DESCONEXIÓN
Portugal ganó
Eurovisión por primera vez la semana pasada, el Madrid ha ganado la Liga y
Pedro Sánchez las primarias del PSOE. La rueda de la vida continúa girando con
sus hallazgos y sus chascos. Hablando de chascos: no hay más que ver la cara de
Susana Díaz en la pregonada “foto” con sus compañeros. Con amigos así, ¿quién
necesita enemigos? (que dicen los ingleses) o ¡al suelo que vienen los
nuestros! (que decía aquel significado miembro de la UCD del denostado en vida
y alabado después Adolfo Suárez).
En este
contexto periodístico se ha dado a conocer la Ley de Transitoriedad Jurídica
con la que los catalanes se dotan para llevar a cabo la desconexión con España
en caso de no ser aceptada por el gobierno central la convocatoria del referéndum
de independencia, consulta en la que los residentes en Cataluña deberían
contestar a la pregunta: “¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente de
España?” Hay que reconocer que la consulta es clara. Aquí no hay ambigüedades
de sí pero no, o sí en caso de, o no pero… Según el borrador de ley elaborado
en medio-secreto, el resultado sería vinculante cualquiera que fuera el nivel
de participación y por mayoría simple, es decir, un solo voto podría decidir en
uno u otro sentido. Se juega duro porque las consecuencias en el caso de que se
produzca una desconexión unilateral pueden ser devastadoras. Para Cataluña y
para España.
Veamos cuales
son las inquietudes de andar por casa que entrevé un pardillo como yo, alejado
de los centro de poder político y económico.
- La deuda
contraída por el Estado español asciende a un 100% del PIB total. Los
compromisos de pago se adquirieron para el conjunto del territorio contando con
la capacidad de pago que conferían los ingresos correspondientes. Desde el día
siguiente de la desconexión, España quedaría con la misma deuda y con un 20%
menos de ingresos (tamaño aproximado de la economía catalana en el conjunto del
Estado), a no ser que Cataluña se hiciera cargo de su parte de deuda, para lo
que debería haber un acuerdo.
- El país
(España) tiene unos gastos en representaciones diplomáticas en el extranjero,
ejército, Policía, Guardia Civil, inteligencia, etc. Gastos fijos que habría
que reducir pero que solo puede hacerlo en el largo plazo. Durante unos cuantos
lustros tendría que estar pagando unos ruinosos gastos sobredimensionados.
- La ley
catalana estipula quién tiene derecho a la ciudadanía, que son todos aquellos
que lleven, al menos, un año censados en el territorio catalán. Ahora bien,
¿qué ocurre con todos aquellos que no quieran adoptar esa ciudadanía y
prefieran seguir con su pasaporte español? Supongo que muchos de los ciudadanos
residentes se decidirían por la nacionalidad del estado más solvente y que mejor
garantizara su salario o pensión. También influiría el estatus europeo en el
que quedara Cataluña.
- ¿Quién paga
el subsidio de paro y las pensiones al mes siguiente de producirse la
desconexión? ¿Con qué recursos afronta Cataluña los gastos de Sanidad,
Educación, Servicios Sociales y pagos de salarios de funcionarios, pensiones y
subsidio de paro hasta que pongan en rodaje su propia Hacienda y cobro de impuestos?
¿Con la transferencia del Estado? ¿Cuentan con ella?
- ¿Deberá
pagar el gobierno catalán la pensión de los policías, guardias civiles, jueces
y demás funcionarios del estado español que residan en su territorio? ¿Y las de
los que ejercieron allí y viven en otra parte?
- ¿Qué pasa si
uno de los dos actores se declara en bancarrota? ¿Deberá el otro salir en el
socorro de sus ciudadanos tenga el pasaporte que tenga o deberá hacerlo solo el
Estado Español?
- La ley da
por sentado la continuidad del territorio en el euro y, sobre todo, en la Unión
Europea, lo que no está nada claro. Por un lado, a Europa no le interesa nada
el hecho de que el proceso prenda. No solo por Cataluña sino por lo
impredecible del proceso y el peligro de levantar la veda y tener que afrontar
una peligrosa fuente de inestabilidad con las pretensiones de otras regiones
que llevarían a un proceso de descomposición. Y si además, la aceptación de
Cataluña lleva implícito el ejercicio de (no) veto de una España humillada y
empobrecida, no sé.
- Podrían
haber indeseables efectos de posibles boicots para productos catalanes en
España y viceversa, con resultados desequilibrados, ya que a un lado hay 40 millones y 7 en el otro.
- El Estado
español es propietario de bienes muebles e inmuebles dentro de Cataluña. Los
muebles se pueden transportar. Los inmuebles no. Se tienen que expropiar (sin
la aquiescencia del expoliado) y pagar.
Esta es una
lista de problemas así, a vuelapluma. Deben de haber muchísimos más, que yo, ni
siquiera intuyo pero que tú, lector, puedes continuar añadiendo. Lo único que
tengo claro es que el referéndum no pactado, tal y como está planteado por los
independentistas catalanes, sin definir ni estipular una mayoría suficiente, es
una mala solución. La Ley de Territorial Jurídica intuyo que es peor.
Román Rubio
Mayo 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario