AL PAN, PAN
Entiendo el dolor de las familias, compañeros
y amigos de los dos montañeros españoles muertos en una expedición al Atlas
marroquí próximo a la ciudad de Ouarzazate, sobre todo si se piensa que una de
las dos muertes podría haberse evitado de haber llevado a cabo una maniobra de
rescate exitosa. Golpes de la vida.
Fortaleza y
cañones. Atlas marroquí
Rechazo la
iniciativa del club de montañismo al que pertenecían los montañeros
accidentados y a la que parece haberse unido la familia del fallecido José
Antonio Martínez de denunciar al gobierno marroquí por “asesinato por
negligencia” y repudio al ofrecimiento de ayuda española para el rescate, al
tiempo que se culpa también al gobierno español por su tibieza en el
ofrecimiento, aún cuando llegó a implicarse el Rey Felipe VI en llamada
personal al Rey Mohammed de Marruecos.
El dolor del
acontecimiento no debe cegarnos ni hacernos ignorar las evidencias. A saber:
que fueron los españoles quienes de manera voluntaria, por libre decisión y sin
coacción fueron allí; que fueron a realizar una actividad de riesgo -controlado, eso sí-, pero alto riesgo al fin y al cabo; y las cosas arriesgadas,
en ocasiones, salen mal; que los marroquíes pusieron en marcha “sus” mecanismos
de rescate, que quizás no sean los mejores del mundo (desde luego no
comparables a los de los franceses, suizos u otros países europeos alpinos),
puesto que el accidente había ocurrido en “su” territorio; que el ofrecimiento
de ayuda española para el rescate no nos garantiza (mucho menos a priori) que el desenlace del mismo
hubiera sido diferente.
Reproducción accidente y típico pueblo de la zona
Lamento la
actitud actual de buscar culpables (preferiblemente un culpable) tras cada
lamentable tragedia y la aparente incapacidad de aceptar que, a veces, es el
propio individuo el que pone en riesgo su vida, y en ocasiones,
lamentablemente, con resultado trágico. Todo lo que después haga la sociedad
para remediarlo, bienvenido sea. Nada más confortante que la noticia de un
salvamento con éxito.
Lamento también
el tratamiento arrogante a las gentes e instituciones de un país que hizo lo
que supo y pudo para tratar de evitar una tragedia que no habían buscado y
rechazo por tanto la acusación de “asesinato por negligencia” por parte del
club español o la calificación de “chapuza” por parte del montañero
superviviente, por traumática que haya sido su experiencia.
Al pan, pan.
Román Rubio
@roman_rubio
@roman_rubio
Abril 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario