viernes, 27 de febrero de 2015

ZAPATERO Y CASTRO

ZAPATERO Y CASTRO


¡Atención! Zapatero ha viajado a Cuba y ha sido recibido por Castro. A los ojos del Jefe de la Diplomacia Española, señor García Margallo, y a tenor de sus comentarios, éste ha sido otro ejemplo de deslealtad a España, del ya por sí desleal Zapatero. ¿Pues no nos lanzó el muy traidor a un país de bodas de personas del mismo sexo y desenterramientos de ejecutados en la guerra civil? ¡El muy ladino! ¿Qué maquiavélico propósito podría llevar el pérfido Presidente acompañado de la versión adiposa del mismo –como llamó Jiménez Losantos a Moratinos en alguna ocasión-. Debía de ser algún oscuro tema de alta traición, algo con lo que minar los sólidos fundamentos de la nación española, que , como todo el mundo sabe, son los toros, las procesiones, las señoras con mantilla –abrigo de piel en invierno-, el corpus y la misa mayor.

El Ministro de Exteriores ha salido al paso acusando al ex Presidente en los términos: “…no es sólo un ejemplo de deslealtad, sino de inoportunidad”. No saquemos las cosas del tiesto, señor Ministro: ¿deslealtad a qué o a quién? No puede ser desleal al gobierno puesto que no va en calidad de representante del mismo. De hecho, si hubiese ido en esa misión, podría no haber sido recibido, como le ocurrió a usted mismo, en su viaje allí. Fue, por tanto, en su papel de expresidente sin funciones ejecutivas, cosa que Castro, que no creo que tenga un pelo de tonto, sabía muy bien. O es posible que fuera recibido como –agárrense fuerte, no es broma- Presidente de honor del Comité Contra la Pena de Muerte de la ONU, como señaló Moratinos. ¡Toma ya!.

En cuanto a la acusación de inoportunidad… nunca parece ser el momento oportuno para hacer determinadas cosas. Jamás he oído decir a un político que se trata del momento oportuno de hacer algo cuándo son los demás quienes lo hacen. "En época de crisis no es momento de afrontar las pretensiones secesionistas catalanas, en época de tímida recuperación tampoco y en época de salida de la crisis y de movimientos secesionistas no es el momento de hacer frente a la revisión de la financiación autonómica que tanto perjudica a los valencianos". Aún estoy esperando oír a un político decir “ha elegido usted un buen momento”, (sin retintín, claro).

Lo cierto es que Zapatero no cometió ninguna villanía entrevistándose con Castro, y en vez de la crítica implacable, el Ministro podía haber aprovechado la entrevista del ex presidente para sumar en las relaciones con el país hermano con el que Zapatero, por razones obvias, tiene una mejor posición de interlocución. Del mismo modo, Zapatero debió haberse aprovechado de la posición interlocutora de Aznar en la agria polémica con los EEUU y éste de González para aliviar sus roces, cuando no claros enfrentamientos con países como Cuba o Marruecos. Aprovéchense unos de otros para el bien común y déjense de milongas y enfrentamientos.

Román Rubio

Febrero 2015 

jueves, 26 de febrero de 2015

PATÉTICO

PATÉTICO


Con mi amigo Benito Ledesma, profesor y filósofo, a quién ya he nombrado en algún escrito anterior, he comentado en ocasiones la profusión en el uso del dichoso adjetivo que hoy es objeto de mi comentario.


La palabra patético no figuraba en el léxico del personal en mis tiempos juveniles de estudiante de Bachillerato. Bueno, existía, pero raramente se usaba, como raramente se  usa ahora peripatético o epistemológico en la cola de la caja del súper. De hecho, yo la conocía por ser el nombre que se le daba a la Sonata para piano número 8 de Beethoven “La Patética”. También se llama así la 6ª Sinfonía de Tchaikovsky. El vocablo, rotundo, culto y culterano, algo pretencioso pero bello me sugería solemnidad, pompa y tristeza, y mi sentido común me aconsejaba no tenerla en la boca cada dos por tres a riesgo de ser tildado de presuntuoso, vanidoso y cursi, sobre todo en la barra del bar de mi barrio, y yo tengo por norma intentar no usar lenguaje que no pueda  usar en el bar del  barrio sin correr el riesgo de hacer el ridículo o de ser abucheado.
No andaba, pues, desencaminado. Según el diccionario de la RAE, patético es “ que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”

Algunos años después, viviendo en un país anglosajón, aprendí que el adjetivo “pathetic”, allí, era de uso común. Continuamente oía expresiones como “This is pathetic” o “What a pathetic woman Martha is” con esa rotunda intensidad con que se carga el adjetivo y se le llena de conmiseración, desprecio y lástima. Tengo que decir que estaba encantado de la adquisición. Podía decir “pathetic” todas las veces que quisiera, cargando la palabra con acentuada  intensidad sin parecer pretencioso ni cursi. ¡Bravo!

Claro que, en inglés, según el Oxford Dictionary of the English Language, “pathetic” tiene dos acepciones, muy próximas entre sí: “Arousing pity, specially through vulnerability or sadness” -que produce  lástima, especialmente por vulnerabilidad o tristeza- y “Miserably inadequate” –tristemente inadecuado. El Merriam-Webster, la otra biblia de la lengua inglesa –del otro lado del Atlántico- también da los mismos significados, referidos a la conmiseración, la lástima, lo absurdamente inadecuado y el desprecio.

Por supuesto, el contagio de la palabra en el español, en su sentido inglés, era cuestión de tiempo. Pronto fue aceptada por la masa que, ¡cómo no!, la adoró desde el primer momento. Era sonora, esdrújula y con raíz griega “pathos”, que es uno de los tres modos de persuasión en la retórica (junto con el “ethos” y el “logos”), según la filosofía de Aristóteles. ¡Todo un hallazgo!

De pronto, personajes semianalfabetos del escenario cañí, calificaban de patético/a a cualquier persona, animal o cosa que se cruzara en su camino y al que querían zaherir o menospreciar. Sonaba culta. Y la belleza de la palabra se esfumó, convirtiéndose en cursi, inexacta y poco imaginativa. Y se devaluó. Y las personas sensatas y que quieren llenar sus palabras de significado y contenido arrinconaron el vocablo conminándolo al terreno de Beethoven, Chaikovsky y la RAE; es decir, al uso tradicional.

Hace unos días, el Presidente del gobierno la sacó a relucir. De manera vulgar, con el ánimo de ofender, de menospreciar, como los párvulos intelectuales de los programas de la tele. Por si hubiera alguna duda de la intención, la acompañó de la expresión: “no vuelva usted por aquí”, o algo por el estilo. Me recuerda al cacique español diciéndole al portero del casino de provincias: “Fermín, asegúrese de que este señor no vuelva más a pisar este casino”. Pues eso. Está por ver quién es el que no vuelve.

Román Rubio
#roman_rubio

Febrero 2015 

miércoles, 25 de febrero de 2015

“COBARDES”. AL PAN, PAN












Bill Maher  es una celebridad en los Estados Unidos. Comediante  y conductor de programas televisivos, controvertido y audaz, liberal en el sentido americano,  aparece en los rankings  entre los treinta mejores comediantes de todos los tiempos. En la actualidad hace el programa Real Time with Maher en HBO. Hacia 2002 hacía con gran éxito un programa de entrevistas a invitados en ABC con el nombre de Politically Incorrect  hasta que grandes empresas que patrocinaban el programa, como FedEx o Sears Roebuck, retiraran el patrocinio y obligaran a la cadena a suspender la popular emisión y despedir al director y conductor.

Bill Maher siempre ha mostrado opiniones polémicas y atrevidas para la opinión americana. Ha hecho notorio, en múltiples ocasiones su ateísmo así como su apoyo al aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual. Ha tenido, como es natural, oponentes tenaces e implacables, como John Gibson de la Fox y muchos otros, en un país en dónde la clientela conservadora es muy numerosa.

Hasta aquí, todo previsible. Un liberal con sus enemigos naturales. Hasta que criticó una afirmación de George W Bush referente al 11S en que tildaba a los autores materiales del atentado de “cobardes”. “¿Cobardes?” –dijo Maher en su programa-. “Se puede llamar cobarde a quien lanza un misil a 2000 kilómetros de distancia, pero a quien secuestra un avión, se pone al mando del mismo y lo estrella contra un rascacielos se le puede llamar de todo menos cobarde”. Esto, dicho el 17 de septiembre de 2011, en un programa de cobertura nacional, en un clima casi bélico, levantó olas de indignación por todo el país, amenazas personales y como he dicho antes, la suspensión del programa por la retirada de los anunciantes que financiaban la emisión.

El atentado al World Trade Centre fue tremendo. Unas tres mil personas murieron en el ataque perpetrado por un puñado de terroristas estrellando dos aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York, además de otro contra el Pentágono y un cuarto que se estrelló en algún lugar de Pensilvania sin haber alcanzado su objetivo. El clima en el país, que nunca había vivido nada igual, era de enorme indignación, casi de histeria colectiva: hasta su “valiente” presidente anduvo escondido las primeras horas hasta que se despejó el peligro. Después, cuando el peligro había pasado, salió de su seguro escondite, cualquiera que este fuese, para llamar a los autores “cobardes”.

No, señor presidente. Al pan, pan. Los autores no son cobardes. Les puede usted llamar despiadados asesinos, fanáticos terroristas, locos rencorosos y malnacidos, audaces…y valientes. Al servicio del mal, pero valientes. Y es que alguien que se arriesga a secuestrar un avión, enfrentándose a tripulación y pasaje y conducirlo hacia su propia muerte, aceptada de antemano, no es un cobarde sino lo contrario, según el diccionario y el sentido común.

El valiente muestra valor y como he repetido muchas veces en esta vida, no se le reconoce por no tener miedo. Quien no tiene miedo es un irresponsable. Al valiente se le reconoce porque, a pesar de tener miedo, hace lo que tiene que hacer, que en el caso de los terroristas era atacar al corazón del mundo financiero, militar y político occidental. Y dar la vida en el empeño.

Lo hicieron por Alá, lo cual es muy aventurado, porque te arriesgas a que una vez muerto, cuando no hay posibilidad de vuelta atrás, te encuentres con que no hay paraíso, sino este de aquí, que tú acabas de convertir en un infierno. En el nombre de Dios. Aunque, si de pactos con el más allá se trata, estamos empatados. También George W Bush solía contactar con el Todopoderoso –“siento que Dios quiere que me presente como candidato a la presidencia”- afirmó. Al parecer, la consulta con los superpoderes incluía el mensaje de invadir Irak, que como se ha demostrado, ha generado cientos de miles de muertos y un enorme sufrimiento. No parece muy prudente, pues, consultar tanto con el Altísimo.

Volviendo a Maher. En el programa Larry King Live (en algún momento de 2005)  en el que Maher intervenía y hacía gala de sus creencias, o más bien de la ausencia de las mismas, se recibió una llamada para él de una mujer  en el turno de llamadas de espectadores.

LLAMANTE: Hola. Bueno, mi pregunta es: el Señor me habló aproximadamente hace tres años, y si el Señor hablase contigo (Maher), me preguntaba si te volverías un creyente.
MAHER: No, me ingresaría en el Bellevue, que es lo que debería hacer usted.

El Bellevue es el más antiguo y conocido hospital de Nueva York, sito en la primera avenida y con una muy prestigiada unidad psiquiátrica.










The original Bellevue Psychiatric Hospital building 


Román Rubio
Febrero 2015 


lunes, 23 de febrero de 2015

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA vs RUIDO

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA vs RUIDO
















¿Por qué digo contaminación acústica cuando quiero decir ruido? Se me ocurren dos o tres razones y todas ellas me llevan a la cursilería y el esnobismo de los hablantes. Veamos: en primer lugar, ruido, el humilde ruido es una palabra llana y por tanto común; las palabras llanas son las más corrientes de la lengua española y en consecuencia las más naturales fonéticamente y más fáciles en el discurso; y común, en la idiosincrasia del esnob, es sinónimo de vulgar.

Contaminación, sin embargo, es aguda y terminada en on, lo que le confiere rotundidad y valor. En cuanto a la palabra acústica tiene raíz latina culta y es esdrújula; y estas son las menos comunes en la lengua española. Por el hecho de serlo es también polisílaba y ya se sabe que las palabras con muchas sílabas y esdrújulas, por la mayor dificultad de su aprendizaje y uso pertenecen a la gente con estudios, en tanto que las pobres llanas de  pocas sílabas eran/son de uso del pueblo llano, hasta hace poco, semianalfabeto. Semánticamente la expresión contaminación acústica tiene connotaciones conservacionistas y ecológicas, lo que le añade categoría. Y, en fin, ¿quién querría decir las cosas de manera simple, corta y clara si se pueden decir de manera más larga, confusa y sofisticada? ¿Para qué  fui a Salamanca sino para hacerlo notar?.

Hay otros asuntos lingüísticos –léxicos, más bien- que me gustaría comentar. Uno de ellos es el uso indebido de palabras que llevan a distorsionar o a desvirtuar el significado de algunas de ellas, por ejemplo: fascista y/o nazi.


¿Que el vecino de la puerta cuatro pone letreros en el ascensor indicando que ha encontrado colillas en el portal de la finca? Es un fascista. ¿Qué el Director del Instituto retira el papel higiénico de los retretes del centro, facilitándolo en conserjería, tras comprobar que indefectiblemente los rollos acababan en el sumidero cada día, todos los días, a la ,digamos, media hora de haber sido emplazados en su sitio natural? ¡Un nazi, el tío! ¿Que un padre fuerza a su hijito de 39 años, todavía viviendo en el hogar familiar, a volver a casa antes de medianoche? ¡Fascistón! Fascista llamó Celia Villalobos a Bono por un "quítame esas pajas". A Esperanza Aguirre, Podemos y su convocatoria de manifestación le recuerda a la Marcha sobre Roma de Mussolini, Wert llama fascistas a los alumnos que no le dejan hablar con sus abucheos, y todos los demás llaman fascistas o nazis a los alcaldes de Vitoria –señor Maroto- y Valladolid –León de la Riva-  al primero por unas declaraciones respecto a los inmigrantes, al segundo cada vez que abre la boquita.

A ver: para llamar a alguien fascista debe ser, en primer lugar, fascista. Para ello debería pertenecer al Partido Fascista, Nacionalsocialista o Falangista en sus actuales formas y presentaciones. En caso de no serlo, deberían al menos participar de su ideología, que resumiría en: culto a la patria, disposición revolucionaria, oposición a la forma democrática convencional, oposición visceral al comunismo, culto a la autoridad (caudillaje), disciplina y ejercicio de la violencia redentora. ¡Ahí tenemos a un fascista! Con un poquito de adoración a la raza y a la creencia de su superioridad hegemónica extra, tenemos al típico nazi, y si le añadimos el catolicismo beato y beligerante, al falangista.

Todo lo demás es otra cosa. Autoritario, imprudente, torpe, malintencionado o delincuente, pero no fascista. Si Floriano se refiere una y otra vez a un partido rival como “Siudatans”, se le podrá tachar de ignorante, disléxico o descuidado en su lenguaje, pero desde luego, no de nazi y el hecho de que Bono (el manchego, no el de Dublín) manifieste su afecto por los implantes capilares y por su Ejpaña, tampoco. El hachazo de Rita Barberá a la lengua autóctona de su ciudad tampoco la cualifica como fascista, a pesar de que su padre, como el de Bono y tantos otros de la época sí que fueran Falangistas. Y por mucho que se empeñe Alejandro Sanz, los portales de descargas gratuitas en Internet no son fascistas. Quizás sean injustos y puede que no favorezcan la creación de material artístico, o sí, pero desde luego, tienen poco que ver con el fascismo.

Román Rubio
@roman_rubio

Febrero 2015



viernes, 20 de febrero de 2015

MARKETING Y CROWDFUNDING

MARKETING Y CROWDFUNDING



No es de los personajes de lo que quiero hablar, sino de los carteles. Pablo Iglesias está en algún lugar de Queens (Nueva York) dirigiéndose a jóvenes españoles emigrantes en los EEUU, lanzando un mensaje de: “os queremos de vuelta en España”, o algo así, y de paso, “dadme el voto en sucesivas citas electorales”, petición inherente al ejercicio de la política en uno y otro bando; también en el de en medio.

Aznar… ¡ay Aznar!  En su línea, en algún lugar de Madrid, ¿para qué más lejos?, ante la cúpula al completo del PP nacional en su Convención 2015, recriminando de manera velada, o abierta -no lo recuerdo bien- la marcha del partido en tanto que se pregunta (les pregunta) adónde está el PP y si de verdad quiere ganar las elecciones.

Pero ¿han visto el cartel que tiene delante y que reza “JUNTOS POR UN GRAN PAÍS”?  No parece profesional. Es como si Floriano, o mejor aún Martínez Pujalte, hubiera sido el encargado de proporcionar el cartel para el gathering y, habiéndolo olvidado por completo hubiera tenido que ir de manera urgente al Colegio (Público) de al lado y pedir al mañoso de la clase de 6º de Primaria que le dibujara uno y de ese modo, eludir la regañina del jefe (de Aznar, no de Rajoy).

¿Cómo se ha llegado a esto? ¿No recuerdan los tiempos en que entraban los dineros a espuertas? Eran épocas en que doce de cada diez presidentes de empresas del IBEX –bueno, constructoras mayormente- llegaban a Génova con maletines que solícita y resignadamente recepcionaba (¡toma palabro!) Bárcenas para disponer del contenido de manera liberal, sin aprietos ni agobios, que ¡para eso estamos!

En aquel tiempo de vino y rosas, un rótulo como el de la imagen habría sido impensable y el responsable del mismo enviado a la mazmorra de Génova, allí, junto con Gallardón. El cartel de la convención en la que tomarían la palabra Ana Botella, Esperanza Aguirre, Aznar, Arenas, Cospedal y Rajoy y que abriría todos los telediarios del fin de semana no podía ser obra del delegado de 6º C, sino producto del más caro gurú de la publicidad y el marketing. ¡Que no se diga! Y si hay duda ¡llamad a los valencianos, que esos sí que saben hacer las cosas!

El letrero de Podemos es convencional. Si acaso, algo oscuro. Parece como si fuera una cosa a la que no se le ha dado demasiada importancia pero tampoco se ha descuidado. Es lo que tiene el crowdfunding: digno, pero sin destacar, que no desentone con el atuendo del orador (invariablemente una camisa, con o sin cazadora) y sobre todo que no haga pensar al que aporta que se derrocha el dinero.


He visto otros carteles interesantes pero no son de eslóganes políticos, con lo que no me sirven para este artículo… porque el siguiente cartel no muestra ningún eslogan político, ¿o sí?




No, la verdad es que el autor no creo que sea el gurú del marketing del que hablábamos anteriormente, ni siquiera alumno del Colegio (Concertado, bilingüe) vecino al recinto de Congresos

En cuanto al siguiente… bueno, no tengo comentarios. Debe estar por Oklahoma.


Otros son confusos.

                

 Y otros, contradictorios.


Román Rubio

Febrero 2015


miércoles, 18 de febrero de 2015

LA ACADEMIA DEL ESPÍRITU SANTO

LA ACADEMIA DEL ESPIRITU SANTO

“ Y al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo lugar, cuando de repente vino del cielo un estruendo como de viento que irrumpe impetuoso, el cual llenó toda la casa donde estaban. Y vieron sendas lenguas como de fuego que se posaron sobre cada uno de ellos; se sintieron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas según que el Espíritu les concedía expresarse”.

                                                                                                                           
En mi larga carrera como profesor de lengua extranjera (inglés)  me he enfrentado en innumerables ocasiones a la temida pregunta: “necesito aprender inglés ¡ya! ¡de aquí no pasa!, ¿qué debo hacer?”. Mi respuesta, macerada por el tiempo, a la inocente pregunta es: matricúlate en la Academia del Espíritu Santo. Es lo único que funciona. ¡Bueno, también está Vaughan!  E innumerables métodos, academias, profesores nativos, no nativos y mediopensionistas… está la web (excelente para el propósito) y todos esos cursos de audio y video de los que te has comprado los dos primeros fascículos... Pero, para ser realistas, si partes de un nivel muy bajo, necesitas un periodo de entre cinco y diez años, no para poder “hablar” inglés correctamente, sino para poder tener un nivel mínimamente aceptable que te permita manejarte y sobrevivir en contextos que no requieran gran responsabilidad, ¡siempre y cuando te lo trabajes a tope, claro!. Como en una ocasión le oí decir a Richard Vaughan: es más sencillo y requiere menos esfuerzo sacarse una licenciatura que aprender inglés de un modo que te permita trabajar o moverte con una cierta solvencia por el mundo. ¡Y eso que el hombre estaba vendiendo su producto!

Ni que decir tiene que mi respuesta no gusta. Nada. Por alguna razón que no llego a comprender bien, muchos piensan que se trata de una respuesta arrogante o maledicente, cuando en realidad, es sólo realista. De hecho, muchas personas no son conscientes de que están subestimando la dificultad del objetivo y creen que es un menosprecio a sus capacidades. En absoluto.

Aclaremos unos conceptos que formulara el profesor Stephen Krashen (Chicago,1941) y que aclaran aspectos referentes a las habilidades comunicativas en segundas lenguas. En primer lugar, diferenciemos entre los conceptos de “adquisición” y “aprendizaje” (acquisition and learning theory). La adquisición del lenguaje se produce de manera natural, intuitiva e inconsciente, sin darnos cuenta de que estamos aprendiendo. Es la manera en que aprende un niño. En la medida en la que el niño vive expuesto a la lengua de los adultos y, todavía mejor, en el ámbito de una familia afectuosa (afective filter hypothesis) aprenderá la lengua de manera sencilla y natural. Hasta aquí, todos de acuerdo. Hasta los más zotes parecen no tener dificultad para aprender la lengua materna.
Stephen Krashen

El adulto que vive en un país con una lengua diferente tendrá que reproducir las condiciones para que se produzca la adquisición, algo difícil de conseguir y siempre de manera limitada, con lo que tendrá que recurrir al “aprendizaje”. Éste es un proceso voluntario, consciente e intelectual que conlleva ejercicios, gramática, reglas y corrección de errores. Es, por tanto, mucho menos efectivo y, desde luego, menos natural y más sacrificado.
La pregunta es: ¿Se pueden reproducir contextos para que se produzca la “acquisition” en los adultos? Bueno, hasta cierto punto sí. Se puede impostar situaciones de comunicación (falsas, o casi) en clase que simulen necesidades comunicativas. Hasta cierto punto.

Podría también ocurrir el caso improbable (no sé si deseable) de un naufragio en una isla desierta en el que fuéramos la única persona de habla española dentro de un grupo de, digamos, diez personas de habla inglesa –Dios nos libre-  en dónde tuviéramos que convivir por el plazo de dos años -situación extremadamente difícil si no sabes jugar al cricket o no has visto jamás un capítulo de Eastenders-. Aún en ese caso improbable, que representaría el estadio de inmersión ideal, al ser adultos, estaríamos inconscientemente deduciendo reglas gramaticales y de traducción que obstaculizarían la adquisición “pura” del niño, que no establece hipótesis de generalización ni traduce. Pero aprenderíamos, ¡vaya si aprenderíamos! No creo, sin embargo que esto ocurra. Por señalar algo más factible, podríamos ir a vivir a un país anglohablante por una larga temporada. De este modo, esperar la vuelta cada noche al cuchitril a precio de oro en el que estamos instalados y, tras una larga jornada lavando platos en compañía de italianos y polacos, tener estupendas y relajadas conversaciones con nuestra familia y amigos españoles vía Skype (que la Providencia creó gratuito y así lo conserve muchos años).

Para el lingüista Stephen Krashen, especialista en el tema, el asunto clave es la gestión del input. La habilidad comunicativa en una lengua extranjera depende de la cantidad de input –exposición a la lengua- siempre que se produzca en un contexto significativo. Como es natural, si quieres aprender chino, no es suficiente someterte a sesiones de ocho horas diarias escuchando una emisora de radio china. Las palabras, los sonidos, no están conectados a nada, convirtiendo la actividad en un ejercicio estéril. Es la ligazón con la realidad, la vida, lo que carga las palabras de significado. El tomar café a diario en bar regentado por chinos, he oído decir que tampoco da los resultados esperados.



 Quiero también señalar que he apreciado dos maneras de acometer la idea del aprendizaje de la lengua extranjera. En primer lugar, la mayoría de personas expresan una orientación hacia la meta. “Quiero saber inglés” (cualquier cosa que eso signifique; como si “saber” inglés fuera un estadio absoluto –se “sabe” o no se “sabe”- y no un constructo continuo). Este tipo de personas, según mi experiencia, nunca lo consiguen y abandonan a las pocas semanas con resultados decepcionantes. Otro tipo de personas, menos numeroso, se orienta hacia el proceso. “Quiero aprender”, “quiero mejorar mi inglés”. Estas  personas casi siempre perduran en el  empeño y obtienen resultados satisfactorios, del mismo modo que hay adolescentes que sueñan en ser ídolos del rock mientras a otros les encanta tocar la guitarra. Es mucho más probable que sean los segundos quienes al final, lleguen a conseguir ser ídolos.

Y, si esta larga explicación ha sido de algún modo descorazonadora, no desesperemos, ya que nadie nos puede negar el derecho a explorar la vía rápida: reunámonos en grupos de doce y mientras saboreamos nuestra “relaxing cup of café con leche” esperemos que venga el esquivo espíritu en forma de lenguas de fuego, paloma o tarjeta black y nos ilumine.


Román Rubio
#roman_rubio

Febrero 2015  




martes, 17 de febrero de 2015

LA PARADOJA ESPAÑOLA

LA PARADOJA ESPAÑOLA

En la década de los 70 se vivió en el mundo desarrollado una pequeña revolución en los hábitos alimentarios. El pescado azul y el aceite de oliva mejoraron enormemente su estatus al tiempo que las carnes rojas y las grasas animales en general se vieron postergadas al rol de alimentos quasi nocivos. De todos los alimentos que vieron deteriorado su estatus, la mantequilla se llevó, quizás, la peor parte. Toneladas de ese ingrediente eran cada año sacada del mercado alimentario para ser destruidas o desviadas a una u otra función industrial. El público del norte de Europa y Estados Unidos hubo de acostumbrarse al sabor, poco familiar para ellos, de aceites vegetales como el de oliva. Muchos, de manera insensata sustituyeron la mantequilla por… ¡la margarina!

La causa de este cambio fue que los estudios de salud de la época mostraban de manera clara que la incidencia de accidentes coronarios era mucho mayor en países del norte (de la mantequilla) que mediterráneos (del aceite) o asiáticos (del pescado). La correlación era: a más carne roja y grasas animales más incidencias cardiovasculares, ¡así de claro! 



                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Bueno, ¡no tan claro! Un país no seguía el patrón establecido. Se trataba –otra vez- de Francia. Resulta que el país en el que comidas de foie y patés  terminaban con una rica tabla de quesos (a cual más graso) presentaba incidencias de problemas de corazón similares a los países de dieta llamada “mediterránea”, rica en aceite de oliva y pescado. A esta circunstancia se le llamó la paradoja francesa”.  Para tratar de explicarla, posteriores estudios de universidades americanas -¿cómo no?-  atribuyeron la causa al uso del vino tinto, con lo que, por suerte para la humanidad, el vino mejoró su reputación –y venta- en el mundo desarrollado.

Si la francesa es de naturaleza alimentaria, la paradoja española es económica. Tenemos un país en que:
- Sufre un nivel de paro insoportable del 26.1%, superior a cualquier otro país europeo (si excluimos a Grecia).
- Goza de un nivel de renta disponible (PPS,  Purchasing Power Standard) de 94 puntos, en dónde la media es de (EU28=100). Hemos descendido a este percentil desde el máximo de103 que alcanzamos en 2007. Es decir, estamos ahí, en torno a la media europea; tres puntos por arriba, seis por abajo…
- La productividad del trabajador español es baja. Eso se nos recuerda una y otra vez en los medios de comunicación.

Sencillamente, estos tres elementos no encajan juntos fácilmente. Comparémonos con Italia: los italianos sufren un nivel de paro del 12.2%, es decir, menos de la mitad del nuestro. Sin embargo su nivel de renta por habitante es de 99 (sólo 5 puntos por encima de España). ¿Qué productividad se supone que tienen los trabajadores de un país en el que a pesar de tener un 14% de personas más que nosotros trabajando sólo son capaces de adelantarnos en unos raquíticos 5 puntos de riqueza?
¿Y con Portugal? Nuestros vecinos de la Península Ibérica sólo consiguen un decepcionante  percentil 79 en nivel de renta comparada con un índice de paro del 16.5%. Increíble. Que los portugueses, con un 10% de parados menos que nosotros generen 15 puntos de riqueza menos que los españoles es algo inaudito. ¿Qué hacen en el trabajo los portugueses? ¿Tiran piedras al estuario del Tajo para sacarlas después? La comparación con nuestros vecinos hacen que la productividad del trabajador español sea poco menos que la de Superman, en franca contradicción con las regañinas de  los apologetas de la economía de mercado que a diario nos martillean con la idea contraria.
Los franceses, con un 10.3 de paro -15.8 puntos menos que los españoles- sólo consiguen un modesto 107 en renta por habitante-. ¿Se imaginan lo que podría conseguir España con un nivel de paro similar al de Francia?

Entiendo que en esta incongruencia hay un factor que no estoy considerando: la economía sumergida; el trabajo oculto. Pero, aceptando su existencia: ¿explica éste las diferencias que mostramos con Italia o Portugal? ¿Es razonable pensar que la economía sumergida en España es tan enorme como para explicar los números que nos comparan con Italia? ¡Por Dios, que estamos hablando de Italia, no de Dinamarca! No me cuenten milongas. Hay elementos que se me escapan y que juegan un papel en el asunto que hacen que este siga siendo una paradoja en lugar de un sofisma.

Hay otras paradojas españolas que dejo fuera del artículo, como son:
- Un partido político (el que ostenta el poder) tiene a todos sus tesoreros procesados y/o condenados por irregularidades y delitos contables y no tiene cargos formales por financiación irregular.    
- Dos de los jueces que más se han significado en la lucha contra la corrupción están apartados de sus funciones. Uno de ellos, además tuvo la inconsideración de intentar aplicar de la Ley de Memoria Histórica, aprobada por el Parlamento. El muy iluso…
Y hay también paradojas visuales, si es que estas existen. (Véase la foto con atención). 

Román Rubio
Febrero 2015 

viernes, 13 de febrero de 2015

RIVALIDADES LITERARIAS

RIVALIDADES LITERARIAS




Quevedo                                                                   Góngora

Madrid o Barça, Di Estéfano o Kubala, Daoiz y Velarde, cañas y barro,  Tradicionalistas o Liberales, Frascuelo o Lagartijo, azucarillos y aguardiente, Joselito o Belmonte, Rojos o Nacionales, Serrat o Massiel… conceptismo y culteranismo, Quevedo o Góngora.
Los dos maestros de las letras españolas protagonizaron la más sonada de las rivalidades entre escritores, utilizando las puyas más crueles y despiadadas. Quevedo –(Madrid 1580-1645)­- representa, junto con Gracián, el conceptismo barroco, caracterizado por la condensación del pensamiento jugando con la polisemia de las palabras, en difíciles equilibrios, dando lugar al doble, tripe sentido. A pesar de su fama de hombre chocarrero y procaz (merecida, por otra parte), es un moralista de hondura.
Góngora –(Cordoba 1561-1627)-, culteranista, poeta más que prosista, prestaba gran atención a la sonoridad del verso utilizando innumerables metáforas y recursos clasicistas haciendo uso del hipérbaton, perífrasis, giros latinos, elusiones y alusiones que enmarañan el significado, de modo que resulta laborioso el descifrado del mismo.
Azuzada por  la rivalidad literaria (Quevedo en el fondo envidiaba a quién, cuando empezó a publicar, era ya un poeta consagrado), la batalla se extendió a cuestiones personales. El madrileño atacaba al cordobés acusándole de homosexual y de algo que constituía anatema en la época: de judío (de ahí la mofa por la nariz).  Góngora, por su parte, le atacaba por borrachín y se burlaba de su cojera. Ambos denostaban las cualidades literarias del otro. Es muy conocido el soneto que Quevedo le dedicó a su rival (a su nariz, más bien), que representa sus rasgos judíos:                     

  
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.     (…)

Reproduciré aquí sólo el último terceto del oscuro soneto titulado “A don Francisco de Quevedo” en el que Góngora  hace alusión a la cojera de su rival 

(…) que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano. 

Quevedo, desatado y mordaz le dedica lo de:

Yo te untaré mis obras con tocino 
porque no me las muerdas, Gongorilla, 
perro de los ingenios de Castilla, 
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino, 
que aprendiste sin cristus la cartilla; 
chocarrero de Córdoba y Sevilla, 
y en la Corte bufón a lo divino. 
¿Por qué censuras tú la lengua griega 
siendo sólo rabí de la judía, 
cosa que tu nariz aun no lo niega? 
No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega, 
por tener de sayón la rebeldía. 

Son varios los sonetos que se dedican el uno al otro con este grado de cortesía y respeto. Sólo añadiré esta fina y elegante cuarteta de un hombre extraordinariamente dotado para la poesía como fue Góngora:
“Hoy hacen amistad nueva
más por Baco que por Febo
don Francisco de Que-Bebo
don Félix Lope de Beba

¡Y de paso, junto con Quevedo, me llevo también a  Lope!

Al lado del episodio de los barrocos españoles, las rivalidades y puyas entre escritores, aunque existentes, quedan empequeñecidas. Unos ejemplos: Umberto Eco vs. Tabucchi.


Umberto Eco                                                                                             Antonio Tabucchi

Eco escribió en L’Expresso un artículo criticando la postura de Tabucchi. Para Eco, la función del intelectual no era la de criticar y expresar su punto de vista ante cada decisión de los políticos, tal y como había requerido Tabucchi, a propósito de cierta actitud del alcalde de Milán que afectaba el estatus de ciertos inmigrantes albaneses. Eco escribió que culpar al intelectual que no se pronunciaba”… hubiera sido como reprochar a Platón el que no hubiera propuesto un remedio para la gastritis”.
Tabucchi le contestó de una manera genial: publicó el panfleto “La Gastritis de Platón” donde, en términos generales, dice que el intelectual debe interferir en asuntos políticos sin importar si logra un cambio o no. Lo expresa de manera rotunda: “la tarea del intelectual y del artista es precisamente la de reprochar a Platón el que no inventara el remedio para la gastritis”

En este mismo terreno de la función social del intelectual mantuvieron sus diferencias públicas Camus, Nobel en 1957  y Sartre, que rechazó el Nobel en 1964. Sartre, de orientación marxista apoyaba la intervención de los intelectuales para lograr un cambio social hasta el punto de transigir con el modelo estalinista del que opinaba que aún con falta de libertades, terrorismo de estado y ausencia de garantías constitucionales, el proyecto es moralmente superior la capitalismo. Camus, en cambio, se  pronunciaba por no ser ni víctima ni verdugo.

André Gide                                                       Paul Claudel

Una rivalidad muy sonada fue la de los escritores franceses André Gide (1896-1951)  y Paul Claudel (1868-1955). Gide escribió novelas que desafiaban la moral cristiana y mostraba la sexualidad sin pudor alguno. Claudel era recatado, pudoroso y profundamente católico. Ambos mantuvieron una larga y fecunda correspondencia. Gide le llamaba en sus artículos santurrón y fariseo  y éste depravado sexual y gusano inmundo. La relación se rompe cuando en Les Caves du Vatican, Gide  describe la perversa atracción que siente por un candoroso muchacho, lo que provoca la indignación de Claudel, que corta en seco la relación. André Gide recibiría el Nobel en 1947. Se cuenta que, a las pocas horas de morir Gide, Claudel recibió un telegrama firmado por el muerto que decía: El infierno no existe, Puedes hacer locuras.
 
Bernard Shaw                                            Chesterton                                                       

Faulkner y Heminway también mostraron sus diferencias en público, pero por su comicidad, prefiero el intercambio entre Bernard Shaw (otra vez él) y Chesterton.  No podían verse ni en pintura. Pero una vez se encontraron y éste, rechoncho y achaparrado, al contemplar la osamenta larga y lánguida de Shaw, le dijo en tono corrosivo: “¡Quien lo vea a usted pensará que en la Gran Bretaña se pasa hambre!”, a lo que el ágil autor de Pygmalion respondió, señalando la panza de su contrincante: “¡Sí, pero también sabrán a quién echarle la culpa!”.
Otras notables alusiones entre escritores son:

-No te das cuenta, Dwight, de que no tienes nada que decir, sólo que añadir” (Gore Vidal contra Dwight        MacDonald”).         
 -“Tenía una mente tan perfecta que ninguna idea podía profanarla” (T.S. Eliot contra Henry James).     
 -“Goethe es el genio más grande que ha existido en un siglo, y el imbécil más grande que ha existido en tres” (Carlyle contra Goethe). 
- Aprecio mucho a Freud como autor cómico” (Nabokov contra Freud).         
- Cada vez que leo Orgullo y prejuicio me entran ganas de desenterrarla y golpearle en el cráneo con su propia tibia” (Mark Twain contra Jane Austen).                                                              
- Su estilo es despeciable, pero eso no es lo peor de él” (Coleridge contra Gibbon)              
  - “Italia no tiene escritores sino escribanos, como el imbécil del tal Petigrelli, el tonto furibundo de Marinetti y el tonto estético de D’Annunzio, con su cortejo de frases con miriñaques y crinolinas” (Vicente Huidobro contra los escritores italianos).        
  -“Me enviaron esa mierda de De aquí a la eternidad. Y con lo mierda que es, me extraña que el hombre que la escribió tenga esa extraordinaria pinta de estreñido” (Truman Capote contra James Jones).
                                       

Román Rubio
Febrero 2015