TITULARES
Por una razón u otra, llevo últimamente cierta guerra con los titulares de los periódicos; y es que algunos no los entiendo, lo que comienza a preocuparme, porque no sé si echarle (toda) la culpa a los periodistas o a mi menguante capacidad de comprensión.
Por ejemplo, ayer me topé con el titular principal a
tropecientas columnas de El País, en su edición digital (si es que hay columnas
en los ejemplares digitales): “Yolanda
Díaz: ‘Sumar es un revulsivo político, no sería un fracaso sin Podemos’” y
debo confesar que me quedé muy confuso. Entendí que la organización Sumar era un
fracaso por culpa de Podemos. No fue hasta la tercera lectura y correspondiente
reflexión que caí en que lo que quería
decir era que, aún sin el apoyo de Podemos, el nuevo partido, plataforma o lo
que sea, iba a tener éxito. Y eso lo entendí porque conocía el contexto.
Enseguida recurrí a mi particular Biblia del
periodismo, que es una edición del Libro de estilo de El País de 1990, en dónde
se especifica: “Los titulares y la
entrada deben satisfacer la curiosidad
primera del lector, que ha de quedar enterado de lo que ocurre sin necesidad de
acudir al resto de la información”. Eso es lo que tenía entendido. Por
ejemplo: “Niño muerde a perro”. Los hechos quedan explicitados. Ahora solo
falta el contexto: la edad del niño, la raza del perro o, en el caso de que sea
relevante, la edad del perro y la raza del niño.
Además, el mismo manual, en otro apartado, añade: “Se prefiere la afirmación a la negación.
Los titulares incluirán sólo excepcionalmente la palabra ‘no’. Normalmente es noticia lo que ocurre y con
menos frecuencia lo que no ocurre”, para añadir más adelante: “Se prohíbe terminantemente el uso de
expresiones en el titular —también restringidas en los textos— como ‘podría’,
‘no se descarta’, ‘al parecer’, ‘posible’, ‘probable’ y otras semejantes”.
En definitiva, que lo correcto es que los titulares sean tan sencillitos como
el del niño y el perro para que las personas de inteligencia mediana tirando a
baja podamos enterarnos con sólo echar un vistazo.
En el mismo periódico, algo más abajo y con
tipografía más modesta encontré otro titular que me intrigó en grado sumo. Dice
así: “El absurdo es la nueva sinceridad:
dentro del magnífico troleo de la hija de Sofia Coppola en TikTok”. ¿Qué
demonios querrá decir eso del absurdo y la sinceridad? ¿Y cómo se puede entrar
al troleo de la hija y nieta de Coppola? Y, sobre todo, ¿qué es el troleo de
alguien dentro de TikTok? ¿Troleo, a quién o a qué? Claro, con un reclamo así no
hay curioso que no acceda a la noticia. Y créanme que vale la pena. La tal
vástago de los Coppola es una joven encantadora de 16 añitos y con un tremendo
desparpajo ante la cámara que comenta que está cocinando pasta al vodka en su
casa por estar castigada sin poder salir. ¿La razón? La chica, inocentemente
había contratado con la tarjeta de su padre un traslado en helicóptero de Nueva
York (en dónde vive) a Maryland, en dónde vive una amiga, con el objeto de cenar
con ella. Normal, ¿no? Ese era el motivo por el que estando en casa se disponía
a cocinar, pero en la receta tenía que utilizar cebolla y ajo, cosas tan
extrañas que la joven confiesa toda alegre que tuvo que consultar la imagen en
Google para poderlas identificar. En fin, todo así: debo reconocer que la
Coppola, con su encanto y gracejo, me alegró el día: siempre es
reconfortante saber que hay gente que a tan temprana edad alquila helicópteros
para ir a cenar con una amiga a 400 km con la tarjeta de su progenitor y que
para reconocer el ajo y la cebolla tiene que recurrir a Google. Una prueba más
de la bendita variedad de este mundo.
Y lo curioso es que, después de haberme entretenido
con la vivaracha jovencita, sigo sin entender el titular.
Román Rubio
Abril, 2023
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Empiezas a preocuparme, no te quites el gorro en la huerta, y no te fumigues
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