PERFIL BAJO
Leo en el
diario El País del lunes 13 de abril que Hilary Clinton se ha propuesto (o nominado) como candidata por el Partido
Demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos. Le deseo suerte. Tras el
primer presidente de raza negra (perdón: etnia afroamericana), una mujer en la
presidencia del Imperio sería un hito ¿o quizás un landmark? en los caprichosos renglones de la Historia. Lo que me
hace pensar que, si es elegida, y ejerce la presidencia durante cuatro años,
los Clinton (ella y Bill, su marido) habrían dirigido al país 12 años con
posibilidades de hacerlo cuatro años más si fuera reelegida de nuevo, con lo
que igualarían a los Bush (padre e hijo) que lo han hecho durante dieciséis. Y
aún tienen a otro (sí hombre, aquel que era gobernador de Florida cuando ganó
su hermano George a Al Gore por unos
votillos mal contados, ¿no se acuerdan?) Dios nos guarde de él ¿Tendría la
tentación de invadir Irak por tercera vez?
Pues bien, de
acuerdo con la noticia, Hillary “… ha presentado una candidatura de perfil bajo”. Todos sabemos lo que
significa la expresión “perfil bajo”: viene a ser algo hecho con poca fanfarria
e intención de notoriedad, sin sonoros toques de trompeta, vaya. Algo, casi,
casi, de pasar desapercibido. Las expresiones perfil alto y bajo (high and low profile) son lo que
llamamos calcos lingüísticos, una parte del capítulo de los préstamos
lingüísticos. Y haberlos, los hay, y en gran cantidad. Y casi todos, del
inglés.
Tras corregir
a un allegado mío el uso de la palabra delicatesen, referida a alimento selecto
o gourmet y aclararle que la
palabreja se refería exclusivamente al lugar donde se venden las delicacies o quesos, fiambres y licores
selectos –que en EEUU se convirtieron en las populares deli, de alimentos preparados-, me tuve que retractar al comprobar tras
consulta online que la RAE acepta la
acepción de alimento selecto en su diccionario (debe ser de inclusión reciente,
ya que la palabra no aparece en mi versión impresa de 1997). De modo que, la
palabra delicatessen, importada al
inglés del alemán para designar una clase de tienda ¿ultramarinos,
mantequería…? llega al español (del inglés) para designar otra cosa y se queda
de manera permanente.
Ahora ya nadie
hace footing en este país y así se
evita la frustración de averiguar que los angloparlantes no sabían qué demonios
era eso, ya que ellos lo que hacían era jogging.
Afortunadamente, ahora todos nos hemos puesto de acuerdo en practicar el runnig,
que como el surfing, el snowboarding y el skating es una actividad muy saludable. Más peligrosa es el puenting pero más fácil de
pronunciar que el dichoso bungee jumping
que es como algunos denominan al semi-suicidio que supone tirarse de un puente
atado con una cuerda elástica.
Y es que el
mundo ha cambiado mucho en los últimos años: lo que antes era evidente, ahora
es obvio y la prueba se ha convertido
en evidencia. Lo ridículo ha devenido en patético. Lo bizarro es algo raro, extraño, cuando
hace unos años era como llamábamos a nuestro héroe Roberto Alcázar, es decir,
alguien valiente y generoso, patrimonio y seña de identidad ¿milestone? de nuestra raza, (digo…etnia),
o nación.
Los hombres
usamos slips ¿resbalones? O boxers dependiendo del nivel de sujeción
que busquemos en la zona del calzón, que algunos, ridículamente, se empeñan en
llamar, lo crean o no, ¡calzoncillo! ¡Con ese nombre, cómo no buscar
extranjerismos!
Las herramientas solían ser de hierro y no
como ahora que son como programas de servicio, o ni eso, que se activan cliqueando un ratón que no come queso ni nada, y los talleres (ateliers o workshops) eran lugares en donde los
artesanos (herreros, carpinteros zapateros o caldereros) trabajaban y
elaboraban cosas y no lugares en donde
ciertas personas (celebrities o no) se encuentran (es decir, reúnen) para implementar, o llevar a cabo, una sesión de brainstorming y largarse luego a un pub a chatear en la hora feliz (o happy hour) mientras miran
de reojo una nueva serie del famoso asesino
en serie (serial killer) que eventualmente
(finalmente) es atrapado por la pasma en un dramático
(espectacular) desenlace mientras vivía un romance, o idilio o affair,
o qué sé yo, con la estrella de la
serie. Pero no quiero ser un spoiler
y descubrir el eventual desenlace. No
está en la agenda (en el orden del
día, vaya).
Llevo más de setecientas palabras, con lo que debo ir cerrando este post (entrada) de mi blog; ¿blog?, sí, blog, lo que me convierte en un bloguero, ¿o será blogger?
Llevo más de setecientas palabras, con lo que debo ir cerrando este post (entrada) de mi blog; ¿blog?, sí, blog, lo que me convierte en un bloguero, ¿o será blogger?
Román Rubio
#roman_rubio
Abril 2015
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