sábado, 11 de abril de 2015

AL PAN, PAN

AL PAN, PAN


 Entiendo el dolor de las familias, compañeros y amigos de los dos montañeros españoles muertos en una expedición al Atlas marroquí próximo a la ciudad de Ouarzazate, sobre todo si se piensa que una de las dos muertes podría haberse evitado de haber llevado a cabo una maniobra de rescate exitosa. Golpes de la vida.





Fortaleza y cañones. Atlas marroquí

Rechazo la iniciativa del club de montañismo al que pertenecían los montañeros accidentados y a la que parece haberse unido la familia del fallecido José Antonio Martínez de denunciar al gobierno marroquí por “asesinato por negligencia” y repudio al ofrecimiento de ayuda española para el rescate, al tiempo que se culpa también al gobierno español por su tibieza en el ofrecimiento, aún cuando llegó a implicarse el Rey Felipe VI en llamada personal al Rey Mohammed de Marruecos.

El dolor del acontecimiento no debe cegarnos ni hacernos ignorar las evidencias. A saber: que fueron los españoles quienes de manera voluntaria, por libre decisión y sin coacción fueron allí; que fueron a realizar una actividad de riesgo -controlado, eso sí-, pero alto riesgo al fin y al cabo; y las cosas arriesgadas, en ocasiones, salen mal; que los marroquíes pusieron en marcha “sus” mecanismos de rescate, que quizás no sean los mejores del mundo (desde luego no comparables a los de los franceses, suizos u otros países europeos alpinos), puesto que el accidente había ocurrido en “su” territorio; que el ofrecimiento de ayuda española para el rescate no nos garantiza (mucho menos a priori) que el desenlace del mismo hubiera sido diferente.










Reproducción accidente y típico pueblo de la zona



Lamento la actitud actual de buscar culpables (preferiblemente un culpable) tras cada lamentable tragedia y la aparente incapacidad de aceptar que, a veces, es el propio individuo el que pone en riesgo su vida, y en ocasiones, lamentablemente, con resultado trágico. Todo lo que después haga la sociedad para remediarlo, bienvenido sea. Nada más confortante que la noticia de un salvamento con éxito.

Lamento también el tratamiento arrogante a las gentes e instituciones de un país que hizo lo que supo y pudo para tratar de evitar una tragedia que no habían buscado y rechazo por tanto la acusación de “asesinato por negligencia” por parte del club español o la calificación de “chapuza” por parte del montañero superviviente, por traumática que haya sido su experiencia.
Al pan, pan.

Román Rubio
@roman_rubio

Abril 2015 

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