martes, 11 de febrero de 2020

¡ESTOS GRINGOS!...

¡ESTOS GRINGOS!...

Se ha celebrado la ceremonia de los Óscar y ahora viene la resaca. La participación española ha vuelto de vacío. Ni la película de animación Klaus ni la de Almodóvar ganaron estatuilla y la publicitada aparición de la cantante  Gisela duró… siete segundos en solitario y otros pocos haciendo coro. Ya ven: viaje a Los Ángeles, minuciosos ensayos, vestido de trinqui Premium de Primark y tediosas sesiones de maquillaje y peluquería para siete segundos de gloria, pero ya saben que los designios del entertainment se escriben con caprichosas grafías.

Y, mira por dónde, saltó el sainete. La canción de Frozen, “Into the unknown”, fue interpretada en inglés por Idina Menzel y nueve cantantes más que intervenían en su propia lengua (danés, noruego, alemán, ruso, tailandés, japonés y… español). O mejor dicho: español y castellano, ya que, para los organizadores,  la catalana Gisela interpretó su parte en castellano (Castilian) y la mexicana Carmen Sarahí en español (Spanish).


Hay que ver, estos gringos. Primero encuadran a Antonio Banderas como actor “de color” cuando todo el mundo sabe que es de Málaga y después rotulan la versión de la cantante española como Castilian y la de la mexicana como Spanish, cuando todo el mundo sabe que se trata de la misma lengua.

¿Y a qué viene el despropósito?, dirán ustedes. Pues tiene su explicación. Y lógica, además.  Disney tiene como norma hacer dos versiones de doblaje: una para España y otra para Latinoamérica, con distintos acentos y actores de doblaje. Y esa era la razón por la que había dos intérpretes en español en la gala de los Oscar: representando las dos versiones. Así de simple. De modo que, al rotulista de la gala se le planteó el problema de tener que diferenciar las dos interpretaciones y eligió un camino, a mi parecer, de lógica intachable. ¿No son español y castellano la misma cosa? Pues llamo español (término más global) a la versión para EEUU y América Latina y castellano a la versión para la península ibérica. Normal, ¿no?

Entonces, ¿a qué tanto revuelo? Imaginen si no, qué otra opción podía haber tomado el responsable de los rótulos. O mejor: por qué término se habría inclinado usted de haber estado en su lugar. Apuesto a que cualquier otra decisión que hubiera tomado habría sido —al menos— tan controvertida, comentada y criticada como la del (no tan) ignorante gringo.

Y es que, en asuntos de España y de los españoles, todo resulta ser un poquito más complicado que lo que en realidad es. Lo dicho: tormentas en vasos de agua.

Román Rubio
Febrero 2020

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