viernes, 14 de marzo de 2025

MOBILE WORLD CONGRESS Y OTROS EVENTOS

 

MOBILE WORLD CONGRESS Y OTROS EVENTOS



Mi padre, que murió poco antes de empezar el siglo,  pertenecía a aquella generación de españoles que vivió la guerra civil (en el bando perdedor, por cierto) y también vivió la estupenda —y hoy denostada por algunos— Transición. Era hombre bastante instruido y lector de periódicos. Por este motivo me lo imaginé leyendo La Vanguardia del pasado  11 de marzo, en especial el artículo titulado Las startups quieren facilitar la usabilidad de la inteligencia artificial, y me pregunté hasta qué punto habría sido capaz de entender tanto el mundo de hoy como su lenguaje.

En primer lugar, a mi padre habría que explicarle que las “startups” (término que venía sin señalar en cursiva ni comillas) significa… bueno, ya saben: esas compañías tecnológicas más o menos  innovadoras. Después le llamaría la atención el término “usabilidad”, palabra de fácil comprensión, pero de uso reciente, proveniente del término inglés usability que significa algo así como “facilidad de uso o funcionalidad”. Por supuesto habría que explicarle lo de la “inteligencia artificial”, cosa ardua, aunque no imposible.

Si siguiera leyendo el artículo, se enteraría (o no) de que todo este había sido el tema del evento 4YFN, celebrado en Barcelona coincidiendo con el MWC. Por supuesto, habría que aclararle que el MWC no es otra cosa que el Mobile World Congress, que significa Congreso Mundial de Móviles, esas computadoras de bolsillo.

Entendido, pero ¿qué demonios es esa majadería de 4YFN? Aquí, uno tendría que echar mano de Google para explicarle que se trata de las siglas de la frase Four Years From Now (de aquí a cuatro años), y que no es sino un encuentro de compañías tecnológicas en el que se ha reivindicado el desarrollo de las DeepTech (esta palabra sí señalada en cursiva), que un servidor no sabe lo que son, pero que deben de ser muy importantes puesto que al parecer están destinadas “a resolver grandes problemas en cualquier sector” (no consta que el agrandamiento de próstata sea uno de ellos, por el momento).

Se enteraría, si continuara con la lectura, de que en el porfolio presentado en el stand de cierta entidad bancaria hay proyectos como DostAI, un software para agilizar ciertos procesos financieros, NeuralTrust, que sirve para no sé qué, o EmilyAI, un dispositivo dedicado a “la oxigenoterapia, en el que los algoritmos automatizan un conocimiento médico de alto nivel…” 

A estas alturas me temo que el hombre habría tenido bastante, pero si tuviera la tentación de seguir leyendo se enteraría de que Kloutit es una SaaS B2B que ayuda a los ecommerce, y habría que explicarle  que SaaS significa Software as a service y B2B quiere decir Business to Bussiness (de empresa a empresa), que ecommmerce es… bueno, ya lo saben ustedes; y que Plesh es una desarrolladora de snacks saludables (que no incluyen, al parecer, las olivas, cacaos y tramusos).

También se habría enterado que la compañía española Admit Therapeutics desarrolla un test de detección precoz del Alzheimer y cuenta con el apoyo de la Alzhimer Drug’s Discovery Foundation y que hay otras compañías españolas muy significadas en el campo de la salud que, con unos nombres tan  castizos como Time is Brain, Nanobots, Able Human Motion y otros parecidos, prueban la eficacia del ecosistema con buenos partners.

Del mismo modo llegaría a su conocimiento que hay tipos tan inteligentes y con tanta iniciativa como Carlos Kuchkovsky, CEO & Co-founder de QCentroid, Carles Igual, CEO & Co-founder de Kimera  o Cesare Cugnasco, CEO & Co-founder de QBeast, y que CEO (Chief Executive Officer) significa director general y Co-founder, lo que parece; y también se familiarizaría con los beneficios de la inversión en equity y de tantas y tantas otras cosas imprescindibles, modernas y sustanciosas.

¡Ay, lo que te perdiste, padre!

Eso sí, la lectura del diario le pondría al corriente de quien es el nuevo Presidente de los Estados Unidos; y eso lo habría entendido sin explicación alguna y sospecho que no le habría hecho ni pizca de gracia.

Román Rubio

Marzo 2025




 






miércoles, 5 de marzo de 2025

TRUMP

 

TRUMP



El escritor británico Nate White explica el porqué del rechazo que produce la figura de Donald Trump entre sus compatriotas. Paso la traducción.

