MAMI, QUÉ SERÁ LO QUE TIENE EL SAPO
A quienes van a Cambridge de turismo se les dice que
ese insignificante árbol que hay en el patio del Trinity College es un manzano
—lo que no es evidente para muchos si no hay frutos— y que se trata del ejemplar (o descendiente)
de aquel en el que se inspiró Isaac Newton para formular la Ley de la
Gravitación Universal al caerle una manzana en la cabeza interrumpiendo su
siesta a la sombra.
¡Hay que ver cómo el personal ama las trivialidades
fetichistas! Dentro del Trinity, en una de sus bibliotecas, está el manuscrito
original de la Philosophiae Naturalis
Principia Mathematica, obra cumbre de la física en donde se formula la
fuerza de la gravedad y los principios fundamentales de la mecánica cuántica,
pero ¿qué interés puede tener algo tan complicado, abstruso y escrito en latín
cuando a la puerta hay un arbolillo con la bonita leyenda de un genio
despertado de la siesta por un manzanazo en la cabeza y diciendo ¡eureka!?
Pero Newton, además de ser el científico de mayor
transcendencia en la historia de la física y las matemáticas, era un alquimista
notable al que le tocó vivir la época de la peste bubónica, transmitida por las
pulgas de las ratas y que se llevó por delante a unas cien mil personas solo en
el Londres de 1665 y 1666.
Y el hombre tenía sus recetas para combatir la plaga:
no pregonaba la inyección de desinfectante, pero se permitía sus extravagantes
recomendaciones entre las que se incluían el vómito de sapo.
Esta semana salen a subasta unas páginas de notas
del genio inglés sobre la obra De Peste (1667)
de Jan Baptist van Helmont por las que se espera obtener una cantidad de entre
80.000 y 120.000 dólares. En las notas, Newton incluye una receta muy efectiva
contra las manchas producidas por la temida peste: “lo mejor es tener a un sapo
suspendido por sus patas en una chimenea durante tres días, lo que le hace
vomitar tierra mezclada con algunos insectos sobre un plato de cera de abejas
antes de morir. Mezclando polvo de sapo ¿? con las excreciones y algo de suero
en pastillas, y frotando con ello las áreas infectadas, se acaba con el
contagio y el veneno”.
En un contexto más doméstico y actual, aunque
también en tiempos de pandemia, el (ex)actor porno Nacho Vidal ha resultado
imputado por la muerte accidental del fotógrafo de moda José Luis Abad al
consumir este un veneno obtenido del sapo bufo, al que se le denomina la partícula
de Dios, con el propósito de ayudarle en la desintoxicación de las drogas. Los
hechos ocurrieron en la residencia que el actor tiene en Enguera (Valencia), un
lugar algo menos glamuroso y cargado de historia que el patio del Trinity
College, en Cambridge, pero en el que, al parecer, también hay sapos dispuestos
a ejercer sus propiedades curativas.
Lo cierto es que el sapo bufo tiene una sustancia en
sus glándulas parotoideas y en su piel — la bufotoxina—, conformada por una
familia de lactonas esteroides, que es altamente tóxica y alucinógena, por lo
que ha sido siempre compañero de brujas y muy utilizado en ritos chamánicos.
En fin: que Newton, Nacho Vidal y la Bruja Piruja
han descubierto las propiedades curativas del sapo. Que no se entere Trump.
Román Rubio
Junio 2020
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