DE HEISEI A REIWA
El emperador Akihito (82 años),
ha sorprendido al público japonés, poco dado a innovaciones en lo que respecta
al respeto de las tradiciones sintoístas, abdicando al Trono del Crisantemo en
favor de su hijo Naruhito, de 59 años. Se inaugura pues la era Reiwa (Hermosa
armonía) que sustituye a la era Heisei (Lograr la paz) que había sustituido al
turbulento periodo de Showa (Armonía ilustrada, 1926-1988) en el que el
Emperador Hiroito dejó de ser divino para ser (solo) un símbolo del pueblo
japonés, siguiendo las directrices constitucionales impuestas por los aliados
tras la II Guerra Mundial.
Lo cierto es que Akihito, que fue
operado de un cáncer de próstata en 2003 y se le había practicado un bypass coronario en 2012, ha dicho
basta; que su salud no le permite desempeñar su función y que debe de ser su
hijo el que cargue con las servidumbres del cargo. Y lo hizo en una alocución
televisada en lo que ha sido la segunda vez que el emperador habla directamente
al pueblo desde 1989, en que inició su reinado. Seguía así la senda abierta por
el papa Ratzinger, trillada por nuestro emérito borbón y vista con aparente
desdén por Isabel II de Inglaterra, once años mayor que el anciano japonés.
Pero ¿tiene el emperador derecho
a abdicar? Muchos ven en su decisión de abdicación un síntoma de su fracaso a
la hora de comprender la naturaleza única del cargo, en especial los grupos más
conservadores, celosos guardianes de las esencias niponas.
Murata Haruki (no confundir con
el escritor Haruki Murakami), miembro del Nipon Kaigi (Conferencia de Japón)
—un poderoso grupo de presión dominada por dirigentes sintoístas; entre otros,
por los sacerdotes responsables de los santuarios de Ise, Jasukuni y Milje—
publicó en la revista Seiron un artículo en el que critica duramente la
decisión del emperador y la aquiescencia del gobierno haciendo los cambios
constitucionales pertinentes y hace una lectura fascinante del del emperador:
“El emperador no puede referirse a sí mismo como individuo (como hace
en el discurso televisado) puesto que es semidivino; no tiene necesidad de
aprobación popular porque no es un político ni un actor, sino un descendiente
de la diosa del Sol; no tiene por qué dirigirse por televisión al pueblo; a
quienes debería dirigirse es a sus antepasados (y, ante todo, a la diosa del
Sol y al primer emperador Jinmu)”.
Para Haruki, como para muchos
esencialistas del sintonismo nipón, el emperador ha infringido la ley al inmiscuirse
en la práctica legislativa requiriendo cambios constitucionales.
El titular del Trono del
Crisantemo ha demostrado con su acción no tener nada de divino, sino de humano,
requiriendo para sí un espacio más pequeño, más íntimo. En una ocasión leí un
artículo de Manuel Vicent en el que expresaba la relación del ser humano con el
mundo. Pasa sus primeros tiempos confinado en un pequeño espacio: la cuna, para
requerir, a medida que crece, horizontes cada vez más amplios. En la madurez el
escenario vital es el mundo; es el momento de los aeropuertos y los grandes
viajes, para terminar en el sillón orejero y finalmente en una caja de madera
de dimensiones similares a la cuna de la que partió. Akihito está ahora requiriendo
su sillón orejero o lo que quiera que usen los japoneses en su lugar.
Estos días, enterrada en los
escombros del bombardeo electoral, he leído otra noticia de las que me gustan:
de las que ni son noticia ni son nada, pero que dan cuenta de cómo el mundo
continúa incansable en su deambular por el universo. Guantánamo, el infausto
penal de Guantánamo, en el que están recluidos los presos islamistas que no
pueden estarlo dentro del territorio de los EEUU, por no cumplir su detención con
las garantías penales y procesales, se está convirtiendo en un geriátrico con
el implacable paso del tiempo. Con los problemas que ello conlleva de ayudas
para la movilidad, mascarillas para la apnea, incontinencias varias, cirugías
de caderas y rodillas y otros contratiempos de personas que no requieren ni
vigilancia porque van olvidando quiénes son y por qué están allí. Los
despiadados carceleros y torturadores deberán reciclarse en celadores
geriátricos para atender a tan decrépita y desmemoriada clientela.
Lo que es la vida.
Román Rubio
Mayo 2019
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