lunes, 7 de marzo de 2016

A VUELTAS CON LOS NÚMEROS


A VUELTAS CON LOS NÚMEROS


Hay ocasiones en las que uno no tiene idea de qué escribir. Cuando esto me ocurre me lanzo al periódico del día con avidez y casi siempre encuentro tema. El otro día hice lo propio, y decidí descartar los temas de política y judiciales por cansinos. Hablaré, mayormente de números; no de los números del señor Piketty, maraña indescifrable en la que confiesa estar inmerso mi amigo Edmundo Pascal y que yo, con mi corto entendimiento, sería incapaz de sacar nada en claro, sino sencillos números de gente corriente. Verán:

Como cada año, la revista Forbes saca su interesante lista de hombres más ricos del mundo. Sí, esa lista que usted y yo leemos con avidez. Entre los 10, los de siempre: Gates, Buffet, Amancio, Carlos Slim… Uno sube dos puestos, el otro baja uno… en fin, nada nuevo en el mundo del Tío Gilito. Tras reñirme a mí mismo por sacar pecho de manera absurda al  ver al gallego encaramado al segundo puesto “del mundo”, encuentro el dato  interesante: Bill Gates continúa siendo el number one, a pesar de haber perdido en el año la cantidad de 3.800 millones de dólares. Sin que le tiemble el pulso ni despeinarse. Ahí lo tienen: lo crean o no, hay un tipo que se levanta, va todos los días a trabajar, pierde 3.800 millones en un año y se le ve tan contento. Y no sólo eso, sino que sigue teniendo más dinero que todos los habitantes de mi ciudad juntos (bueno, quitando quizás a Juan Roig). Le pregunté a la camarera del bar donde estaba tomando el café si ella trabajaría perdiendo dinero y se me quedó mirando como pensando si estaba gilipollas. ¿Cómo va a hacerse rica la infeliz con esa visión miope de la vida?


Paso la página y me encuentro con una de esas noticias que ocupan muy poco en un periódico y que dan mucho de sí. Les explico: En la moderna y civilizada ciudad de La Haya se construyó en 2012 un puente sobre una autopista que comunica un parque urbano con un bosque. La función (exclusiva) del puente es permitir el paso de las ardillas de un lado a otro de manera segura. El coste fue de 144.000 €. Hasta aquí, nada que objetar. ¿Saben cuántas ardillas lo han usado? Cinco. Se instaló una cámara para registrar el paso de los roedores y han contabilizado cinco viajeras en cuatro años. De momento, el costo (de dinero público) asciende a 28.800 euros por ardilla, pero claro, es que el puente sólo lleva 4 años abierto. Al ritmo de paso actual, si cada ardilla pagara un billete de, digamos, 6 euros -que es lo que viene a costar el viaje de autobús de una ciudad europea a su aeropuerto- haría falta que cruzaran el puente 24.000 ardillas para amortizar la obra (la construcción, no el mantenimiento), que al ritmo de paso actual tardaría en producirse… 19.200 años. Y eso, al precio del AirLink, que al del Bonobus… No sé. Hagan la cuenta. Sadría rentable pagarles pagarles taxis.

Leo con interés la finalización del Oculus de Calatrava en Nueva York en el entorno del World Trade Center. La obra, espectacular, como una paloma desplegando el vuelo servirá de intercambiador ferroviario en lo que, junto a la Pennsylvania Station y la Grand Central constituyen los tres grandes nudos ferroviarios de Manhattan. Lo de la Penn fue un lamentable episodio. Era la estación más grande e imponente del mundo y el edificio, magnífico, con un vestíbulo inspirado en las Termas de Caracalla y dimensiones que se aproximaban a la nave de San Pedro del Vaticano fue demolido en 1963 y enterrados los andenes en el subsuelo para dar cabida en la superficie al vulgar pero rentable Madison Square Garden. Lamentable. Ni Rita Barberá habría cometido tamaña tropelía urbanística. El coste de la obra de Calatrava ha sido de 3.900 millones, más que lo que ha costado el rascacielos vecino One World Trade Center y el doble de lo presupuestado –nada excepcional tratándose del arquitecto valenciano- y que supone una cantidad igual a las “pérdidas” anuales de un tipo de Seattle, que va a trabajar todos los días y que se llama Bill Gates. ¡Hay que ver, lo que dan de sí las cifras, cuando las comparas!
El hecho de que un arquitecto valenciano Rafael Guastavino, conocido como el arquitecto de Nueva York, sea el autor de las espectaculares bóvedas de ladrillos de la Grand Central y otro valenciano, Calatrava, el  de otra de las tres grandes estaciones de Nueva York no deja de ser una curiosa y feliz coincidencia.
Y en la página de sucesos, la joya de la corona: un conductor de 80 años recorre 8 kilómetros en sentido contrario por la autopista A-7 en Málaga sin, afortunadamente, ocasionar accidente alguno. No se lo pierdan: el tipo iba en contra-dirección sin ánimo de matar o morir sino por un simple error. ¿Y saben adónde iba? ¿Quizás a ver a su amada que agonizante reclamaba su presencia? Nada de eso. Quería pasar la ITV del vehículo al día siguiente y para ser el primero de la mañana decidió salir por la tarde y pasar la noche en el coche, a la mismísima puerta… ¿Pero se puede saber que les pasa a estos jubilados que se bajan a poner la sombrilla en la playa de Cullera antes del amanecer para estar en primera línea  y se ponen a hacer la cola de la ITV la noche de antes?; ¿se han vuelto locos?; ¿por qué tienen tanta prisa?, ¿adónde quieren llegar?; ¿es que no duermen?; ¿qué diabólico mecanismo les impulsa a querer ser los primeros en todo hasta jugarse la vida en el empeño? Le han puesto una multa de 500 € y una evaluación médica obligatoria. No venía en el diario el resultado de la exploración psicológica. Tampoco hacía ninguna falta.
Ya ven: cifras variadas: 3.800 millones de pérdidas anuales del hombre más rico, una cantidad similar (doble de lo presupuestado) el coste del Oculus de Calatrava, 144.000 € de dinero público en un puentecito para un puñado de ardillas, 80 -los años de un jubilado que anda 8 kilómetros de autopista en contra-dirección para llegar a una ITV dónde tenía cita para la mañana siguiente…- Y toda esa exhibición de músculo de la Comedia Humana por un eurito que me costó el café, que además estaba muy bueno.
Román Rubio
Marzo 2016








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