lunes, 29 de mayo de 2017

ARIANA GRANDE

ARIANA GRANDE

Si algo aprendí del atentado de Manchester (el horror no cuenta porque nada se aprende de él) es que me estoy haciendo viejo. No viejo de viejo, sino de demodé, anacrónico y superviviente de tiempos pretéritos. Me explico: Toda la gente que llenaba el Manchester Arena aquella noche estaban allí para ver, aplaudir y celebrar a alguien de la que yo no tenía ni siquiera noticia de su existencia: Ariana Grande. Tampoco hay porqué conocer a todo el mundo, dirán ustedes, pero si la popularidad de una persona hoy viene marcada por su proyección en las redes sociales, hay que reconocer que la tal Ariana, de 23 añitos, es muy, pero que muy famosa. Veamos: Su perfil en Instagram tiene 105 millones de seguidores, que es más o menos la población de España y Francia juntas, solo superado por el de Selena Gómez, con 119 millones. He consultado la lista de las diez personas con mayor número de seguidores en Instagram y me he dado cuenta que hay muchos mundos en éste. Tras las ya mencionadas superestrellas Selena y Ariana, a las que acabo de conocer, se encuentra una tal Taylor Swift. ¿Quién será, Dios mío? Y ya en el siguiente puesto me encuentro a Beyoncé -por fin, alguien conocido-, seguida del conocidísimo por todos nosotros Cristiano Ronaldo gracias a la matraca de los medios madrileños. ¡Qué bien!, me digo, ¡soy humano!, para volverme a descorazonar de nuevo con los que continúan la lista, que son Kim Kardasian ¿?, Kylie Jenner ¿?, Justin Bieber y The Rock ¿? Conocía a Justin Biaber, pero para mi desazón, no ha mucho que clausuró su cuenta en la red. También conocía al padre, tío, hermano, suegro o lo que sea de la Kardashian porque fui uno de los pocos españoles, un poco chiflados, que siguió en directo muchas horas del juicio de O. J. Simpson en Sky News.

En mi infancia –es decir, unos pocos años después del descubrimiento de América- conocí a un pastor en mi pueblo que era de natural muy montaraz. Tanto, que confesaba conocer por su nombre  a más ovejas que personas. El hombre murió relativamente joven, antes del advenimiento de las redes sociales con lo que no sé qué opinión tendría del hecho de que algunos allegados  míos tengan novecientos “amigos” en Facebook. Seamos serios: ¿Cómo se puede tener más de novecientos “amigos” y saberse el nombre de todos? Y si no nos sabemos el nombre, ¿por qué llamarles “amigos”?

Yo, de natural reacio a las redes sociales, finalmente caí en su hechizo con el objeto de dar algo de publicidad a mis escritos. Unas navidades, tras darme de alta en Facebook comencé a aceptar proposiciones de amistad de personas conocidas. Así, tras aceptar como “amigos” a Doña Urraca y al pulpo Paul, conseguí la honrosa cifra de ochenta y tantos. No es que coma sopas con todos, pero, al menos, me sé sus nombres, que ya es más de lo que pueden decir otros.
Lo que de verdad me hiere es la comparativa. Por ejemplo: la tal Ariana Grande tiene unos 32 millones de “seguidores” en Facebook y yo ochenta y tantos (personas, no millones). Estoy dispuesto a reconocer que la muchacha tiene más cualidades reseñables que uno, incluyendo el aspecto y la voz, pero, aún así, que multiplique mi número de seguidores por 390.000…, no sé, lo veo justo. Ni razonable. Uno conoce sus limitaciones, pero lo de ser 390.000 veces menos interesante que Ariana Grande o Katy Perry -la campeona de Twitter, con 86.7 millones de seguidores en esa red- no termino de verlo.

Se trata de otra de las caras de lo que yo concibo como “capitalismo exponencial”. En los años 50, en EEUU, el CEO de una compañía como General Motors recibía un sueldo que era unas seis veces el del operario medio. Hoy en día, mientras los economistas piden que el sueldo del presidente no supere las veinte veces el del empleado, acabo de leer en la prensa que Sánchez Galán, presidente y consejero delegado de Iberdrola, multiplica por 226 ese salario. Al ejecutivo, como a tantos otros presidentes y CEOs de las grandes corporaciones nacionales e internacionales, se le remunera con cantidades que multiplican por doscientas o trescientas veces el salario del empleado, lo que debería implicar que la valía guardara la misma proporción. Sin embargo, mientras la responsabilidad crece en progresión aritmética en el escalafón, la remuneración lo hace de manera geométrica.

La pirámide perfecta del capitalismo exponencial se manifiesta en el fútbol. La diferencia de la recompensa dineraria con que la sociedad premia a Messi o a Ronaldo multiplica cientos de veces lo que puede ganar un futbolista de un equipo modesto de la misma categoría como el Eibar o el Alavés y por miles lo que pueda cobrar uno de 2ª B. Acaba de terminar la liga. Cada jugador del Real Madrid ha obtenido una prima de 300.000 € por ganarla. Las chicas del Atlético de Madrid también ganaron su liga particular sin perder un solo partido. ¿La prima por hacerlo? 54 €. O lo que es igual: 1.325 €, a repartir entre todas. Una cena.
Que cenen bien, las chicas; se lo merecen. Los otros, los del Madrid, que cenen como quieran.

Román Rubio
Mayo 2017

viernes, 26 de mayo de 2017

Mi nombre es MOORE, ROGER MOORE

Mi nombre es MOORE, ROGER MOORE
The Independent
Compartido en Facebook por Cristina González.

Mark Haynes, guionista londinense, se encontró con Roger Moore cuando tenía siete años en un aeropuerto y cuenta la anécdota del encuentro en el diario The Independent:

Cuando tenía siete años –allá por el año 1983- en los días en que aún no existían las  Salas de Primera Clase en los aeropuertos-, me encontraba con mi abuelo en el Aeropuerto de Niza y vi a Roger Moore sentado en la puerta de embarque leyendo un periódico. Le dije a mi abuelo que acababa de ver a James Bond y le pregunté si podíamos acercarnos a que me firmara un autógrafo. Mi abuelo no tenía ni idea de quiénes eran James Bond ni Roger Moore de modo que me llevó delante de él y le espetó: “Mi nieto dice que eres famoso. ¿Podrías firmar aquí?
Tan encantador como de costumbre, Roger preguntó mi nombre y, tal y como debe ser, firmó el reverso de mi billete de avión con una completa nota llena de buenos deseos. Yo estaba extasiado, pero mientras buscábamos el asiento eché un vistazo a la firma. Era difícil de descifrar, pero allí no ponía “James Bond”. Mi abuelo lo examinó y más o menos dedujo que allí ponía “Roger Moore”. Yo no tengo ni idea de quién es esa persona y mi corazón se encoje. Le dije a mi abuelo que se había equivocado al firmar y había puesto el nombre de otro, de modo que mi abuelo va otra vez hacia Roger Moore con el billete que acababa de firmar.
Recuerdo a mi abuelo  decirle: “dice que te has equivocado de nombre al firmar, que tu nombre es James Bond”. Roger Moore hizo un gesto de complicidad y me hizo una seña para que me acercara a él. Cuando estaba a su altura, se inclinó hacia mí, miró a uno y otro lado, levantó una ceja y en un susurro me dijo: “he tenido que firmar Roger Moore porque si no… Blofeld podría descubrir que estoy aquí”. Me pidió que no dijera a nadie que acababa de ver a James Bond y me dio las gracias por guardar el secreto. Volví a mi asiento con los nervios tintineando de gozo. Mi abuelo me preguntó si había firmado como James Bond. No, le dije. Lo tomé por otro. Ahora me encontraba  trabajando con James Bond.

Muchos años después estaba ejerciendo como guionista en una grabación relacionada con UNICEF y Roger Moore tenía que grabar algo como embajador de la organización. Se comportó amablemente y mientras los cámaras estaban preparando la grabación le comenté de pasada el encuentro en el aeropuerto de Niza. Le encantó la historia y riéndose por lo bajo dijo: “Bueno, no lo recuerdo pero me encanta que conocieras a James Bond”. Fue estupendo.

Y entonces él hizo algo absolutamente genial. Después de filmar se cruzó conmigo en el pasillo camino de su coche y, cuando estuvo a mi altura, se paró, miró a ambos lados, levantó una ceja y en un susurro me dijo: “Por supuesto que me acuerdo de cuando nos encontramos en Niza, pero no quise decirlo aquí entre todos esos cámaras… Cualquiera de ellos podría estar trabajando para Blofeld.

Quedé tan alborozado a los 30 como lo había estado a los 7. Qué tipo. Qué tipo tan tremendo.

Román Rubio
Mayo 2017
Traducido de The Independent 

miércoles, 24 de mayo de 2017

BLACK & WHITE

BLACK & WHITE

En la novela La mancha humana, Philip Roth narra el declive y caída de Coleman Silk, profesor universitario sesentón caído en desgracia por llamar spooks a dos alumnos que no aparecían por su clase y que resultaron ser negros, cosa que el profesor ignoraba. La palabra spook tiene varios significados. Puede querer decir espíritu o fantasma, pero también “negro”, con toda su carga peyorativa. Lo curioso del caso es que por las venas del mismo Silk corría sangre negra, secreto que había guardado durante toda su vida.

El hecho de que haya personas de raza negra (o con un considerable número de genes de esa raza, etnia o grupo –que no seré yo el que discuta el sustantivo-) y no sea evidente en el aspecto externo es algo que yo ignoraba, nativo como soy de esta Celtiberia tan uniforme y alejada del melting pot americano. En EEUU, sin embargo, la raza siempre ha sido un asunto relevante. En los usos y abusos segregacionistas, la ley de la gota de sangre (one-drop rule), vigente en algunos estados del sur hasta principios del siglo veinte, dividía al personal en dos grupos: blancos y “de color”, siendo estos todos aquellos que tuvieran algún ancestro negro, por lejano que fuera.

Hace poco que un sargento de la policía de Hastings (Michigan), al hacerse unos análisis de ADN por un asunto familiar, ha descubierto, a los 47 años,  que tiene un 18% de raza negra en su componente genético. El tío, que es más blanco que las tapas del misal de un comuniante, ha debido de llevarse un chasco. O no, porque dice sentirse orgulloso de su pasado parcialmente negro. El problema ha venido tras la vuelta a la oficina. Sus compañeros de trabajo se burlan de él poniéndole muñequitos de Papá Noel negro en la mesa y llamándole Kunta Kinte. El sargento ha dicho “basta” y lo ha hecho a su manera: o mejor, a la manera americana: pidiendo una indemnización de medio millón de dólares al gobierno de su ciudad como compensación por las burlas de sus compañeros. Medio millón, por unas burlas de nada. Ahora dice el policía sentir en sus propias carnes la humillación de quién se ve discriminado por su raza (que no por el color de su piel, ya que el suyo es blanco como el nácar).

Algo no cuadra en la historia del policía Cleon Brown (que así se llama el hombre); dice sentirse orgulloso de su pasado racial y al mismo tiempo reclama una indemnización por las humillantes burlas racistas… El asunto me evoca el célebre caso de Anatole Broyard (1920-1990), crítico literario de The New York Times, nacido en Nueva Orleans, de ascendencia negra mixta por las dos partes. Vivió su vida como blanco en Nueva York y Connecticut gracias a la suavidad de sus rasgos poco marcados, se casó en segundas nupcias con Sandy Nelson, americana de ancestros noruegos, y tuvo dos hijos con ella que se enteraron de que su padre -y sus ancestros- eran negros tras la muerte de este.

Los baúles familiares, a menudo, están llenos de secretos. A veces de colores. A veces  en blanco y negro.
Román Rubio
Mayo 2017

lunes, 22 de mayo de 2017

DESCONEXIÓN

DESCONEXIÓN

Portugal ganó Eurovisión por primera vez la semana pasada, el Madrid ha ganado la Liga y Pedro Sánchez las primarias del PSOE. La rueda de la vida continúa girando con sus hallazgos y sus chascos. Hablando de chascos: no hay más que ver la cara de Susana Díaz en la pregonada “foto” con sus compañeros. Con amigos así, ¿quién necesita enemigos? (que dicen los ingleses) o ¡al suelo que vienen los nuestros! (que decía aquel significado miembro de la UCD del denostado en vida y alabado después Adolfo Suárez).

En este contexto periodístico se ha dado a conocer la Ley de Transitoriedad Jurídica con la que los catalanes se dotan para llevar a cabo la desconexión con España en caso de no ser aceptada por el gobierno central la convocatoria del referéndum de independencia, consulta en la que los residentes en Cataluña deberían contestar a la pregunta: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente de España?” Hay que reconocer que la consulta es clara. Aquí no hay ambigüedades de sí pero no, o sí en caso de, o no pero… Según el borrador de ley elaborado en medio-secreto, el resultado sería vinculante cualquiera que fuera el nivel de participación y por mayoría simple, es decir, un solo voto podría decidir en uno u otro sentido. Se juega duro porque las consecuencias en el caso de que se produzca una desconexión unilateral pueden ser devastadoras. Para Cataluña y para España.
Veamos cuales son las inquietudes de andar por casa que entrevé un pardillo como yo, alejado de los centro de poder político y económico.

- La deuda contraída por el Estado español asciende a un 100% del PIB total. Los compromisos de pago se adquirieron para el conjunto del territorio contando con la capacidad de pago que conferían los ingresos correspondientes. Desde el día siguiente de la desconexión, España quedaría con la misma deuda y con un 20% menos de ingresos (tamaño aproximado de la economía catalana en el conjunto del Estado), a no ser que Cataluña se hiciera cargo de su parte de deuda, para lo que debería haber un acuerdo.

- El país (España) tiene unos gastos en representaciones diplomáticas en el extranjero, ejército, Policía, Guardia Civil, inteligencia, etc. Gastos fijos que habría que reducir pero que solo puede hacerlo en el largo plazo. Durante unos cuantos lustros tendría que estar pagando unos ruinosos gastos sobredimensionados.

- La ley catalana estipula quién tiene derecho a la ciudadanía, que son todos aquellos que lleven, al menos, un año censados en el territorio catalán. Ahora bien, ¿qué ocurre con todos aquellos que no quieran adoptar esa ciudadanía y prefieran seguir con su pasaporte español? Supongo que muchos de los ciudadanos residentes se decidirían por la nacionalidad del estado más solvente y que mejor garantizara su salario o pensión. También influiría el estatus europeo en el que quedara Cataluña.

- ¿Quién paga el subsidio de paro y las pensiones al mes siguiente de producirse la desconexión? ¿Con qué recursos afronta Cataluña los gastos de Sanidad, Educación, Servicios Sociales y pagos de salarios de funcionarios, pensiones y subsidio de paro hasta que pongan en rodaje su propia Hacienda y cobro de impuestos? ¿Con la transferencia del Estado? ¿Cuentan con ella?

- ¿Deberá pagar el gobierno catalán la pensión de los policías, guardias civiles, jueces y demás funcionarios del estado español que residan en su territorio? ¿Y las de los que ejercieron allí y viven en otra parte?

- ¿Qué pasa si uno de los dos actores se declara en bancarrota? ¿Deberá el otro salir en el socorro de sus ciudadanos tenga el pasaporte que tenga o deberá hacerlo solo el Estado Español?

- La ley da por sentado la continuidad del territorio en el euro y, sobre todo, en la Unión Europea, lo que no está nada claro. Por un lado, a Europa no le interesa nada el hecho de que el proceso prenda. No solo por Cataluña sino por lo impredecible del proceso y el peligro de levantar la veda y tener que afrontar una peligrosa fuente de inestabilidad con las pretensiones de otras regiones que llevarían a un proceso de descomposición. Y si además, la aceptación de Cataluña lleva implícito el ejercicio de (no) veto de una España humillada y empobrecida, no sé.

- Podrían haber indeseables efectos de posibles boicots para productos catalanes en España y viceversa, con resultados desequilibrados, ya  que a un lado hay 40 millones y 7 en el otro.

- El Estado español es propietario de bienes muebles e inmuebles dentro de Cataluña. Los muebles se pueden transportar. Los inmuebles no. Se tienen que expropiar (sin la aquiescencia del expoliado) y pagar.

Esta es una lista de problemas así, a vuelapluma. Deben de haber muchísimos más, que yo, ni siquiera intuyo pero que tú, lector, puedes continuar añadiendo. Lo único que tengo claro es que el referéndum no pactado, tal y como está planteado por los independentistas catalanes, sin definir ni estipular una mayoría suficiente, es una mala solución. La Ley de Territorial Jurídica intuyo que es peor.


Román Rubio
Mayo 2017 

sábado, 20 de mayo de 2017

UN NARANJITO, DOS NARANJITOS

UN NARANJITO, DOS NARANJITOS



La tibieza patriótica tiene inconvenientes, pero también alguna ventaja: el déficit de entusiástico fervor por la bandera nos protege contra la vergüenza ajena que proporciona el ridículo comportamiento de ciertos compatriotas. Vi, en su momento, a muchos patriotas valencianos sentirse “muy” avergonzados cuando un prócer de nuestra luminosa tierra mediterránea se presentó en el Congreso de los Diputados con una naranja y a modo de reivindicación la depositó frente al Presidente del Gobierno de turno para regocijo, mofa y befa del personal y obteniendo como resultado ninguna ventaja para los cítricos, el bochorno generalizado de sus paisanos y la dudosa proeza de pasar a ser conocido como “Naranjito”. Lo cierto es que Don Visente (q.e.p.d.) lucía un prodigioso parecido con el muñeco. Creímos que la derecha regional tenía el monopolio del paletismo agudo y que la derecha regional-nacional el de la bellaquería y que ambas se confabulaban para dejar en ridículo a sus compatriotas, pero... Hace poco, un senador de Compromís, formación que nada tiene de derecha ni regional ni nacional, ha vuelto a hacer el pardillo con un acto que ha hecho subir los colores a muchos de sus patriotas correligionarios o simplemente paisanos.

Fue en el Senado. El senador por Compromís, Carles Mulet, desgarró una foto de Susana Díaz en el estrado llegando a llamarle “gusana” y otras lindezas al serle requerida una disculpa. La ridícula salida de tono venía provocada por un comentario de la líder socialista que había calificado a la formación del fogoso castellonense como “izquierda inútil”.

En fin, todos entendemos que el apelativo, sea o no cierto, no es un piropo, pero forma parte del juego político. No hay descalificación personal alguna. Lo que la sevillana quería decir, tenga o no razón, es que los votos –y en consecuencia los diputados- de la formación valenciana de izquierdas no es “útil” en el equilibrio de fuerzas que deberían dar lugar a un gobierno de la izquierda. Punto. Probablemente no será cierto, pero todo el mundo sabe que es condición de la política –y, por ende, de los políticos- decir lo que conviene decir, que generalmente es lo que no conviene al adversario; y si encima es cierto, pues mejor.

El castellonense, en su simplona torpeza política y falta de finura parlamentaria, confundió el debate político con el ataque personal y reaccionó de manera zafia, ridícula y vulgar, pero sobre todo inútil; porque inútil es la escenificación del ataque personal y del postureo de fotitos, camisetas y otras infantiles artimañas. ¿Crees que no formas parte de una “izquierda inútil”? Muy bien; yo tampoco lo creo, pero explícalo: convence, persuade, discute, defiende, alega, razona, justifica, demuestra; no rompas fotitos en el estrado, hombre, que no sirve de nada; y luego, muchos de tus paisanos patriotas se avergüenzan. Y con razón.

Por cierto, he visto que toda la actividad laboral del señor Mulet se ha desarrollado casi en su totalidad en el entorno de la política: de auxiliar administrativo para EUPV a asesor-administrativo para Compromís, pasando –y esto es lo más alejado del entorno- por un puesto de auxiliar administrativo en el Ayuntamiento de Villareal, lo que debía haber dejado un poso. Al fin y al cabo, el otro, el de la naranja, tenía una fábrica de brochas (gordas) y cepillos. Que yo sepa.

Román Rubio
Mayo 2017

miércoles, 17 de mayo de 2017

EL ALMA Y HACIENDA

EL ALMA Y HACIENDA
 Acaba de publicarse la contribución de las distintas regiones, naciones, territorios y lugares de España (sin concierto económico) a las arcas de la Iglesia Católica por medio de la aportación voluntaria en la declaración de la renta del último ejercicio disponible. Los resultados son previsibles: Cataluña, y no me sorprende nada, es la región (perdón, país, digo… nación) que menos porcentaje de ciudadanos marcan la casilla de la iglesia. Tampoco me sorprende que sea Castilla la Mancha la región con mayor número de colaboradores con la Conferencia Episcopal. Lo cierto es que la religión –representada mayoritariamente por la Iglesia- es un asunto de magia y ésta prende con más facilidad en regiones rurales lejanas al mar  y menos expuestas al desarrollo industrial, financiero, turístico y, en general, al cosmopolitismo. Les pondré un ejemplo: aunque resulte previsible, ¿qué escenario invitará más a pensar en el más allá?, ¿los Llanos de Albacete o una cala de Ibiza? Por algún motivo, la visión de los  cuerpos de las valkirias tostándose al sol en la playa recóndita de la Pitiusa y el pescado a la brasa regado con vino blanco invita más a la alabanza de la industria de los hombres y del mas acá, en tanto que el sereno porte de una encantadora iglesiuca románica del llano burgalés lo hace con el misticismo y la reflexión sobre el más allá.

-Tras Cataluña-, Galicia, Canarias, Baleares, Asturias y Comunidad Valenciana (todos territorios de tierra afuera) se muestran más reacias a aportar fondos a la iglesia y lo hacen por debajo de la media, en tanto que Extremadura, La Rioja, Murcia, Castilla y León, Andalucía, Madrid, Cantabria y Aragón lo hacen por encima. A primera vista, hay dos cosas que chirrían. En primer lugar, el hecho de que Asturias aporte muy por debajo de la media en tanto que sus vecinos cántabros -litorales también- lo hagan por encima. Quizá la tradición industrial y minera de los asturianos tenga algo que ver. Otra cosa a destacar es el papel de Madrid, que se sitúa entre las regiones más generosas con la Iglesia, lo que contradice su cosmopolitismo, pero ya sabemos que la capital es un territorio aparte, atípico. Puede ser (y a menudo lo es) el más innovador y avanzado, el más paleto y retrógrado, el más religioso, el más gay, el más  moderno y el más tradicionalista, el más tolerante y el más  reaccionario… El informe no incluye los datos de los navarros y los vascos por tener éstos (más bien gozar de) un régimen impositivo especial, aunque según datos obtenidos de otra fuente, los vascos andarían por debajo de la media y los navarros, pueblo más interior y católico, en la misma media.

¿Y, cuál es el escenario de la religiosidad mundial? Según un gran estudio de WIN/ Gallup Internacional llevado a cabo en 65 países, los países más religiosos son Tailandia, con un 95% de creyentes budistas, Armenia (97% cristianos), Bangladesh (91% musulmanes), Georgia (84% ortodoxos) y Marruecos (98% musulmanes suníes). En el lado contrario China, con sólo un 7% de creyentes, Japón (13%), Suecia (19%), República Checa (23%) y Holanda (26%). En términos generales, África, Centroamérica, Asia (excepto China y Japón y Europa oriental son las zonas más creyentes, en tanto que Europa occidental, partes de Norteamérica (especialmente Canadá) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), junto con las ya citadas China y Japón, configuran el mundo menos creyente y más pegado a lo tangible.
Otras conclusiones de la macroencuesta realizada a 64.000 personas es que los jóvenes (curiosamente) muestran más religiosidad que los mayores, siendo los adultos entre 25 y 34 años quienes se confiesan más religiosos; y lo que es más predecible: que la religiosidad disminuye claramente con dos factores: nivel económico y sobre todo, nivel educativo y cultural, siendo los países más pobres y con menor desarrollo educativo los que muestran mayor creencia religiosa y dentro de cada país, las clases más humildes y menos instruidas las que configuran el grueso de los creyentes.

¿Y qué dice Dios de todo esto? Nada. Su hombre en la tierra, el bienintencionado Francisco, querido y respetado entre creyentes y no creyentes no dice mucho, el pobre, que bastante tiene con sujetar a su tropa; y su agente en mi tierra, el Cardenal Cañizares, opina que “España vive la noche oscura del ateísmo colectivo”, que los ateos están “vacíos y desorientados” y que tienen “como ideas prevalentes” “el dinero, el sexo, el goce narcisista y el goce del cuerpo”. ¿Qué tendrán algunos Príncipes de la Iglesia que se figuran que el resto vive permanentemente contando billetes y a calzón bajado? Y dice también que la familia está amenazada “por el ‘imperio gay’ y ciertas ideologías feministas”. Él, que tiene prohibido por su secta formar una.

Román Rubio
Mayo 2017 

sábado, 13 de mayo de 2017

¡AY, ESTE MADRID!

¡AY, ESTE MADRID!
-Dr. Livingstone, supongo

- Soy Copérnico

“¡Hola Colón!”, interpeló el comentarista al figurante, micrófono en mano. ¡Soy Copérnico!, contestó el actor caracterizado de época. Parece un diálogo inofensivo. El comentarista, viendo a un tipo disfrazado de personaje del siglo XVI que no lleva el nombre escrito en la frente, lo toma por otro de la misma época. Error insignificante, ¿no? Pues no tanto. De hecho, el comentarista, colaborador de un medio digital con un claro y acusado sesgo antipodemita, “quería” que el personaje fuera Colón. Es más, “quería” atribuir al personaje la subyugación de los indígenas americanos y su cacareado exterminio por los españoles para así ridiculizar la supuesta postura de Podemos en defensa de los pueblos autóctonos y en contra de la conquista de América; de modo que, aprovechando  que el Pisuerga pasa por Valladolid y Carmena está en el Ayuntamiento… ¿Entienden? Desafortunadamente para el tipo del micrófono, cuyo nombre nunca llegué a retener dada su insignificancia, el personaje que saludaba desde la carroza resultó ser… Copérnico. No conozco un ejemplo mejor para explicar el término “prejuicio” Prejuzgar significa tener formado un juicio antes de tener conocimiento de los hechos, y en el caso que nos ocupa el “periodista” había adelantado todo un discurso que el astrónomo polaco tiró por tierra revelando su identidad. No hay nada más ridículo que quedar ridiculizado cuando se pretende ridiculizar.

El año anterior, esa misma cabalgata (conocida ya como Cabalgata de Carmena) fue objeto de feroces críticas por otro motivo. En aquella ocasión la causa fue el atuendo de los Reyes. Estos, o quienes diseñaron sus atuendos, se salieron de la tradición de reyes de la baraja para convertirse en lo que en el Evangelio de Mateo -el único evangelista que se refiere a la Epifanía- son denominados Magos (que no reyes). En fin, todos sabemos que los Reyes Magos, como el Hombre del Saco, el Ratoncito Pérez o Papá Noel son personajes de ficción, pero aún en el caso de que no lo fueran, nunca ningún evangelista dijo que fueran reyes, y aunque lo hubieran sido, ni hizo  alusión a su vestimenta ni tendrían necesariamente por qué andar vestidos como el rey de bastos. No obstante, el escándalo fue monumental y causó un gran revuelo; hasta el punto de hacer llorar a la hija de la Diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, lo que partió el corazón de tantos madrileños (y hasta de alguno de fuera).

Incapaces algunos de esperar hasta el próximo enero para hacer el ridículo, han decidido aprovechar la primavera para destapar la caja de los truenos. Se acaba de desvelar el cartel de la Feria del Libro de Madrid, la más importante de España, el gran escaparate publicitario de la industria nacional de la edición. El cartel anunciador del evento se le encargó a la diseñadora Ena Cardenal y esta presentó un simpático gatito de color rojo que parece estar leyendo un libro cuyas páginas son, a su vez, sus propios bigotes. Es una imagen divertida, expresiva, entrañable, esquemática, ingeniosamente alusiva al evento y algo naif, que no hiere ni insulta a nadie y que hace que se identifique fácilmente el significante con el significado, cualidad primera y necesaria de todo cartel.
Pues bien; quizá por el hecho de ser rojo, ser gato o tratarse de un gato que lee un libro -¿quién sabe?-, de nuevo las fuerzas telúricas de las cavernas  capitalinas se han rebelado contra lo que consideran un insulto que desmerece a la feria.

Pero lo mejor está por venir. Según la autora del diseño, falta por sacar toda una gama de gatos de distintos colores: blanco, verde, amarillo, azul… y uno, como guiño al colectivo LGTB, con los colores del arco iris. Como la misma artista dice: “Verán cuando salga el gato gay”. “El pollo que se va a montar”. Estén atentos.
¡Ay, este Madrid! ¡Nunca nos defrauda!


Nota: donde pone Madrid y madrileños, puede leerse España y españoles.

Román Rubio
Mayo 2017

miércoles, 10 de mayo de 2017

EUROPA (TAMBIÉN CONOCIDA COMO “UROPA”)

EUROPA (TAMBIÉN CONOCIDA COMO “UROPA”)

En realidad, todos lo sabemos. Me refiero al hecho de que Europa (Uropa para Rajoy y otros muchos) es el mejor lugar para vivir. Quizá no seamos tan ricos como los EEUU, pero los recursos están mejor repartidos; ni crecemos tanto como algunas partes de Asia, pero el desarrollo está mucho más consolidado. Se respira mejor aire, se disfrutan de altos niveles de bienestar, la enseñanza alcanza más o menos a todos y la cobertura sanitaria es universal. Los gobiernos no sacan a las personas a medianoche para interrogarlas, torturarlas y encerrarlas, ni hay peligro de ser represaliado por pensar –y expresar- una u otra ideología, religión o filiación. Se puede andar tranquilo por la calle sin riesgo a ser atacado y agredido (siempre y cuando no aparezca por allí “un” energúmeno sevillano que dice ser hincha del Betis), el escenario natural es hermoso y el urbano es incomparable. ¿Qué tiene, pues, Europa que, a pesar de sus incuestionables cualidades está continuamente en peligro de parcelación y ruptura?

El domingo pasado ganó Macron la Presidencia a la República Francesa y el mundo respiró porque la rival (Le Pen) representaba la salida de la Unión Europea y –como todos sabemos- la aniquilación del proyecto común, que, de manera tan rácana e inoportuna, iniciara Reino Unido. La pregunta de la noche del domingo era: ¿Cuántas elecciones faltan para que gane Le Pen y se llegue el proceso de descomposición? Hace un par de meses que se había producido las elecciones en Holanda en las que el antieuropeista Geert Wilders, que había llegado a liderar las encuestas, cayó derrotado, generando el mismo resoplido de alivio por haber evitado el abismo, lo mismo que ocurriera con la derrota de Norbert Hoffer en  Austria, en Finlandia y en casi todas partes. Siento ser pesimista, pero la pregunta sigue siendo: ¿Cuánto va a durar esto?

La Unión está siendo sometida a dos fuerzas de aniquilación: una, la más peligrosa, es la fuerza centrífuga de disgregación iniciada por el Reino Unido, y la otra, más inconcreta y (hasta ahora) controlable, es la parcelación en pequeñas unidades como Cataluña, Escocia, Padania, Baviera, País Vasco… que harían de la macroestructura un ente difícilmente manejable.
¿Y en qué posición quedaría una Europa desunida de pequeñas naciones en un mundo con tres gigantes como son los EEUU de Trump, la Rusia de Putin y la China de Xi JInping? Hoy por hoy, estos son los tres grandes actores mundiales. Junto a ellos, una Europa de poder militar inexistente, liderazgo débil y difícil interlocución aún juega, y puede seguir haciéndolo, un papel de árbitro sensato respaldada por dos factores: su categoría moral y su poder económico. ¿Qué sería pues, de un mundo que renunciara a ese contrapeso?

El cuarto poder –Europa-, el de los valores democráticos y el sentido del bien común (no solo de las élites), está en continuo cuestionamiento, mientras los otros se refuerzan y envalentonan cada vez más. Cómo en la canción de Lole y Manuel: “…el cardo siempre gritando y la flor siempre callá”.
Hay un quinto invitado al reparto del poder global, pero este ni viene ni se le espera: sería una unión, alianza, o confederación de estados islámicos; un bloque de naciones que abarcaría desde Indonesia a Marruecos y al que se ve como una quimera, dado el enfrentamiento irreconciliable entre chiitas y sunitas,  liberales y tradicionalistas, demócratas y fanáticos de la ley islámica o sharía… Además, como queriendo poner palos en los radios de la bici musulmana, se les encajó, allí, en medio, al estado de Israel, foco envenenado y origen de problemas y desavenencias bélicas.
Este es el panorama. O existe Europa o lo tenemos mal. Nos arriesgamos a ser pequeños insectos al albur de los caprichos de los grandes actores, y si estos son tipos como Trump, Putin o Xi Jinping, yo…, ¿qué quieren que les diga?, votaría por Europa, como ya hice en 2005 –cuando el referéndum sobre la Constitución Europea-, en contra de lo que preconizaba la izquierda-izquierda y la derecha-derecha.

Román Rubio
Mayo 2017

lunes, 8 de mayo de 2017

DÍA DE LA MADRE (PATRIA)

DÍA DE LA MADRE (PATRIA)

Llamadme rancio, pero esas manifestaciones amorosas del día de la madre me parecen una exhibición impúdica y falsa del amor filial hacia la madre, tan falsa como los elogios públicos y besos en la boca con sus mujeres de los políticos electos americanos. ¿Que quieres a tu madre? No lo dudo; al fin y al cabo te parió y lo dio todo por ti. La llamas, se lo dices y ya está; se lo dices otro día, que no tiene por qué ser el primer domingo de mayo, o no se lo dices y se lo demuestras con hechos, que para eso están (los hechos, digo). Es la proclamación pública del amor en las redes sociales o en las pizarras electrónicas de los estadios  lo que me hace sospechar que se trata de una farsa. He visto en las redes este domingo tantas declaraciones de amor a “la mejor madre del mundo” que me hace pensar en una extraña competición en la que todas y ninguna son ganadoras. Pensando en ello decidí que había que sustituir tan comercializada y dulzona celebración por un día de la familia o algo así, que incluyera al padre, al hijo, al cuñado y al perro, pero entonces me acordé de que existía la Navidad, que tantos esfuerzos nos cuesta, a veces, transitar y me dije que ya estaba inventado. ¡Hasta el día del padre, que ya es inventar! ¿Para cuándo el día de la mascota? ¿Aún no lo tenemos? De este modo podemos comprar cojincitos mullidos, cepillos de pelo, juguetitos de plástico, lacitos, vales para la peluquería y la manicura… del nuevo rey de la casa, que hace guau guau. Y subirlo a la red.

