lunes, 16 de septiembre de 2019

ECOLÓGICO


ECOLÓGICO



https://www.youtube.com/watch?v=g26EjnBH0x0


El artículo de hoy va sobre un tema en el que confieso ser un lego, sin formación ni base científica. Me baso solamente en mi experiencia como observador de la naturaleza y mi propia intuición, de modo que si un especialista o alguien mejor formado e informado que yo en el tema me corrige, no tendré inconveniente en reconocer mi ignorancia.

La idea me vino al ver un vídeo que ha corrido estos días por Youtube de la impresionante crecida del río Albaida a su paso por Manuel, en Valencia. Los que grababan, desde encima de un puente vieron venir la enorme crecida, del que por lo normal es un riachuelo semiseco, ocupando todo el cauce y arrastrando toneladas de cañas y maleza. Uno de los testigos, en su valenciano poco normativo exclama: “¿No deían els eclologistes que hi había de netejar el cauce? Pues, hala, ja está netejat”. Lo que hizo preguntarme si de verdad los ecologistas decían que había que limpiar el cauce. O, más bien, si es siquiera ecológico limpiar los cauces para que el agua discurra de manera más fluida ¿Por qué habría de serlo si el río sabe cobrárselo cuándo lo necesita y es capaz de hacerlo sin esfuerzo alguno? Una cosa, en mi opinión, es que cause menos daño a los asentamientos humanos, cultivos y vías de transporte y otra que sea más o menos ecológico.

La verdad es que lo que es ecológico o no lo es me genera muchas dudas. Tengo un pequeño huerto de 50 metros cuadrados que riego “a manta” (por inundación) mientras muchos de mis vecinos tienen instalado el riego por goteo, con lo que con bastante menos cantidad de agua obtienen una cosecha similar. Esto me hace a menudo sentir culpable, como cuando me permito la pecaminosa indulgencia de comerme un entrecot de ternera rubia gallega.
Entiendo los argumentos de los críticos que me echan en cara que gastar más agua de la que sería suficiente para regar las plantas es un despilfarro, pero, ¿es menos ecológico? Y ahí mi duda.

En tiempos de los romanos, cuando se fundó mi ciudad, el río se desbordaba cuando quería. O más bien, siempre estaba desbordado, ya que el caudal no estaba regulado por presa alguna. Así se formó la llanura fluvial valenciana (no hace tanto que habían barcas junto a la Plaza del Ayuntamiento). Poco a poco se fueron construyendo presas para desecar los terrenos y regular el caudal del río. Los agricultores pusieron sus huertas y construyeron acequias para “inundar” de manera controlada y a su conveniencia los terrenos que antes inundaba el río. De este modo, reproducían o copiaban de manera artificial lo que el río hacía de manera natural.

La inundación del regadío provocaba las filtraciones necesarias para mantener los niveles de las aguas subterráneas impidiendo su salinización y permitiendo la excavación controlada de pozos.

Por eso, si “ecológico” significa respetar el orden natural de las cosas minimizando la acción humana sobre el entorno, piénsese siempre dos o tres veces las implicaciones cada vez que alguien use el término. A lo mejor quieren decir económico, conveniente, productivo o fácil. O simplemente, moderno. O quizá ecológico. No sé.


Román Rubio
Septiembre 2019

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