lunes, 23 de febrero de 2015

CONTAMINACIÓN ACÚSTICA vs RUIDO


CONTAMINACIÓN ACÚSTICA vs RUIDO

















¿Por qué digo contaminación acústica cuando quiero decir ruido? Se me ocurren dos o tres razones y todas ellas me llevan a la cursilería y el esnobismo de los hablantes. Veamos: en primer lugar, ruido, el humilde ruido es una palabra llana y por tanto común; las palabras llanas son las más corrientes de la lengua española y en consecuencia las más naturales fonéticamente y más fáciles en el discurso; y común, en la idiosincrasia del esnob, es sinónimo de vulgar.

Contaminación, sin embargo, es aguda y terminada en on, lo que le confiere rotundidad y valor. En cuanto a la palabra acústica tiene raíz latina culta y es esdrújula; y estas son las menos comunes en la lengua española. Por el hecho de serlo es también polisílaba y ya se sabe que las palabras con muchas sílabas y esdrújulas, por la mayor dificultad de su aprendizaje y uso pertenecen a la gente con estudios, en tanto que las pobres llanas de  pocas sílabas eran/son de uso del pueblo llano, hasta hace poco, semianalfabeto. Semánticamente la expresión contaminación acústica tiene connotaciones conservacionistas y ecológicas, lo que le añade categoría. Y, en fin, ¿quién querría decir las cosas de manera simple, corta y clara si se pueden decir de manera más larga, confusa y sofisticada? ¿Para qué  fui a Salamanca sino para hacerlo notar?.

Hay otros asuntos lingüísticos –léxicos, más bien- que me gustaría comentar. Uno de ellos es el uso indebido de palabras que llevan a distorsionar o a desvirtuar el significado de algunas de ellas, por ejemplo: fascista y/o nazi.


¿Que el vecino de la puerta cuatro pone letreros en el ascensor indicando que ha encontrado colillas en el portal de la finca? Es un fascista. ¿Qué el Director del Instituto retira el papel higiénico de los retretes del centro, facilitándolo en conserjería, tras comprobar que indefectiblemente los rollos acababan en el sumidero cada día, todos los días, a la ,digamos, media hora de haber sido emplazados en su sitio natural? ¡Un nazi, el tío! ¿Que un padre fuerza a su hijito de 39 años, todavía viviendo en el hogar familiar, a volver a casa antes de medianoche? ¡Fascistón! Fascista llamó Celia Villalobos a Bono por un "quítame esas pajas". A Esperanza Aguirre, Podemos y su convocatoria de manifestación le recuerda a la Marcha sobre Roma de Mussolini, Wert llama fascistas a los alumnos que no le dejan hablar con sus abucheos, y todos los demás llaman fascistas o nazis a los alcaldes de Vitoria –señor Maroto- y Valladolid –León de la Riva-  al primero por unas declaraciones respecto a los inmigrantes, al segundo cada vez que abre la boquita.

A ver: para llamar a alguien fascista debe ser, en primer lugar, fascista. Para ello debería pertenecer al Partido Fascista, Nacionalsocialista o Falangista en sus actuales formas y presentaciones. En caso de no serlo, deberían al menos participar de su ideología, que resumiría en: culto a la patria, disposición revolucionaria, oposición a la forma democrática convencional, oposición visceral al comunismo, culto a la autoridad (caudillaje), disciplina y ejercicio de la violencia redentora. ¡Ahí tenemos a un fascista! Con un poquito de adoración a la raza y a la creencia de su superioridad hegemónica extra, tenemos al típico nazi, y si le añadimos el catolicismo beato y beligerante, al falangista.

Todo lo demás es otra cosa. Autoritario, imprudente, torpe, malintencionado o delincuente, pero no fascista. Si Floriano se refiere una y otra vez a un partido rival como “Siudatans”, se le podrá tachar de ignorante, disléxico o descuidado en su lenguaje, pero desde luego, no de nazi y el hecho de que Bono (el manchego, no el de Dublín) manifieste su afecto por los implantes capilares y por su Ejpaña, tampoco. El hachazo de Rita Barberá a la lengua autóctona de su ciudad tampoco la cualifica como fascista, a pesar de que su padre, como el de Bono y tantos otros de la época sí que fueran Falangistas. Y por mucho que se empeñe Alejandro Sanz, los portales de descargas gratuitas en Internet no son fascistas. Quizás sean injustos y puede que no favorezcan la creación de material artístico, o sí, pero desde luego, tienen poco que ver con el fascismo.

Román Rubio
@roman_rubio

Febrero 2015







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