STREET ART
Nunca he sido
entusiasta del llamado street art. En
mi retina han prevalecido aquellos vagones de metro y aquellas paredes del
Nueva York de los ochenta pintarrajeadas con
abigarramiento de letras, colores y formas que transmitían (transmiten)
esa sensación cutre de escenarios urbanos deprimidos, inhóspitos y
vandalizados; de naves con cristales rotos, escombros, chatarra, charcos
helados y bidones metálicos con el fuego que ayuda a aguantar el frío a los
guerreros de la noche.
Por supuesto,
hay excepciones. Para mí, siempre alejado de ese mundo, sólo ha habido un
nombre que me resultara vagamente familiar: Bansky, el famoso artista de
Bristol, autor de tantas obras de contenido social, críticas con el establishment, icónicas y amargamente
irónicas. Después, documentándome para este artículo me he dado cuenta de que
su obra la tenía mezclada con la de ese
otro grande del arte callejero: el francés Blek LeRat. De él tomó el roedor
como elemento recurrente y la propia técnica del stencil graffiti (técnica de la plantilla y el aerosol). Es tanta
la admiración de Bansky por el francés que en una ocasión llegó a decir: “cada
vez que creo que he pintado algo original, me doy cuenta de que Blek LeRat lo
hizo mejor, solo que veinte años antes”.
Obras de Blek LeRat y Bansky
Recientemente
he visto un interesante documental sobre Bansky: “Banksy Does New York” y que no tiene nada que ver con otro llamado “Exit
through the Gift Shop” que fuera
nominado para los Oscar de 2011. El film narra el evento que el artista llevó a
cabo en Nueva York que llamó “Better
Out Than In” (mejor fuera que dentro) en honor a aquella teoría de Cézanne
de que “los cuadros pintados en el estudio nunca serán tan buenos como los
pintados fuera”; creó una página web en la que anunciaba la realización de (al
menos) una obra diaria de manera inesperada en uno u otro lugar de la ciudad
durante los 31 días del mes de Octubre de 2013. El acontecimiento tuvo una gran
relevancia mediática dado el prestigio del artista y mantuvo durante todo el
mes la intriga de la prensa y de sus numerosos fans (hasta el alcalde Bloomberg
se pronunció al respecto). Aunque la mayoría fueron obras gráficas representadas
en paredes inéditas hubo alguna escultura y, también, performances.
Una de estas (performances) se trataba de un camión
de apariencia militar en la que sobresalían cabezas de animales –como peluches
animados- y que se paseó por el MeatPack District y otros lugares de la ciudad,
exhibiéndose de manera conspicua por las inmediaciones de carnicerías y lugares
de venta de carne. Otro día apareció una personificación de la muerte con su
guadaña montada en un cohecito de choque…
El día veinte
del mes desveló su obra “Chico con martillo” en la que la silueta de un
niño amenaza golpear con un martillo la boca de incendios existente. Los
propietarios del local del Upper West Side en cuya pared apareció la pintura la
protegieron enseguida con una placa transparente atornillada al muro.
En la persiana
metálica de un club de strip-tease de
Hell’s Kitchen, en Manhattan, apareció una mañana la figura de un hombre en
esmoquin conocida como “Waiting in Vain” (esperando en vano) portando un ramo
de flores que van perdiendo las hojas en inútil espera, lo que fue motivo de regocijo del público en general y
también del personal del club que aprovechó para sacarse unas instantáneas y
hacer un poco de promoción personal. A continuación los dueños aserraron la media
puerta que alojaba la pintura y la sustituyeron por otra nueva con el propósito
de exponer la obra en el interior del local y servir de reclamo, aunque creo
que los clientes van a mirar otra cosa.
La obra
escultórica La Esfinge apareció en una zona de almacenes de Willets Point el 22
de Octubre elaborada con escombros y ladrillos de desecho. En un momento dado
del día aparecieron unos astutos tipos con una camioneta y se la llevaron. Tras
tenerla en un garaje por un tiempo, la obra fue vendida en la feria de arte de
Long Island por una cantidad indeterminada de cientos de miles de dólares.
Cada obra o
evento tuvo, pues, su historia, y yo tengo dos favoritas:
El día 13 de
Octubre el artista instaló junto a Central Park y durante un solo día, un
puesto de venta de láminas auténticas de su autoría, firmadas por él, por el módico precio de $60 la pieza. Por supuesto,
sin avisar. El hombre que atendía el stand
fue filmado aburriéndose casi todo el día por falta de clientes. Los turistas
pasaban ignorando por completo el producto. A mediodía, una mujer compró dos para la habitación de los niños, no sin antes
regatear y obtener un descuento de dos por uno. Otro hombre, que dijo estar
decorando su apartamento vacío de Chicago compró cuatro y una turista de Nueva
Zelanda dos más. Eso fue todo. En total se obtuvo $420. Cada obra estaba
valorada en el mercado en unos $30.000.
Y la mejor: El cuadro del artista conocido como “The Banality of the Banality of Evil”
apareció un día como si del olvido de alguien se tratara en el pequeño local de
la asociación benéfica Housing Work, -pequeña institución que ayuda a gente que
vive en la calle y personas portadoras del HIV/SIDA-. En un momento dado, se
recibió una llamada en la oficina dando cuenta de la intención. Se trata de un
paisaje convencional, de los que se encuentran en tiendas de muebles por unos
pocos dólares, adquirido por Banksy al que el artista añadió la figura de un
nazi (parecido a Hitler) sentado en un banco, de espaldas, mirando
tranquilamente el paisaje. La exhibición del cuadro dio gran notoriedad a la
pequeña obra social y la oportunidad de la venta de la obra por una cantidad
superior a $600.000. ¿Alguien da más?
Román Rubio
@roman_rubio
Enero 2016
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