viernes, 1 de julio de 2016

HA VUELTO A OCURRIR

HA VUELTO A OCURRIR














Hay historias que se repiten, como la de la chica de la curva. En mi infancia rural había una entre los albañiles: quienquiera que fuera el paleta que contrataras, en algún momento de la jornada, te contaba la misma historia: un albañil del pueblo era tan tonto, tan tonto  que construyendo una “gorrinera” (solución habitacional del cerdo o “gorrino”, más pequeña que un módulo amueblado de IKEA) quedó dentro y tuvo después que derribar el muro construido para poder salir. Parece plausible y quizás ocurriera en alguna ocasión; lo curioso del caso es que lo contaban los albañiles de “todos” los pueblos, ¡y eso sí que no! Que haya un constructor poco espabilado en Valdecañas ¡vale!, pero que el mismo tonto haga la misma simpleza en Valdeolivas, en Valdemorillo y en Valcarnero  no cuela; simplemente quedaba bien, era un chascarrillo ocurrente y gracioso y por tanto, a nadie se le ocurría ponerlo en duda.

El refugiado sirio Muhannad M vive en una pequeña ciudad del oeste de Alemania que no es el Bonn de Le Carré. El sujeto es tan pobre que amuebla su “solución habitacional” con viejos muebles retirados de otras casas. ¿Y que había dentro del armario usado que le había dado una ONG? Lo han adivinado: alguien había olvidado en un escondite del baqueteado mueble la cantidad de 50.000 € acompañados de una libreta de ahorros con otros 100.000 € más.

Es sorprendente el número de veces que se dan circunstancias similares. En los periódicos a menudo aparecen personas que se encuentran miles de euros que otros se dejan olvidados en uno u otro lugar: en ocasiones es en la silla contigua del bar en el que el individuo se para a tomar el café con leche o en el asiento del taxi. A mí me resulta increíble: el hecho de que alguien vaya al banco, saque miles de euros para esto o aquello y  se olvide del fajo de billetes en el asiento de un taxi es algo que no me cabe en la cabeza.  Para eso están los cheques y las tarjetas, para evitar manejar cantidades considerables de dinero, pero si alguna vez, por algún motivo yo sacara, digamos, quince mil euros en billetes, tengan por seguro que no me les habría de dejar olvidados en el asiento de ningún bar, ni de ningún taxi.

La noticia siempre es muy similar: una persona pobre, a veces en situación de precariedad, encuentra el fajo de billetes que le podrían ayudar a sobrellevar las penurias y  respetuosamente da cuenta del hallazgo a las autoridades para que estas pongan el dinero a disposición del dueño (anterior, se entiende, por cuánto el legítimo es dudoso en la medida en que se trata de un valor al portador conseguido sin coacción de ningún tipo). El pobretón alardea de su integridad, vive su minuto wharholiano de gloria, los demás admiran su generosa disposición, se hace un canto a la honradez (honestidad para algunos) y aquí paz y después gloria.

Para ilustrar el hecho encuentro en el internet los casos: un vitoriano –según El Correo del 1/06/2016- “Puede retirar de las Policía la cantidad de 3.000 euros que había encontrado en la calle dos años antes y que no habían sido reclamadas por ningún ciudadano”. ¡Uy, uy, uy, qué mal huele! Por otro lado, también en Vitoria y en el mismo diario: “Un ciudadano magrebí, según la Policía Local encontró la semana pasada una “importante cantidad de dinero” en la vía pública”. Y todo en una ciudad relativamente pequeña como esa. En Cádiz, otro ciudadano encuentra un sobre con una cantidad de dinero en la vía pública y lo entrega a la policía que busca a quién lo extravió, según La Voz de Cádiz (04/08/2015). En León, “una persona encuentra una importante cantidad de dinero en la calle y lo entrega a la Policía” (ileón.com 19/05/2013). Y la más extravagante de todas: en diciembre de 2013 un conocido jugador de póker “olvidó” en el asiento posterior de un taxi en Las Vegas una bolsa de papel de las que usan para llevar botellas de  bebidas alcohólicas con el producto de las ganancias de la noche que ascendían a… $300.000, cantidad que el pringado taxista que hacía el turno de noche devolvió al olvidadizo cliente y que le reportó una propina de $2.000.

Y ya que hablamos de dinero “olvidado”. Si como leo en el periódico del día, Imanol Arias ha escamoteado a Hacienda una cantidad de 2.1 millones de euros se me ocurren dos preguntas: Una: ¿Cuánto ha pagado de impuestos? Porque supongo que una parte (disminuida, eso sí) habrá pagado; y dos ¿Cuánto dinero gana en Cuéntame para generar esa cantidad millonaria de impuestos? No sé ustedes pero yo, la próxima vez que vea “Cuéntame” lo haré de otra manera.

Román Rubio
Julio 2016  

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