ESPAÑOL,
CASTELLANO Y ÑAMERICANO
Quizá uno es desconfiado por ignorante o lo
contrario, pero no tengo ni idea de para qué sirven los Congresos
Internacionales de la Lengua Española, como el que se acaba de celebrar en
Cádiz, ni cuál es su propósito, ni que se obtiene de ellos, aparte de
proporcionar a los ponentes un poco de distracción a uno u otro lado del
Atlántico a cargo del contribuyente. Y que conste que me acabo de leer el
programa del evento gaditano por ver si encontraba algo que no fueran las
vaguedades de siempre, del estilo: “El español ante el desafío de los nuevos
retos del siglo XXI” y cosas así, como si de las jornadas de un casino de
provincias se tratase, con el objeto de que se luzca algún intelectual de
relumbrón. Ya digo, es posible que sea por ignorancia mía, por lo que si
ustedes tienen constancia de lo contrario, les pido disculpas.
Lo que más ha trascendido del último evento (a
tenor, al menos, de los titulares) ha sido la intervención del escritor
argentino Martín Caparrós y su extravagante idea de llamar a la lengua española
“ñamericano”. Así, como suena. No
podría haber inventado la lumbrera porteña un vocablo más inútil, prescindible
y feo.
Pero, poner un nombre nuevo al idioma, ¿para qué? Ya
estábamos acostumbrados a la estéril polémica del español o castellano y
habíamos convenido (junto con la RAE) que ambas denominaciones son admisibles y
correctas: “castellano” porque nació
donde nació, de ese modo se le conoce en
muchos sitios de España y Latinoamérica y porque así lo propuso la Academia en
el primer diccionario de la lengua castellana o diccionario de Autoridades
completado entre 1726 y 1739, y “español”
porque así se le denomina en muchas partes de España, al igual que en Méjico,
EEUU, Centroamérica, Colombia, Perú y Chile, además de ser conocido por todo el
territorio Erasmus y demás confines del
universo como Spanish, espagnol, Spanisch
o spagnolo.
La boludez del argentino me recuerda a aquella otra
intervención extravagante de mi admirado García Márquez en el congreso de
Zacatecas (Méjico) en 1997, en el que el colombiano pronunció un discurso abogando
por “simplificar la gramática antes que la gramática nos simplifique a
nosotros”. No sé con qué grado de franqueza o sorna el Nobel sugería
simplificar la escritura hasta el punto de acabar con las inútiles haches (uerta, ueso y erramienta), negociar el
espacio de la “g” y la “j” (jitano,
jemido y gerrero), asociar la “b” y la “v” en un mismo grafismo (habría que
decidirse en el aperitivo por el ververecho
o la bieira) y otras simplificaciones
por el estilo.
El discurso del escritor, con el sugerente título de
“Botella al mar para el dios de las
palabras”, fue muy celebrado y aplaudido por el numeroso público por el
ingenio y la calidad literaria con la que el de Aracataca lo presentó, pero la
realidad es que nadie se lo tomó en serio. Las palabras forman parte de nuestra
esencia y habida cuenta de la polvareda levantada por la tilde de “sólo”, ni
imaginar puedo a lo que algunos llegarían si les conminaran a llamar “kasa” al lugar en el que viven.
La lengua inglesa, huérfana como está de tanta
academia y congresos internacionales sí que ha sufrido, sin embargo, algunos
intentos de reforma de su ortografía: valga como ejemplo la propuesta por el
dramaturgo Bernard Shaw (autor de Pigmalion),
que proponía la sustitución del alfabeto latino por uno fonético conocido como “shaviano”,
propuesta acogida con el mismo entusiasmo que la de García Márquez.
Hubo una reforma de la ortografía del inglés en EEUU,
impulsada por el propio Roosevelt, que sí tuvo cierto éxito, de modo que verán
algunas palabras escritas de manera diferente, aunque pronunciadas igual a uno
y otro lado del Atlántico, como “center-centre”,
“through-thru”, “colour-color”, “programme-program”
y otras muchas, que el corrector del ordenador dará por buenas según uno elija
el modo de inglés británico o americano. Prueben y verán.
Habrá que esperar al próximo Congreso de la Lengua
Española para ver cuál es la última boutade,
gilipollez, pelotudez, huevada o pendejada que nos ofrece. Y yo espero estar
aquí para contarlo.
Román Rubio
Abril 2023
https://www.amazon.es/dp/B0DMR7R556/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=
No hay comentarios:
Publicar un comentario