CAMERON NO
TIENE PRISA
Cameron no
tiene ninguna prisa. En la alocución de su dimisión (diferida, al estilo
Cospedal) anunció su salida para Octubre, con el objeto de demorar la petición de desvinculación de la UE
unos meses. El Primer Ministro sabe que según el artículo 50 del Tratado de
Lisboa se abre desde ese momento un periodo de dos años para pactar la ruptura.
En caso de no producirse acuerdo, la salida se produce automáticamente
interrumpiéndose todo vínculo, para bien o para mal. Se da así cuatro meses
para que la diplomacia inglesa prepare la negociación y a él personalmente para
pensar en su futuro dentro y fuera del partido y maldecir en la intimidad a un
primo octavo suyo, descendiente por vía bastarda del rey Jorge II, su particular
demonio con tupé rubio que no se llama Trump sino Johnson; Boris, para los
amigos.
Se podría dar
la circunstancia de que el brillante, amoral y algo payaso Boris Johnson,
convertido en Primer Ministro tras la renuncia del perdedor, consiguiera alguna
mejora en el estatus del Reino Unido dentro de la Unión y convocara a
referéndum de nuevo al pueblo británico en el que apoyara la opción de
quedarse. ¿Por qué no?, ¿creen que le temblaría el pulso o el verbo al
ambicioso hombre del tupé con ancestros judíos, turcos, franceses y con sangre
real inglesa bastarda? No subvaloren su perfidia y avidez de medrar. Son
inconmensurables.
Otra
posibilidad de repetición de referéndum podría venir del mismo Parlamento de
Westminster. Una vez negociadas las condiciones de salida, el Parlamento podría
verse en la tesitura de tener que aprobar o bien un mercado común con la Unión
que implicase una aceptación del principio de apertura de fronteras a
ciudadanos europeos –lo que me hace preguntarme para qué han hecho este viaje-
o bien la cancelación de ambas situaciones: fronteras cerradas para mercancías,
servicios, capitales y personas, para lo que el Parlamento podría convocar de
nuevo a la ciudadanía a decidir en las urnas.
Hay un tercer
escenario de repetición de referéndum también plausible. Imaginemos que antes
de acabar el plazo de dos años (mientras se negocia la salida) se convocaran
elecciones generales: esto podría ocurrir en dos escenarios: que el Partido
Conservador se parta en dos, lo que no es descartable, o que se confirmen las
peores expectativas económicas del Brexit, pierda la confianza el gobierno y
fuerce a los políticos a convocar elecciones. ¿Qué ocurriría en el caso de que
las ganara un Partido Laborista
partidario de permanecer en la Unión Europea? ¿Podría retirar la petición de
salida y cancelar las negociaciones? ¿Aceptaría la UE el juego británico de
deshojar la margarita: ahora sí, ahora no, mañana no sé?
Apuesto una
disculpa pública en este mismo blog y una birra para todo el que me lo recuerde
(si me equivoco) a que habrá un segundo referéndum en Gran Bretaña antes de dos
años con el tema de la salida de la Unión. Se admiten apuestas.
Román Rubio
Junio 2016
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