lunes, 27 de noviembre de 2017

CREER A SUS PROPIOS OJOS

CREER A SUS PROPIOS OJOS

¿A quién va a creer usted, a mí o a sus propios ojos?, espetó Chico Marx disfrazado de Groucho en Sopa de ganso a una desconcertada señora. Hay una anécdota que he contado en más de una ocasión para ilustrar la idea de la discordancia entre lo que vemos y lo que creemos, pero, sobre todo, lo que “queremos” ver.

Se celebraba el toro embolado en las fiestas de un pueblo valenciano cuando un grupo de mozos salió corriendo de la plaza gritando ¡el toro, el toro! Uno de de ellos llevaba un palo con una  antorcha encendida en la punta y decía muuuuu,  provocando una peligrosa desbandada entre la gente que estaba tranquilamente tomando algo en las terrazas de la calle principal. Hasta aquí, nada de particular. Lo curioso es que muchos de los que huyeron en desbandada, volcando sillas,  mesas y hasta lesionándose en la huída “vieron” a un esmirriado muchacho de sesenta quilos con ricitos y pantalón vaquero portando un palo encendido pero “quisieron ver” a un toro de 400 kilos con dos bolas de fuego.  ¿Qué extraño mecanismo hace que se adueñe el pánico entre personas que “vieron” a un muchacho haciendo de toro? ¿Tan potente es la emoción que es capaz de contradecir a lo que los propios ojos ven?
De los ojos esperamos que vean lo que queremos que vean y no lo que de verdad ven, que puede ser, en ocasiones, perturbador en la medida en la que contradice nuestros esquemas.

La semana pasada Barcelona perdió la posibilidad de albergar la Agencia Europea del Medicamento, sede codiciada por muchas otras importantes ciudades europeas a pesar de presentar una estupenda candidatura y ser la favorita de los funcionarios que ya se veían cambiando la grisura londinense por la luminosidad mediterránea. Lo curioso es que los independentistas catalanes –a nivel particular y de representantes políticos- no ven ninguna relación entre el hecho de querer abandonar España (y la Unión Europa, de rebote) y el de perder la sede de una Agencia Europea. ¿Relación entre una cosa y otra? Ninguna. Como lo oyen. Para el diputado Tardá y otros muchos particulares a los que atiendo en las redes sociales, el hecho de que una institución internacional que sale del Reino Unido porque este está en trance de separarse de la Unión decida en contra de instalarse en una región que está haciendo denodados esfuerzos para salir del club no guarda relación alguna. El responsable del fracaso es (¿cómo no?) el gobierno de la nación por aplicar el reglamento que la Constitución prevé para casos de flagrante insubordinación de alguna comunidad autónoma. Eso y la actuación policial del 1de Octubre, dirigida con innecesaria torpeza e imprudencia por un tal señor Zoido (me pregunto en qué vetustos casinos de provincias o sacristías encuentra el PP a tipos como Zoido,  Floriano o Maillo).

Ya ven: parece la norma. No aceptaré evidencia alguna  que contradiga “mi” verdad. Aunque sea en contra de mis propios ojos. Eso lo dejo para los tibios y los indecisos. Y si mis ojos me presentan un muchacho con ricitos y un palo encendido haciendo muuuuu y yo quiero ver a un toro de 400 kilos, pues lo veo y ya está, que para eso estoy en posesión de la verdad; o de “mi” verdad, que viene a ser lo mismo.


Román Rubio
Noviembre 2017 

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