MATES
“Las matemáticas poseen
no solo la verdad, sino cierta belleza suprema. Una belleza fría y austera,
como la de una escultura”
Bertrand Russell
En la última edición
del magazine Verne de El País, el divulgador
matemático Joséangel Murcia (así firma) escribe un interesante artículo
dando consejos a los estudiantes que deben enfrentarse a los exámenes de
elección múltiple y acertar el máximo de preguntas, aunque no se tenga mucha
idea. Algunos de los consejos son obvios y otros… bueno, no tanto. Veamos:
Responder primero las
preguntas que se saben primero, descartar en las dudosas las respuestas que
parezcan ilógicas o imposibles, descartar las que se salgan del patrón; por
ejemplo: si tengo como respuestas pantera, gato tigre, puma y perro, lo lógico
sería descartar perro por no ser felino. El autor también desmonta algunos
mitos como el de que en caso de duda se marque la opción “c”, que se desechen
las opciones que contengan las palabras SIEMPRE, NUNCA, TODOS o NINGUNO o que
se marque una opción distinta a la pregunta anterior.
Todos estos son
consejos del ámbito del sentido común más que del estrictamente matemático.
Pero después se refiere a las investigaciones de William Poundstone sobre los
fallos inconscientes en la confección de pruebas de respuesta múltiple y nos da
un valioso consejo: en caso de no tener ni idea sobre la respuesta correcta,
apostar —si está disponible— por la opción “todas las respuestas anteriores son
verdaderas” o “todas las opciones anteriores son falsas” ya que, según el autor
americano, se tiene un 52% de posibilidades de acertar.
Y si las respuestas
incluyen números, el autor nos aconseja contemplar la ley de Benford, que
estipula que en un número de dos o más cifras, los que comienzan por uno (y en
menor medida dos o tres) tienen más posibilidades de ocurrencia que los que
empiezan por siete, ocho o nueve. Esto lo descubrió a finales del siglo XIX el
astrónomo Simon Newcomb al observar que las páginas de los libros de logaritmos
de la biblioteca correspondientes a los números uno dos y tres estaban más
gastadas que las de los números altos.
Benford formuló la ley
años más tarde. Para explicar el fenómeno, pensemos por ejemplo en los números
de una calle: si esta tiene menos de setenta números las posibilidades de que
uno viva en un número que empieza por uno son diez y cero las de que empiece por
ocho. Igual ocurrirá si la calle tiene quinientos, seiscientos o cuatrocientos
números, siendo el uno el dígito más común cuanto el número esté más alejado del
mil.
Un matemático (según el
autor del artículo) intentó demostrar que los papeles de Bárcenas eran falsos
alegando que no seguía la ley de Benford. El primer dígito más común en dichos
documentos era el seis, lo que claramente incumplía la ley matemática. Lo que
el matemático (no hace falta decir cuál era su postura política) obvió decir es
que los papeles cubrían la etapa entre 2002 y 2008, años de transición al euro
y que la cifra de un millón de pesetas equivalía a 6.000 euros. Luego, los
papeles de Bárcenas, traducidos a pesetas, cumplen también la ley… salvo alguna
cosa, claro.
En el mismo periódico
del domingo me entero de que John W. Henry, dueño del Liverpool, empleó el
modelo matemático de un físico de Cambridge para fichar al entrenador alemán
Jürgen Klopp en el momento más bajo de su carrera. El alemán, en el 2015, era
un perdedor. Venía de clasificar al poderoso Borussia Dortmund en séptima
posición de la Bundesliga tras rozar el descenso y había perdido las cuatro
finales coperas que había disputado. Hace unos días, con el Liverpool, levantó
la copa de Europa (sexta para el club).
La valoración del
informe que le presentó Ian Graham, doctor en física teórica por Cambridge, recomendando
el fichaje del alemán, convenció al magnate americano. Según el físico, autor
de un modelo matemático para analizar el fútbol, el Borussia de Klopp, según su
juego, debía haber acabado el segundo y no el séptimo en el campeonato. Su
ponderación es puramente numérica, atendiendo el modelo al número de pases,
desmarques, regates exitosos, etc., sin ni siquiera considerar los vídeos de
los partidos, lo que para el matemático
inglés introduce sesgos en el análisis. Pura matemática.
Y Rosa Montero, en su
artículo semanal, nos desmonta la figura de Albert Einstein. No como físico,
pero sí como persona, en especial por el trato que dio en vida a su primera mujer,
Mileva Maric. Según la autora, el genio judío-alemán obligó a su esposa a
firmar un contrato humillante, no la mencionó en sus trabajos y hasta quemó sus
cartas en donde se desvelaba que ella, Mileva, mejor matemática que él,
revisaba los errores que había en los desarrollos del genio. Tampoco ha
aparecido la tesis doctoral de la desdichada Mileva, obligada por el genio a la
firma de un contrato que la sometía a un estadio de semiesclavitud para con él.
La matemática es una
ciencia llamada exacta que estudia las relaciones entre entidades abstractas
como números o símbolos matemáticos, pero la vida es otra cosa. Ni son símbolos
abstractos ni está formada por figuras geométricas. Felicidades al Liverpool y
a sus seguidores, aunque quizá no todos las merezcan.
Román Rubio
Junio 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario