martes, 23 de febrero de 2021

LESA MAJESTAD

 

LESA MAJESTAD


A propósito del encarcelamiento de cierto personaje cuyo nombre soy reacio a  mencionar, me he dedicado a investigar si el delito de injurias al Jefe del Estado y a sus símbolos (bandera, himno…) es una peculiaridad de nuestro sistema legal (propio de un “estat feixista”, como he oído decir por ahí) o, por el contrario, está en consonancia con lo dispuesto en otros países de nuestro entorno.

Para ello, he consultado el informe del Representante de la Libertad en los Medios de la  OSCE  (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), un documento de 267 páginas, en inglés, que supone un recorrido exhaustivo por el sistema legal de 58 países, en su mayor parte europeos.

https://www.osce.org/files/f/documents/b/8/303181.pdf

Los resultados de la consulta son esclarecedores. Dado el volumen de información he decidido destacar unos pocos países como ejemplo que puedan servir de comparación. La conclusión es que, exceptuando el Reino Unido y Noruega —que no tienen legislación específica al respecto—, los demás (repúblicas y monarquías) todos tienen regulado el tema con mayor o menor severidad.

España.-

La calumnia y la difamación dirigidas al Rey, la Reina, ascendientes y descendientes, consortes… es un delito criminal (Art. 490.3) del Código Penal. Si la ofensa es grave, la pena es de prisión de entre seis meses y dos años o de entre seis y doce meses para las de menor gravedad. Además, el mal uso de la imagen real de manera que “pueda dañar el prestigio de la Corona es un delito criminal castigado con una pena de entre seis meses y dos años.

También está penada la difamación del estado y sus símbolos… contra España, Comunidades Autónomas, Poder Judicial, Tribunales Superior y Supremo, ejército y fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, con penas de entre siete y doce meses.

Francia.-

En 1981 fue derogada la ley que se refería a las ofensas al Jefe del Estado, incluyéndole en la del resto de altos cargos. La difamación pública de funcionarios del estado se castiga con multas de hasta €45.000. La lista incluye al presidente, ministros, diputados, senadores y cargos religiosos, de religiones subvencionadas por el estado. En casos especiales se aplica prisión de hasta un año.

La difamación del estado, sus símbolos e instituciones castiga el ultraje (insulto grave) al himno o la bandera tricolor con una multa de €7500 y seis meses de prisión si es “cometida como grupo de acción” ¿?

Alemania.-

La injuria o difamación pública al Jefe del Estado y del Gobierno está penada en Alemania con pena de entre tres meses y cinco años de prisión.

La difamación del Estado y sus símbolos (colores nacionales, bandera escudo) y la expresión de desprecio hacia Alemania, sus regiones o el orden constitucional son considerados ofensa criminal castigada con hasta tres años de reclusión.

Además, el código alemán castiga a quienes “intencionadamente apoyan las iniciativas contra la existencia de la República Federal de Alemania o contra sus principios constitucionales”.

Por si hay tentaciones separatistas, se entiende.

Italia.-

La ofensa al honor o el prestigio del presidente se castiga con pena de prisión de entre uno y cinco años.

La difamación de la República, Tribunal Constitucional, fuerzas armadas, bandera y emblemas nacionales se castiga con multas de entre €1000 y €5000, que asciende a entre €5000 y €10000 si se cometen en acto público o ceremonia oficial.

Países Bajos.-

Las injurias difamatorias al Rey se castiga con pena de prisión de hasta cinco años. El cónyuge, el heredero y, en su caso, el Regente están protegidos con penas de hasta cuatro años.

 

Portugal.-

El insulto o difamación al Presidente de Portugal se castiga con tres meses de prisión, que se ve incrementado a prisión de entre seis meses a tres años si la ofensa es cometida públicamente.

La difamación del estado, sus símbolos e instituciones está penada con prisión de entre seis meses y 240 días. El insulto al Estado, la bandera o el himno se castiga con una pena de prisión de un máximo de dos años o una multa de hasta 240 días.

 

En fin; Dinamarca, Suecia, Austria, Bélgica y en general todos los países recogidos en el informe (exceptuando, como he señalado antes a Reino Unido y Noruega) tienen recogida en sus respectivas legislaciones la represión y castigo de toda forma de injuria o difamación a los Jefes de Estado y a sus instituciones, así como a la bandera, himno y otras representaciones del estado con mayor o menor dureza.

Otra cosa es la frecuencia y rigor con los que la legislación se aplica, que difiere bastante entre países. Esto podría dar lugar a pensar que:

 1º.- Algún Estado (¿el nuestro, quizá?) fuera demasiado riguroso y exageradamente  implacable en la aplicación de la ley.

2º.- Que una parte significativa de la ciudadanía de la nación sea más montaraz, cerril, irrespetuosa y desleal que en otros lugares.

3º.- Ambas cosas.

Ustedes mismos.

 

Román Rubio

Febrero 2021 


sábado, 13 de febrero de 2021

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

 

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA


Quizá conozcan ustedes la historia: andaba de caza el maharajá con su ayudante cuando cayó de su caballo y se dislocó la muñeca. Comenzó el soberano a maldecir su suerte mientras el criado le vendaba y le insistía en que no hay mal que por bien no venga. El noble, indignado por las frasecitas de filosofía barata del criado, le empujó a un pozo y le dejó allí para que muriera de inanición mientras proseguía su camino. Más adelante el soberano fue capturado por una banda de ladrones que tras robar sus pertenencias se dispusieron a sacrificarlo en ofrecimiento a su dios. Uno de los bandidos se dio cuenta de la rotura del antebrazo y paralizaron el sacrificio ya que solo eran aptos les seres sin tara o defecto alguno y le dieron libertad. El príncipe, de vuelta a palacio, sacó del pozo a su criado y se postró en lágrimas solicitando el perdón de este. “¿Perdón?”, dijo el criado. “No hay nada que perdonar. Si no me hubieras tirado al pozo habríamos sido apresados los dos y sería a mí a quien habrían sacrificado. Recuerde Su Alteza que no hay mal que por bien no venga”.

´Corría septiembre de 2013 cuando Madrid presentó en Buenos Aires su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de 2020 consiguiendo un rotundo fracaso aunque dejando para la posteridad, eso sí, aquello de la “relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor” como frase icónica superando al celebrado “is very difficult todo esto” que espetó el inimitable Mariano Rajoy en una visita a la Casa Blanca.

La expresión por la que se recordará siempre a la inane alcaldesa de Madrid, que lo fue por obra y gracia de Gallardón,  dejó a los madrileños —y de rebote a todos los demás— con un cierto sabor de ridículo, no por la sintaxis del discurso —que fue aceptable—, y ni siquiera por la pronunciación (hemos visto a otros líderes en situaciones incluso peores) sino, más bien, por ese tonillo ridículo de “seño” que trata al mundo como si estuviera habitado por párvulos sin destetar. También es cierto que en aquel acto también intervinieron Gasol y el Príncipe Felipe y ambos lograron elevar el mensaje lo suficiente como para librar a la candidatura del ridículo.

Lo cierto es que lo que se vio como un estrepitoso fracaso, a la larga, no lo ha sido tanto. Veamos: el ganador —Tokio— no pudo celebrar los juegos en 2020 por causa de la pandemia y ahora se enfrenta a unos retos descomunales para poder hacerlo en julio y agosto de 2021. El gobierno japonés ha invertido una cantidad de 10.000 millones de euros en preparar la ciudad y poder alojar y hacer competir a los 11.000 deportistas de 206 países, descontando unas pérdidas de 2.700 millones de euros de patrocinadores locales y 660 millones en entradas, ya que todas las competiciones se celebrarán sin público.

