miércoles, 1 de noviembre de 2017

REFERENDOS

REFERENDOS
Hace no mucho tiempo que expresé en este mismo blog mis objeciones a la creencia de que un referéndum fuera “siempre” la opción más democrática, justa y/o legítima de solucionar depende qué asuntos de los pueblos y las naciones. Esto me propició más de un desaire de entre algunos que decían ser mis amigos. Aún así no he cambiado de opinión: un referéndum “puede” ser una medida democrática, justa y legítima sólo si son democráticas, justas y legítimas las premisas y el marco jurídico desde el que se convoca. Por ejemplo: no sería aceptable que un partido mayoritario en la Cámara de un país sometiera a plebiscito la prohibición de entrada al país a personas de religión musulmana o piel negra y el resultado del mismo (si se produjese) sería ilegítimo, cualquiera que este fuese. A mis amigos independentistas catalanes, tan obcecados en su tesis plebiscitaria, les ponía el ejemplo de un posible referéndum demandado por la comarca del Llobregat (más L’Hospitalet) que pidiera votar para independizarse de una eventual República Catalana y poder, así, integrarse en España. Quienes clamaban por la soberanía de la voluntad popular renegaban de la idea de que una comarca catalana se planteara siquiera votar su secesión de Cataluña. ¡Eso sí que no, eh! Al pueblo hay que escucharle, pero con matices, mayormente cuando vote lo que yo quiero.

William Hage, el exministro británico de Asuntos Exteriores, escribió en una columna en el Telegraph que un nuevo referéndum sobre el Brexit “sería el proceso más divisorio, amargo, irritante, lleno de odio y desilusionante que este país podría infligirse  a sí mismo…”. El comentario viene como contestación al gran número de voces que en el Reino Unido están pidiendo la repetición del referéndum del Brexit, en el  que el pueblo británico se pronunció  hace un año a favor de la salida de la UE. Con una participación de un 72% ganó la postura del Sí a la salida con un 51’9% contra un 48’1% que apoyó la permanencia. A día de hoy, en los últimos cinco sondeos llevados a cabo por la consultora líder de investigación de mercados YouGov, el 51% de los ciudadanos piensa que el país estaría mejor dentro de la Unión que fuera y tanto la Primera Ministra, Theresa May, como  el Ministro de Finanzas no han querido responder a la pregunta de “qué votarían hoy al respecto”. ¿De verdad  creen que es razonable lanzarse a algo así con un apoyo de menos de un 52% en el contexto de una abstención del 28%? Lo más normal es que en el plazo de un año ese dos o tres por ciento cambie en uno u otro sentido, como de hecho ha ocurrido. Lo más sorprendente es que la convocatoria a urnas fue totalmente innecesaria y voluntaria por parte del señor Cameron, lo que significó su propio suicidio político al tiempo que lanzó al país al precipicio. Gratis. Como han hecho en Cataluña el señor Puigdemont y sus allegados.

¿Y qué ha conseguido de momento el referéndum del Brexit en Reino Unido?

Ahondar la fractura territorial: Irlanda del Norte, Escocia y Londres (los más de ocho millones y medio de habitantes que configuran el Greater London), votaron mayoritariamente por la permanencia, en tanto que Inglaterra votó mayoritariamente por la salida. El caso de Irlanda es particularmente hiriente: Una vez solucionado el problema de la violencia tras años de guerra terrorista con miles de muertos en ambos bandos, el pueblo británico, en su inconsciente y estúpida decisión asamblearia, vuelve a poner una frontera entre las dos irlandas, invitación irresponsable al advenimiento de los problemas.
Ahondar la fractura generacional: Los jóvenes, animados por las oportunidades cosmopolitas que ofrece la Unión Europea, votaron mayoritariamente que sí, en tanto que los no tan jóvenes y los viejos optaron por irse, con lo que se produce la paradoja de que son los viejos -quienes por ley natural abandonarán antes el barco- los que deciden  el país en el que los jóvenes “tienen” que vivir.
Ahondar la fractura demográfica: Todas las grandes ciudades del país (Londres, Manchester, Liverpool, Leeds, Glasgow, Edimburgo…) votaron mayoritariamente por la permanencia excepto Birmingham, en que hubo un empate técnico de 50.42% contra 49.58% a favor del Sí. El mundo rural, por el contrario, votó mayoritariamente por la salida.
Ahondar la fractura social: Las clases medias urbanas y de nivel socio-económico medio y alto, universitarias, en contacto con extranjeros y acostumbradas a viajar fuera del país, optaron por la permanencia en la Unión mientras la clase rural y urbana trabajadora, temerosos de perder sus empleos con la competencia con extranjeros, votaron por la salida.

Hoy, el país y la Unión Europea, se encuentran tratando de desenmarañar el tremendo lío en el que el inconsciente de Cameron, en un  intento de controlar su partido, metió al país, un país al que ha tenido la imprudencia de dejar lleno de trincheras: escoceses e irlandeses contra ingleses, ciudades contra mundo rural, clases medias contra clases trabajadoras y jóvenes contra viejos ¿Y qué han arreglado? Nada. Como Puigdemont.

He sacado, pues, algunas conclusiones que conciernen a los referendos y que parecen no gustar a muchos entusiastas:
Primera: No fiarse de los que dan como resultado un 90 por cien por el Sí. O son innecesarios o hay tongo.
Segunda: Cuidado con los que dan un 49% contra un 51%. Suelen dejar al país y al  pueblo mucho más divididos de lo que estaban.
Tercera: Cuídese de que la pregunta sea ética y no atente contra los Derechos Humanos u otros marcos de legalidad o legitimidad superior. Considérese la Constitución como uno de esos marcos.
Cuarto: Ponga mucha atención a la fórmula de la pregunta. No es lo mismo preguntar: “Quiere que el Reino Unido salga de la UE” que “quiere que el Reino Unido siga perteneciendo a la UE”
Quinto: Los referendos los carga el diablo. No se convoque uno si no es absolutamente necesario. A veces sale lo que uno quiere (como en Escocia) y a veces lo que no (como en el Brexit).
Sexto: En los casos de gran trascendencia nacional (como el Brexit o Cataluña) nunca, pero nunca, debería considerarse como aceptable ningún resultado que fuera menor al 50% del total del censo, no de los participantes. Nunca jamás.


Román Rubio
Noviembre 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario