domingo, 23 de julio de 2017

POR SI LAS PITONISAS

POR SI LAS PITONISAS
Me pregunto por qué a tantos les resulta tan difícil creer que Miguel Blesa se haya suicidado. No sé si es por mala conciencia por haber deseado su mal tantas veces o, simplemente, por haber visto demasiadas películas de Bourne. Por algún motivo, el suicidio de un notable lleva a muchos a pensar en el asesinato y el asesinato en el complot. El común de los mortales o “pueblo llano” siempre ve oscuras tramas en donde hay muerte violenta quizá porque quiere que el mundo se parezca a las películas y porque el muerto nunca va a desmentir sus complicadas elucubraciones.

Lo cierto es que la muerte de Blesa cuadra a la perfección con el suicidio. Su caída a los infiernos fue vertiginosa: de la cúspide del poder económico, con sus viajes en avión alquilado para matar  mastodontes en cualquier confín del mundo, a la pobreza de quien se las ve y se las desea para pagar el gas por el bloqueo a sus cuentas y propiedades impuesto por el juez. Del prestigio deslumbrador del poderoso al estatus contaminante del apestado. El lugar elegido es el idóneo -¿quién habría de querer hacerlo en el salón de su casa?-. El campo es limpio, es discreto en su amplitud y no mancha a nadie. Descartado el campo abierto, lo que supongo que debía ser la primera opción (¿quizá porque se debía de asegurar de que alguien oyera el tiro?), el hombre lo hizo discretamente en el garaje de la casa y no, como es natural, en la zona habitable. El tiro, al pecho. Por dos razones: una, porque se trataba de  su rifle y su munición y sabía exactamente el efecto del tiro en su cuerpo. Lo había visto en animales en innumerables ocasiones. La segunda, por no desfigurar su cara. ¿Quién querría destrozar su cara y cabeza si tiene la certeza que va a morir con un tiro al pecho? ¡Ay, la vanidad! Como dijo Sábato, “…es tan fantástica que hasta nos induce a preocuparnos por lo que pensarán de nosotros una vez  muertos y enterrados”.

¿Y qué ocurre con la herencia? En la antigua Roma se invitaba a los enemigos del Emperador a cometer suicidio como única manera de que sus herederos pudieran conservar sus propiedades.
En el caso que nos ocupa, los herederos tienen tres salidas: renunciar a la herencia, aceptarla con las cargas que puedan sobrevenir del desenlace civil de los procesos iniciados o aceptarla a beneficio de inventario; es decir, hacer frente a los cargos sólo por el montante de lo heredado. Ellos sabrán.

La rápida incineración del cuerpo del banquero evita el esperpento que se ha vivido con el caso Dalí, al que se enterró en su día bien embalsamado. Pilar Abel alega ser hija no reconocida del pintor surrealista de sexualidad muy, pero que muy imprecisa. Algo de base debe de haber en la reclamación puesto que ha sido aceptada por el juzgado, para lo que se ha debido de exhumar el cadáver del pintor y mutilarlo para tomar muestras con las que llevar a cabo las pruebas de ADN. Lo cierto es que, de probarse la paternidad biológica, la tal Pilar tendría derecho a usar el apellido Dalí y (según su abogado) a un 25% del patrimonio del pintor en el momento de su muerte, lo que debe significar mucho pero que mucho dinero, en la actualidad propiedad del Estado español.
Pilar Adán, presunta hija del artista surrealista y de profesión (ex)pitonisa, había conducido un programa de adivinación en la televisión local de Girona y en 2005 presentó una querella contra Javier Cercas basándose en las similitudes con la Pitonisa Jasmine (Conchi) que aparece en la novela Soldados de Salamina, reclamación archivada por el juez en 2009. Entre las similitudes que señalaba la demandante, de profesión querellante, estaba su atuendo habitual, a saber: “las minifaldas ajustadas, los tacones de aguja y “hasta” el pelo oxigenado” por lo que ella reclamaba 600.000 € de indemnización.

¡Ay!, la vanidad. Ya ven, Blesa salvó su cara para que las llamas destruyeran todo lo demás. Dalí, sin embargo se hizo embalsamar para estar presentable en la eternidad sin sospechar que iba a salir otra vez en este mundo, con su bigote marcando las diez y diez,  para que le tomaran muestras.
Yo lo tengo claro. Me haré incinerar. Por si las pitonisas.

Román Rubio
Julio 2017

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