A VUELTAS CON
LOS NÚMEROS
Como cada año,
la revista Forbes saca su interesante lista de hombres más ricos del mundo. Sí,
esa lista que usted y yo leemos con avidez. Entre los 10, los de siempre:
Gates, Buffet, Amancio, Carlos Slim… Uno sube dos puestos, el otro baja uno… en
fin, nada nuevo en el mundo del Tío Gilito. Tras reñirme a mí mismo por sacar
pecho de manera absurda al ver al
gallego encaramado al segundo puesto “del mundo”, encuentro el dato interesante: Bill Gates continúa siendo el number one, a pesar de haber perdido en
el año la cantidad de 3.800 millones de dólares. Sin que le tiemble el pulso ni
despeinarse. Ahí lo tienen: lo crean o no, hay un tipo que se levanta, va todos
los días a trabajar, pierde 3.800 millones en un año y se le ve tan contento. Y
no sólo eso, sino que sigue teniendo más dinero que todos los habitantes de mi
ciudad juntos (bueno, quitando quizás a Juan Roig). Le pregunté a la camarera
del bar donde estaba tomando el café si ella trabajaría perdiendo dinero y se
me quedó mirando como pensando si estaba gilipollas. ¿Cómo va a hacerse rica la
infeliz con esa visión miope de la vida?
Paso la página
y me encuentro con una de esas noticias que ocupan muy poco en un periódico y
que dan mucho de sí. Les explico: En la moderna y civilizada ciudad de La Haya
se construyó en 2012 un puente sobre una autopista que comunica un parque
urbano con un bosque. La función (exclusiva) del puente es permitir el paso de
las ardillas de un lado a otro de manera segura. El coste fue de 144.000 €.
Hasta aquí, nada que objetar. ¿Saben cuántas ardillas lo han usado? Cinco. Se
instaló una cámara para registrar el paso de los roedores y han contabilizado
cinco viajeras en cuatro años. De momento, el costo (de dinero público)
asciende a 28.800 euros por ardilla, pero claro, es que el puente sólo lleva 4
años abierto. Al ritmo de paso actual, si cada ardilla pagara un billete de,
digamos, 6 euros -que es lo que viene a costar el viaje de autobús de una
ciudad europea a su aeropuerto- haría falta que cruzaran el puente 24.000
ardillas para amortizar la obra (la construcción, no el mantenimiento), que al
ritmo de paso actual tardaría en producirse… 19.200 años. Y eso, al precio del
AirLink, que al del Bonobus… No sé. Hagan la cuenta. Sadría rentable pagarles
pagarles taxis.
Leo con
interés la finalización del Oculus de Calatrava en Nueva York en el entorno del
World Trade Center. La obra, espectacular, como una paloma desplegando el vuelo
servirá de intercambiador ferroviario en lo que, junto a la Pennsylvania
Station y la Grand Central constituyen los tres grandes nudos ferroviarios de
Manhattan. Lo de la Penn fue un lamentable episodio. Era la estación más grande
e imponente del mundo y el edificio, magnífico, con un vestíbulo inspirado en
las Termas de Caracalla y dimensiones que se aproximaban a la nave de San Pedro
del Vaticano fue demolido en 1963 y enterrados los andenes en el subsuelo para
dar cabida en la superficie al vulgar pero rentable Madison Square Garden.
Lamentable. Ni Rita Barberá habría cometido tamaña tropelía urbanística. El
coste de la obra de Calatrava ha sido de 3.900 millones, más que lo que ha
costado el rascacielos vecino One World Trade Center y el doble de lo presupuestado
–nada excepcional tratándose del arquitecto valenciano- y que supone una
cantidad igual a las “pérdidas” anuales de un tipo de Seattle, que va a
trabajar todos los días y que se llama Bill Gates. ¡Hay que ver, lo que dan de
sí las cifras, cuando las comparas!
El hecho de
que un arquitecto valenciano Rafael Guastavino, conocido como el arquitecto de
Nueva York, sea el autor de las espectaculares bóvedas de ladrillos de la Grand
Central y otro valenciano, Calatrava, el de otra de las tres grandes estaciones de
Nueva York no deja de ser una curiosa y feliz coincidencia.
Y en la página
de sucesos, la joya de la corona: un conductor de 80 años recorre 8 kilómetros
en sentido contrario por la autopista A-7 en Málaga sin, afortunadamente,
ocasionar accidente alguno. No se lo pierdan: el tipo iba en contra-dirección
sin ánimo de matar o morir sino por un simple error. ¿Y saben adónde iba? ¿Quizás
a ver a su amada que agonizante reclamaba su presencia? Nada de eso. Quería
pasar la ITV del vehículo al día siguiente y para ser el primero de la mañana
decidió salir por la tarde y pasar la noche en el coche, a la mismísima puerta…
¿Pero se puede saber que les pasa a estos jubilados que se bajan a poner la
sombrilla en la playa de Cullera antes del amanecer para estar en primera línea
y se ponen a hacer la cola de la ITV la
noche de antes?; ¿se han vuelto locos?; ¿por qué tienen tanta prisa?, ¿adónde
quieren llegar?; ¿es que no duermen?; ¿qué diabólico mecanismo les impulsa a
querer ser los primeros en todo hasta jugarse la vida en el empeño? Le han
puesto una multa de 500 € y una evaluación médica obligatoria. No venía en el
diario el resultado de la exploración psicológica. Tampoco hacía ninguna falta.
Ya ven: cifras
variadas: 3.800 millones de pérdidas anuales del hombre más rico, una cantidad
similar (doble de lo presupuestado) el coste del Oculus de Calatrava, 144.000 €
de dinero público en un puentecito para un puñado de ardillas, 80 -los años de
un jubilado que anda 8 kilómetros de autopista en contra-dirección para llegar a
una ITV dónde tenía cita para la mañana siguiente…- Y toda esa exhibición de
músculo de la Comedia Humana por un eurito que me costó el café, que además
estaba muy bueno.
Román Rubio
Marzo 2016
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