YO
CANTÉ, TU CANTASTE, ÉL CANTÓ
Al cantante, mira por donde, le ha salido la virgen.
Sin fase de selección ni intervención alguna del público, la empresaria de
espectáculos con reminiscencias marianas le ha designado para representarnos en
Eurovisión. Lo cual ya sería de por sí una afrenta, aún sin tener en cuenta los
agravantes de:
1ª.- Que la empresa de espectáculos Comunidad de Madrid al Cielo no tiene
competencias para ejercer el derecho de representación (que en puridad corresponde
a una entidad “nacional” como el Cervantes)
2ª.- Que el artista había basado gran parte de su intrincada
carrera escénica en la denuncia de los chiringuitos y demás puestos redundantes
que se promueven desde la Dirección General de Espectáculos y que sirven de
pesebre bien aprovisionado para enchufados a costa de autónomos, empresarios y
otros sufridos paganos.
3ª.- Que quizá haya en el mercado otros artistas más
competentes que el cantarín valenciano para desempeñar el encargo.
Y estando de acuerdo, como estoy, con todos estos
argumentos en favor de los tirios, pasaré a criticar algunos otros expuestos
por los troyanos.
Los hay que critican que al funambulista de la
política le hayan puesto a dirigir la Oficina
del Español y ven en la denominación de “español” una especie de insulto o
provocación, sacando otra vez a la palestra la estéril polémica
español-castellano, tratando de vincularla con la no menos estéril de “buenos”
y “malos” españoles. Y ahí sí que no estoy en absoluto de acuerdo.
Le llaman (le llamamos) español porque este es el
nombre de la lengua que hablamos la mayoría y en la que está escrita este
texto. Vale, también se le llama “castellano”, y también sería correcto, porque
da la casualidad de que ambas denominaciones son equivalentes e igualmente
válidas, aunque el Diccionario
panhispánico de dudas reconoce que el término español es menos ambiguo y
más reconocible, aunque solo sea por el hecho de que es así como se le conoce
internacionalmente (Spanish, spagnol,
Spanisch, spagnolo,…).
¿Y qué piensan los canarios, por ejemplo, de
izquierdas o de derechas sobre lo de llamar “castellano” a lo que ellos hablan?
¿Y los gaditanos? Pues, seguramente que lo que hablan allí no es castellano,
que, si acaso, castellano es lo que hablan los de Valladolid o Cuenca, y si me
apuran, los del telediario de TVE.
Y como se trata de una lengua global, deberíamos
considerar lo que piensan los otros, los “no españoles”, ni “buenos” ni “malos”.
Pues ya ven: en
Argentina, Bolivia, Paraguay y Venezuela parece que prefieren llamarle
castellano, y en México, Centroamérica, Colombia, Chile, Uruguay Cuba y EEUU,
español. Distintas preferencias. Como aquí.
También he leído
opiniones en el sentido de que en el Reino Unido llaman a su lengua inglés, y
no británico. Así es, pero no está hecho con el propósito de no molestar a los
galeses como parecen insinuar algunos. Es así porque así lo ha determinado el
uso, que es el que hace la lengua. Con el inglés es tan claro que por no tener
no tienen ni Academia de la Lengua; son los grandes diccionarios (Oxford,
Collins, Merriam Webster… los que marcan la norma, de acuerdo con el habla). Y
los diccionarios se venden con el título de Inglés-Español. Así, con ñ y todo.
Será por algo.
Román Rubio
Julio 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario