domingo, 21 de agosto de 2022

GUILLERMO DE BASKERVILLE

 

GUILLERMO DE BASKERVILLE



Guillermo de Baskerville es el fraile franciscano que Umberto Eco ideó para ver de solventar el misterio de los frailes asesinados  en un monasterio medieval. Guillermo aplicó sus métodos racionales y deductivos para desenmascarar un mundo de superstición y creencias irracionales. El nombre y la filiación del fraile sabio era un homenaje a dos personajes: Sherlock Holmes (descifrador del misterio de El sabueso de los Baskerville) y Guillermo de Ockham (1285-1349), filósofo inglés, franciscano como el de El nombre de la rosa, y formulador de un principio metodológico-filosófico con aplicaciones en lógica, ciencia y otros campos,  conocido como La navaja de Ockham, principio de economía o principio de parsimonia, que postula que “cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja”. Bertrand Russell la explicó en su Principia diciendo que si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguna, no hay motivo para suponerla. Es decir, siempre puede optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables.

O lo que es lo mismo: si es una cosa pequeña, peluda, tiene bigotes y dice miau es un gato. Así de simple. Podría tratarse de Rubalcaba con un disfraz de felino, el Rey de Marruecos y Rajoy maullando en la habitación de al lado o Villarejo vestido para interpretar el musical Cats, pero, ¿qué quieren que les diga? Yo, siguiendo la metodología de Ockham y el sistema deductivo de Holmes, veo un gato.

Algunos no. Si ven a un grupo de fanáticos atentando contra vidas humanas al grito de “Allahu akbar” no ven a unos fanáticos yihadistas (sería una explicación demasiado sencilla para sus mentes sofisticadas) sino una maniobra de los servicios secretos locales, la CIA (que no falte), el Papa de Roma, Bill Gates y el primo de Pumby.

Pasó con el atentado del 11S de Nueva York: una delirante teoría bastante extendida por aquellos días culpaba a los servicios secretos israelíes, asegurando que centenares de judíos que trabajaban en las Torres Gemelas se habían tomado el día libre por enfermedad al haber sido alertados por los servicios secretos de Israel el día de antes. Ocurrió en el atentado de Madrid, del que aún conservamos algunos en la memoria la gran infamia del Presidente Aznar cuando años después de los hechos declaraba en comisión parlamentaria que la autoría intelectual de los brutales hechos andaban por montañas y desiertos no tan lejanos, escuchando a la Orquesta Mondragón en la plaza Jemaa El Fna, quizá. Y ha ocurrido ahora, como se ha visto hace unos días, en el acto de Barcelona para con las víctimas del atentado de Las Ramblas.

Acabo de leer una cita del prólogo del libro El mito de la conspiración judía mundial de Norman Cohn (1967), que, aunque tratando de explicar el antisemitismo, le viene al pelo al argumento:

Existe un mundo subterráneo en el que malhechores y fanáticos de cultura exigua crean fantasías patológicas disfrazadas de ideas para consumo de ignorantes y supersticiosos. Hay ocasiones en las que este inframundo emerge de las profundidades y de súbito fascina, atrapa y domina a multitud de personas por lo general cuerdas y responsables, que, acto seguido, se olvidan de la cordura y la responsabilidad.

Pues eso; tendrá que venir el de Baskerville para tratar de convencer a los mochufas de que si es pequeño, peludo, con bigotes y dice miau, se trata de un gato.

 

Román Rubio

Agosto 2022


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