martes, 28 de junio de 2016

JOSÉ LÓPEZ

JOSÉ LÓPEZ















En  Nacional III,  García Berlanga, el genio español de la comedia, en compañía  de otro genio en el guión –Rafael Azcona- narra una situación delirante en la que un López Vázquez viciosillo y medio subnormal (que me perdonen los lectores si ven falta de respeto hacia los “dotados de manera diferente”), hijo del no menos vicioso e histriónico Marqués de Leguineche (Luis Escobar) saca (o intenta, que no recuerdo bien) de España los milloncetes de pesetas que suponían los ahorros de la familia buscando puertos más seguros ante la posible llegada de los socialistas. Para ello se hace enyesar un brazo y se mete los fajos de billetes dentro de la escayola. Para camuflarse y no llamar la atención de los aduaneros se suma a un grupo de peregrinos lisiados y/o fanáticos que van a Lourdes con sus curas y sus monjitas en busca de uno u otro milagro. Otra divertida astracanada de los genios de la comedia española a los que imaginamos en la mesa de un bar elucubrando bufonadas entre whisky y whisky. Otra hipérbole de la “casta” patriótica que ama tanto a su país que prefieren sacar el dinero fuera.

Después, como ocurre a menudo, la realidad nos ha acercado a la ficción y hemos visto a patriotas traer (o llevar) fajos de billetes en bolsas de basura de Andorra, lugar en el que también se celebraban pyjama parties de constructores y alcaldesas, tesoreros y banqueros que llevan y traen… Creíamos haberlo visto todo. ¡Qué va! No contábamos con Argentina. Ellos nos superan en todo. Vean si no.

El tipo que ven en la foto, a pesar de llevar casco de acero y chaleco antibalas no va a ninguna guerra. Está detenido y va esposado. El hecho de que los detenidos en Argentina vayan con chaleco antibalas y casco es algo que tendrán que explicar ellos. Se llama José López y ha sido secretario de Obra Pública durante doce años en los gobiernos de Néstor y Cristina Krichner. Hace unos pocos días, en medio de la noche, un vecino de una zona de las afueras de Buenos Aires vio a un coche de alta gama parado junto a la tapia de un monasterio ocupado (muy poco ocupado, dado el escaso número de integrantes) por las Monjas Misioneras orantes y penitentes de Nuestra Señora del Rosario. Al parecer, el tipo que se apeó del coche estaba tirando bolsas por encima de la tapia del monasterio. Extrañado el vecino llamó a la policía que se encontró con la sorpresa de que el hombre era la mano derecha del exmimistro de Planificación Julio De Vido y que las bolsas estaban llenas de dinero: dólares, euros y alguna otra divisa extranjera además de joyas. En una de las bolsas se encontró un fusil Sig Saguer calibre 22. La primera reacción del individuo fue –como no- la de intentar sobornar a los policías ofreciéndoles parte del dinero, cosa que no consiguió, para a continuación culparles de robo de lo que el político declaró que era una “donación” para lo orden de las monjitas; al fin y el cabo se trataba sólo de una menudencia de nueve millones de dólares, dólar arriba, dólar abajo: justo lo que las monjitas necesitaban para repasar el tejado y alguna que otra mejora. El jefe de los policías, con sorna, le contestó que ya se lo imaginaba y que por esa razón habían venido ellos: para ayudarle a contar el dinero, tarea que llevó hasta las tres de la madrugada.
La historia, aunque argentina, tiene todos los elementos de la comedia española: hay un pícaro, político y falso patriota, es muy, pero que muy chapucero, hay nocturnidad, busca el amparo y la protección de la iglesia con su pátina de impunidad y tras intentar el soborno -ya que la extorsión no es posible-  piensa en unas excusas muy malas y de entre ellas, elije la peor. ¡Ché, tú. Un genio!

Román Rubio
Junio 2016 

lunes, 27 de junio de 2016

CAMERON NO TIENE PRISA

CAMERON NO TIENE PRISA














Cameron no tiene ninguna prisa. En la alocución de su dimisión (diferida, al estilo Cospedal) anunció su salida para Octubre, con el objeto de  demorar la petición de desvinculación de la UE unos meses. El Primer Ministro sabe que según el artículo 50 del Tratado de Lisboa se abre desde ese momento un periodo de dos años para pactar la ruptura. En caso de no producirse acuerdo, la salida se produce automáticamente interrumpiéndose todo vínculo, para bien o para mal. Se da así cuatro meses para que la diplomacia inglesa prepare la negociación y a él personalmente para pensar en su futuro dentro y fuera del partido y maldecir en la intimidad a un primo octavo suyo, descendiente por vía bastarda del rey Jorge II, su particular demonio con tupé rubio que no se llama Trump sino Johnson; Boris, para los amigos.

Se podría dar la circunstancia de que el brillante, amoral y algo payaso Boris Johnson, convertido en Primer Ministro tras la renuncia del perdedor, consiguiera alguna mejora en el estatus del Reino Unido dentro de la Unión y convocara a referéndum de nuevo al pueblo británico en el que apoyara la opción de quedarse. ¿Por qué no?, ¿creen que le temblaría el pulso o el verbo al ambicioso hombre del tupé con ancestros judíos, turcos, franceses y con sangre real inglesa bastarda? No subvaloren su perfidia y avidez de medrar. Son inconmensurables.

Otra posibilidad de repetición de referéndum podría venir del mismo Parlamento de Westminster. Una vez negociadas las condiciones de salida, el Parlamento podría verse en la tesitura de tener que aprobar o bien un mercado común con la Unión que implicase una aceptación del principio de apertura de fronteras a ciudadanos europeos –lo que me hace preguntarme para qué han hecho este viaje- o bien la cancelación de ambas situaciones: fronteras cerradas para mercancías, servicios, capitales y personas, para lo que el Parlamento podría convocar de nuevo a la ciudadanía a decidir en las urnas.

Hay un tercer escenario de repetición de referéndum también plausible. Imaginemos que antes de acabar el plazo de dos años (mientras se negocia la salida) se convocaran elecciones generales: esto podría ocurrir en dos escenarios: que el Partido Conservador se parta en dos, lo que no es descartable, o que se confirmen las peores expectativas económicas del Brexit, pierda la confianza el gobierno y fuerce a los políticos a convocar elecciones. ¿Qué ocurriría en el caso de que las ganara  un Partido Laborista partidario de permanecer en la Unión Europea? ¿Podría retirar la petición de salida y cancelar las negociaciones? ¿Aceptaría la UE el juego británico de deshojar la margarita: ahora sí, ahora no, mañana no sé?

Apuesto una disculpa pública en este mismo blog y una birra para todo el que me lo recuerde (si me equivoco) a que habrá un segundo referéndum en Gran Bretaña antes de dos años con el tema de la salida de la Unión.  Se admiten apuestas.

Román Rubio
Junio 2016 

sábado, 25 de junio de 2016

FERNÁNDEZ DÍAZ

FERNÁNDEZ DÍAZ












El hecho de que el Ministro del Interior de España, del PP, hable con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña para incitar a éste a que encuentre indicios –mejor, pruebas- de corrupción entre los líderes independentistas para desacreditarles no me sorprende nada. Es más: después de lo que hemos visto en este país (y en otros vecinos) en actuaciones anteriores me sorprendería que no lo hiciera. ¡Ay, si quienes han estado en ese puesto, como el capaz Rubalcaba, pudieran hablar por esa boquita! No digo que lo apruebe, ni que lo vea ético, ni de gran calidad democrática ni nada por el estilo, no. Es que el ministro del Interior –jefe de las policías- acólitos de la Academia del Gran Fouché y bajo la manta del secretismo que les confiere la custodia de la seguridad del estado han protagonizado las intrigas palaciegas más extravagantes y, a menudo, chapuceras de la escena política.