“Unas cuantas cosas me vienen a la mente. A Trump le faltan ciertas cualidades que los británicos tradicionalmente estiman.

Por ejemplo, no tiene clase, ni encanto, ni elegancia, ni credibilidad, ni compasión, ni ingenio, ni calidez, ni sabiduría, ni sutileza, ni sensibilidad, ni autoconciencia, ni humildad, ni honor ni gracia, todas ellas cualidades que, curiosamente, su predecesor, el Sr. Obama, poseía en abundancia.

Así que, para nosotros, el marcado contraste resalta de manera embarazosamente evidente las limitaciones de Trump.

Además, a los británicos nos gusta reír. Y aunque Trump puede ser risible, jamás ha dicho nada irónico, ingenioso o siquiera levemente gracioso. Ni una sola vez.

No lo digo como una figura retórica, lo digo literalmente: ni una sola vez, nunca. Y ese hecho es particularmente inquietante para la sensibilidad británica, porque para nosotros, carecer de sentido del humor es casi inhumano.

Pero con Trump, es un hecho. Ni siquiera parece entender qué es un chiste; su idea de un chiste se reduce a un comentario grosero, un insulto burdo o un acto de crueldad gratuita

 Trump es un troll. Y, como todos los trolls, nunca es gracioso y nunca se ríe; solo se pavonea o se burla.

Y lo más aterrador es que no solo habla en insultos toscos y sin ingenio, sino que realmente piensa en ellos. Su mente es un simple algoritmo robótico de prejuicios mezquinos y maldad instintiva.

Nunca hay ninguna capa subyacente de ironía, complejidad, matices o profundidad. Todo es superficial.

Algunos estadounidenses podrían ver esto como refrescante franqueza.

Pues bien, nosotros no. Lo vemos como la ausencia de un mundo interior, de alma.

Y en Gran Bretaña, tradicionalmente nos ponemos del lado de David, no de Goliat. Todos nuestros héroes son luchadores valientes y perdedores: Robin Hood, Dick Whittington, Oliver Twist.

Trump no es valiente ni un perdedor. Es todo lo contrario a eso.

Ni siquiera es un niño rico consentido, ni un codicioso magnate.

Es más como una babosa blanca y gorda. Un Jabba el Hutt del privilegio.

Y lo peor de todo, es lo más imperdonable para los británicos: un matón.

Es decir, excepto cuando está entre matones; ahí es cuando de repente se transforma en un lamebotas tembloroso.

Hay reglas no escritas en este asunto: las reglas de la decencia básica, las reglas de Queensberry, y él las rompe todas. Golpea hacia abajo, algo que un caballero nunca debería hacer, ni haría, ni podría hacer. Y cada golpe que lanza es por debajo del cinturón. Le gusta especialmente patear a los vulnerables o a los que no tienen voz, y lo hace cuando están en el suelo.

Así que el hecho de que una minoría significativa, quizás un tercio, de los estadounidenses miren lo que hace, escuchen lo que dice y luego piensen: "Sí, parece mi tipo de persona", es un asunto de cierta confusión y no poca angustia para los británicos, dado que: 

—Se supone que los estadounidenses son más amables que nosotros, y en su mayoría lo son. 

—No hace falta un ojo particularmente agudo para detectar algunos defectos en el hombre.

Este último punto es lo que especialmente confunde y desconcierta a los británicos, y a muchas otras personas también; sus defectos parecen bastante imposibles de pasar por alto.

Después de todo, es imposible leer un solo tuit o escucharle decir una o dos frases sin mirar directamente al abismo. Convierte el ser torpe en una forma de arte; es un Picasso de la mezquindad; un Shakespeare de la mierda. Sus defectos son fractales: incluso sus fallos tienen fallos, y así sucesivamente ad infinitum.

Dios sabe que siempre ha habido gente estúpida en el mundo, y también mucha gente desagradable. Pero rara vez la estupidez ha sido tan desagradable, o la antipatía tan estúpida.

Hace que Nixon parezca confiable y George W. Bush  inteligente.

De hecho, si Frankenstein decidiera crear un monstruo compuesto enteramente de defectos humanos, haría a un Trump.

Y un Doctor Frankenstein arrepentido se agarraría puñados de cabello y gritaría con angustia:

¡Dios mío! ¿Qué he creado?

Si ser un imbécil fuera un programa de televisión, Trump sería la caja completa.

Román Rubio

Marzo 2025