Y hablando de madres, hoy toca hablar de la Madre Patria, de la francesa, vaya. No ha ganado la madre de los franceses –Marine Le Pen- sino el padre ¿Qué digo el padre? El  sobrino segundo de los franceses, Emmanuel Macron. Y es que Francia ha renegado de la madre burguesa, superprotectora  y mandona, celosa guardiana de las esencias familiares, que no deja que sus hijos alternen con los mal encarados y sucios muchachos del arrabal. En su lugar se han decidido por un entusiasta muchacho demasiado ambicioso y perfecto para ser real. Raro, el chico. Burgués de origen, intelectual brillante y trabajador, ganador adicto, casado con Brigitte, su exprofesora de francés y mujer de sustancia, acusado de ser homosexual, al que las malas lenguas le atribuyen un romance con el guapo Presidente del consorcio público France Radio, Mathieu Gallet. ¡Ay, esta Francia! Nunca nos decepcionará. Desde las supuestas relaciones del egocéntrico Giscard D’Estaign con Lady Di, noveladas por él mismo –que, por cierto, estaba casado con su prima-, a las escapadas en moto de Hollande para ver a su amante y la correspondiente revancha de la Trierweiller, con libro de memorias incluido, pasando por las serenatas de guitarra de la sugerente y experimentada Carla Bruni, la doble vida de François Mitterrand con sorpresón final de hija secreta o el mismo Chirac, a quién, además de sus múltiples escarceos en el piso de arriba de Chez Régine, se le atribuye un hijo en Japón, producto de una relación con una intérprete en el país del sol naciente, al que el político viajó 45 veces… la presidencia de Francia siempre viene con sorpresa ¡a la francesa!

No tardará en producirse el encuentro entre los nuevos presidentes de las repúblicas hermanas y, al mismo tiempo, tan némesis una de la otra como son EEUU y Francia. Un presidente bravucón, el americano, que se jacta de coger a las mujeres por el coño –sin que rechisten-, casado con una escultural muchacha veintitantos años más joven a la que no se le conoce pensamiento alguno que no le hayan escrito en un papel –y aún así, copiado de Michelle Obama-, se reunirá con un joven francés, intelectual brillante, casado con una mujer, también intelectual, veintitantos años mayor que él. La imagen invertida de la cámara oscura. ¿De qué hablarán?

Román Rubio
Mayo 2017 

viernes, 5 de mayo de 2017

NÚMEROS Y MÁS NÚMEROS

NÚMEROS Y MÁS NÚMEROS

En mis tiempos (no sé ahora) a la Licenciatura de Matemáticas se le llamaba Ciencias Exactas, y era porque los números han tenido siempre la vocación de exactitud inapelable, medición objetiva, magnitud operable e indiscutible. De algún modo, a los números se les ha otorgado la función de contenedor de la verdad. ¿Tienen razón los marxistas, los liberales, los conservadores, los socialdemócratas? Todo es opinable. Todo menos los números. ¿Cuántos votos has sacado? ¿Cuántos avales tienes? ¿Cuántos penaltis le han pitado al Barça? ¿Y al Madrid? ¿Cuántos puntos tienen uno y otro? ¿Y goles a favor y en contra? Cuando hay discusión recurrimos a los números con la convicción de que nos van a desenmascarar la verdad, lo cual no siempre es así. En realidad, si lo piensan, casi nunca lo es. Veamos.


Resulta que para poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado, el gobierno ha necesitado del apoyo del PNV y cada uno ha llevado sus cuentas. Para los vascos, que disponen de una cantidad de dinero por habitante por encima de los 4.000 euros mientras que los valencianos –los peor financiados- se resignan con 1.800, el gobierno central (llámese España, como si los demás fuésemos un bloque) tiene un déficit con el territorio vasco que se ha fijado, tras el tira y afloja, en 1.400 millones y una rebaja de la aportación quinquenal de unos 500 millones, además de otras bagatelas de inversiones que suben a miles de millones como la llamada Y Vasca y otras menudencias. ¿Lo ven? ¿Dónde unos ven un favoritismo inasumible, otros un insultante déficit. Con las mismas cifras.

Los iPhones tienen prestaciones que no siempre vienen explicitadas por el fabricante, en una astuta política de dejar que sea el usuario el que las descubra. Un sueco ha redescubierto una propiedad ignorada por la inmensa mayoría de usuarios y que tras publicitarla se ha convertido en un acontecimiento. Al parecer, tocando aquí o allá en la pantalla de la calculadora del teléfono se logra borrar una sola cifra del número que se está introduciendo sin necesidad de darle a la tecla “C”, que borra todo el número. La “novedad” ha sido acogida con alborozo en la Red y algunos usuarios se lamentan del tiempo de sus valiosas existencias que “han perdido” borrando el número completo en sus operaciones cuando podían haber borrado una sola cifra. ¿Se imaginan ustedes la frustración terrible del que en su lecho de muerte se lamenta de los momentos “perdidos” en volver a introducir los números completos en la calculadora del móvil? El hecho de haber formado o no una familia o de haberse ido uno  a vivir a Buenos Aires cuando tuvo aquella oportunidad se convierten en cosas irrelevantes comparadas con los instantes perdidos tecleando más números de lo que permite la prestación de la calculadora del  móvil.

¿Y saben ustedes cuántas personas mueren anualmente a causa del ruido? 17.400. ¿Que cómo pueden calcular esas cifra? Ni idea. De verdad, me encantaría saber cómo se ha podido llegar a tan precisa cantidad. Lamento no poder dar más detalles sobre el particular ya que vi el titular sobreimpresionado en la pantalla del televisor en el telediario de una u otra cadena, pero me dio que pensar. ¿Cómo han podido obtener una cifra tan redonda de una cosa tan difusa? ¿A partir de los certificados de defunción de todo el mundo, quizá? Yo no he visto muchos certificados de esta naturaleza pero si cae alguno en mis manos, en el espacio donde pone causa de la muerte, esperaría encontrar cosas como “insuficiencia respiratoria”, “paro cardíaco súbito”, “fallo renal agudo” y cosas así, pero desde luego, no “exceso de ruido”.

