lunes, 5 de julio de 2021

YO CANTÉ, TU CANTASTE, ÉL CANTÓ

 

YO CANTÉ, TU CANTASTE, ÉL CANTÓ




Al cantante, mira por donde, le ha salido la virgen. Sin fase de selección ni intervención alguna del público, la empresaria de espectáculos con reminiscencias marianas le ha designado para representarnos en Eurovisión. Lo cual ya sería de por sí una afrenta, aún sin tener en cuenta los agravantes de:

1ª.- Que la empresa de espectáculos Comunidad de Madrid al Cielo no tiene competencias para ejercer el derecho de representación (que en puridad corresponde a una entidad “nacional” como el Cervantes)

2ª.- Que el artista había basado gran parte de su intrincada carrera escénica en la denuncia de los chiringuitos y demás puestos redundantes que se promueven desde la Dirección General de Espectáculos y que sirven de pesebre bien aprovisionado para enchufados a costa de autónomos, empresarios y otros sufridos paganos.

3ª.- Que quizá haya en el mercado otros artistas más competentes que el cantarín valenciano para desempeñar el encargo.

Y estando de acuerdo, como estoy, con todos estos argumentos en favor de los tirios, pasaré a criticar algunos otros expuestos por los troyanos.

Los hay que critican que al funambulista de la política le hayan puesto a dirigir la Oficina del Español y ven en la denominación de “español” una especie de insulto o provocación, sacando otra vez a la palestra la estéril polémica español-castellano, tratando de vincularla con la no menos estéril de “buenos” y “malos” españoles. Y ahí sí que no estoy en absoluto de acuerdo.

Le llaman (le llamamos) español porque este es el nombre de la lengua que hablamos la mayoría y en la que está escrita este texto. Vale, también se le llama “castellano”, y también sería correcto, porque da la casualidad de que ambas denominaciones son equivalentes e igualmente válidas, aunque el Diccionario panhispánico de dudas reconoce que el término español es menos ambiguo y más reconocible, aunque solo sea por el hecho de que es así como se le conoce internacionalmente (Spanish, spagnol, Spanisch, spagnolo,…).

¿Y qué piensan los canarios, por ejemplo, de izquierdas o de derechas sobre lo de llamar “castellano” a lo que ellos hablan? ¿Y los gaditanos? Pues, seguramente que lo que hablan allí no es castellano, que, si acaso, castellano es lo que hablan los de Valladolid o Cuenca, y si me apuran, los del telediario de TVE.

Y como se trata de una lengua global, deberíamos considerar lo que piensan los otros, los “no españoles”, ni “buenos” ni “malos”.


Pues ya ven: en Argentina, Bolivia, Paraguay y Venezuela parece que prefieren llamarle castellano, y en México, Centroamérica, Colombia, Chile, Uruguay Cuba y EEUU, español. Distintas preferencias. Como aquí.

También he leído opiniones en el sentido de que en el Reino Unido llaman a su lengua inglés, y no británico. Así es, pero no está hecho con el propósito de no molestar a los galeses como parecen insinuar algunos. Es así porque así lo ha determinado el uso, que es el que hace la lengua. Con el inglés es tan claro que por no tener no tienen ni Academia de la Lengua; son los grandes diccionarios (Oxford, Collins, Merriam Webster… los que marcan la norma, de acuerdo con el habla). Y los diccionarios se venden con el título de Inglés-Español. Así, con ñ y todo. Será por algo.

Román Rubio

Julio 2021


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