jueves, 30 de julio de 2015

DOBLAJES

DOBLAJES













Nueva Zelanda es un país lejano, lo que, dada la forma esférica del mundo, es un contrasentido;  como dijo el torero de Triana tras torear en Bilbao: “Sevilla está donde tiene que estar, lo que está lejos es esto”. Hay un geocentrismo muy aceptado. En los mapas mundi  Europa está en posición central; a la derecha el oriente (Asia) y a la izquierda el oeste (América). Para algo debe servir el haber inventado la cartografía. He visto alguna vez algún mapamundi con América en el centro, pero es un fiasco. A un lado Europa y al otro un enorme vacío azul (el Pacífico) y la punta de un continente (Asia). A pesar de  los mapas, los americanos se ven en el centro del mundo: a un lado Asia, al otro Europa y allá a su frente, Oklahoma. No sé cómo dibujan los mapas los neozelandeses, nunca he estado allí, pero me temo que usan el punto de vista europeo, con lo que están  resignados a verse en un rincón del mundo.

 Son anglosajones de origen en su mayoría y hablan inglés, lo que es bueno para jugar un papel en el teatro del mundo y corrige en gran medida la frustración de estar en el rincón del mapa que les hace estar cerca de… Australia, otro outcast.

Me consta que es un país precioso. La isla sur está recorrida por los Alpes neozelandeses y el extremo sur de la isla, Fiorland, goza de un paisaje de fiordos similar al de Noruega. Fue, sin duda, la espectacularidad de sus paisajes el motivo decisivo por el que se decidió rodar allí la saga cinematográfica de “El Señor de los Anillos” y eso es algo de lo que los neozelandeses están orgullosos, eso y su equipo de rugby, los All Blacks, que con su danza guerrera tratan de intimidar al adversario, algo que, a tenor de los resultados, consiguen a menudo.

Me contaba un natural del país, orgulloso, alguna peculiaridad del rodaje de las películas, lo que allí supuso un acontecimiento nacional y en especial lo relativo al acento (o acentos) del inglés. No he visto las películas en versión original –ni dobladas, a no ser por los inevitables retazos en la tele- pero me he documentado. En primer lugar, los americanos, que por estar acostumbrados al cine en su acento propio parecen no admitir otro, se olvidan de su preferencia en cuanto tratan temas medievales. Para los de Kansas o Idaho el inglés británico y sus múltiples variedades regionales da sentido a historias de espadas, reinos, magos y sortilegios, de modo que los productores contrataron a Andrew Jack, un especialista en dialectos del inglés muy conocido a ambos lados del Atlántico para asesorar en el tema de las hablas y hacerlo acorde al espíritu de las novelas de Tolkien, filólogo él, por cierto.



Así, los Hobbits hablan con acento de Gloucestershire, dándoles un cierto aire rústico e intemporal respetando en el habla las diferencias de clase, en Gondor se habla con acento RP (inglés BBC) con un toque del norte de Inglaterra y en Rohan una mezcla de ambos. Los Orcos, con lenguaje gutural que expresara su maldad,  se les hizo hablar con acento “cockney”, dándoles un aire urbano distinto a la idea inicial, y así todo: extremadamente cuidado.





Nosotros, en España, somos también muy cuidadosos en cuanto al lenguaje (acento más bien) de las películas, le dije al antípoda. No admitimos un acento que no sea el español, o lo que, a fuerza de películas y uso en medios de comunicación, identificamos como español neutro. De hecho, las películas americanas tienen que ser dobladas dos veces: al español de España y al de Latinoamérica. Podemos ver de buen grado películas de autor mejicanas, argentinas o cubanas en su sonido original pero la idea de ver cine de aventuras, comedia romántica o thriller de Hollywood con acento mejicano o puertorriqueño nos produce cierto rechazo, cosa de telenovela, de poco valor artístico. En Hispanoamérica, sin embargo, han sabido encontrar un acento neutro “latino” que les viene bien a todos usando actores de doblaje de los distintos países y siendo cuidadosos con los modismos. Y me pregunto yo: ¿qué tendrá el español de  España, o ese que se usa en los doblajes y que solo una parte de los españoles habla que lo hace inaceptable para los latinoamericanos? ¿Qué connotaciones tiene para un mejicano o chileno esa lengua de España, ese castellano que prefiere doblar las cintas en una especie de lingua franca latinoamericana?, ¿tan agresivo le resulta? Y nosotros, ¿podríamos acostumbrarnos a la versión latina de nuestra propia lengua en el cine sin que desvirtuase la calidad de la cinta? Solución: la V.O. (versión original) y de paso mejoramos nuestras lenguas extranjeras, que tampoco nos vendría mal. Eso, o doblarlas con acento catalán, para pasmo de muchos.

Román Rubio
#roman_rubio
Julio 2015 

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