EL
ALMA Y HACIENDA
Acaba de
publicarse la contribución de las distintas regiones, naciones, territorios y
lugares de España (sin concierto económico) a las arcas de la Iglesia Católica
por medio de la aportación voluntaria en la declaración de la renta del último
ejercicio disponible. Los resultados son previsibles: Cataluña, y no me
sorprende nada, es la región (perdón, país, digo… nación) que menos porcentaje
de ciudadanos marcan la casilla de la iglesia. Tampoco me sorprende que sea
Castilla la Mancha la región con mayor número de colaboradores con la
Conferencia Episcopal. Lo cierto es que la religión –representada
mayoritariamente por la Iglesia- es un asunto de magia y ésta prende con más
facilidad en regiones rurales lejanas al mar y menos expuestas al desarrollo industrial,
financiero, turístico y, en general, al cosmopolitismo. Les pondré un ejemplo:
aunque resulte previsible, ¿qué escenario invitará más a pensar en el más
allá?, ¿los Llanos de Albacete o una cala de Ibiza? Por algún motivo, la visión
de los cuerpos de las valkirias tostándose
al sol en la playa recóndita de la Pitiusa y el pescado a la brasa regado con
vino blanco invita más a la alabanza de la industria de los hombres y del mas
acá, en tanto que el sereno porte de una encantadora iglesiuca románica del
llano burgalés lo hace con el misticismo y la reflexión sobre el más allá.
-Tras Cataluña-,
Galicia, Canarias, Baleares, Asturias y Comunidad Valenciana (todos territorios
de tierra afuera) se muestran más reacias a aportar fondos a la iglesia y lo
hacen por debajo de la media, en tanto que Extremadura, La Rioja, Murcia,
Castilla y León, Andalucía, Madrid, Cantabria y Aragón lo hacen por encima. A
primera vista, hay dos cosas que chirrían. En primer lugar, el hecho de que
Asturias aporte muy por debajo de la media en tanto que sus vecinos cántabros -litorales
también- lo hagan por encima. Quizá la tradición industrial y minera de los
asturianos tenga algo que ver. Otra cosa a destacar es el papel de Madrid, que
se sitúa entre las regiones más generosas con la Iglesia, lo que contradice su
cosmopolitismo, pero ya sabemos que la capital es un territorio aparte,
atípico. Puede ser (y a menudo lo es) el más innovador y avanzado, el más
paleto y retrógrado, el más religioso, el más gay, el más moderno y el más tradicionalista, el más tolerante
y el más reaccionario… El informe no
incluye los datos de los navarros y los vascos por tener éstos (más bien gozar
de) un régimen impositivo especial, aunque según datos obtenidos de otra fuente,
los vascos andarían por debajo de la media y los navarros, pueblo más interior
y católico, en la misma media.
¿Y, cuál es el
escenario de la religiosidad mundial? Según un gran estudio de WIN/ Gallup
Internacional llevado a cabo en 65 países, los países más religiosos son
Tailandia, con un 95% de creyentes budistas, Armenia (97% cristianos),
Bangladesh (91% musulmanes), Georgia (84% ortodoxos) y Marruecos (98%
musulmanes suníes). En el lado contrario China, con sólo un 7% de creyentes,
Japón (13%), Suecia (19%), República Checa (23%) y Holanda (26%). En términos
generales, África, Centroamérica, Asia (excepto China y Japón y Europa oriental
son las zonas más creyentes, en tanto que Europa occidental, partes de
Norteamérica (especialmente Canadá) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda),
junto con las ya citadas China y Japón, configuran el mundo menos creyente y más
pegado a lo tangible.
Otras
conclusiones de la macroencuesta realizada a 64.000 personas es que los jóvenes
(curiosamente) muestran más religiosidad que los mayores, siendo los adultos
entre 25 y 34 años quienes se confiesan más religiosos; y lo que es más
predecible: que la religiosidad disminuye claramente con dos factores: nivel
económico y sobre todo, nivel educativo y cultural, siendo los países más
pobres y con menor desarrollo educativo los que muestran mayor creencia
religiosa y dentro de cada país, las clases más humildes y menos instruidas las
que configuran el grueso de los creyentes.
¿Y qué dice
Dios de todo esto? Nada. Su hombre en la tierra, el bienintencionado Francisco,
querido y respetado entre creyentes y no creyentes no dice mucho, el pobre, que
bastante tiene con sujetar a su tropa; y su agente en mi tierra, el Cardenal
Cañizares, opina que “España vive la noche oscura del ateísmo colectivo”, que
los ateos están “vacíos y desorientados” y que tienen “como ideas prevalentes”
“el dinero, el sexo, el goce narcisista y el goce del cuerpo”. ¿Qué tendrán
algunos Príncipes de la Iglesia que se figuran que el resto vive
permanentemente contando billetes y a calzón bajado? Y dice también que la
familia está amenazada “por el ‘imperio gay’ y ciertas ideologías feministas”.
Él, que tiene prohibido por su secta formar una.
Román Rubio
Mayo 2017
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