NO LES PIENSO
VOTAR
Ya sé que lo que
opine un tipo como yo –afortunadamente- no crea tendencia pero soy mayor y
tengo clara una cosa: que nunca, nunca, nunca voy a votar a alguien que en un
debate interpele a su rival con la frase: “Pero no te pongas nervioso, hombre.
Te estás poniendo nervioso”, con un rictus forzado a modo de sonrisa como si de
un Marhuenda, un Inda u otro subproducto del Ruedo Ibérico se tratase. El
pasado domingo vi a Iglesias y a Rivera y ambos utilizaron la vulgar artimaña
para tratar de neutralizar al otro expresando de este modo que son ellos y no
el interlocutor el que se está poniendo nervioso. Aguanté cinco minutos del
farragoso debate en el que estaban poniéndome nervioso a mí, decidí en ese
momento que nunca votaría a ninguno de los dos ni a ningún otro que tuviera un asesor
de comunicación que le permita utilizar semejante marrullería de tramposillo
torpón y me puse a ver un aburrido documental de la fauna del Guadalquivir. ¡Ya
está bien, pequeños ególatras! Seguid con vuestros “no te pongas nervioso” y
tratad con vuestros trucos de conseguir los votos de los gregarios corderitos
hechos al cacareo del aula magna de la telebasura.
En las pasadas
elecciones escuché el debate de Rajoy y el pavo del PSOE del que no recuerdo ni
el nombre y vi a un papagayo repetidor de consignas vacuas expresadas en tono
agresivo e impertinente; un tipo joven, atlético y bien plantado interpelando
de manera innecesariamente marrullera y hasta violenta a un pasmado presidente decimonónico
y ya había decidido no votar a ninguno de los dos.
¿Qué propósito
persiguen los lidercillos queriendo, sobre todas las cosas, “ganar” un debate
con las armas de verduleras de programa de telecinco? ¿Esperan así conseguir
más votos? ¿Qué nos queda a los tipos como yo que huimos espantados ante las
frases hueras del marketing político pronunciadas con vehemencia? Nos queda
Carmena. Como el tío Lucas, el del “Sombrero de tres picos” de Pedro A. de
Alarcón, todo lo que dice parece ser “oportuno, discreto, ingenioso,
persuasivo…” y en su alma parece haber “valor, lealtad, honradez, sentido
común, (…) y cierto espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo”. Nada que ver
con los petimetres espadachines del nerviosismo que sudan los sobacos mientras
proclaman tranquilidad para ellos y zozobra en casa del vecino. Y nunca la he
oído intentar desarmar al otro con el ardid de “no te pongas nervioso”. Ni
mentar a Venezuela. El problema es que no se presenta. Creo.
Román Rubio
Junio 2016
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