La afición a cuantificar los fenómenos lleva a conclusiones extravagantes y absurdas. En una ocasión vi un ranking de las ciudades españolas ordenadas por lo que las consultorías han dado en llamar “calidad de vida” –ellos sabrán a qué se refieren con tal cosa- y, ¿saben cuál era la ciudad situada en primer lugar? Albacete. Al parecer, en una vorágine de operaciones sumatorias, divisorias, multiplicativas y porcentuales de metros cuadrados de museo y número de farolas por habitante, plazas escolares y precio de la vivienda dividido por el número de pacientes en lista de espera para operaciones de cadera, salía Albacete como indiscutible campeona, seguida, nada más y nada menos, que de Logroño. Por encima de Sevilla. O Málaga, en dónde corre más la brisa. ¿Cómo vamos a volver a creer en los números y sus manipuladores?


Román Rubio
Mayo 2017

lunes, 1 de mayo de 2017

ANIMALES PARLANTES

ANIMALES PARLANTES
En la novelita cervantina  El coloquio de los perros, Cipión y Berganza, guardianes de la puerta del Hospital de la Resurrección de Valladolid, conscientes de que por la noche adquirían la facultad del habla, se cuentan sus azarosas vidas constituyendo un acercamiento al relato de la picaresca y un ejemplo de lo que se llama personificación o prosopopeya, figura literaria que consiste en atribuir cualidades humanas a objetos inanimados o animales. Es un recurso muy común en los mitos y leyendas de literaturas arcaicas y fundacionales de tradición oral, retomada en otros momentos de la historia de la literatura con el Neoclasicismo del siglo XVIII. En las fábulas de La Fontaine, Iriarte y Samaniego los animales hablan: la zorra acaba despreciando las uvas que no es capaz de alcanzar, el asno se vanagloria de su capacidad de hacer música con una flauta y el oso se lamenta de su poca gracia como bailarín tras ser elogiado por el cerdo. Los animales hablan y expresan cualidades humanas. Y es en esa distancia entre “lo humano” y “lo animal” en lo que se sustenta la posible gracia o interés de la fábula. Hasta aquí llegan las prerrogativas de los animales y aquí empiezan las de los humanos.


Hasta hoy. En nuestra época se confunden los dos mundos convirtiéndose, paulatinamente, en uno;  en lo que Peter Singer explica como la “teoría de los círculos de empatía” expresada por Steven Pinker. El filósofo moralista australiano  formuló la idea de “expansión de los círculos de empatía”, que han motivado el desarrollo del animalismo como ideología global. Para Peter Singer, “el ser humano ha ido expandiendo los círculos de empatía. Inicialmente, este círculo se reduce al grupo cercano de familiares y allegados, donde todo aquel que está fuera es considerado un subhumano y puede ser explotado con impunidad”. Esto ocurría, por ejemplo, con los vikingos o los íberos y así lo anotó Darwin, en su época, observando el comportamiento de los primitivos indígenas de Tierra de Fuego. “…Pero como ha demostrado la historia, el círculo de empatía se ha expandido desde la familia a la aldea, a la tribu, al clan, a la raza, a la especie humana y, muy recientemente, hacia otras especies, incluso plantas o todo organismo sintiente” (Pinker: 2011, Ch 10).

De este modo, hemos llegado a la humanización del animal, y en especial, de la mascota, y se lleva al perrito al veterinario, a la peluquería, a la manicura, al psicólogo y donde haga falta, cueste lo que cueste. Y se le habla, se le explican las cosas, se pacta con el animal la ruta, la duración del paseo y el trato con otros miembros del clan perruno, como si este, con sus gestos y movimientos de cola y su expresiva mirada fuera capaz de seguir el discurso.

La semana pasada vi en una red social una llamada de atención a propietarios (¿o deberíamos decir compañeros, camaradas, colegas o socios?) de perros mascotas por el hecho de reñir al can por cualquier trastada con el argumento de que es sumisión y no remordimiento la reacción que se consigue del animal, en algo que el biólogo Nathan H. Lents, en un famoso artículo en Psychology Today, formuló como “el arco de la disculpa”.

El mismo día, en el periódico, venía la triste noticia de la muerte de Simon en un vuelo de United de Londres a Chicago. Simon no era ningún médico de origen vietnamita que fuera brutalmente arrancado de su asiento por personal de seguridad. Se trata de un conejo; eso sí, no de un conejo cualquiera. Iba camino de superar el récord de tamaño en su especie ostentado por su padre, Darius, que medía 132 centímetros. ¿Se imaginan un conejo de casi metro y medio correteando por el jardín de su casa, o, lo que es aún peor, por dentro de ella? A mí me resulta pavoroso, pero desde luego no a su propietaria y cuidadora Anette Edwards, exconejita ella misma de Playboy, algo mayor que Darius (en tamaño) y que se ha gastado más de 10.000 dólares en cirugía plástica para parecerse lo más posible a Jessica Rabbit. Entre conejos anda el juego.
Simon, el conejo monstruoso, iba camino de ser vendido en los EEUU pero el pobre llegó muerto. A falta de la autopsia, que imagino que le harán, puesto que, al parecer, se trataba de un conejo muy caro, determinará si falleció por trato inadecuado, infarto natural o simplemente porque el paraíso natural de los conejos no parece que sea la bodega de un avión.

Esta historia de conejos de distintas naturalezas y tamaños me trae a la memoria otra historia de animales que escuché en el testimonio de un africano que llegó a España en una patera. Al parecer, algo que estimuló al muchacho negro como la noche a meterse en un botecillo de juguete jugándose la vida y, muerto de miedo, atravesar el brazo de mar, fue un anuncio de televisión de un canal europeo que vio allá en su país. Una mujer atractiva de treinta o cuarenta años iba al supermercado y compraba amorosamente unas latas de carne para su gato que decían “cómeme”. “Si hacen esto por el gato”, pensaba el muchacho, ¿qué no harán por el negrito? En fin…

Román Rubio
Mayo 2017