lunes, 25 de junio de 2018

FRONTERAS


FRONTERAS




   ¡Ay, las fronteras! Unos querrían quitar todas para que el personal fuera de un lado a otro sin problema. Otros hacer inexpugnables las ya existentes. Los hay que quieren poner alguna que otra nueva. Y los hay que queriendo poner nueva, al mismo tiempo, quieren que esta no tenga ni espinos ni vallas.

   En la frontera entre Bulgaria y Serbia no debe de haber valla ni espinos ni nada, puesto que la vaca Penka, comiendo hierba con la cabeza gacha -como acostumbra- atravesó la raya del mapa y anduvo perdida por los campos de Serbia un par de semanas. Finalmente, fue encontrada y restituida a su propietario del lado búlgaro de la frontera. La vaca, sin saberlo, se había metido en un buen lío, que le podía haber costado la vida. Comoquiera que Bulgaria pertenece a la Unión Europea y Serbia no -y la vaca no llevaba papeles de ningún tipo- a la vuelta, tenía que ser sacrificada. Se armó gran revuelo, sobre todo en el Reino Unido, en donde los partidarios del Brexit (con la colaboración estelar de Paul McCartney) quisieron ver una muestra del absurdo burocrático europeo. Además, la vaca llegó embarazada de su excursión (lo que complicaba el asunto de la nacionalidad del ternero que viene). Al fin, tras arduas batallas legales y campañas de apoyo en change.org, Penka consiguió el indulto y salvó su vida, teniendo que someterse, eso sí, a cuarentena y exámenes veterinarios varios. Hubo final feliz.

   A 12.000 kilómetros de distancia de allí, cerca de Vancouver (Canadá), ocurrió otro incidente que concernía a fronteras, rayas y vallados, más o menos, por las mismas fechas. La joven francesa de 19 años, Cedella Roman, se encontraba en Canadá visitando a su madre y estudiando inglés. Una tarde decidió salir a correr un poco por la playa en un lugar llamado White Rock, a una hora de coche de Vancouver. Como la marea estaba alta, la joven se adentró hasta un camino de tierra unos metros tierra adentro. Paró en un lugar a hacer una foto del paisaje antes de desandar el camino cuando unos agentes de la policía aduanera pararon el coche a su lado y la detuvieron por haber cruzado sin autorización la línea de frontera con los EEUU. De nada valieron las quejas de la chica alegando que no había señal indicadora alguna. Fue llevada a un centro de detención a unos 200 kilómetros del puesto fronterizo desde donde pudo llamar a su madre. Esta llegó con su pasaporte y permiso de residencia por estudios pero, ¡ay!, sin validar por el gobierno canadiense. Al final, la chica se tragó 14 días de detención en EEUU y (suponemos) una formidable aversión hacia el país y su ciega burocracia.

   Y, por último, el sistema que decide la concesión del documento de entrada a los EEUU para los ciudadanos que podemos entrar sin visado, ESTA (Sistema Electrónico de Autorización de Viaje), ha denegado la autorización, nada menos que a Javier Solana, quien fuera Secretario General de la OTAN y Mister PEC (Alto representante de Política Extrerior y de la Seguridad Común) de la Unión Europea. La razón, parece ser, haber viajado a Irán en alguna ocasión.
Ya ven: Javier Solana, la joven estudiante francesa y la vaca Penka unidos por un destino común de vallas, alambradas, pasaportes, guardias fronterizos y rayas más o menos imaginarias. ¿Quién les iba a decir a ellos?


Román Rubio
Junio 2018

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