra historia. ¿Cómo iba la realidad a estropear la elaborada crónica de una muerte prematura y violenta con unas perversas razones económicas y políticas? El MI5 ocultaba el desenlace por inconfesables intereses.



Lady Di no murió a causa de un desgraciado accidente de coche cuando trataba, en compañía de su novio Al Fayehd de huir de los paparazzi que les asediaban como señalan todos los indicios y la lógica de los eventos, no. Se trataba de un complot de la Familia Real y de los Servicios Secretos para asesinar a la díscola princesa de Gales. La sucia maniobra implicaba ejes de transmisión aserrados, piezas de dirección manipuladas, cinturones de seguridad inutilizados y otras malvadas artimañas.




Durante años, la sociedad española se vio intoxicada por la autoría de uno de los crímenes más execrables y que más eco han tenido sobre la opinión pública: el Crimen de las Chicas de Alcàsser. Tres adolescentes fueron forzadas, asesinadas y semienterradas por unos delincuentes comunes que las recogieron en coche de camino a una discoteca. Así de sencillo. Así de cruel. El hallazgo de los cuerpos, que conmocionó a España, trajo consigo la identificación de los autores. Uno de ellos, Antonio Anglés (el autor principal) se dio a la fuga y jamás ha sido encontrado. El seguimiento mediático del hecho dio lugar durante meses a las más disparatadas teorías. La intervención diaria en TV del padre de una de las chicas guiado por un extraño personaje que se presentaba como criminólogo de profesión dio lugar a las más descabelladas interpretaciones. Cualquier cosa era válida en la medida en la que estuvieran presentes Satanás y sus ritos y alguna persona poderosa, especialmente político (socialista, claro).

Los atentados terroristas del 11S en Nueva York fueron planeados y ejecutados por algún departamento secreto de la CIA. El hecho de que semejante Armagedón fuera perpetrado por un puñado de islamistas resultaba decepcionante para muchos. El mismo Presidente,  que se escondió las horas siguientes a la matanza sólo para disimular, junto a los malvados servicios secretos, pergeñaron y ejecutaron la cruel matanza con el objeto tener una excusa para invadir Irak (un Irak que, por cierto, era enemigo acérrimo de los perpetradores del 11S) y para aumentar las medidas de control policial a la población.

Turquía ha vivido el peor atentado terrorista de su historia con un resultado de 99 muertos y más de 246 heridos. Acaban de identificar a los suicidas terminando con un pintoresco cruce de acusaciones. El primer ministro turco Ahmet Davutoglu señaló inicialmente a cuatro grupos sospechosos: el Estado Islámico (EI), la guerrilla kurda PKK y las organizaciones izquierdistas DHKP-C y MLKP (no importa que estas últimas apoyaran la convocatoria de manifestación que se atacó). El Estado Islámico (EI) es enemigo de la guerrilla kurda, que, a su vez, le es hostil. También es enemigo del gobierno turco que permite a los americanos lanzar ataques aéreos a Siria e Irak desde su base de Incirlik. Los kurdos, además de ser hostiles al EI lo son al gobierno turco que les niega la independencia y la autonomía y el partido principal de la oposición, el HDP (que no es el nombre de ningún motor diesel), acusa al gobierno de tener las manos “manchadas de sangre”.
En fin, dime quién es tu enemigo y te diré quién es el asesino, parece ser la máxima de los turcos. No les hace falta la concurrencia de los amigos Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez para poner el ventilador. Ni la de Aznar, con sus desiertos lejanos y montañas remotas.

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015  

lunes, 12 de octubre de 2015

JUGUETES PERFECTOS

 JUGUETES PERFECTOS















El Hospital La Fe es el hospital más grande de Valencia y de toda la Comunidad Valenciana. Es el Hospital de Referencia (cualquiera que sea el significado) de toda la región. Es nuevo y estupendo y tiene unas mil habitaciones individuales y otros servicios que podrían ser envidiados por muchos otros hospitales públicos y privados de cualquier parte del mundo. Como se dice del Metro de Moscú: es el lujo al servicio del pueblo. Y es grande, muy grande, con números de gran hospital: unos 50.000 ingresos anuales, más de treinta mil intervenciones quirúrgicas y unas 230.000 urgencias atendidas anualmente. La función de atención externa es también muy activa cubriendo un área de población más de 300.000 personas más todos aquellos acogidos provenientes de otras áreas sanitarias. La actividad cotidiana, como pueden imaginar, es frenética.

El vestíbulo central del edificio principal, que sirve de distribuidor tanto a consultas externas como a otros muchos servicios es espacioso y muy transitado. A la izquierda según se entra hay unos ascensores eficientes y de gran capacidad para dar acceso  a las seis plantas de arriba y su multitud de dependencias. Pues bien, no hay escalera junto a los ascensores que hagan la misma función. En el enorme (adecuadamente dimensionado, más bien) vestíbulo del cuerpo principal de un enorme hospital no hay una humilde escalera que podamos usar para subir cómodamente dos, tres pisos, hasta uno de los servicios del edificio. Tenemos necesariamente que hacer cola y subir en atestados ascensores pegados claustrofóbicamente a otros ciudadanos. Muchos no estamos tullidos, ni siquiera enfermos, otros van a sus revisiones y sus gestiones. Los hay que van a visitar pacientes o profesionales o ¡qué sé yo! Imagínense ustedes el motivo. Cuando la cola de gente esperando los ascensores es notable (más de cincuenta personas) una persona de bata blanca dirige a los que esperan a otros ascensores que están al fondo del vestíbulo, al final de un pasillo que pone Oncología, a la izquierda. En fin, nada obvio. Cuando le pregunté a la persona que me envió al remoto ascensor si es que no había una escalera (una humilde escalera) la mujer me miró como a un bicho rarito, un ciudadano quisquilloso (ya me entienden) y me indicó que sí, que había una escalera cercana a ese ascensor.
Me molestó pensar que alguien que diseña un edificio público de seis plantas no coloque una espaciosa y visible escalera en el lugar más prominente, o al menos, igual de visible que los ascensores. Por norma. Creo que ya ven por dónde voy. Ya escribí algo de esto en un artículo anterior: si puedes poseer algo complicado, caro, que necesite energía eléctrica o de combustión para funcionar y que se estropee ¿para qué  habrías de adquirir algo sencillo, humilde y sin averías que haga la misma función? Esa parece ser la máxima de la gente de este país que llegó al desarrollo más tarde que los de nuestro entorno y que se ha visto mixtificado por un sentido hortera de la modernidad y el progreso. Pongamos que los usuarios de los ascensores sean 8.000 personas al día y que la mitad de ellos (4.000) prefiriéramos usar la escalera. Ello supondría la reducción de 4.000 usuarios diarios en los ascensores. ¿Cuál sería el ahorro anual en electricidad y mantenimiento de la maquinaria?, ¿el sueldo quizás de tres enfermeros, de diez? Además de colaborar a hacernos un poquito más felices a muchos ciudadanos, como yo, quisquillosos.

La simplicidad, lo gratuito o de poco coste, la genialidad, elegancia y pureza del diseño del objeto perfecto parece tener poco predicamento en este pueblo ruidoso, barroco y de “parvenus”. Les pondré un ejemplo: el día de Reyes, nuestras aceras y parques están llenas de niños con flamantes motos y cochecitos eléctricos, atractivos de color y formas que se mueven por la acera con un irritante sonido eléctrico mientras el padre corre al lado para evitar el descarrilamiento del vehículo con niño dentro. A la semana siguiente vemos muy pocos y al mes siguiente ninguno, hasta el siguiente año en que los condescendientes abuelos hacen que el pobre Papá Noel, o Melchor o quienquiera que venga del más allá  venga cargado con el enorme y nada barato artefacto. Ahora piensen ustedes en el juguete perfecto: un balón, un humilde balón; redondo, sencillo, sin enchufes, motores, ruidos ni averías. Simple, rotundo, perfecto. Quizás esté algo arrinconado por el niño el día de Reyes, pero tres meses, seis meses, dos años después seguirá jugando con él, y con sus amigos.

En los años cincuenta Valencia, Barcelona, Madrid… nuestras ciudades, en definitiva tenían tranvías. En vez de autobuses tenían tranvías como el que en Barcelona atropelló al genial Gaudí, que circulaba a 10 km por hora, acabando con su vida y complicando terriblemente la finalización de la Sagrada Familia. Las vías estaban hechas y los vehículos limpios y eficientes iban de un lado a otro llevando viajeros. Sólo había que modernizarlos. Pues bien, nuestras autoridades del momento (de las que Dios nos guarde en el futuro) con la aquiescencia (obligada, todo sea dicho) de sus aborregados ciudadanos decidieron que no eran lo suficientemente modernos, que entorpecían el tráfico rodado, de coches privados principalmente, y se dedicó a quitar vías, desmontar líneas eléctricas y desguazar vehículos para poner autobuses diesel contaminantes y ruidosos. Era mucho más moderno. Hasta que los modernos gestores del despilfarro decidieran inaugurar nuevas y caras líneas en los lugares más absurdos y menos transitados (casos Parla, Jaén y otros muchos).

Los pocos de mi generación que viajábamos al extranjero veíamos como en ciudades del centro y norte de Europa, modernas, eficaces, ricas y con un nivel de vida muy superior al nuestro, como era el caso de Munich, Amsterdam o Copenhague, además de conservar con celo sus cascos antiguos, seguían no solo usando el tranvía, ese artefacto obsoleto para nuestros gobernantes, sino incluso yendo en bicicleta, el colmo de la antigualla. Y de la genialidad del diseño.

Acuérdense de lo que les digo: quedará obsoleto (en algún momento) el coche, la moto y quizás el tren, pero pervivirá la bicicleta como muestra del diseño simple, seguro, barato y eficaz. Perfecto. Como el balón.

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015 

martes, 6 de octubre de 2015

PORTLAND

PORTLAND
La última matanza ha ocurrido en Oregon. Prefiero decir que ha sido en Portland (la ciudad más importante del estado y en la que tengo vínculos familiares y de amistad) aunque lo cierto es que no. Ocurrió en Rosenburg, unos 300 kms al sur pero cuando nos referimos a los EEUU sabemos que las distancias y los tamaños  tienen otra dimensión y nos convertimos, casi deliberadamente, en vagos e imprecisos quizás como revancha a la proverbial ignorancia norteamericana respecto al resto del mundo.  Nos lamentamos de que piensen en nosotros con sombrero mejicano o que no sepan emplazar España en el mapa (mucho menos Catalonia) pero nosotros expresamos a menudo una ignorancia similar cuando nos referimos a los EEUU. ¿Cuál creen que es el porcentaje de españoles que saben que entre Washington (estado) y Washington (capital federal) hay unos 5.000 kms. de distancia y que el estado de Nueva York hace frontera con Canadá y la capital no es Nueva York sino la humilde ciudad de Albany? ¿Cuántos sabrían emplazar correctamente diez o doce estados del país americano incluyendo a Texas (mayor que España), California con una economía similar a la de Francia o Nevada con sus Elvis de pacotilla? ¿Qué creen que diría la mayoría de los españoles si se les pregunta por el clima de Minnesota o Illinois? ¿Sabrían muchos bachilleres de aquí que la población de este último estado es de unos 13 millones (cuatro más que Andalucía, la región más poblada de España), la capital es Springfield –pero no la de los Simpsons- y en su ciudad más importante  vivieron Elliot Ness y Al Capone?


Pues bien, comoquiera que el Pisuerga pasa por Valladolid y hay un Springfield en Oregon, que tampoco representa la ciudad de los muñecos amarillos, diremos que las referencias callejeras de la serie los Simpsons se refieren  a la ciudad de Portland de la que el autor principal de la serie, Matt Groening es originario, de modo que si andan o conducen por North Portland pueden encontrarse con la calle Lovejoy, Kearney, Evergreen, o mi favorita: Ned Flanders -en realidad es NE (North East) Flanders, pero alguien añadió una E-. En serio, hay gente que vive en una calle con ese nombre, sin pudor alguno. No me digan que no es enternecedor: “¿Usted dónde vive?” “¿Yo?, en la calle Ned Flanders”. “¡Venga ya!, ¿me está tomando el pelo?” “No, soy de Portland”.



Los habitantes de la ciudad asumen ser raritos, poco convencionales, pero lo más curioso es que presumen de ello haciendo suyo el eslogan  keep Portland weird (mantén Portland rarito) –ya me entienden-. ¿Y qué entienden los naturales por raro? Pues imagino que cada cual lo interpretará a su manera pero les daré alguna pista.


El estado de Oregon fue el primero en legalizar el suicidio médicamente asistido con su ley Oregon Death with Dignity Act de 1994, el segundo estado en aprobar el matrimonio gay, y en 2014, el uso de la marihuana con fines recreativos, lo que nos da pistas orientativas de la ideología local. Vota mayoritariamente demócrata y tiene una mayoría étnica blanca de origen anglo-irlandés con un componente alemán de un 22.5%, escandinavo 8.4% y otros europeos 8%. Los nativos americanos, afros, hispanos y asiáticos completan el panorama. Existen unas 58 fábricas de elaboración de cerveza (breweries) con lo que también se la conoce como la capital de la cerveza (Beer Town) y es la segunda ciudad después de San Francisco en personal LGBT, acrónimo de lesbian, gay, bisexual, transgender. También se la considera entre las diez ciudades más “verdes” del mundo. A pesar de toda la munición progresista mostrada, no se confíen. El número de armas en posesión de la población es enorme y la facilidad para conseguirlas también, lo que hace que, paradójicamente, una de las sociedades más seguras sea al mismo tiempo la mejor armada.

Pero ¿cómo no va a ser raro un lugar cuyo nombre lo hubiera determinado la cara o cruz de una moneda? Pues eso es lo que ocurrió en 1845. Dos tipos, uno de Boston y otro de Portland (Maine), dueños del terreno que ocupaba la ciudad en desarrollo, querían bautizar el nuevo lugar con  el nombre de sus respectivas ciudades de origen  y decidieron echarlo a suertes, al mejor de tres tiradas. Ganó Francis W. Pettygrove, de Portland (Maine) por dos a uno y con ese nombre quedó.

La asistencia media a los partidos de fútbol (soccer) del Portland Thorns es de 13.320 espectadores en Providence Park, llegando a alcanzar los 19.123 en un partido contra Houston el año pasado. La cifra en sí no parece fuera de lo común si no tenemos en cuenta que se trata de fútbol femenino. Sí, me han leído bien. El fútbol femenino convoca a ese número de espectadores en Portland, no muchos menos de los que reúne el Portland Timbers Soccer (masculino) con 20.806 espectadores o los 19.829 que convoca el Portland Trail Blazers (NBA) en Moda Center. El hockey sobre hielo es también un espectáculo concurrido y el fútbol americano –Portland Thunder- solo convoca a unos 8.600, 5.000 menos que el fútbol femenino.

La sentencia de la Corte Suprema de Oregon v Henry, 732 P2d9(Or 1987) sentó jurisprudencia y determinó que el desnudo integral y la danza del vientre (o lo que sea el lap dance), en clubes de striptease están protegidos por la ley de… “libertad de expresión” (Free Speech). No parece que el juez fuera un asiduo a los locales (o quizás sí) donde se ejercía la “libertad de expresión” o se habría dado cuenta de que no es precisamente la conversación el asunto que estaba en tela de juicio. Lo cierto es que dio lugar al mayor número de salas de espectáculo y masaje erótico de toda la nación americana por lo que también se la conoce como “Pornland”.

Mi evento deportivo popular favorito del lugar es ¿cómo no? la edición anual del World Naked Bike Ride, la vuelta en bici en donde ir vestido es opcional -“bare as you dare” es el lema-  que tiene lugar en varias ciudades del mundo y que adquiere en Portland proporciones y casuística interesantes.



Empezó en 1977 con unos siete participantes, lo que en términos humorísticos llamaron algunos  locales “critical ass” –culo o ano crítico- por su cercanía fonética con “critical mass” que en términos ciclistas ya saben que significa el número significativo de ciclistas que hace que el grupo sea “visto” y respetado por los automovilistas.

 En un principio, los participantes usaban bicis que adquirían en las tiendas un día para devolverlas al día siguiente. La duración de la marcha era el tiempo transcurrido desde la medianoche hasta que eran detenidos. En una edición posterior la policía se negó a detener a los participantes por ir desnudos. En la edición de 2010 hubo una participación estimada de 13.000 personas perfectamente escoltadas y dirigidas por la policía.

¿A que ahora empiezan a entender lo de “keep Portland weird”?
Pues hay más, pero eso que lo cuenten ellos (los de Portland), que yo nunca he estado allí.

Román Rubio
@roman_rubio
Octubre 2015