JOSEPH BAZALGETTE Y LA PUREZA DEL AIRE
Joseph Bazalgette.
Joseph Bazalgette (1819-1891) fue el ingeniero que
diseñó y construyó el sistema de alcantarillado de Londres. Con la introducción
de los excusados en las casas de Londres y el aumento de la población, las
autoridades ordenaron el taponamiento de los pozos ciegos y la conexión de las
aguas sucias a los raquíticos conductos de alcantarillado de la época que
vertían directamente al Támesis. Como consecuencia de la enorme contaminación
del río se produjeron dos episodios graves de cólera en la ciudad: en 1848, con
catorce mil víctimas y en 1853 con diez mil. El verano de 1858 fue, al parecer,
particularmente caluroso y se produjo lo que se conoce como The Great Stink (el gran hedor). Tan
fuerte era el hedor que se llegaron a perfumar y desinfectar las cortinas del
Parlamento. Finalmente se consiguió aprobar una ley que daba luz verde a la
construcción de un sistema de alcantarillado suficiente para canalizar y
evacuar las aguas sucias de la ciudad, encargo que le fue hecho al ingeniero
Bazalgette, inglés con apellido francés, nieto de hugonote galo afincado en
Inglaterra.
La aprobación de la ley fue problemática y muy
debatida, obviamente por el enorme coste del proyecto. Las implicaciones
sanitarias consistían en evitar el cólera evitando el hedor del río, pues la
opinión generalizada en la época era que la enfermedad era producida por el mal
olor o miasma y no por el contacto e
ingestión del agua contaminada como sostenía el epidemiólogo John Snow y
después confirmó la microbiología.
Así pues, Bazalgette diseñó y construyó un sistema
de 134 kms de alcantarillado principal, de ladrillo, y 1800 kms de túnel subsidiario
de menor sección, así como cuatro
estaciones de bombeo que llevaban el agua sin depurar río abajo, fuera de la
ciudad de Londres. Construyo los Enbankments, estrechando el río y haciendo la
corriente más fluida aprovechando el espacio para instalar colectores, vías
férreas y viales. La obra fue inaugurada
en 1865 por Eduardo, Príncipe de Gales, hijo y sucesor en el trono de la Reina
Victoria. Las previsiones del ingeniero resultaron ser acertadas: tomó la cifra
de población más densa, consideró el máximo de aguas residuales por persona y
calculó el diámetro del tubo. Hecho esto, lo multiplicó por dos y le dio la
dimensión final al túnel. Hoy todavía están en servicio.
Con la obra se consiguió atajar el problema del
cólera que era endémico en Londres. Suprimiendo el miasma o hedor, causa falsa
de la enfermedad, se solucionó el problema de la intrusión de las bacterias de
las aguas sucias en el agua potable, que resultó ser la causa real de la
transmisión. En las discusiones de la época, los progresistas defendían la
intervención urbanística mientras los conservadores reaccionarios ¿cómo no? criticaban
el dispendio.
El problema del cólera estaba solucionado pero no el
de la contaminación. En el año 1957, el Támesis fue declarado río
biológicamente muerto. Tras muchas discusiones y reticencias diversas leyes
fueron redactadas para conseguir la limpieza del río. Hoy, medio siglo después,
y tras duras regulaciones concernientes a los vertidos al río, el Támesis es un
río limpio en el que viven ciento veinticinco especies de peces y cuatrocientas
especies de invertebrados. El color marrón de sus aguas no se debe a suciedad
sino al efecto de las mareas sobre el barro del fondo.
El debate en los años sesenta, de nuevo, fue entre
una corriente progresista que apoyaba la fuerte regulación medioambiental
contra una corriente reaccionaria que sostenía que esa regulación era
contraproducente y acabaría con el sector industrial inglés y por tanto no
debía hacerse.
Hoy el debate está, en mi opinión, en dos frentes: uno
es el gran debate global del cambio climático que conlleva la reducción de las
emisiones. Al igual que en siglos anteriores, la corriente reaccionaria alega
que las regulaciones nos harían retroceder a la caverna acusando a los
progresistas de involucionistas. Estos, en cambio, pronostican el Apocalipsis,
de no tomarse medidas ya.
El otro frente es urbanístico y por tanto más local y
se refiere al asunto de cambiar la idea de automoción por la más general de
locomoción en las ciudades; y esto conlleva acciones de peatonalización, uso de
la bicicleta, introducción masiva del coche eléctrico y restricciones severas
al tráfico rodado. Y será. Como siempre habrá debate, parones, pasos atrás y
otras vicisitudes, pero al final se hará; porque así ha sido siempre y así
será.
Román Rubio. Enero 2015
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