VOX
(POPULI)
Acaban de llegar. Bueno, ya estaban aquí, pero ya
saben a lo que me refiero, y me gustaría anotar unas cuentas reflexiones sobre
el fenómeno, así, a vuelapluma. Casi sin pensar.
Vox
crece. De acuerdo. Y mucho. Son varios los
factores: uno de ellos —aunque no el principal— es la torpeza del Presidente
convocando elecciones. En esencia, crece porque representa el nacionalismo
español (españolista) radical y este aumenta con el aumento del nacionalismo
periférico catalán (catalanista). Siempre es igual: ¿El PP de Aznar es muy pero
que muy español? El independentismo pasa del 20% al 40%. ¿Arde Barcelona? Vox
dobla diputados.
El
fascismo aumenta mucho en España. Falso. Son los mismos
que eran. Los de Vox no han nacido estas semanas ni se han visto iluminados por
la cegadora luz de Pablo de Tarso. Existían; lo que pasa es que estaban
encuadrados en el PP. Ahora son los mismos, pero segregados y quizá más
convencidos.
Extrema
derecha. Cuidadín con los adjetivos. Todo escritor
profesional (y hasta los amateurs) sabe que hay que ser prudente con los
adjetivos. Si a lo “malo” le llamamos
“horrible” y a lo “aceptable” le llamamos “extraordinario”, corremos el riesgo de
quedarnos sin campo semántico para cuando haya que definir algo de verdad “horrible” o “extraordinario”. Yo los llamaría “derecha tradicionalista” y me guardaría lo de “extrema” para los elementos y grupos violentos y estraparlamentarios.
En EEUU han optado por la poco descriptiva expresión
de Alt Right (Alternative Right).
De todos modos, si usted quiere llamarles “extrema” derecha es muy libre de
hacerlo. Ahora bien, busque un adjetivo para calificar a los que van por ahí
repartiendo mamporros (España 2000 y otros). ¿Extremísima, quizá?
Dejemos, pues, el tema, no vaya a ser que nos ocurra
como a aquellos que se enzarzaron con la discusión sobre el sexo de los ángeles
con los turcos a las puertas de Bizancio.
Todos
ellos son malas personas. Falso. Vale, de
acuerdo; la cara del Secretario General del Partido parece confirmar la tesis,
pero, créanme: los hay malos, muy malos, buenos y muy buenos. Son como usted y
como yo. Cuidan de sus hijos y sus mayores, donan órganos, echan una mano en
las desgracias y se enfadan cuando los dueños de los perros no recogen los
excrementos de las aceras. Como todos. En mi infancia se representaba a los
comunistas con cuernos y rabo y en las películas de Bertolucci los fascistas
matan a los niños a golpes contra la pared, sujetándoles por los tobillos, lo
cual nunca hizo tu abuelo. Sí, ya sabes; el falangista.
Recuerden lo que dijo Hanna Arendt sobre Eichmann sobre el hombre corriente al servicio de las ideas y del mal.
Nostálgicos
del franquismo. Sí. Muchos lo son. Otros, no tanto,
aunque sientan nostalgia por el orden y la paz (lamentablemente, también por la
de los cementerios)
Son
violentos. No. Hasta ahora no. Hay quién dice:
“Déjalos y verás. Estos empiezan demócratas (como Hitler) y terminan en
dictadura fascista”. No sé. Quizá; pero de momento, no lo son.
Tienen
futuro. Sí. Y mucho. Como en Francia, Holanda,
Polonia, Hungría, Alemania… Bueno, en Alemania algo menos, pero es que no es
comparable. ¿O es que no han visto los documentales de cómo quedó aquello en el
1945?
El asunto está caliente. Seguiremos opinando,
conforme vayamos teniendo más datos.
Román Rubio
Noviembre 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario