domingo, 26 de julio de 2015

DE SÍMBOLOS Y ADULADORES

DE SÍMBOLOS Y ADULADORES

Ha llegado una nueva corriente. Junto a los booktubers, los fanfics, el aquabiking y las pobladas barbas de colorines: el repudio a los símbolos monárquicos por parte de los nuevos administradores municipales y ¿pronto? autonómicos; porque, háganme caso, estas cosas se reproducen como los vídeos de gatitos y bebés en las redes sociales.


La alcaldesa de Barcelona ha mandado retirar el busto del Rey ¿en excedencia? Juan Carlos I del Salón de Plenos del Ayuntamiento de la ciudad. La sustitución por un retrato del nuevo Rey Felipe VI que de manera voluntariosa había hecho un tal Alberto Fernández Díaz, del PP y hermano del Ministro del Interior, que –como Aute-, pasaba por allí, no ha surtido efecto. No sé qué se exhibirá en el lugar, si es que se exhibe algo. En A Rúa (Orense) la alcaldesa del BNG lo tenía más claro: tras quitar del sitio acostumbrado el retrato del Rey, colocó en su lugar el mapa de Galicia. Bravo, alcaldesa: a ti nadie podrá acusarte de sectarismo, y no como a la regidora de Moreña (Pontevedra), de tu mismo partido, que cambió el vituperado retrato del Rey cazaelefantes por el de Daniel Rodríguez Castelao, histórico nacionalista gallego o al alcalde de Cádiz, que nada más coger la vara de coger higos quitó el retrato del Rey Juan Carlos para colocar en su lugar el de Fermín Salvochea, alcalde anarquista de la ciudad durante la I República.

El Ayuntamiento de Moncada i Reixach (Barcelona) decidió en pleno retirar el retrato del Rey de no sé qué dependencia municipal y el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido cambiar el nombre del Pabellón Príncipe Felipe por el del héroe del baloncesto local Luis Albós. Así están las cosas de momento, pero sospecho que pronto se extenderá la mancha de manera más o menos general, porque como todos sabemos, así funcionan esto, antes y después de que Ortega lo formulara en “la Estupidez de las Masas”.

Me parece inmerecido. Ni Juan Carlos , más o menos garante de y trabajador por la democracia,  ha hecho nada que merezca el repudio de la ciudadanía, aparte de unas canitas al aire que resultan hasta entrañables, ni tampoco Felipe VI, con lo fino que es y lo elegantes y dignas que quedan sus presentaciones por ahí por el mundo: estoy pensando en la presentación del Madrid Olímpico (en inglés) o la alocución (en francés) a la Asamblea Nacional Francesa, sin punto de comparación con las lamentables apariciones de  nuestros próceres electos, catalanes incluidos.

Totalmente inmerecido. Pero ¡cuidado! Más inmerecido aún me parece que la mitad de los pabellones de deportes –como el de Zaragoza-, teatros de nueva construcción, plaza de toros portátil, y ronda urbana se tengan que llamar con apelativos reales. ¿A qué viene esa pobreza intelectual, ese vasallaje, esa mediocridad, esa pleitesía de remota provincia de nominar a todo lo que se mueve con nombre de Rey, Príncipe, Princesa o Infanta?


En mí país (Valencia), gobernado en los últimos años por los campeones del vasallaje, la miseria intelectual y la pleitesía gatuna –de esa que produce ronroneos cuando se les pasa la mano por la espalda- han tenido la original mediocre y aduladora idea de llamar Príncipe Felipe a un museo –pretendidamente de las Ciencias-, Juan Carlos I a una marina portuaria, Reina Sofía a un teatro de la ópera y, como parece que no habían hecho bastante la pelota a la familia borbónica… Príncipe Felipe, de nuevo, a un Centro de Investigación que, por lo que leo en la prensa, está medio desmantelado.

¿Es que estos insectos que nos han gobernado durante tantos años no tenían medida ni eran capaces de poner límite a la desfachatez de la servil adulación? A veces me he preguntado cuál era realmente el motivo por el que estos personajes -es hora de decirlo, del PP- podían llegar a ser tan patéticamente melifluos y pelotas. Creo que la razón final es tan simple y trivial como que querían codearse con la realeza. Creo que el político local pensaba –y a menudo acertaba- que si ponía Reina Sofía de nombre a alguna cosa, esta –la reina- vendría y ella –alcaldesa de pro- tendría la ocasión de estrenar ese vestido nuevo y compartir mesa y mantel con tan regia visita. Además de que la asistencia podría ayudar a la publicidad del inútil chiringuito al tiempo que a ella le proporcionaba votos de sus semianalfabetos votantes, contentos de que sus autoridades “sepan poner su tierra en el mapa”. Tal ha sido la miseria moral e intelectual de nuestros líderes (y gran parte de nuestro pueblo).

Lamento que retiren las imágenes y los nombres de los borbones. En su momento me lamentaba, junto con muchos otros, que los usaran para museos de la ciencia que podrían llamarse Albert Einstein o Ramón y Cajal; espacios musicales que podrían usar el nombre de Beethoven o Falla y puertos deportivos que podrían ostentar nombres de algún excelente marino español o extranjero.

No me hacían mucho caso cuando denunciaba la abusiva y mediocre tendencia de mis  –lameculos- gobernantes. No me harán ahora, cuando confieso que lo contrario tampoco me hace gracia; lo sé. Algunos parecemos nadar contracorriente. En mi caso, de manera significativa. ¡Miren que auguré que la tablet sería un fracaso comercial por tamaño y prestaciones…!

Román Rubio
#roman_rubio

Julio 2015 

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