martes, 25 de febrero de 2020

PORNOVENGANZA


PORNOVENGANZA




No hace mucho que se ha dado el caso en Francia. El candidato “macronista” a la alcaldía de París ha renunciado a la candidatura. ¿La razón? Un video de los atributos masculinos del candidato en plena acción, enviado a una mujer y con el que trataba de impresionarla, seducirla, agasajarla o a saber qué. La mujer, Alexandra de Taddeo, es la nueva pareja del “artista” ruso Piotr Palensky, autor de radicales “performances” anti-Putin, anti-patrióticas y anti lo que sea, en la más depurada tradición del nihilismo ruso de finales del XIX. Para Piotr, acostumbrado a autolesionarse desnudo en público y otras lindezas, las imágenes del político en tan comprometida situación fue una bendición para su autopromoción y no dudó en difundirlas, asfixiando la carrera del candidato al tiempo que pontificaba sobre la pureza del mundo mundial.

El caso nos ha recordado a otros más domésticos como el del entrenador del Málaga, dimitido o cesado por el club tras ser víctima de extorsión por un vídeo similar y el tan celebrado de Olvido Hormigo, concejala socialista de un pueblo de Toledo, que envió al portero del equipo de fútbol local un vídeo de su cuerpo en pleno frenesí orgásmico  con el mensaje de: “lo que te estás perdiendo”. Vean la diferencia: en París se ve  involucrado un artista conceptual-nihilista ruso y aquí el portero del equipo de regional preferente del pueblo. Es como en París, pero con boina.

El asunto trae consigo siempre un debate sobre el conflicto entre el derecho a la imagen y la libertad de expresión. Unas consideraciones:

1ª.- El mostrar públicamente o difundir esa clase de vídeos es una enorme villanía merecedora de desprecio y reprobación. Es cobarde y malvado y propio de personas mezquinas y miserables.
2ª.- El hecho de hacer la fechoría no tiene por qué ser delito; al menos en el caso de que la imagen haya sido proporcionada por el propio "actor". Una cosa es que alguien hackee el teléfono y lo difunda (lo que es delito flagrante) y otra dar publicidad a las imágenes que voluntariamente ha facilitado el sujeto, lo que hace que la infracción sea más discutible.
3ª.- Para difundir ese tipo de imágenes uno ha de ser un majadero, muy poco prudente o ambas cosas. Una cosa es que a uno le guste meterse plátanos por un orificio corporal distinto de la boca, lo que, aunque algo rarillo, es un acuerdo tácito o explícito entre la persona y el plátano (dos adultos), y otra cosa es grabarlo, lo que ya indica un cierto grado de perversión. Lo de difundirlo ya, pasa al terreno de la estupidez, teniendo en cuenta que desde el momento que se sube a internet termina uno perdiendo el control y la propiedad de la imagen.
4ª.- Para que estas situaciones se produzcan se debe dar la concurrencia, de, al menos, dos ejemplares: un jactancioso y descuidado patán y un bellaco desleal y sin principios, lo que convierte el asunto en un festín trágico.

Ha habido casos sonados en que la difusión de las imágenes o el relato (en su caso) se han hecho sin la connivencia del autor. En España se difundió un jugoso vídeo en que el entonces director del periódico El Mundo disfrutaba de un momento de asueto extramarital con la famosa Exuperancia y en EEUU, Monica Lewinski, en una acción unilateral sin precedentes, anunció a bombo y platillo que había succionado las partes bajas del presidente Clinton en el mismísimo Despacho Oval. Así, sin venir a cuento. ¿Y cómo podía demostrarlo la solícita becaria si no había habido documento gráfico, dirán ustedes? Pues porque la calculadora muchacha conservaba el vestido con los vestigios del ADN presidencial y lo guardaba como oro en paño cuidándose muy mucho de llevarlo a la tintorería.
El caso más insólito de extorsión sexual lo vivió, sin embargo el tenista Boris Becker. Este fue requerido en los tribunales en una demanda de paternidad por la modelo rusa Ermakova, que afirmaba que el tenista alemán era el padre (y pedía una cierta cantidad de millones en concepto de manutención) de su hija Anna. El tenista, extrañado, confesó que no había mantenido relaciones sexuales con la rusa, pero la prueba de ADN confirmó la paternidad. ¿Qué había pasado, pues? Según testimonio de la mujer, esta le había practicado sexo oral al alemán y se había guardado el resultado en un tarro, sustancia que se hizo inocular obteniendo así el embarazo deseado.

Ahí lo tienen: otro ejemplo de que la realidad puede ser más enrevesada que la ficción.

Román Rubio
Febrero 2020





martes, 11 de febrero de 2020

¡ESTOS GRINGOS!...

¡ESTOS GRINGOS!...

Se ha celebrado la ceremonia de los Óscar y ahora viene la resaca. La participación española ha vuelto de vacío. Ni la película de animación Klaus ni la de Almodóvar ganaron estatuilla y la publicitada aparición de la cantante  Gisela duró… siete segundos en solitario y otros pocos haciendo coro. Ya ven: viaje a Los Ángeles, minuciosos ensayos, vestido de trinqui Premium de Primark y tediosas sesiones de maquillaje y peluquería para siete segundos de gloria, pero ya saben que los designios del entertainment se escriben con caprichosas grafías.

Y, mira por dónde, saltó el sainete. La canción de Frozen, “Into the unknown”, fue interpretada en inglés por Idina Menzel y nueve cantantes más que intervenían en su propia lengua (danés, noruego, alemán, ruso, tailandés, japonés y… español). O mejor dicho: español y castellano, ya que, para los organizadores,  la catalana Gisela interpretó su parte en castellano (Castilian) y la mexicana Carmen Sarahí en español (Spanish).


Hay que ver, estos gringos. Primero encuadran a Antonio Banderas como actor “de color” cuando todo el mundo sabe que es de Málaga y después rotulan la versión de la cantante española como Castilian y la de la mexicana como Spanish, cuando todo el mundo sabe que se trata de la misma lengua.

¿Y a qué viene el despropósito?, dirán ustedes. Pues tiene su explicación. Y lógica, además.  Disney tiene como norma hacer dos versiones de doblaje: una para España y otra para Latinoamérica, con distintos acentos y actores de doblaje. Y esa era la razón por la que había dos intérpretes en español en la gala de los Oscar: representando las dos versiones. Así de simple. De modo que, al rotulista de la gala se le planteó el problema de tener que diferenciar las dos interpretaciones y eligió un camino, a mi parecer, de lógica intachable. ¿No son español y castellano la misma cosa? Pues llamo español (término más global) a la versión para EEUU y América Latina y castellano a la versión para la península ibérica. Normal, ¿no?

Entonces, ¿a qué tanto revuelo? Imaginen si no, qué otra opción podía haber tomado el responsable de los rótulos. O mejor: por qué término se habría inclinado usted de haber estado en su lugar. Apuesto a que cualquier otra decisión que hubiera tomado habría sido —al menos— tan controvertida, comentada y criticada como la del (no tan) ignorante gringo.

Y es que, en asuntos de España y de los españoles, todo resulta ser un poquito más complicado que lo que en realidad es. Lo dicho: tormentas en vasos de agua.

Román Rubio
Febrero 2020

viernes, 7 de febrero de 2020

MINISTROS Y MINISTRAS

MINISTROS Y MINISTRAS

—¿Te acuerdas de cuando Azaña era Ministro de la Guerra, Nemesio?
—Pero, ¿cómo me voy a acordar, si eso fue en la República y yo nací en el 42, Abelardo; cómo me voy a acordar?
—Pues mira, ahora es una mujer. Aquí lo pone —dijo Abelardo, doblando el periódico—: Margarita Robles, Ministra de Defensa.
—¿De Defensa? ¿Pero no era de la Guerra?
—Eso era antes, hombre. Cuando los países atacaban. Ahora solo se defienden.
—De modo que ahora, en la guerra, todos se defienden y ninguno ataca…
—Pues claro.
—Y Fernando de los Ríos ya no estará en Instrucción Pública, digo yo…
—Pero ¿en qué mundo vives, Nemesio? ¿Qué es eso de Instrucción Pública y Bellas Artes? Ahora hay al menos cuatro ministerios que hacen lo que hacía aquel. Mira: hay un Ministerio de Ciencia e Innovación dirigido por Pedro Duque, que fue astronauta, otro de Educación y Formación Profesional, encabezado por Isabel Celáa y otro de Cultura y Deporte.
—Pero, ¿no has dicho que eran cuatro?
—Ah, sí. Está también el de Universidades, que se me olvidaba, dirigido por Manuel Castells, de Hellín, que es un sociólogo muy reputado.
—¿Y todo eso para uno de los de antes? Hay que ver. ¿Y en Fomento?
—Está Ábalos. Un profesional. Pero ya no se llama así. Ahora es Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
—¿Agenda, qué? ¿Qué quiere decir eso, que se va a ocupar solo de las ciudades? Y de los pueblos, ¿qué?
—Para eso está Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
—Ah, bueno. Mientras haya uno que se ocupe de Economía…
—¿Cómo uno? Lo menos cuatro. Mira, por un lado está María Jesús Montero en Hacienda, otro en Agricultura, Pesca y Alimentación, otra para Industria, Comercio y Turismo y a Nadia Calviño para Asuntos Económicos y Transformación Digital.
—¿Y con tantos como son no se pisarán los unos a otros por los pasillos a la hora de controlar el precio de la merluza congelada?, digo yo.
—No hombre, no. Para eso está el ministro de Consumo, que es un muchacho de izquierdas muy responsable: para que no se atropellen los unos a los otros en esos menesteres.
—¿Y se llama así de sencillo el ministerio? ¿Consumo?
—Sí, a pesar de que un asesor se emperró en cambiar el nombre por el de Consumo y Lucha contra la Obsolescencia Programada y el Abuso de los Intermediarios.
—Joder, no me extraña que no lo pusieran. Así, simple, como Exteriores.
—Nada de eso, Nemesio. El de Exteriores es ahora Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
—No me jodas, ¿pero es que ahora nadie puede pensar en nada sencillo?
—Sí. Sanidad se llama Sanidad y no Ministerio de la Cura y Prevención de las Enfermedades y Mejora de la Calidad de Vida.
—¿Y Gobernación?
—Ahora se llama Interior.
—Pues tengo una idea. Hay que cambiarlo por Ministerio de Mossos, Erzaintzas y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, que queda más moderno, ¿no?
—Déjalos venir. No des ideas, Nemesio, no des ideas.

 Román Rubio
Febrero 2020