ROALD
DAHL
Empezaron reescribiendo los cuentos de Blancanieves,
Caperucita y Cenicienta para que los malvados lobos no atacaran a las
abuelitas, las niñas no fregaran las casas de las malvadas madrastras ni fueran
liberadas por besos de príncipes y otras zarandajas. Había que “limpiar”
ideológicamente esos malditos cuentos que imbuían en los seres humanos más
jóvenes (antes llamados niños) esas actitudes machistas, homófobas, racistas,
antropocentristas y demás. Continuaron cancelando a Hergé, misógino y
primacista blanco por escribir pérfidas historias racistas como Tintín en el
Congo, que tantas veces leí con mis hijos sin apercibirme de lo venenoso que
era para ellos. A continuación reescribieron las ediciones escolares de Mark
Twain, otro imperdonable racista que usaba la palabra nigger (en 1884) y se atrevió a hacer del Indio Joe el malo de la
película. Pusieron el grito en el cielo y consiguieron reescribir los libros de
Enid Blyton, escribiendo “Vamos”
donde en el original decía “Vamos, Julián,
nosotros llevaremos lo que pese más. Las chicas pueden llevar el resto” y
suprimiendo fragmentos enteros que contrariaban a las nuevas Autoridades del
Ministerio del Bien y del Mal.
Hoy le ha tocado el turno a Roald Dahl. Ya saben, el
autor de tantos libros juveniles y relatos que han hecho la delicia de los
lectores adultos: entre ellos el de Cordero
asado, ese en el que Mary Maloney usa la pierna de cordero congelada que se
comen los policías para cargarse al marido y que ha inspirado a Hitchcok y Almodóvar.
Los libros juveniles de Dahl están siendo reescritos
por la editorial Puffin Books en sus nuevas ediciones para eliminar la lengua
que la nueva Unidad de Vigilancia de la Moral considera ofensiva. La palabra
“gordo” o “gorda”, que en inglés es la misma (fat), ha sido eliminada, como lo ha sido también “ugly” (feo o fea), por lo que Augustus Gloop
ha dejado de ser “gordo” para ser “enorme” (enormous),
con lo que ha salido, según algunos, notablemente mejorado; y Mrs. Twit ha
dejado de ser “fea y bestial” para pasar a ser solamente “bestial”, gracias a
Dios.
En Las brujas,
un párrafo que explica que las brujas están calvas debajo de sus pelucas ha
sido reformulado como: “Hay muchas
razones por las que las mujeres pueden usar pelucas y ciertamente no hay nada
de malo en eso”. No habrá nada de malo, pero lo difícil es que puedan
llevar pelucas o zapatos —estén calvas o no—, ya que la frase no tiene ni pies
ni cabeza.
En ediciones anteriores de James y el melocotón gigante, el Ciempiés canta: La tía Esponja era
terriblemente gorda/ y tremendamente flácida por eso” y “La tía Spiker era
flaca como un alambre/ y seca como un hueso, solo que más seca”. En la nueva
edición se dice: “La tía Sponge era una bruta vieja y desagradable/ Y merecía
ser aplastada por la fruta” y “La tía Spiker era más o menos lo mismo / y merece
su parte de culpa”, es decir, que tía Sponge pasa a ser bruta, vieja y
desagradable, cuando antes solo era gorda y flácida. No sé qué mejoría ven
algunos en el aspecto de la mujer, la verdad.
Y lo más inquietante de todo: En Matilda, la frase: “En el pasado (ella) fue a navegar con
Joseph Conrad, fue a África con Ernest Hemingway y a India con Ruyard Kipling”
ha sido sustituida por: “En el siglo XIX
fue a las haciendas con Jane Austen, a Äfrica con Ernest Hemingway y a California
con John Steinbeck”, con lo que el nuevo Clero de las Almas Puras no solo
protege a los retoños de las maldades sino de las personas malas. Al parecer, a
Kipling se le borra por racista e imperialista y a Conrad por misógino, ya que
el marinero Marlow que andaba en busca de Kurtz remontando el río pronunció una
frase ofensiva referida al sentido de la realidad “de las mujeres”. Por el
contrario Jane Austen y Steinbeck pasan el examen de pureza ideológica con
matrícula. Pero, ¿y Hemingway? ¿Por qué no se le suprime por mujeriego,
bebedor, cazador y amante de los toros? Caprichos del Nuevo Evangelio.
Me temo que será el siguiente; junto con las brujas
de Macbeth y con la mismísima Lady Macbeth a la que sustituirán por el Payaso
Fofó, que en gloria esté, acompañado por la Gallina Turuleta, ciudadanos fuera
de toda sospecha
Román Rubio