El jefe conservador de las policías conmina al vigilante de la recaudación a que ponga la lupa sobre sus enemigos políticos de la misma manera que Florentino, directamente o por intermediario solvente,  harto de ver ganar títulos al eterno rival, puede invitar al recaudador de Hacienda, sentado cómodamente en el calefactado palco del Bernabéu, a que revise las cuentas de los de la Travessera de les Corts, no vaya a ser que a alguno de Can Barça se le haya ocurrido hacer lo que hacen todos. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Lo que resulta insólito es que al todopoderoso y tramposillo ministro le hayan grabado la conversación…¡En su propio despacho! Con una claridad y resolución meridiana: como de estudio de grabación, vamos. Para lo cual, o bien su interlocutor le estaba grabando de manera premeditada para difundirlo después -lo que parece improbable por aquello de que nadie echa piedras sobre el propio tejado-, o lo grabó un tercero interviniendo el teléfono de uno (o los dos ) interlocutores sin que estos lo supieran -lo que no es muy probable dada la calidad de la grabación (sin ruidos ni interferencias)- o bien el ministro tiene su despacho lleno de micrófonos, con lo que el material grabado puede ser (casi) infinito y no sé a ustedes, pero a mí el hecho de que espíen al Ministro del Interior que es el que por tradición espía a todos los demás no deja de resultarme chocante. Es como poner un ojo electrónico y un magnetofón en el cuarto de baño del Gran Hermano -el de Orwell, no el de Telecinco-. ¡Ay los espías: nunca decepcionan!

El asunto parece ir de celos entre patriotas comisarios, todos ellos altos cargos policiales y por asuntos pendientes que incluyen grabaciones del caso del Pequeño Nicolás y otros asuntillos del pasado por los que algunos altos cargos se declararon odio eterno. Eugenio Pino - jefe de los Antidisturbios con Aznar y en cargos más anodinos con los socialistas-, comisario con el que el Ministro ha puenteado en muchos asuntos a Cosidó, director general de la Policía, Marcelino Martín-Blas Aranda, comisario jefe de la opaca Unidad de Asuntos Internos, enemigo de José Manuel Villarejo desde la Operación Emperador contra la mafia china por haber involucrado en un informe a un hijo de éste, también comisario de la Policía, condecorado con una medalla pensionada en 2014 por -créanlo, de verdad: sus intervenciones policiales en Cataluña-; todos ellos a las puertas de la jubilación, engrosada en muchos caso por méritos remunerados por “Servicios a la Patria” han creado una red de rencillas y traiciones en la cúpula policial que han expuesto al incauto ministro a la ignominia y el descrédito. ¿Se puede pedir más?

Bueno, está Argentina y el tipo que tiraba sacas de dinero por encima de la tapia de un convento, pero eso da para otro artículo.

Román Rubio
Junio 2016 

viernes, 17 de junio de 2016

CAMACHO

CAMACHO
















El cura rural, que se sabía poco instruido tenía que predicar el evangelio del día ante un público inusualmente fino, de ciudad, con lo que requirió la ayuda del sacristán que, este sí, tenía estudios. “Y dijo Jesucristo: Lázaro, levántate y anda. Y Lázaro se levantó y andó”. “Anduvo, idiota, anduvo”, le corrigió el sacristán que estaba a un lado, apostado, a modo de apuntador. “Bueno, anduvo  idiota unos días, pero luego ya andó bien”, añadió el bondadoso párroco para regocijo de los parroquianos y desesperación del redicho sacristán.

Hace unos años me comentó un amigo mío, con cierta malicia, cómo había escuchado  en la radio a un periodista deportivo  que interpelaba al exseleccionador José Antonio Camacho tras un resultado decepcionante de la selección en el partido de ida contra un rival: Periodista: “¿Míster, qué efecto puede tener el resultado de ayer para el devenir de la selección?” “No; si los que tienen de venir son ellos” respondió el entrenador con desparpajo.

¡Ay, Camacho! ¡Genio y figura! Ahora lo tenemos como comentarista de los partidos del equipo nacional entreteniéndonos con su peculiar prosa. Tengo que reconocer que para mí es un aliciente más que tienen los partidos de España. Juegan bien (de momento) y encima nos regalan el racial discurso del gran Camacho. Sé que muchos discreparán de mi opinión. Les entiendo, pero para gustos, colores. Uno de los temas de los comentaristas, estén o no acompañados del murciano de raza, es la táctica del cuatro-dos-tres-uno o la del cuatro-cuatro-dos. Cada vez que los escucho miro de reojo a mi mujer o a cualquier otro lego futbolístico que haya cerca de mí. El tema (para el lego) parece de enjundia y yo no hago nada por desvelarles que se trata de una impostada perogrullada: el cuatro-dos-tres-uno quiere decir que jugamos con cuatro defensas, dos pivotes, dos interiores (extremos), un mediapunta y un delantero; en el caso del cuatro-cuatro-dos jugamos con cuatro defensas, cuatro mediocampistas de los que dos son pivotes,  dos interiores (extremos) y dos hombres en punta, uno que uno suele ser más mediapunta y el otro delantero puro: si ven ustedes alguna diferencia, explíquenmela. Para mí es pura jerga (bla, bla, bla) de periodistas que nuca han jugado al fútbol y entrenadores que sí han jugado pero tienen que hablar de algo de lo que aparenten saber.

