lunes, 19 de enero de 2015



ESPAÑA, CAPITAL MADRID
El profesor y político catalán Germá Bell escribió  hace un par de años un ensayo titulado España, capital París en el que desarrolla la tesis del empeño de los distintos gobiernos españoles desde la época de los Austrias  en convertir a Madrid en el polo de atracción económico, cultural y social peninsular contraviniendo las inercias económicas naturales que la orografía y la historia habían configurado. Desde el siglo XVIII, en el empeño borbónico de convertir España en un país centralizado a lo francés, todas las vías de comunicación nacen y mueren en Madrid en un intento de articulación del territorio distinto al de la economía real que seguía, o había seguido, otras rutas o ejes: el Ebro, el Camino de Santiago, la Ruta de la Plata, cañadas reales, corredor mediterráneo o antiguas vías romanas. En la actualidad, el sistema de autovías español y la red ferroviaria y del AVE es el producto de ese empeño. La centralización del tráfico aéreo en Barajas convertido el el hub de Iberia y la localización de prácticamente todas las empresas del Ibex 35 en la capital no hacen sino agrandar la diferencia entre  Madrid y el resto, para  consternación de la, a menudo, emprendedora periferia que ve en la capital el casi exclusivo foco de prosperidad y crecimiento demográfico y económico.en el escenario nacional.
Ahora bien, ¿Cuál es el papel de la capital española en el país en términos de renta disponible si lo comparamos con el  que desempeñan las capitales de los países de nuestro entorno? ¿Hay verdaderamente ese gran desequilibrio? ¿Es éste más grande que el que se da en otros países vecinos? Veamos el cuadro que publica Eurostat al respecto:




El punto verde representa a la región en la que se encuentra la capital, la rayita horizontal es la media del conjunto del país y los puntos azules la posición de las distintas regiones, siendo la barra azul la que nos indica el rango que existe entre la región más rica y la más pobre – siempre en términos de renta disponible (PPS Purchasing Power Standard, en inglés).
En el mayor número de los casos encontramos que la capital es la región más rica; en algunos otros casos está entre las más ricas y sólo de manera excepcional se encuentra en la media o incluso por debajo.
Lo primero que llama la atención en el cuadro es la situación del Reino Unido. Londres (por encima de los trescientos puntos) se encuentra en una situación en que dobla la renta de la segunda región más rica del país y marca el rango más amplio de todos los países al multiplicar por seis la renta de la región más pobre. Son significativas también las posiciones destacadaS de las capitales de Bélgica (Bruselas), República Checa (Praga), Eslovaquia (Bratislava) y Francia (París). La razón de que el peso de Londres en Reino Unido sea tan grande en comparación con el de París en Francia creo que es debido al área considerada. En el caso de Londres se consideran dos comarcas: Inner London y Outer London en tanto que en Francia se considera la región de Ile-de-France, que incluye París y sus banlieues, lo que desequilibra la comparación.
Hay un segundo grupo de países: Austria, Irlanda, Suecia, Portugal Finlandia, Grecia… en los que la capital, siendo la región más próspera, no se destaca exageradamente sobre las otras.
Tenemos un tercer grupo de países, entre los que se encuentra España, en que la capital está entre las regiones más ricas pero no en cabeza. De hecho, en España vemos que la región capital se encuentra en tercera posición (tras País Vasco y Navarra) y que el rango o diferencia entre regiones más ricas y más pobres es relativamente pequeño. En este grupo tenemos a Italia en dónde el Lazio (Roma) se ve superada por otras regiones, de manera significativa por Lombardía (Milán), o Países Bajos en dónde la capital (La Haya) puntúa por debajo de otras áreas del país.
Es llamativo por su excepcionalidad el caso de Alemania, en dónde su capital Berlín se encuentra no sólo fuera de la cabeza de las regiones ricas del país sino incluso por debajo de la media. La explicación la ofrece, como es obvio, la particularidad histórica de Alemania y su segregación y unión posterior.
En resumen: o los esfuerzos por dotar de una hegemonía de Madrid en el territorio no han dado los frutos que se esperaban o la ciudad, por su historia de capital designada y no natural, no ha sido capaz de desempeñar un papel de capital tan poderoso como Londres y París en sus respectivos países, lo cual se agradece en el contexto actual.


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