jueves, 3 de marzo de 2016

DISCURSO DE INVESTIDURA

DISCURSO DE INVESTIDURA


No he seguido las jornadas de la investidura fantasma de Sánchez excepto los inevitables cortes de la radio del coche, los titulares de los periódicos y los minutos de telediario mientras pongo la mesa. No tengo tampoco, idea  del panorama político a medio plazo. Supongo que vamos encaminados inevitablemente a otras cansinas elecciones generales de resultado incierto. El hecho de que los líderes de los partidos estén dispuestos a otra campaña electoral me intriga; ¿cómo es posible? Y el hecho de que la afronten con las arcas de los partidos vacías me asusta. ¿De dónde van a sacar el dinero para llenar los autocares de jubilados con bocata, refresco y banderita y llevarlos a sus mítines, siendo que a los últimos ganadores les han descubierto ya todas las mentirijillas y trampas para la recolecta? Bueno, los de Podemos, como se lo pagan ellos…

La estrategia es la madre de la política. Cada uno de los que han subido al estrado sabe lo que le conviene (a él y a su partido, claro. Al país… es otra cosa). Yo no tengo ni idea, de modo que dejo el análisis para los abundantes politólogos, charlatanes, oportunistas y sabelotodos. Hablaré, eso sí, de la puesta en escena, la teatralidad y el lenguaje usado por los Padres de la Patria.

En primer lugar, Rivera. No escuché su intervención y el mensaje me importa un comino. Sólo me quedó que, en su discurso, citó a Churchill en dos ocasiones. Si mis informaciones son correctas la primera fue: “Soy optimista, como decía Churchill, porque lo contrario no serviría para nada”. Continúa Rivera: “decía Churchill que el problema de nuestra época es que hay hombres que no prefieren ser útiles, sino importantes”. Aparte de la oportunidad y tino en la selección de las citas, algo que no criticaré, ¿se dan cuenta de la cantidad de veces que se usa al orondo británico del habano para las citas? El “como dijo Churchill” se ha convertido en algo tan usado, tan manido, que yo desaconsejaría el uso a los políticos, además de que muchas de las citas que se le atribuyen nunca las dijo el estadista británico.
Otras fuentes a evitar serían las de Oscar Wilde (toda su obra es una sucesión de frases dirigidas a “epatar” a los de pueblo y a los mojigatos), a Groucho Marx (demasiado socorrido) y al también genial Woody Allen (demasiado obvio).

Juan Carlos Guirauta, de Ciudadanos, contestó a Rajoy (fuera de tribuna) tachándole de manera muy acertada como “hombre de casino provinciano” refiriéndose a los versos de Antonio Machado, otro recurso manido que no criticaré dada mi debilidad por el poeta. Los versos son: “Este hombre de casino provinciano/ que vio a Carancha recibir un día/ tiene mustia la tez, el pelo cano/ ojos velados por melancolía…” Por cierto, toda la vida recitándolos sin saber qué significaba el segundo verso. Lo he consultado:  Carancha se refire al torero José Sánchez del Campo “Cara-Ancha”, que el 19 de Junio de 1881, ante el toro Calceta, en Madrid, mató de frente, con los pies quietos. Machado, al componer el poema, escribió “matar”; luego lo tachó y puso “recibir”. Yo no estaba allí con él, pero me consta.
El asunto machadiano venía como contestación a la puya que Rajoy había mandado a Rivera usando también al poeta del patio de Sevilla: “lo mejor que nos ofrecen son aquellos mundos del poeta: sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. No está mal por Guirauta: ¡Machado quieres, Machado te doy!

Rajoy estuvo, de verdad ingenioso y (para los suyos) convincente. A su manera decimonónica, como un viejo zorro de casino provinciano. Llamó al pacto de los socialistas y los ciudadanos “…vodevil a dos bandas, que nos ha tenido entretenidos como una comedia de enredo con escenario con dos puertas en las que unos entran, otros salen y otros se escabullen”. Genial. Se podrá decir más largo, pero no más exacto o de manera más divertida.
Sacó a relucir el florilegio ¿habrase visto?, el perro del hortelano y el bálsamo de Fierabrás, que como todo el mundo sabe es el bálsamo carolingio que cura todos las heridas y dolores de apaleamiento de los caballeros en sus luchas con los dragones y fieros enemigos, del que Don Quijote dice conocer la receta, que no es otra cosa que aceite, vino, sal y romero, según el manchego. Habló de la práctica del rigodón –con cambio de parejas- que se refiere no al mayordomo de Phileas Fogg como algunos entendieron, sino a un baile francés de salón del siglo XVII que se baila por parejas que se intercambian, y mientras algunos comentaristas intentaban ridiculizar el pacto PSOE- Ciudadanos con vulgaridades como Tratado de Versalles y cosas así de insustanciales, Mariano se sacó de la manga el Tratado de los Toros de Guisando, acuerdo entre Enrique IV de Castilla y su hermanastra Isabel por la que se declara a ésta Princesa de Asturias y heredera del Trono de Castilla, acuerdo que tuvo lugar en El Tiemblo (Ávila), junto a los célebres toros de piedra de origen vetón y cuya existencia (la del acuerdo, no la de los toros) es puesta en entredicho por muchos historiadores.

Señor Rajoy, no gobierne, haga el favor. Pero no se deje nunca el Parlamento. Mientras unos hablan de cal viva usted, Don Erre que erre, nos entretiene con sus vodeviles, comedias de enredo con dos puertas, sus rigodones y sus Toros de Guisando. ¡Qué delicia!

Román Rubio
Marzo 2016

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