Y llegados al punto de la táctica, analicemos la defensa. ¿Se han dado cuenta de que ya no hay defensas altos y grandotes? Pues no, señor. Ahora los defensas tienen más o menos envergadura para así poder “encimar” al contrario con mayor facilidad. A los comentaristas no parece importarles que la envergadura sea el tamaño de un ave con las alas desplegadas. En el caso de los humanos, es lo que cada uno mide de punta a punta de los dedos con los brazos abiertos por completo. Siempre ha sido una medida importante en el boxeo: un boxeador con gran envergadura puede mantener más fácilmente al contrario fuera del alcance de su brazo. También lo ha sido en el baloncesto: un jugador con mucha envergadura tiene más posibilidades de hacer un tapón que otro con menos, pero en el fútbol… ¿no querrán decir altura, o tamaño? Y si quieren decir altura, ¿por qué dicen envergadura? Veremos qué dice Camacho al respecto. Estén atentos.


Román Rubio
Junio 2016

miércoles, 15 de junio de 2016

LA ESPAÑA VACÍA… (Y marcó Piqué)

LA ESPAÑA VACÍA… (Y marcó Piqué)













Acabo de leer el magnífico ensayo La España vacía en el que el joven autor Sergio del Molino expone de manera original y erudita que hay una España del interior, de grandes espacios con densidades de población inferiores a territorios semihelados como Laponia; un territorio negro que rodea a la mancha luminosa de Madrid en los mapas nocturnos de la NASA de la que todos o casi todos procedemos (¿quién no tiene un Sagrillas en su vida?), sin posibilidad plausible de revitalización que nutre el imaginario de los habitantes de la España llena –la del litoral más Madrid-. Los pueblos deshabitados, o casi, del interior llenan los figurados desvanes de los mitos y recuerdos  telúricos, vividos o imaginados, de los habitantes de Móstoles, Badalona, Baracaldo o Torrent, pero también de los de muchos de Pedralves, Getxo o Chamartín. Es como si ese país vacío del interior, ese hinterland, guardara las esencias del ser de cada uno de nosotros que vivimos en el populoso y cosmopolita litoral o en el muy concurrido Madrid.

Muchos escritores han loado la belleza, el “tirón” emocional al menos, de la estepa mesetaria resaltando las emociones producidas en ellos por el desolado páramo, helado en invierno, tórrido en verano y sin atisbo de verdura o sombra todo el año, pero han sido tres quienes lo han hecho con mayor convicción, sentimiento y proyección: el bilbaíno Unamuno, el sevillano Antonio Machado y el alicantino Azorín (todos ellos precedentes del habitado litoral –consideramos Sevilla puerto de mar dada la relativa navegabilidad del Guadalquivir y en beneficio del argumento-.

El lunes, un tipo de la España vacía, de Fuentealvilla (Albacete), con toda la pinta de serlo y adorado y vitoreado en todos los rincones del país, que juega en el Barça –equipo de la España superpoblada con aspiraciones a no serlo- llevó, con su juego magistral, a la selección de la España Total (también conocida como España Una –apelativo que desecho por razones obvias-) al triunfo ante una República Checa a la que muchos recordamos casada con Eslovaquia. Y otro futbolista, Piqué, jugador del mismo equipo y natural de la Cataluña independentista, comprensiblemente antimadridista, partidario del referéndum de autodeterminación, abucheado, vituperado y odiado por ello en las españas vacías, en la gran urbe mesetaria y en los litorales (menos en un par de pedazos, en donde le adoran) marcó, en el minuto 87, para gozo de los habitantes de todas las Sagrillas de las españas, el gol que llevó a la España Total – la que incluye a la vacía, más Madrid, más el litoral, más los dos o tres pedazos que nunca pitan al barcelonés- a la victoria.

Lo han entendido, ¿verdad?, ¿o se lo explico?

Román Rubio
Junio 2016

lunes, 13 de junio de 2016

CÓMO ESTÁ MADRIZ

CÓMO ESTÁ MADRIZ












Hay a quien le gusta la ópera; a otros, el flamenco, el teatro clásico, el jazz, la canción española o la protesta,  el musical de Broadway o el rythm and blues. Como dijo Rafael El Gallo: “hay gente pa tó”.  Si vas a ver ópera es muy posible que te encuentres con una puesta en escena rompedora en lo estético. La última vez que fui a una función fue a “El ocaso de los dioses” de Wagner puesta en escena por la Fura dels Baus en la que las celebradas ninfas del Rin (¿se imaginan tal despropósito?, ¿a quién sino a una mente quasi pervertida como la de Wagner se le ocurre imaginar a ninfas en el Rin?) aparecían nadando en unos tanques transparentes de agua en medio del escenario y algunos cantantes hacían sus gorgoritos suspendidos en el aire por arneses. Algunos aplaudieron la osada escenografía, a otros no les gustó nada y a otros, como a mí, nos dejó  indiferentes; bastante tuvimos con lograr  pasar las largas horas de tediosas interacciones cantadas en alemán sobre temas mitológicos germanos sin dormirnos, que ya es.

Es muy posible que en una interpretación de El Rey Lear de Shakeaspeare la acción se sitúe en la corte del Imperio Austrohúngaro y el Rey tenga chófer y quizás pistola. ¿Quién se escandalizaría ante una interpretación de El Mercader de Venecia o de Mucho ruido y pocas nueces en versión moderna en la que Shylock fuera un moderno banquero o el Príncipe don Pedro de Aragón sea negro (Denzel Washington)? Nadie. Aceptamos el envite como un juego, como una broma del artista que puede añadir o quitar encanto al texto original, según gustos. De la misma manera, el aficionado al flamenco está acostumbrado a que sus intérpretes se alíen con tipos del jazz, de la música clásica o del rythm and blues y escenifiquen sesiones y hasta conciertos enteros de fusión, de acercamiento y mezcla de ritmos y estilos, como lo han hecho Raimundo Amador o Paco de Lucía con BB King o Eric Clapton o los Beatles con Ravi Shankar y su sitar.

¿Y la zarzuela?, ¿qué pasa con la zarzuela? Con la Iglesia hemos topado, Sancho. En el teatro de la Zarzuela, en Madrid se ha estrenado el musical Cómo está Madriz, una interpretación irreverente y libre de dos obras: La Gran Vía de Chueca y El año pasado por agua de Valverde. Paco León hace de protagonista conductor del relato; de un relato moderno y pasota en dónde se alude al gasto faraónico de las obras públicas de la ciudad –como ocurría en La Gran Vía- y otras parcelas de la actualidad envuelta en (al parecer) estupendos números musicales de las obras de Chueca y Valverde.

¿Y cuál ha sido la reacción del público montaraz y requeté ante el “innovador” experimento? Ruiz Gallardón, ante las críticas a un Ayuntamiento arruinado y a la corrupción política, se levantó a media función (ya se sabe lo mal que sienta ver de frente a los demonios) y se fue. Otras personas sacaron silbatos del bolsillo y boicotearon la obra que tuvo que pararse a mitad, lo que me resulta sorprendente: “si sé que el espectáculo es irreverente y me molesta (y lo sé, puesto que me meto un silbato en el bolsillo), ¿por qué pago el billete y voy a ver algo que “sé” que “es” ofensivo?” Así es el público. Hasta ahí podíamos llegar. Todo es susceptible de cambio, de evolución de reinvención, de modernización pero la zarzuela parece ser el reducto de los irreductibles que oran y embisten cuando se dignan a usar de la cabeza, de quienes quieren que el mundo (y la Patria) sea de una determinada manera; inamovible, quieta; de charanga y sacristía.

Me encanta que Podemos empiece a reivindicar La Patria para horror, no sólo de izquierdistas e independentistas recalcitrantes -que ya es regocijo- sino para toda esta nebulosa de Zarzueleros, Falleros, Rocieros, Sanfermineros, Lanceros del Toro de la Vega, pistoleros de Montejurra, Guardianes del Tabernáculo, Clavariesas de la Virgen de la Gruta, Damas del Corpus, Cofrades de La Mejor Muerte, del Peor de los Dolores y del Prepucio del Niñito Jesús; Alféreces provisionales, Acólitos del Perdón de los Pecados, Amigos del Azucarillo, el Barquillo y el Aguardiente, Adoradores de la Barretina, Lobistas del Aurrescu  y del del Silbo Canario como disciplinas olímpicas y para todos aquellos que dan consideración de sagrado a su propia ideología, afición, devoción o hobby y que se compran el ticket para ver una función que saben que les molesta con el único propósito de hacer patria, criar mala leche y hacérsela criar a los demás. ¡Que Dios, Yahveh y Alá les confundan!

Román Rubio
Junio 2016

viernes, 10 de junio de 2016

SEÑOR PRESIDENTE

SEÑOR PRESIDENTE











Viene Obama a visitarnos. ¡Hurra! Del 9 al 11 de julio, en su viaje de vuelta de la cumbre de la OTAN en Varsovia, se acercará por aquí el Presidente de los Estados Unidos en visita oficial. Visitará una base americana, Sevilla y Madrid en dónde se reunirá con el Rey y con el intérprete del fantasmagórico Jefe del Gobierno en funciones Mariano Rajoy. Recuerden: “es very difficult todo esto”. Un Presidente que entra en sus cinco últimos meses de mandato (un lame duck en toda regla) y otro “en funciones” -pero pocas- en animada cháchara, si es que el pantocrátor Rajoy es capaz de mantener animada cháchara con otro ser vivo sea a través de intérprete o  tête à tête.

Tras quince años de ninguneo (exactamente desde que Zapatero retiró de repente las tropas de Irak) ningún presidente se ha dignado en pisar suelo español. No sólo eso: el anterior (el más nefasto de los presidentes norteamericanos, George W Bush), no sólo dejó de hacerlo sino que pasó de recibir a Ánsar en el rancho tejano  a no querer saber nada del jefe del estado español, ni en Texas ni en Washington. No se ha notado mucho, la verdad. Con no mandar a Trillo de nuevo a invadir Perejil “al alba y con tiempo duro de Levante”…

Sin embargo no es la primera vez que Obama viene a España. Cuando trabajaba como trabajador social en la ciudad de Chicago, antes de entrar en la Facultad de Derecho de Harvard, el joven Barack, hijo de una chica blanquísima de Kansas y un estudiante keniata negro como la noche, se colgó una mochila y se lanzó a recorrer mundo. Se dirigía a Kenia a conocer sus orígenes, sus familiares y su media hermana, pero antes de adentrarse en África quiso cumplir el sueño de cualquier norteamericano: viajar por Europa. El joven Obama, cuenta en su libro “Dreams from my father”, visitó Londres, París, Roma, Madrid y Barcelona. Hizo el recorrido entre las dos ciudades españolas en autobús nocturno, lo más barato. Allí se encontró con un muchacho negro africano que se buscaba la vida como temporero en los campos de España y se creó un lazo de solidaridad entre un joven negro que no hablaba inglés y que recogía fruta a jornal y otro, mochilero, casi igual de pobre, que hablaba inglés estupendamente y que habría de convertirse en presidente del país más poderoso de la tierra. Al llegar a Barcelona, el africano le dio al americano un cepillo de dientes, una botella de agua y un peine. “Juntos nos lavamos bajo la neblina matinal…”, escribe. Y continúa: “Sólo era otro hombre hambriento lejos de su casa, uno de los numerosos hijos de las viejas colonias (…) que ahora rompían las barricadas de sus antiguos amos, organizando su propia invasión harapienta y caótica. Y sin embargo, cuando caminábamos hacia la Rambla, sentí que lo conocía mejor que a nadie; que, aunque viniésemos de partes alejadas del mundo, de alguna manera, hacíamos el mismo viaje”. Los dos andrajosos anduvieron juntos el camino hacia Las Ramblas ajenos a lo que les deparaba a uno y otro el destino; como ajenas a los caprichos del destino eran también las almas de los transeúntes que se cruzaban con desagrado en la acera con dos jóvenes negros maldormidos y sucios.

