DEFECTOS Y
VIRTUDES
Esperanza de vida al nacer
Si tuviera que
señalar un punto fuerte de mi país, en comparación con los de su entorno,
señalaría el clima de jovialidad y optimismo, casi alegría, que se respira de
manera permanente y que se expresa en
esa vida en la calle, en las terrazas de los bares, en donde los
ciudadanos charlan alrededor de unas cañas o unos cafés. Eso, y la facilidad de
trato que los españoles parecemos detentar de manera natural. Si me preguntan por
algo negativo, no tengo duda: el ruido; el ruido constante, innecesario y
desconsiderado, zafio e insolente con el que nos regalamos unos a otros a
diario: la moto a la que se oye cada cambio de marchas en diez kilómetros a la
redonda, la música del coche en el semáforo, el griterío en el bar o
restaurante de poco o moderado postín, los altavoces de la verbena de la Virgen
del Perpetuo Estruendo, la fiesta infantil de los vecinos, casi cualquier
conversación telefónica o cara a cara, cuya exhibición de intimidad trivial y chabacana nos
hace sonrojar a quienes, sin poderlo evitar, la escuchamos.
En aspectos
sociales y económicos también acostumbramos a compararnos con otros pueblos. En
mi país, especialmente los liberales, pero no sólo, gustan de hacer comparación
con el mundo anglosajón en general y con los Estados Unidos en particular como
paradigma de éxito y cumbre de la civilización. No es que yo no crea que no
haya que mirar al gran país del otro lado del Atlántico. Pues claro que hay
mucho que aprender de ellos; no hay más que ver la cola de la Embajada de los
EEUU en todos los países en demanda de visados. Por lo que a mí respecta, sólo
el hecho de la creación y popularización de Internet ya supone motivo de
admiración. Ahora bien: “Habrá cosas que hagamos mejor que ellos, ¿o no?”
Pongamos algún ejemplo:
Población reclusa
El hecho de
que la tasa de población reclusa quintuplique a la
española es sorprendente, siendo que la española, de la que no hay demasiados
motivos para presumir, casi duplica a la alemana. Las cifras americanas son
síntoma de enormes desequilibrios y fracturas sociales, tanto más si tenemos en
cuenta los pormenores: uno de cada cien ciudadanos americanos se encuentra en
chirona: ¿alguien da más?, el 60% de los reclusos son negros o hispanos; un
negro de cada 35, un hispano de cada 88 y un blanco de cada 214 están entre
rejas, lo que muestra el fracturado panorama social. Pero es que además si
consideramos la población por sexos y edades, las conclusiones son más significativas.
Según datos del instituto Pew Center uno de cada quince varones adultos negros
está en prisión, una cifra que asciende
a uno de cada nueve en la franja de edad comprendida entre los 20 y 34 años.
Demoledor.
La tasa en sí, no sería significativa si no la relacionamos con el
índice de delincuencia. Si este fuera muy bajo podríamos convenir que la
prisión sirve de algo, pero ¿es esto así? Tanto el nivel de delitos como,
significativamente, el de homicidios supera el de cualquier país europeo y el
de Canadá aunque se sitúa por debajo del de la mayoría de países
centroamericanos y algunos africanos. Creo, por tanto, que en lo que atañe al
delito y a su persecución es la sociedad americana la que debería mirar hacia
aquí y no al revés.
Hay otro
apartado que a los españoles nos resulta chocante de la sociedad americana. Se
trata del hecho de que, teniendo uno de los gastos sanitarios más altos del
mundo y siendo el país puntero en investigación médica y farmacéutica, consigan
unos resultados tan mediocres en términos de esperanza de vida, lo que muestra,
de nuevo, un sistema que deja tanta gente en desamparo. Veamos los datos:
Según datos de
la Organización Mundial de la Salud, referidos a 2013, España, con 82 años de
esperanza de vida al nacer ocupa el octavo puesto del mundo muy cerca de la
cabeza en una tabla liderada por Japón
con 84, lo que da una idea del equilibrio existente entre estilo de vida,
hábitos de salud, dieta y sobre todo de calidad y cobertura del sistema
sanitario. Los Estados Unidos se ven relegados a un modesto puesto 34 del
mundo, a la altura de países muy alejados en términos de renta como Cuba o
Costa Rica. Decepcionante; sobre todo si cruzamos el dato con el de gasto
sanitario por países.
Según datos
del banco mundial referidos al gasto sanitario por países (público y privado)
los EEUU gastan anualmente en salud $9.146 por habitante, mientras que los
españoles gastamos $2.581 con un resultado mucho mejor si nos atenemos a las
cifras de la esperanza de vida al nacer. Esto se puede leer de varias maneras: o la atención sanitaria en los EEUU es incompetente y de ínfima calidad, lo
cual descartamos ya que el país acoge la elite de la investigación, o está agarrotada
por querellas continuas sobre la cobertura de los seguros o la limitación de la
cobertura deja a muchos ciudadanos con los pies fuera de la manta -lo que
repercute en muerte prematura-, o la combinación de varios de estos factores.
Para poner en contexto los datos de gasto sanitario, véase la tabla del link anterior. Como resumen diré que
Francia gasta la cantidad anual de $4.864, Alemania $5006, Reino Unido $3.598,
Italia $3.155, Canadá $5.718 y Japón $3.966. Sólo Noruega y Suiza están al
nivel de gasto americano aunque todos estos países obtienen resultados mucho
mejores en cuanto a esperanza de vida. España, con un modesto gasto que supone
la mitad del gasto francés y la cuarta parte del norteamericano obtiene
resultados espectaculares. Sigamos pues por ese camino y no nos dejemos llevar
por cantos de sirena ni anuncios de neón desde la Ruta 66. Sería nefasto que,
en el empeño de copiar todo lo que la cultura mainstream nos presenta, copiemos también lo nefasto.
Román Rubio
#roman_rubio
Julio 2015
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