miércoles, 13 de enero de 2016

STREET ART

STREET ART

Nunca he sido entusiasta del llamado street art. En mi retina han prevalecido aquellos vagones de metro y aquellas paredes del Nueva York de los ochenta pintarrajeadas con  abigarramiento de letras, colores y formas que transmitían (transmiten) esa sensación cutre de escenarios urbanos deprimidos, inhóspitos y vandalizados; de naves con cristales rotos, escombros, chatarra, charcos helados y bidones metálicos con el fuego que ayuda a aguantar el frío a los guerreros de la noche.
Por supuesto, hay excepciones. Para mí, siempre alejado de ese mundo, sólo ha habido un nombre que me resultara vagamente familiar: Bansky, el famoso artista de Bristol, autor de tantas obras de contenido social, críticas con el establishment, icónicas y amargamente irónicas. Después, documentándome para este artículo me he dado cuenta de que su obra la tenía mezclada  con la de ese otro grande del arte callejero: el francés Blek LeRat. De él tomó el roedor como elemento recurrente y la propia técnica del stencil graffiti (técnica de la plantilla y el aerosol). Es tanta la admiración de Bansky por el francés que en una ocasión llegó a decir: “cada vez que creo que he pintado algo original, me doy cuenta de que Blek LeRat lo hizo mejor, solo que veinte años antes”.

Obras de Blek LeRat y Bansky

Recientemente he visto un interesante documental sobre Bansky: “Banksy Does New York” y que no tiene nada que ver con otro  llamado “Exit through the Gift Shop” que fuera nominado para los Oscar de 2011. El film narra el evento que el artista llevó a cabo en  Nueva York que llamó “Better Out Than In” (mejor fuera que dentro) en honor a aquella teoría de Cézanne de que “los cuadros pintados en el estudio nunca serán tan buenos como los pintados fuera”;  creó una página web  en la que anunciaba la realización de (al menos) una obra diaria de manera inesperada en uno u otro lugar de la ciudad durante los 31 días del mes de Octubre de 2013. El acontecimiento tuvo una gran relevancia mediática dado el prestigio del artista y mantuvo durante todo el mes la intriga de la prensa y de sus numerosos fans (hasta el alcalde Bloomberg se pronunció al respecto). Aunque la mayoría fueron obras gráficas representadas en paredes inéditas hubo alguna escultura y, también, performances.
Una de estas (performances) se trataba de un camión de apariencia militar en la que sobresalían cabezas de animales –como peluches animados- y que se paseó por el MeatPack District y otros lugares de la ciudad, exhibiéndose de manera conspicua por las inmediaciones de carnicerías y lugares de venta de carne. Otro día apareció una personificación de la muerte con su guadaña montada en un cohecito de choque…

 Las anécdotas de la experiencia que narra el documental son variadas y distraídas, tanto de la reacción de la gente como del destino de las obras. Una de ellas fue dañada por la acción de un artista rival.
El día veinte del mes desveló su obra “Chico con martillo” en la que la silueta de un niño amenaza golpear con un martillo la boca de incendios existente. Los propietarios del local del Upper West Side en cuya pared apareció la pintura la protegieron enseguida con una placa transparente atornillada al muro.


En la persiana metálica de un club de strip-tease de Hell’s Kitchen, en Manhattan, apareció una mañana la figura de un hombre en esmoquin conocida como “Waiting in Vain” (esperando en vano) portando un ramo de flores que van perdiendo las hojas en inútil espera, lo que fue  motivo de regocijo del público en general y también del personal del club que aprovechó para sacarse unas instantáneas y hacer un poco de promoción personal. A continuación los dueños aserraron la media puerta que alojaba la pintura y la sustituyeron por otra nueva con el propósito de exponer la obra en el interior del local y servir de reclamo, aunque creo que los clientes van a mirar otra cosa.

La obra escultórica La Esfinge apareció en una zona de almacenes de Willets Point el 22 de Octubre elaborada con escombros y ladrillos de desecho. En un momento dado del día aparecieron unos astutos tipos con una camioneta y se la llevaron. Tras tenerla en un garaje por un tiempo, la obra fue vendida en la feria de arte de Long Island por una cantidad indeterminada de cientos de miles de dólares.
Cada obra o evento tuvo, pues, su historia, y yo tengo dos favoritas:

El día 13 de Octubre el artista instaló junto a Central Park y durante un solo día, un puesto de venta de láminas auténticas de su autoría, firmadas por él,  por el módico precio de $60 la pieza. Por supuesto, sin avisar. El hombre que atendía el stand fue filmado aburriéndose casi todo el día por falta de clientes. Los turistas pasaban ignorando por completo el producto. A mediodía, una mujer compró dos  para la habitación de los niños, no sin antes regatear y obtener un descuento de dos por uno. Otro hombre, que dijo estar decorando su apartamento vacío de Chicago compró cuatro y una turista de Nueva Zelanda dos más. Eso fue todo. En total se obtuvo $420. Cada obra estaba valorada en el mercado en unos $30.000.

Y la mejor: El cuadro del artista conocido como “The Banality of the Banality of Evil” apareció un día como si del olvido de alguien se tratara en el pequeño local de la asociación benéfica Housing Work, -pequeña institución que ayuda a gente que vive en la calle y personas portadoras del HIV/SIDA-. En un momento dado, se recibió una llamada en la oficina dando cuenta de la intención. Se trata de un paisaje convencional, de los que se encuentran en tiendas de muebles por unos pocos dólares, adquirido por Banksy al que el artista añadió la figura de un nazi (parecido a Hitler) sentado en un banco, de espaldas, mirando tranquilamente el paisaje. La exhibición del cuadro dio gran notoriedad a la pequeña obra social y la oportunidad de la venta de la obra por una cantidad superior a $600.000. ¿Alguien da más?

Román Rubio
@roman_rubio
Enero 2016

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