Ahora, uno de esos jóvenes llega convertido en Emperador del Mundo Entero y, el mismo que podía sentir el rechazo de los desconocidos a flor de piel (negra),  se verá ahora agobiado por las genuflexiones serviles de los melifluos cortesanos pelotas que vienen a ser los mismos personajillos que antes se apartaban con temor en la acera al paso del extranjero. ¡Lo que es la vida!

Hubo otro presidente americano, Bill Clinton, que es ahora candidato a ocupar de nuevo la Casa Blanca por el turno de consorte.  En su juventud pasó una temporada como becario en Oxford. En aquella feliz época de canutos y viajes con mochila, el chico de Arkansas visitó Granada, y allí, en el Mirador de San Nicolás, entre tragos de litrona compartida, vendedores de artesanía, guitarras flamencas y de country, chicas mochileras como él, gitanas con un tallo de romero que te leen la mano quieras o no, turistas de Albacete, hippies frescos y trasnochados y otros individuos pintorescos, el joven vio el atardecer, con su Alhambra y su Sierra Nevada como fondo. El americano, ante tanto esplendor,  creyó haber visto el cielo en la tierra. Y mantuvo la imagen del paraíso en sus ensoñaciones por mucho tiempo. Hasta que visitó España de manera oficial y la diplomacia española le preparó la encerrona. Cerraron la plaza a los individuos inoportunos: es decir, a todos: las gitanas, los hippies, los turistas de Albacete…, le pusieron a Aznar y al Rey al lado y se tuvo que tragar todo un atardecer con la Alhambra y la Sierra Nevada al frente y Aznar al lado practicando inglés. No hay noticias de que haya vuelto. Tampoco se le espera.

Román Rubio
Junio 2016 

miércoles, 8 de junio de 2016

NO LES PIENSO VOTAR

NO LES PIENSO VOTAR




Ya sé que lo que opine un tipo como yo –afortunadamente- no crea tendencia pero soy mayor y tengo clara una cosa: que nunca, nunca, nunca voy a votar a alguien que en un debate interpele a su rival con la frase: “Pero no te pongas nervioso, hombre. Te estás poniendo nervioso”, con un rictus forzado a modo de sonrisa como si de un Marhuenda, un Inda u otro subproducto del Ruedo Ibérico se tratase. El pasado domingo vi a Iglesias y a Rivera y ambos utilizaron la vulgar artimaña para tratar de neutralizar al otro expresando de este modo que son ellos y no el interlocutor el que se está poniendo nervioso. Aguanté cinco minutos del farragoso debate en el que estaban poniéndome nervioso a mí, decidí en ese momento que nunca votaría a ninguno de los dos ni a ningún otro que tuviera un asesor de comunicación que le permita utilizar semejante marrullería de tramposillo torpón y me puse a ver un aburrido documental de la fauna del Guadalquivir. ¡Ya está bien, pequeños ególatras! Seguid con vuestros “no te pongas nervioso” y tratad con vuestros trucos de conseguir los votos de los gregarios corderitos hechos al cacareo del aula magna de la telebasura.

En las pasadas elecciones escuché el debate de Rajoy y el pavo del PSOE del que no recuerdo ni el nombre y vi a un papagayo repetidor de consignas vacuas expresadas en tono agresivo e impertinente; un tipo joven, atlético y bien plantado interpelando de manera innecesariamente marrullera y hasta violenta a un pasmado presidente decimonónico y ya había decidido no votar a ninguno de los dos.

¿Qué propósito persiguen los lidercillos queriendo, sobre todas las cosas, “ganar” un debate con las armas de verduleras de programa de telecinco? ¿Esperan así conseguir más votos? ¿Qué nos queda a los tipos como yo que huimos espantados ante las frases hueras del marketing político pronunciadas con vehemencia? Nos queda Carmena. Como el tío Lucas, el del “Sombrero de tres picos” de Pedro A. de Alarcón, todo lo que dice parece ser “oportuno, discreto, ingenioso, persuasivo…” y en su alma parece haber “valor, lealtad, honradez, sentido común, (…) y cierto espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo”. Nada que ver con los petimetres espadachines del nerviosismo que sudan los sobacos mientras proclaman tranquilidad para ellos y zozobra en casa del vecino. Y nunca la he oído intentar desarmar al otro con el ardid de “no te pongas nervioso”. Ni mentar a Venezuela. El problema es que no se presenta. Creo.
Román Rubio

