Mi nombre es MOORE, ROGER MOORE
The
Independent
Compartido en
Facebook por Cristina González.
Mark Haynes, guionista londinense, se
encontró con Roger Moore cuando tenía siete años en un aeropuerto y cuenta la
anécdota del encuentro en el diario The Independent:
Cuando tenía siete años –allá por el
año 1983- en los días en que aún no existían las Salas de Primera Clase en los aeropuertos-, me
encontraba con mi abuelo en el Aeropuerto de Niza y vi a Roger Moore sentado en
la puerta de embarque leyendo un periódico. Le dije a mi abuelo que acababa de
ver a James Bond y le pregunté si podíamos acercarnos a que me firmara un
autógrafo. Mi abuelo no tenía ni idea de quiénes eran James Bond ni Roger Moore
de modo que me llevó delante de él y le espetó: “Mi nieto dice que eres famoso.
¿Podrías firmar aquí?
Tan encantador como de costumbre,
Roger preguntó mi nombre y, tal y como debe ser, firmó el reverso de mi billete
de avión con una completa nota llena de buenos deseos. Yo estaba extasiado,
pero mientras buscábamos el asiento eché un vistazo a la firma. Era difícil de
descifrar, pero allí no ponía “James Bond”. Mi abuelo lo examinó y más o menos
dedujo que allí ponía “Roger Moore”. Yo no tengo ni idea de quién es esa
persona y mi corazón se encoje. Le dije a mi abuelo que se había equivocado al
firmar y había puesto el nombre de otro, de modo que mi abuelo va otra vez
hacia Roger Moore con el billete que acababa de firmar.
Recuerdo a mi abuelo decirle: “dice que te has equivocado de
nombre al firmar, que tu nombre es James Bond”. Roger Moore hizo un gesto de
complicidad y me hizo una seña para que me acercara a él. Cuando estaba a su
altura, se inclinó hacia mí, miró a uno y otro lado, levantó una ceja y en un
susurro me dijo: “he tenido que firmar Roger Moore porque si no… Blofeld podría
descubrir que estoy aquí”. Me pidió que no dijera a nadie que acababa de ver a
James Bond y me dio las gracias por guardar el secreto. Volví a mi asiento con
los nervios tintineando de gozo. Mi abuelo me preguntó si había firmado como James
Bond. No, le dije. Lo tomé por otro. Ahora me encontraba trabajando con James Bond.
Muchos años después estaba ejerciendo
como guionista en una grabación relacionada con UNICEF y Roger Moore tenía que
grabar algo como embajador de la organización. Se comportó amablemente y
mientras los cámaras estaban preparando la grabación le comenté de pasada el
encuentro en el aeropuerto de Niza. Le encantó la historia y riéndose por lo
bajo dijo: “Bueno, no lo recuerdo pero me encanta que conocieras a James Bond”.
Fue estupendo.
Y entonces él hizo algo absolutamente
genial. Después de filmar se cruzó conmigo en el pasillo camino de su coche y,
cuando estuvo a mi altura, se paró, miró a ambos lados, levantó una ceja y en
un susurro me dijo: “Por supuesto que me acuerdo de cuando nos encontramos en
Niza, pero no quise decirlo aquí entre todos esos cámaras… Cualquiera de ellos
podría estar trabajando para Blofeld.
Quedé tan alborozado a los 30 como lo
había estado a los 7. Qué tipo. Qué tipo tan tremendo.
Román Rubio
Mayo 2017
Traducido de The Independent
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