EL
OBISPO DE MONDOÑEDO
En mi libro ¡A
SANTIAGO VOY! Memorias del Camino del Norte cuento la historia de la
conocida frase: “Mientes más que el obispo de Mondoñedo”, aprovechando mi paso
por la preciosa localidad lucense, ciudad episcopal.
Se refiere a Fray Antonio de Guevara (1480-1545),
franciscano, cronista imperial, obispo de la ciudad y autor del famoso Libro aúreo de Marco Aurelio, del que se
imprimieron veinticinco ediciones en español, y Relox de Príncipes (que incorpora el Libro de Marco Aurelio) y del
que se hicieron dieciséis ediciones en español y cincuenta y ocho en francés
italiano, etc., siendo el libro español más difundido de la época junto con La Celestina y el Amadis.
La obra la presentó el pillastre y habilidoso franciscano
como una traducción de unos supuestos (e inexistentes) diarios del emperador
romano que él habría encontrado en la biblioteca de Cosme de Médicis, en
Florencia. Es decir, ponía en boca de otros algo que estos nunca habían dicho o
escrito, cosa de la que sabe bastante el amigo Boris Johnson, motivo por el que
fue expulsado de la redacción del diario The Times.
A pesar de sus truhanerías, ambos tuvieron su
recompensa: uno llegó a Obispo de Mondoñedo y el otro a Primer Ministro del
Reino Unido. A cada cual, lo suyo.
En el libro, también incluyo la referencia que del
famoso obispo hace el mismísimo Cervantes en el prólogo del Quijote: “Si tratárades de mujeres rameras, ahí está
el obispo de Mondoñedo, que os prestará a Lamia, Laida y Flora, cuya anotación
os dará gran crédito…”.
Tras enviar un ejemplar de mi obra a un lugar en la
localidad de Mondoñedo en donde fui bien atendido e instruido en asuntos
locales (es la patria de Álvaro Cunqueiro), me dio por revisar todo lo que
había escrito del lugar, por si había algún gazapo escondido, motivo de espanto
entre los que se dedican a juntar palabras y ponerlas por escrito, de modo que
busqué un Quijote de mi librería y me puse a revisar los prólogos de Cervantes
a la primera y segunda parte. Y nada. El obispo no aparecía por ningún sitio.
Empezó a correrme un sudor frío por la espalda,
pregonero del ridículo: el libro estaba impreso, había sido enviado al Centro
de Interpretación del Museo local —en el que había personal buen conocedor de
las cosas del lugar— y yo había publicado algo falso y mal documentado del
lugar. Un desastre.
Fue entonces cuando se me ocurrió mirar la edición
de mi Quijote, un ejemplar añoso, procedente de una Biblioteca Pública (algo
altamente reprobable, pero es así, ¿qué le vamos a hacer?) y ahí empezó a desfacerse el entuerto. Se trataba de
una edición de la editorial Razón y Fe, de 1945, anotada y comentada por el
sacerdote jesuita Rufo Mendizábal.
¿Sería posible que el impresor Casimiro, Obispo
Auxiliar de Madrid de la época, y el jesuita responsable de las anotaciones se
hubieran saltado un párrafo del prólogo porque no conviniera a los intereses
del clero de la época y a su moral? ¿Podía caber tal desfachatez?
Como no tenía otro ejemplar en casa para comparar,
busqué el tan famoso prólogo y allí estaba el dichoso párrafo: en todas las
ediciones.
Lo que el mentiroso jesuita había transformado en:
Si
tratárades de ladrones, yo os diré la historia de Caco, que la sé de coro; si
de mujeres * crueles, Ovidio os entregará a Medea…
Examinando el libro con más detenimiento llegué al
capítulo de Advertencias en el que el religioso confiesa que el texto “Tiene algunas omisiones y añadiduras, bien
pocas por cierto, hechas con el fin de velar algunas palabras o pasajes hoy
menos convenientes…”. De ahí, el asterisco. Maldije al cura para mis
adentros por su mojigatería y el mal rato, pero debo reconocer que me alivió la
culpa de saber que mi pequeño hurto había servido para expurgar de lo público una
obra “mentirosa”.
Hoy en día nos vemos —afortunadamente— liberados de
esta censura “carca”, pero no nos libramos de la censura “progre” que propician
los guardianes de la nueva moral. Aquellos que quieren que Tom Sawyer no hable
de negros, ni Caperucita de lobos, ni Hansel y Gretel de brujas. ¿Y Otelo?
Bueno, a ese ni mentarlo. Habrá que resucitar al famoso obispo de Mondoñedo
para que escriba el guión que Shakespeare debía haber escrito.
Román Rubio
Junio 2021
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