DISCURSO DE INVESTIDURA
No he seguido
las jornadas de la investidura fantasma de Sánchez excepto los inevitables
cortes de la radio del coche, los titulares de los periódicos y los minutos de
telediario mientras pongo la mesa. No tengo tampoco, idea del panorama político a medio plazo. Supongo
que vamos encaminados inevitablemente a otras cansinas elecciones generales de resultado incierto. El hecho de que los líderes de los partidos estén
dispuestos a otra campaña electoral me intriga; ¿cómo es posible? Y el hecho de
que la afronten con las arcas de los partidos vacías me asusta. ¿De dónde van a
sacar el dinero para llenar los autocares de jubilados con bocata, refresco y
banderita y llevarlos a sus mítines, siendo que a los últimos ganadores les han
descubierto ya todas las mentirijillas y trampas para la recolecta? Bueno, los
de Podemos, como se lo pagan ellos…
La estrategia
es la madre de la política. Cada uno de los que han subido al estrado sabe lo
que le conviene (a él y a su partido, claro. Al país… es otra cosa). Yo no
tengo ni idea, de modo que dejo el análisis para los abundantes politólogos,
charlatanes, oportunistas y sabelotodos. Hablaré, eso sí, de la puesta en
escena, la teatralidad y el lenguaje usado por los Padres de la Patria.
En primer
lugar, Rivera. No escuché su intervención y el mensaje me importa un comino.
Sólo me quedó que, en su discurso, citó a Churchill en dos ocasiones. Si mis
informaciones son correctas la primera fue: “Soy optimista, como decía
Churchill, porque lo contrario no serviría para nada”. Continúa Rivera: “decía
Churchill que el problema de nuestra época es que hay hombres que no prefieren
ser útiles, sino importantes”. Aparte de la oportunidad y tino en la selección
de las citas, algo que no criticaré, ¿se dan cuenta de la cantidad de veces que
se usa al orondo británico del habano para las citas? El “como dijo Churchill” se
ha convertido en algo tan usado, tan manido, que yo desaconsejaría el uso a los
políticos, además de que muchas de las citas que se le atribuyen nunca
las dijo el estadista británico.
Otras fuentes a
evitar serían las de Oscar Wilde (toda su obra es una sucesión de frases
dirigidas a “epatar” a los de pueblo y a los mojigatos), a Groucho Marx (demasiado
socorrido) y al también genial Woody Allen (demasiado obvio).
Juan Carlos
Guirauta, de Ciudadanos, contestó a Rajoy (fuera de tribuna) tachándole de
manera muy acertada como “hombre de casino provinciano” refiriéndose a los
versos de Antonio Machado, otro recurso manido que no criticaré dada mi
debilidad por el poeta. Los versos son: “Este hombre de casino provinciano/ que
vio a Carancha recibir un día/ tiene mustia la tez, el pelo cano/ ojos velados
por melancolía…” Por cierto, toda la vida recitándolos sin saber qué
significaba el segundo verso. Lo he consultado: Carancha se refire al torero José Sánchez del
Campo “Cara-Ancha”, que el 19 de Junio de 1881, ante el toro Calceta, en Madrid, mató de
frente, con los pies quietos. Machado, al componer el poema, escribió “matar”;
luego lo tachó y puso “recibir”. Yo no estaba allí con él, pero me consta.
El asunto
machadiano venía como contestación a la puya que Rajoy había mandado a Rivera
usando también al poeta del patio de Sevilla: “lo mejor que nos ofrecen son aquellos mundos del poeta: sutiles,
ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. No está mal por Guirauta:
¡Machado quieres, Machado te doy!
Rajoy estuvo,
de verdad ingenioso y (para los suyos) convincente. A su manera decimonónica,
como un viejo zorro de casino provinciano. Llamó al pacto de los socialistas y
los ciudadanos “…vodevil a dos bandas,
que nos ha tenido entretenidos como una comedia de enredo con escenario con dos
puertas en las que unos entran, otros salen y otros se escabullen”. Genial.
Se podrá decir más largo, pero no más exacto o de manera más divertida.
Sacó a relucir
el florilegio ¿habrase visto?, el perro del hortelano y el bálsamo de Fierabrás, que como todo el
mundo sabe es el bálsamo carolingio que cura todos las heridas y dolores de
apaleamiento de los caballeros en sus luchas con los dragones y fieros enemigos,
del que Don Quijote dice conocer la receta, que no es otra cosa que aceite,
vino, sal y romero, según el manchego. Habló de la práctica del rigodón –con cambio de parejas-
que se refiere no al mayordomo de Phileas Fogg como algunos entendieron, sino a
un baile francés de salón del siglo XVII que se baila por parejas que se
intercambian, y mientras algunos comentaristas intentaban ridiculizar el pacto
PSOE- Ciudadanos con vulgaridades como Tratado de Versalles y cosas así de
insustanciales, Mariano se sacó de la manga el Tratado de los Toros de
Guisando, acuerdo entre Enrique IV de Castilla y su hermanastra Isabel por la
que se declara a ésta Princesa de Asturias y heredera del Trono de Castilla, acuerdo
que tuvo lugar en El Tiemblo (Ávila), junto a los célebres toros de piedra de
origen vetón y cuya existencia (la del acuerdo, no la de los toros) es puesta
en entredicho por muchos historiadores.
Señor Rajoy,
no gobierne, haga el favor. Pero no se deje nunca el Parlamento. Mientras unos
hablan de cal viva usted, Don Erre que erre, nos entretiene con sus vodeviles, comedias de enredo
con dos puertas, sus rigodones y sus Toros de Guisando. ¡Qué delicia!
Román Rubio
Marzo 2016
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