DOBLAJES
Nueva Zelanda
es un país lejano, lo que, dada la forma esférica del mundo, es un
contrasentido; como dijo el torero de
Triana tras torear en Bilbao: “Sevilla está donde tiene que estar, lo que está
lejos es esto”. Hay un geocentrismo muy aceptado. En los mapas mundi Europa está en posición central; a la derecha
el oriente (Asia) y a la izquierda el oeste (América). Para algo debe servir el
haber inventado la cartografía. He visto alguna vez algún mapamundi con América
en el centro, pero es un fiasco. A un lado Europa y al otro un enorme vacío
azul (el Pacífico) y la punta de un continente (Asia). A pesar de los mapas, los americanos se ven en el centro
del mundo: a un lado Asia, al otro Europa y allá a su frente, Oklahoma. No sé
cómo dibujan los mapas los neozelandeses, nunca he estado allí, pero me temo
que usan el punto de vista europeo, con lo que están resignados a verse en un rincón del mundo.
Son anglosajones de origen en su mayoría y
hablan inglés, lo que es bueno para jugar un papel en el teatro del mundo y
corrige en gran medida la frustración de estar en el rincón del mapa que les
hace estar cerca de… Australia, otro
outcast.
Me consta que
es un país precioso. La isla sur está recorrida por los Alpes neozelandeses y
el extremo sur de la isla, Fiorland, goza de un paisaje de fiordos similar al
de Noruega. Fue, sin duda, la espectacularidad de sus paisajes el motivo
decisivo por el que se decidió rodar allí la saga cinematográfica de “El Señor
de los Anillos” y eso es algo de lo que los neozelandeses están orgullosos, eso
y su equipo de rugby, los All Blacks, que con su danza guerrera tratan de
intimidar al adversario, algo que, a tenor de los resultados, consiguen a
menudo.
Me contaba un
natural del país, orgulloso, alguna peculiaridad del rodaje de las películas,
lo que allí supuso un acontecimiento nacional y en especial lo relativo al
acento (o acentos) del inglés. No he visto las películas en versión original
–ni dobladas, a no ser por los inevitables retazos en la tele- pero me he documentado.
En primer lugar, los americanos, que por estar acostumbrados al cine en su
acento propio parecen no admitir otro, se olvidan de su preferencia en cuanto
tratan temas medievales. Para los de Kansas o Idaho el inglés británico y sus
múltiples variedades regionales da sentido a historias de espadas, reinos,
magos y sortilegios, de modo que los productores contrataron a Andrew Jack, un
especialista en dialectos del inglés muy conocido a ambos lados del Atlántico para
asesorar en el tema de las hablas y hacerlo acorde al espíritu de las novelas
de Tolkien, filólogo él, por cierto.
Así, los
Hobbits hablan con acento de Gloucestershire, dándoles un cierto aire rústico e
intemporal respetando en el habla las diferencias de clase, en Gondor se habla
con acento RP (inglés BBC) con un toque del norte de Inglaterra y en Rohan una
mezcla de ambos. Los Orcos, con lenguaje gutural que expresara su maldad, se les hizo hablar con acento “cockney”,
dándoles un aire urbano distinto a la idea inicial, y así todo: extremadamente
cuidado.
Nosotros, en
España, somos también muy cuidadosos en cuanto al lenguaje (acento más bien) de
las películas, le dije al antípoda. No admitimos un acento que no sea el
español, o lo que, a fuerza de películas y uso en medios de comunicación,
identificamos como español neutro. De hecho, las películas americanas tienen
que ser dobladas dos veces: al español de España y al de Latinoamérica. Podemos
ver de buen grado películas de autor mejicanas, argentinas o cubanas en su sonido
original pero la idea de ver cine de aventuras, comedia romántica o thriller de
Hollywood con acento mejicano o puertorriqueño nos produce cierto rechazo, cosa
de telenovela, de poco valor artístico. En Hispanoamérica, sin embargo, han
sabido encontrar un acento neutro “latino” que les viene bien a todos usando
actores de doblaje de los distintos países y siendo cuidadosos con los
modismos. Y me pregunto yo: ¿qué tendrá el español de España, o ese que se usa en los doblajes y que
solo una parte de los españoles habla que lo hace inaceptable para los
latinoamericanos? ¿Qué connotaciones tiene para un mejicano o chileno esa
lengua de España, ese castellano que prefiere doblar las cintas en una especie
de lingua franca latinoamericana?, ¿tan agresivo le resulta? Y nosotros,
¿podríamos acostumbrarnos a la versión latina de nuestra propia lengua en el
cine sin que desvirtuase la calidad de la cinta? Solución: la V.O. (versión
original) y de paso mejoramos nuestras lenguas extranjeras, que tampoco nos vendría
mal. Eso, o doblarlas con acento catalán, para pasmo de muchos.
Román Rubio
#roman_rubio
Julio 2015
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