Los ingresos por turismo se han esfumado, con lo que se han ido al traste las expectativas de restaurantes, atracciones turísticas y gasto en general de turistas extranjeros. Los visitantes, periodistas y otros, no podrán hacer uso del transporte público ni salir de la villa olímpica por otro medio que no sea el transporte olímpico oficial y los atletas deberán olvidarse de la proverbial convivencia estrecha con los pares ya que deberán guardar las normas de seguridad: comer en los comedores de la propia villa respetando la distancia de dos metros entre comensales, además de pasar una PCR obligatoria cada cuatro días, medida que afecta a atletas, técnicos, periodistas  y  todo el personal implicado.

¿Y si hay positivos? Más vale no pensar en ello. Si se da un positivo en un equipo, este, en su totalidad, deberá retirarse de la competición temporalmente y guardar cuarentena; no solo ellos sino los componentes del último equipo con el que han competido, lo que puede hacer de la competición y sus eliminatorias un completo caos.

En fin, que los Juegos de 2020 no son ninguna peladilla y las consecuencias económicas y de todo tipo para Madrid y para España, el país más arruinado de occidente por la pandemia, habrían sido desastrosas.

De modo que, mira por dónde, la “relaxing cup of café con leche” ha contribuido finalmente y sin proponérselo a aliviar, sino a evitar la ruina. Sabio que era, el criado del maharajá.

Román Rubio

Febrero 2021



lunes, 8 de febrero de 2021

DEMOCRACIA

 

DEMOCRACIA

https://www.economist.com/graphic-detail/2021/02/02/global-democracy-has-a-very-bad-year


El equipo de investigación de The Economist acaba de hacer público su Índice democrático de los países del ejercicio 2020 concluyendo que, debido a la pandemia, ha habido un retroceso global. El equipo de especialistas evalúa el sistema y la sociedad de 167 naciones atendiendo a 60 indicadores que dan una imagen bastante precisa del parámetro democracia-autoritarismo de cada país otorgando a cada uno una puntuación de 0 a 10 y estableciendo un ranking. En el mapa se puede apreciar por colores la salud democrática de los países, yendo del azul intenso (democracias plenas) al rojo intenso (regímenes autoritarios)

Los países con mayor democracia —de azul fuerte en el mapa— puntúan todos por encima de 9, y son, por este orden: Noruega (9.81), Islandia  (9.37), Suecia, Nueva Zelanda, Canadá, Finlandia, Dinamarca y la República de Irlanda. Nada nuevo. Como de costumbre, los países escandinavos están encaramados en la cima del desarrollo social y antiautoritario, acompañados por los neozelandeses, los canadienses y los irlandeses del Eire. Por cierto: de estos países, Noruega, Suecia y Dinamarca son monarquías y Nueva Zelanda y Canadá también dicen serlo, o al menos así consta en sus constituciones y expresa la efigie de sus billetes.

En un segundo grupo  están las naciones que son consideradas una “democracia plena” y puntúan por encima de 8 en esta variable. Y en este grupo privilegiado, algo por detrás de Reino Unido y Alemania, en el lugar 22 del mundo, con una honrosa puntuación de 8.12 está España y olé: entre Japón y Corea del Sur, puntuando por encima de países tan tradicionalmente democráticos como Francia (7.99), EEUU (7.92), Portugal (7.90) o Italia (7.74), considerados estos como “democracias defectuosas”, y pintados en un azulillo más rebajado que el nuestro.

Como buena noticia hay que señalar que Uruguay (8.61), Chile (8.28) y Costa Rica (8.16) están en el grupo de notable alto para acallar a quienes solo quieren ver en Latinoamérica atraso y fatalismo.

¿Y en el furgón de cola? Detrás de los grandes países de naranja intenso como China, Arabia Saudita, Venezuela, Cuba o Irán, en rojo bermellón van los auténticos parias del mundo: la franja maldita del África central que va de Libia al Congo, pasando por Chad y la República Centroafricana, la desdichada Siria y el farolillo rojo otro año más: Corea del Norte, que con una puntuación de 1.08 ocupa el lugar 167 y último de los rebaños del Señor.

 

Román Rubio

Febrero 2021