Junio 2016

domingo, 5 de junio de 2016

CHOCA ESOS CINCO

CHOCA ESOS CINCO


El gesto de darse la mano es muy antiguo. Ya hay constancia de ello en el mundo clásico aunque desconozco la frecuencia y el propósito con que se usaba. Parece ser que se generalizó en la Edad Media en el contexto de cierre de trato y también de saludo de cortesía. El caballero armado ofrecía la mano derecha (con la que desenvainaba la espada) a su interlocutor como signo de cortesía y garantía de no agresión, reforzado por una mirada a los ojos del otro acompañada de una sonrisa o, al menos, relajación facial.

Es cierto que en algunas culturas, como la japonesa, prefieran la pequeña reverencia y en algunos países musulmanes se limita a acto entre hombres pues cualquier contacto directo hombre-mujer resulta pecaminoso. Aún así, dar la mano es el saludo por excelencia, aceptado como tal en casi todas las culturas. Elimina las desconfianzas con el contacto y muestran intenciones de paz, acuerdo, afecto y respeto mutuo. Entre mujeres o entre hombre-mujer se impuso el beso en la mejilla como saludo. Algunas mujeres no se sienten muy cómodas siendo besuqueadas por los hombres. De manera significativa en los pueblos nórdicos y germanos son menos dadas al besuqueo. Se palpaba la incomodidad en el gesto de Angela Merkel, criada en el entorno familiar rígido de una familia de pastor protestante, cuando era besuqueada por un tipo campechano y falaz como Sarkocy. Nunca estuvo la Merkel cómoda en el mua-mua.

Los franceses han sido y siguen siendo los campeones en el asunto de chocar esos cinco. Parecen dominar los códigos de cuánto apretar y cuánto tiempo dejar la mano a merced del dominio y balanceo del otro. Difícilmente un francés dejará la mano sudorosa y blanda de pez como puede hacer un inglés o apretará la tuya hasta hacerte crujir los nudillos como puede hacer un español o un ruso.

Todas estas reflexiones me produjo hace poco el saludo que el capitán del Real Madrid, Sergio Ramos hizo al capitán del equipo contrario y al grupo arbitral con motivo de la final de la Champions League. Y es que el tradicional saludo de dar la mano ha cambiado el formato entre los jóvenes que hoy se llaman millennials, nativos digitales o qué se yo. En vez  del choque de esos cinco, con una posición de la mano paralela al suelo, dar la mano se ha convertido en una enérgica palmada a la mano del otro al tiempo que se agarra el pulgar, con la mano hacia arriba.

¿Y esto quiere decir algo? ¿Hay algún novedoso mensaje implícito en la nueva forma de saludo o es sólo una moda que viene a ofrecer las mismas patatas presentadas en un paquete diferente? El nuevo saludo parece más enérgico, más juvenil, más expresivo y hasta sincero pero también menos educado y respetuoso; como los nuevos tiempos. Los jóvenes lo usan de manera natural; simplemente han cambiado una forma por otra. Pero, ¿y los más mayores?, ¿han adoptado también esta nueva manera de chocar los cinco? No está claro: unos parece que sí y otros no tanto.  Hay cierta confusión a la hora de darse la mano entre amigos: hay que esperar a ver qué fórmula elige el otro que al mismo tiempo espera a ver cuál decides tú. Un lío.

Ahora bien, una cosa es dar la mano y otra echar una mano. Echar una mano a otro siempre ha significado sacarle de un apuro: como cuándo alguien cae a un hoyo, río, balsa, pozo o arroyo y no puede salir por sí mismo. En este caso, la manera de echar una mano no es ninguna de las dos anteriores. Si de verdad se quiere liberar a alguien, hay que agarrarle fuerte de la muñeca al tiempo que el otro te agarra a ti. Sólo así podrá el infortunado salir del pozo. Y para ello hace falta fuerza, determinación y hasta poner en riesgo tu propia vida pues el infortunado te puede arrastrar al pozo con su empeño de salvación.
En esto andaba yo pensando la otra noche tras el partido, ya ven.

Román Rubio
Junio 2016