jueves, 20 de octubre de 2022

INFAMIA

 

INFAMIA


Historia universal de la infamia es un librito de Jorge Luis Borges publicado en 1935 y revisado por el autor en 1954 en el que recoge cuentos o historias publicadas en el Diario Crítica. En el libro, además del estupendo relato de crónica negra popular y porteña Hombre de la esquina rosada, se recoge las historias de personajes singulares, que destacaron por su infamia. Entre ellos, John Murrell, falso predicador y traficante de esclavos, Arthur Orton, impostor de un aristócrata desaparecido, Zheng Shi, pirata china o Bill Harrigan (Billy the Kid) abatido por el sheriff Pat Garret a los 21 años y que tenía cuentas con la justicia de 21 muertes, “sin contar mejicanos”.

He vuelto a hojear el librito para recordar la historia de estos campeones de la infamia  inducido por la noticia que he seguido estos días de un tal Alex Jones, el mayor de los apóstoles de las teorías conspirativas de la extrema derecha americana; un tipo infame de verdad.

El individuo tiene una empresa llamada Free Speech, dueña de Info Wars, una plataforma de comunicación que se declaró en quiebra el pasado julio para protegerse de embargos, con la que habría obtenido beneficios de entre 135 y 270 millones de dólares, dedicada a la propagación de los bulos (fake news) más disparatados, con el único propósito de favorecer los intereses del trumpismo y el apoyo a la tenencia de armas. Se le reconoce, entre otras fechorías, la incitación a la toma del Congreso de Washington o la propagación del infundio del tongo en las últimas elecciones.

Pero lo más vil del personaje —y por lo que ha sido condenado a reparar a las víctimas  con 924 millones de dólares—  es la insistente denuncia, durante años, de que la matanza de la escuela primaria de Sandy Hook en Newton (Conneticut) en 2012 y en la que murieron veinte niños y seis adultos había sido todo un montaje, en el que padres, policías, autoridades locales, FBI, medios de comunicación y dolientes no eran sino figurantes escenificando una masacre que no se habría producido, con el solo propósito de atentar contra el uso libre de armas en el país.

Aquel infausto día de diciembre de 2012, el joven de 20 años Adam Lanza, tras matar a tiros a su madre en su casa, cogió parte del arsenal de esta (coleccionista y amante de las  armas) y se dirigió a la escuela primaria de Sandy Hook, donde ejecutó la mayor matanza perpetrada en una escuela en los EEUU con el resultado conocido.

Resulta difícil imaginar el sentimiento de las familias que perdieron un hijo a manos de un loco armado cuando un tipo malvado se dedica a explicar que eso no ha existido en la realidad y que se trata de una puesta en escena de actores de cuarta fila para engañar a  los buenos ciudadanos, haciendo bueno aquello de Groucho Marx: “¿A quién va a creer usted, señora; a mí o a sus propios ojos?

No sé si resulta más repulsiva la maledicencia del tipo o la idiotez de sus crédulos seguidores. ¡Qué estúpidos pueden ser algunos creyéndose lo que quieren oír!

Hay que reconocer que las autoridades (algunas, al menos) también han ayudado a la difusión de bulos. Acuérdense del Trío Calavera Bush-Blair-Aznar hablando de las armas de destrucción masiva en Irak o los Tres Tenores Aznar-PedroJota-Losantos de la autoría del 11M. Parece que los infames deciden presentarse de tres en tres.

Haría falta publicar una nueva Historia universal de la infamia, aunque no sé si daría para que se dignara en escribirla un Borges. Parece tener más recorrido literario escribir sobre La viuda Ching, pirata o El proveedor de iniquidades Monk Eastman que sobre el Embusterillo “caballerete” Aznar o el Malababa locutor Jones.

 

Román Rubio

Octubre 2022

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