lunes, 13 de diciembre de 2021

EN DEFENSA DE LA AUTOAYUDA

 

EN DEFENSA DE LA AUTOAYUDA

(O cómo ser anticool)


Entiendo a los que se toman con distancia y una sonrisa condescendiente los mensajes de la autoayuda. Ya saben: esos que nos aparecen en Facebook o en otras redes sociales, a menudo divulgados por algún cándido ciudadano, más o menos amigo, del tipo “El mañana no ha llegado y el pasado ya ocurrió; vive el momento”, o “Caer no significa hundirse, solo que hay que levantarse”, o bien “Cada fracaso es una nueva oportunidad para reinventarse”, o “Todo está a tu alcance; solo hay que empeñarse en conseguirlo”. Muchos le damos el valor que tienen: el de mensajes bienintencionados, un poco moñas, que, sin tener por qué ser estrictamente ciertos (¿cómo voy a poder conseguir hacer realidad mi sueño de ser una estrella de la NBA si le llego al sobaco al más bajito y tengo los pies planos?), pueden tener un efecto optimista, estimulante o balsámico para las personas que necesitan un empujoncito a la moral de vez en cuando  (más o menos, todos nosotros). Al fin y al cabo, esos mensajes, aunque algo ingenuos, siempre serán más beneficiosos que los contrarios de: “Los errores del pasado son imborrables”, “El futuro no traerá más que enfermedad y muerte” o “¿Por qué intentar conseguir tus sueños si mides uno sesenta y no eres ni siquiera inteligente?”

La autoayuda, pues, “ayuda” a muchas personas a seguir en la brecha aportando una pizca de optimismo, por lo que no dejo de ver un tufillo arrogante en quienes se vanaglorian en su desprecio. Mi madre solía hacer uso del empujoncito de la religión y cada sábado y fiesta de guardar acudía a la iglesia en donde pedía por los suyos y salía con optimismo renovado y la seguridad íntima de que nos iba a ir bien, con resultados desiguales. Woody Allen, Tony Soprano y alguno de mis amigos y vecinos (y de los tuyos, lector, aunque no siempre lo confiesan) necesitan de otra pantomima diferente a la religión, pero con fundamentos y efectos parecidos, de modo que, ¿qué mal hay en recurrir a la meditación, el yoga, el mindfulness y los mensajitos algo ingenuos, o las tesis algo más elaboradas de la autoayuda o de la psicología positiva (su prima intelectual) traída al mundo académico por Martin Seligman?

Pues sí; muchos —a menudo de manera oportunista— empiezan a ver la autoayuda como una herramienta del demonio. Unos, psicólogos de titulación, atacan a esta por puro corporativismo: “Si esto ayuda a la gente, ¿qué valor añade la orla colgada en la pared de mi despacho?” Otros aplican su vena filosófico-marxista y alegan: “Si tu bienestar depende de ti y de tu capacidad de levantarte por ti mismo y no del “sistema”, ¿qué sentido tiene eso de la revolución pendiente que ando pregonando?”. Tanto unos como otros mantienen una postura muy cool, no solo de desprecio a la autoayuda (ese alimento de gentes seguidoras de Salsa Rosa y otros inframundos), sino de franca beligerancia, tratando a esta como el opio del pueblo.

Me refiero a posturas como la de Marian Donner en su Manifiesto en contra de la autoayuda (Libros Cúpula) o el artículo de Carlos Javier González Serrano, “Contra la dictadura de la felicidad: el dañino pensamiento positivo” (El vuelo de la lechuza), los dos últimos y más claros alegatos anti-autoayuda que han caído en mis manos.

https://elvuelodelalechuza.com/2021/11/02/contra-la-dictadura-de-la-felicidad-el-danino-pensamiento-positivo/?fbclid=IwAR0msogOi9Iu_9AgWRk_Af-b35A-SLdaXWj3kNpZjRc-0Hi3hXfz9vZ2EzU

Léanlos si tienen gana. Yo, mientras tanto, me estoy entreteniendo con las Cartas a Lucilio (o Epístolas morales) que escribió Séneca en sus últimos años, un poco antes de que su pupilo Nerón le invitara a quitarse la vida. Es un clásico del siglo I, pero, créanme, en realidad se trata de un libro de autoayuda un poco crecido por el brillo de lo añejo.

Porque nunca viene mal un empujoncito a la moral. Y si uno no le tiene fe a los pregoneros del más allá, a los sillones del psicólogo ni a los vendedores de paraísos colectivistas, ¿qué le queda, pues?


Román Rubio

Diciembre 2021

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