HA VUELTO A
OCURRIR
Hay historias
que se repiten, como la de la chica de la curva. En mi infancia rural había una
entre los albañiles: quienquiera que fuera el paleta que contrataras, en algún
momento de la jornada, te contaba la misma historia: un albañil del
pueblo era tan tonto, tan tonto que
construyendo una “gorrinera” (solución habitacional del cerdo o “gorrino”, más
pequeña que un módulo amueblado de IKEA) quedó dentro y tuvo después que
derribar el muro construido para poder salir. Parece plausible y quizás
ocurriera en alguna ocasión; lo curioso del caso es que lo contaban los
albañiles de “todos” los pueblos, ¡y eso sí que no! Que haya un constructor
poco espabilado en Valdecañas ¡vale!, pero que el mismo tonto haga la misma
simpleza en Valdeolivas, en Valdemorillo y en Valcarnero no cuela; simplemente quedaba bien, era un
chascarrillo ocurrente y gracioso y por tanto, a nadie se le ocurría ponerlo en
duda.
El refugiado
sirio Muhannad M vive en una pequeña ciudad del oeste de Alemania que no es el
Bonn de Le Carré. El sujeto es tan pobre que amuebla su “solución
habitacional” con viejos muebles retirados de otras casas. ¿Y que había dentro
del armario usado que le había dado una ONG? Lo han adivinado: alguien había
olvidado en un escondite del baqueteado mueble la cantidad de 50.000 €
acompañados de una libreta de ahorros con otros 100.000 € más.
Es
sorprendente el número de veces que se dan circunstancias similares. En los
periódicos a menudo aparecen personas que se encuentran miles de euros que
otros se dejan olvidados en uno u otro lugar: en ocasiones es en la silla
contigua del bar en el que el individuo se para a tomar el café con leche o en
el asiento del taxi. A mí me resulta increíble: el hecho de que alguien vaya al
banco, saque miles de euros para esto o aquello y se olvide del fajo de billetes en el asiento
de un taxi es algo que no me cabe en la cabeza.
Para eso están los cheques y las tarjetas, para evitar manejar cantidades
considerables de dinero, pero si alguna vez, por algún motivo yo sacara,
digamos, quince mil euros en billetes, tengan por seguro que no me les habría
de dejar olvidados en el asiento de ningún bar, ni de ningún taxi.
La noticia
siempre es muy similar: una persona pobre, a veces en situación de precariedad,
encuentra el fajo de billetes que le podrían ayudar a sobrellevar las penurias
y respetuosamente da cuenta del hallazgo
a las autoridades para que estas pongan el dinero a disposición del dueño
(anterior, se entiende, por cuánto el legítimo es dudoso en la medida en que se
trata de un valor al portador conseguido sin coacción de ningún tipo). El
pobretón alardea de su integridad, vive su minuto wharholiano de gloria, los
demás admiran su generosa disposición, se hace un canto a la honradez (honestidad para algunos) y aquí paz y después gloria.
Para ilustrar
el hecho encuentro en el internet los casos: un vitoriano –según El Correo del
1/06/2016- “Puede retirar de las Policía la cantidad de 3.000 euros que había
encontrado en la calle dos años antes y que no habían sido reclamadas por
ningún ciudadano”. ¡Uy, uy, uy, qué mal huele! Por otro lado, también en
Vitoria y en el mismo diario: “Un ciudadano magrebí, según la Policía Local
encontró la semana pasada una “importante cantidad de dinero” en la vía pública”.
Y todo en una ciudad relativamente pequeña como esa. En Cádiz, otro
ciudadano encuentra un sobre con una cantidad de dinero en la vía pública y lo
entrega a la policía que busca a quién lo extravió, según La Voz de Cádiz
(04/08/2015). En León, “una persona encuentra una importante cantidad de dinero
en la calle y lo entrega a la Policía” (ileón.com 19/05/2013). Y la más
extravagante de todas: en diciembre de 2013 un conocido jugador de póker
“olvidó” en el asiento posterior de un taxi en Las Vegas una bolsa de papel de
las que usan para llevar botellas de bebidas alcohólicas con el producto de las
ganancias de la noche que ascendían a… $300.000, cantidad que el pringado
taxista que hacía el turno de noche devolvió al olvidadizo cliente y que le
reportó una propina de $2.000.
Y ya que
hablamos de dinero “olvidado”. Si como leo en el periódico del día, Imanol
Arias ha escamoteado a Hacienda una cantidad de 2.1 millones de euros se me
ocurren dos preguntas: Una: ¿Cuánto ha pagado de impuestos? Porque supongo que
una parte (disminuida, eso sí) habrá pagado; y dos ¿Cuánto dinero gana en
Cuéntame para generar esa cantidad millonaria de impuestos? No sé ustedes pero
yo, la próxima vez que vea “Cuéntame” lo haré de otra manera.
Román Rubio
Julio 2016
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