¡QUIÉRETEME!
No daba
crédito. Me advirtió mi amigo Benito Ledesma por WhatsApp. Decía haber oído la
exhortación por la radio y yo le creí a medias, pensando que era rizar
demasiado el rizo. Hasta que en la mañana
de ayer la escuché con estos oídos. Se trata del anuncio de unos grandes
almacenes. Al final de toda la retahíla de consejos comerciales sobre pareos,
polos de caballero, sandalias de playa y vestidos frescos para el verano, la
interpelación directa al cliente: ¡Quiéreteme!
Todo venía
porque yo le había comentado con anterioridad a mi amigo lo irritante que me
resultaba el uso del pronombre enclítico de primera persona “me” entre
desconocidos, en lo que para mí es un intento marrullerete y simplón de impostar
campechanía y cercanía. Le relaté como acompañé a una familiar mía a hacerse
una sencilla operación quirúrgica de ojos. En la consulta, la oftalmóloga -una
pizpireta y bronceada mujer de treintaitantos- le daba a mi familiar, entre
golpe y golpe de melena, recomendaciones del tipo “no ‘me’ abras los ojos a
pleno sol” “no te ‘me’ limpies la lágrima con el dorso de la mano” y cosas así.
Yo, confieso que tenía que morderme la lengua en cada ocasión para no
rectificarle y decir: “¡Ah!, ¿quieres decir que ‘no abra’ los ojos o ‘se limpie’
con el dorso de la mano?”, haciéndole ver que ese “me” suena a falsa impostura,
es paternalista y da otra vuelta de tuerca al infantilismo dominante en nuestra
sociedad, en un empeño de hacernos a todos niños mimados. Bastante tuvimos
algunos en la infancia cuando nuestras madres decían aquello de: “mi hijo me
come muy bien” o “qué mal que me come esta criatura”. Pero, en fin, se trataba
de nuestras madres y ellas sufrían “de verdad” cada bocado que dejaba de dar su
hijo, cosa que no parece ser el caso de la desenfadada y muy bien remunerada
oftalmóloga de pago y de lucida melena.
La primera parte del mensaje comercial –“Quiérete”- insiste en la
línea de la marca, que hace unos años sacó la campaña “Porque tú te lo mereces”
¿Se acuerdan? Era aquello de: ¿No querías ese vestido tan elegante y que te quedaba tan
bien de Vincenzo & Porquino? Pues es tuyo, mujer. ¿Y los zapatos de Ruperto
Vespino, aquellos tan caros? Pues también, “porque tú te lo mereces”. Y tú, muchacho, te mereces ese traje de Leovigildo Plegma que antes
valía 700€ y ahora sólo 650€, con el que vas a arrasar… En definitiva,
todos, para los grandes almacenes, nos merecemos “lo mejor”, que no es sino,
exactamente, lo que ellos venden. Lo que ya me parece un alarde de estrambótico
funambulismo es la última parte del mensaje: ese “me” atrevido, falso como un
doblón de hojalata y ofensivamente paternalista.
Y como hoy va de
pronombres enclíticos (aquellos que se posponen a los infinitivos, gerundios e imperativos de
los verbos) no dejaré de mencionar la que, sin duda, es la noticia de la semana
–con el permiso de la última movida del separatismo catalán y la detención de
tal o cual prócer-. Se trata de la decisión de la RAE de aceptar “iros” como
forma válida para el imperativo del verbo ir, que tenía (y seguirá teniendo)
“idos” como forma normativa, asunto que los suramericanos y canarios tenían ya solucionado con su “váyanse”, como
en “váyase, señor González”. Ha sido estupendo. De un día para otro han salido
defensores y detractores de una y otra forma en las redes sociales. Los cultos,
el puñado y medio que usaban “idos”, han
saltado enfurecidos ante lo que era un clamor, como un día ocurrirá con el
“andé” y el “anduve”. Han visto devaluado ese conocimiento que les hacía mirar
por encima del hombro a los pobres desgraciados incultos que decían “iros” de
la misma manera que estos miraban por encima del hombro a los que, como la
inefable Lola Flores, decían: “¡Si me queréis, irse!”.
Estoy con Pérez Reverte
cuando manifiesta lo de: “Ahora resulta que los que decían y escribían ‘idos’ eran
muchísimos y estaban todos en Twitter. Qué sorpresas te da la vida”.
Román Rubio
Julio 2017
Tan acertado como de costumbre. Cuídatemé mucho. Observa la licencia de la doble acentuación. Los manchego somos muy enfáticos
ResponderEliminar