martes, 24 de noviembre de 2020

MENTIRAS, VERDADES Y OTRAS AMENIDADES

 

MENTIRAS, VERDADES Y OTRAS AMENIDADES

No sé a qué viene tanto aspaviento en contra de las redes sociales por la difusión de bulos, también conocidos como fake news. Que si los rusos difunden tal o cual rumor para influenciar en tal o cual elección, que si lo hacen los chinos, que si Trump intoxica las redes con tal o cual mentira… Chorradas, créanme. Las mentiras, los bulos y las medias verdades, han existido siempre y siempre han tenido su medio de difusión, antes mucho antes de que nadie inventara Facebook o Twitter. Y han contribuido a hacer el mundo mucho más divertido. Veamos:

Hubo una vez que llovió tanto, tanto que se inundó el mundo. Un hombre justo recibió la orden de construir una nave en la que meter una pareja de “todas” las especies animales (incluyendo a las tarántulas), sin instrucciones específicas de dónde colocar a los leones y los cervatillos, las boas y los conejos, y ni siquiera de cómo capturarlos. El tipo de la nave vivió 950 años, casi tantos como su abuelo Matusalén que vivió 969.

La Tierra es plana. Nadie que haya ido a Albacete y visto sus llanos o a Oklahoma puede tener duda alguna al respecto. Es cierto que algunos como Elcano salieron de viaje y volvieron al mismo sitio sin dar pasos atrás, pero, ¿quién me dice a mí (o a ellos) que no han ido haciendo círculos, eh? Bueno, están las fotos del planeta tomadas desde el espacio, pero esas solo convencen a quienes creen en aquella mascarada del hombre en la Luna y su ridícula película aquella de Super-8.

Del mono descenderá usted, si se empeña; o mi amigo aquel del bachillerato que tenía cara de simio y ya era peludo a los quince años, pero ni Julie Andrieu ni Nicole Kidman ni Sarita Montiel ni yo mismo tenemos nada que ver con tan embarazosa circunstancia. Nosotros, los bien nacidos, descendemos de una figura de barro a la que alguien le dio vida con un soplo y después ocurrió algo con una costilla a la hora de la siesta que no recuerdo bien.

Antes, mucho antes de que existiera el whatsapp, antes incluso de que existiera el telégrafo, tres reyes de sendos países de oriente lograron ponerse de acuerdo para viajar en camello hasta casi a orillas del Mediterráneo a obsequiar a un recién nacido, consiguiendo llegar a él en el increíble plazo de 11 días, lo cual no parece ser una gran proeza si consideramos que hoy  —dos mil y pico años después— se reúnen cada año para visitar millones de casas y dejar regalos a los niños en una sola noche.

Los príncipes se convierten en sapos por maldiciones y vuelven a ser príncipes con el beso de una doncella, las espadas de los libertadores se clavan y desclavan  en las rocas, las aguas de los mares se separan para dejar pasar al pueblo elegido y se juntan al paso del perseguidor, las cabritillas salen alegremente de la panza del lobo y los predicadores de los de la de la ballena tras pasar tres días en su interior; una pareja de gemelos, amamantados por una loba, crean una ciudad que devendría en el mayor imperio de la antigüedad; hay quien separa continentes con la fuerza de sus brazos y quien viaja por esos mares en un arca de piedra para convertir Mondoñedo al catolicismo.

¿Por qué habría uno de escandalizarse porque alguien introduzca maliciosamente una mentirijilla por las redes y consiga que unos cuantos crédulos papanatas  hagan rodar la rueda de la mentira?


Román Rubio

Noviembre, 2020


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