ELECCIONES
Intento mantenerme al margen de noticiarios y
seguimiento de la política, pero, así y todo, creo haber entendido de qué va
esto. A ver si soy capaz de explicar el contexto, tal y cómo yo lo veo:
Hay un caballero con coleta que, después de unos resultados
electorales deplorables, se presenta al presidente pidiendo (exigiendo, más
bien) la Luna, como si del Mayo del 68 se tratara.
El habitante de la Moncloa, que no dice ni hace nada
que no sea producto del marketing político (o marketing, en general), le ofrece
una vicepresidencia y algún ministeriete de poco presupuesto, que es mucho más
de lo que el caballero de la coleta se ha ganado, según sus resultados electorales.
Hay un tipo llamado “Potro Desbocado” (Albert para
los pocos amigos que le van quedando) que, teniendo la llave de la gobernabilidad
del Reino —ofreciendo su apoyo al presidente— la tira por la borda, junto con
su prestigio y hasta su decencia. El alazán, sin motivo real o aparente alguno, está siempre
crispado, nervioso y agresivo con sus rivales y apático y silente con sus compañeros,
que continuamente saltan del barco.
Hay unos periféricos que, como en ellos es costumbre,
tienen una sola pregunta: ¿Qué hay de lo mío? Con tan poca lealtad y solidaridad
que, regidos por el lema de “cuanto peor, mejor” dejaron caer al de la Moncloa
al no apoyar sus presupuestos, favoreciendo así a la derecha de sus demonios.
Hay un líder de la derecha —que se ha dejado barba—
intentando ocupar un espacio por el que luchan “Potro Desbocado” por un lado y
los de la España cañí por otro.
Y hay un tipo en Moncloa que, viendo la inoperancia
y torpeza de sus rivales y creyendo que va a obtener mejor resultado, convoca a
los habitantes del Reino, una y otra vez, a elecciones, hasta que obtenga el
resultado deseado.
¿Me he perdido algo? No soy adivino, pero creo que
el maniquí de la Moncloa no ha tenido en cuenta que la abstención —más que sus
intrascendentes rivales— es su gran enemigo en esta ocasión.
Y como muestra, la dificultad para entrar en la
página de borrarse: de la propaganda electoral y hasta de la ciudadanía, si la
oportunidad se presentara.
Román Rubio
Septiembre 2019
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